Capítulo 45. Coses de animales. Séptima parte. El ganao menor ( y II).

 







Capítulo 45.



Coses de animales. Séptima parte.




El ganao menor ( y II).



Las cabras.


"Es cierto que hablamos

 del pasado que nos rodea,

con la angustia de saber que nada 

será ya lo mismo".

William J. Bronsky.



    Aquellas primeras cabras domesticadas por los seres humanos en las montañas de Zagros (Kurdistán iraquí), marcarán inevitablemente un punto de inflexión en la evolución humana. Hace unos 11.000 años de aquel acontecimiento y con plena seguridad, fueron junto a las ovejas el animal que tuvieron ese dudoso honor de haber sido sometido por los hombres.

  Las apreciaciones respecto a este rumiante, pueden quedar resumidas por el zoólogo francés Georges-Louis Buffon, quien después de muchos años dedicados al estudio de la cabra, durante el siglo XVIII llegó a la conclusión que se trataba de un animal menos "noble" que la oveja. Por tanto más difícil de domesticar. Nuestros vecinos y su sapiencia son de esa misma opinión y sin haber sacrificado años en las exigencias de la zoología, como lo testimonia Emilio Posada: " Les cabres no tienen nada que ver con les oveyes. Son más zorres y van por libre".

   Tienen una gran adaptación a situaciones casi extremas, amoldándose con gran facilidad al medio en el que viven. Para reflejar gráficamente esas condiciones naturales, nada mejor que la sentencia de Alfonso Pinón: " Son dures como peñes, no se parecen en nada a les oveyes. Y a la hora de comer son como un molín, comen de todo: escayos, cortezes, bardiales...casi de todo". Haciendo una precisión conformada en observaciones adquiridas en el paso del tiempo y experiencia: "Lo que no comen son les hojes de los ocalitos, pinos, laureles o anisinos (hinojo). Muérense de fame antes de comer nada de eso". Añadiendo una curiosidad que delata su  exquisita selección. " Tampoco nunca va a comer ye la pación pisada. Por ahí no traguen". En ese listado se podría ampliar a otras plantas habituales como las hortensias, lavanda, salvia y más.  

    En cualquier caso, resulta llamativo que estos animales suelen rehuir de aquellas plantas que generan olores fuertes y penetrantes. El motivo no es otro que la selección del alimento que garantiza la supervivencia. Sustancias orgánicas vinculadas a ciertos vegetales, tales como taninos o lignina, podrían provocar severos daños e incluso la muerte, en caso de ingestión por parte de  estos animales.

  Su periodo de gestación es de cinco meses, pudiendo parir entre uno y tres cabritillos. El macho adulto recibe el nombre de castrón o el malsonante cabrón. Este último usado para deslegitimar al autor de comportamientos considerados reprobables: " Menudo cabrón ta fecho".

  Hasta mitad del siglo pasado su  duro y consistente pellejo, junto con el de las ovejas, fue muy apreciado. La elaboración de tambores, bolsas de transporte, componentes para la vestimenta, odres, justifican su valoración. En el caso de los odres fueron durante muchos siglos fundamentales para el tránsito comercial de líquidos e incluso granos. Estos mismos,  incluso usados para batir las natas y elaborar la deliciosa manteca.

  Si nos retrotraemos  a épocas pasadas y durante prácticamente todo el Medievo,  estos animales fueron  directamente vinculados al mal. Brujas y diablos de todo pelaje se asociaban a las cabras. Probablemente el origen de esa vinculación dentro del cristianismo, pueda estar en el contenido de la propia Biblia, cuando describe el día del juicio final: " Cuando Jesús regrese, separará a las naciones tal como un pastor separa a las ovejas de las cabras, las primeras irían a la derecha y las segundas a la izquierda". (Mateo  25: 32-34).

   Atendiendo exclusivamente a números vinculados a la productividad y en el ámbito estrictamente local de  Antromero, no nos consta que al menos en el pasado siglo  hubiera rebaños de cabras. Ninguno de nuestros habituales declarantes han sido capaces de desmentir nuestras sospechas, coincidiendo en que esa posibilidad concurría en otros parámetros geográficos, tal lo refrenda Emilio Posada: " Lo de les cabres en rebaño, ye cosa del interior y sobre todo pa la montaña. Allí saquen rendimiento de la leche y hacen unos quesos cojonudos". En cambio, si podemos corroborar  a través de esos mismos  testimonios vecinales su presencia en determinadas caserías: "Hombre, en algunes cases siempre hubo cabres, una, dos o tres. Eren muy buenes pa limpiar bardiales o sebes. En ese sentido, la verdad, quitaben mucho trabayo". Siendo en cualquier caso números que podríamos considerar irrelevantes. 

    Hace poco tiempo, estuvo de moda la cría de cabras enanas, seguramente por haberse convertido en exótica mascota de personajes del papel couché. Además de su reducido tamaño, llama la atención su terquedad y curiosidad. Pasan como sus parientes cercanos, todas las horas rumiando y curioseando, por lo que conviene tenerlas controladas y cercadas. 

   Algunos años atrás, fuimos testigos hace años de una curiosa respuesta de  aquellos animales ante la bronca de su amo. Estaban estos rumiantes subidos al cierre de muro de la finca y su dueño las espantó haciendo aspavientos con sus brazos, mientras les lanzaba unos pequeños guijarros para hacer más efectiva su reclamación. Mientras departía en el exterior de la finca con nosotros, sentimos un curioso ruido metálico. Para sorpresa de todos, pudimos comprobar como el grupo de pequeñas cabritillas estaba desarrollando una curiosa danza encima del techo y capó del coche de nuestro vecino. Dicen las crónicas que esa misma semana se deshizo de ellas.



Cabras enanas . Haciendo lo que más le gusta:
"la cabra".





Los perros.



"Recuerdos...

Sombras de un pasado que se fue, 

añoranzas de ilusiones hoy perdidas

y que no podrán jamás volver..."

Nené Losada Rico.




    Los perros han sido protagonistas de crónicas, relatos y leyendas, que han configurado todas las épocas de la historia de la humanidad. Siempre han tenido un perfil de guardianes, cazadores y por supuesto fieles compañeros.  

    Descienden sin lugar a dudas de antiguas poblaciones de lobos (canis lupus lupus), convirtiéndose en su adaptación a los humanos en una subespecie de aquel cánido boreal, tal lo refleja su nombre científico, "canis lupus familiaris". Su traducción no deja lugar a dudas, perro lobo familiar.

  La teoría más admitida de aquella evolución es que en los duros meses invernales, los lobos se desplazaban de sus hábitats montañosos a los lugares donde vivían los hombres. Su objetivo no era otro que la búsqueda de alimento y la reacción de los humanos fue la de capturar con trampas a aquellos cánidos. La adaptación quedaría sujeta al paso de varias camadas en cautividad y su aclimatación a nuevos tiempos.

 Respecto a la fecha en la que se produjo su pérdida de libertad, hay ciertas controversias. Recientemente la revista  "Nature Communications", sugiere que su domesticación ocurrió hace entre 20.000 y 40.000 años. Fechas estas que retrasan a las  estimaciones anteriores en más del doble.

  Sin entrar en controversia alguna, tan solo recordar que en una de las pinturas y grabados rupestres encontradas en la zona de Shwasymis (Arabia Saudí) y que están datadas en  más de 8.000 años, ya se refleja su actividad de apoyo a los humanos en sus actividades de caza.


Fuente: Journal of Anthropological Archaeology. Petroglifos o Grabados de 
perros acosando a cabras, como parte del apoyo a los humanos
para su caza.


  De cualquier manera , no estos animales una vez sometidos a los designios humanos, fueron un puntal básico para la futura domesticación de otras especies, como fueron los ovinos y caprinos. Ayudando al control y reagrupamiento de los mismos. 

 Incluso este tipo de actividades vinculadas a los canes no pasaron desapercibidas al mundo jurídico. Quedando reguladas  aquellas labores de vigilancia, guardia de hogares y rebaños por algunos de  los códigos del derecho romano de hace más de 2.000 años.

  Pese a la innegable vinculación y aprecio humano con los perros, en Asturias hubo leyendas que defenestraban la fiel imagen de estos. Las leyendas siempre han encontrado buen abono  en estas tierras y así no tendremos que recorrer muchos  años hacía atrás para dar cuenta de ciertas creencias populares. En esta que recordamos es el   diablo quien se transformaba en un gran perro negro. Apareciéndose en angostas caminos y caleyes , siempre con la connivencia de la noche más oscura.

 Hay otra versión más detallada, en la que ese misterioso can es la forma que adopta el alma de algún difunto, que vaga en pena en busca de un penitente, para hacerle un trabajo que dejó pendiente en vida. Nuestro habitual declarante Alfonso Pinón, con el sarcasmo de la gente de estas tierras, expone al respecto: " No se si sería verdad o mentira, pero lo que está claro que encontrar de noche, solo y por una caleya a un perrón grande, ya era bastante susto. No hacía falta que fuera negro o blanco, ni ibes a preguntar si era el demonio o no".

Abandonando estas cuestiones vinculadas al mundo de las supersticiones, hagamos una reflexión para valorar lo que representó la figura de este animal en el ámbito puramente social. Como y de que forma modificó el modus vivendi de nuestros ancestros. El concepto del genero "Homo", se remonta a más de dos millones de años y el primer animal que convivió con él con cierta continuidad fue el perro. 

 Gran parte de la existencia del hombre se circunscribe a la interrelación con otros humanos y será el canis lupus familiaris, esto es, el perro quien romperá aquella dinámica. Así se abre las puertas a una connivencia interesada en una de las dos partes, la del hombre. Con ella unas expectativas vitales impensables hasta entonces: ser el dueño y señor de otros seres, a los que explotar y sacrificar, llegado el caso.

 Atrás han quedado los tiempos en los que estos animales eran el apoyo básico para las cacerías de las que dependían gran parte de la alimentación y sustento humano.  El perro, por méritos propios, forma parte de  un selecto  status de animales domesticados que tienen nombre propio. Su denominación no  está sujeta  exclusivamente al carácter, aspecto o defecto físico, como ocurría en el caso de las vacas. Para los perros valía incluso el propio santoral, pues no era extraño que el nombre asignado a un humano se adjudicase al can. Cuenta la leyenda que en los duros años de la postguerra, había un perro en este pueblo con el nombre de "Lobo". En ningún caso  atendía al requerimiento de aquella denominación, tan solo lo hacía cuando su amo le susurraba el nombre de "Lenín" (1), para regocijo de este y preocupación de la familia.

   El detalle de llamar por un nombre propio para los desconocedores de rutinas y usos rurales, puede ser considerada una minucia, una particularidad aparentemente menor. Pero nada más lejos de la realidad, pues esa concesión  denota un vínculo sentimental irrenunciable con el ser humano. Rescatamos uno de aquellos refranes que ilustra sobremanera esta unión  atemporal de animal-amo: "Quien pega al perro, pega al dueño"

  Una casería sin perro o perros era inconcebible hasta no hace tantos años. Su función  de guardar y alertar a sus amos de cualquier alteración que pudiera interferir la tranquilidad del entorno familiar. En este punto hace una reseña detallada Antonio Guardado: " Lo mejor ye tener un perro grande y otro pequeño. El pequeño ye el que azuza al grande, porque los más ruinos son mucho más listos. Son siempre los que avisen de lo que pasa".


Fuente: Sheila . Antón y Josefa Salero,
junto a dos animales emblemáticos de 
una casería: el xato y el perro.


    Siempre se valoró en estos animales su instinto vivaz, traducido en sonoros ladridos. Aunque en algunos casos poco importaba esa destreza: "Lladren los perros, toy en la cama. non hay meyor cosa que non tener nada". Si hubiera algo que vigilar, ya lo recuerda el refrán: " Perro que ladra, la hacienda ta guardada". No todo el mundo opina de la fiereza transmitida en esa expresión oral: "Perro lladrador, non ye mordedor", aunque por si las moscas siempre se tenía en cuenta este otro aforismo: "Perro que lladra, non te arrimes por nada"

 En cualquier caso nadie quiere un perro mudo: "Dios te llibre del home que no trabaye y del perro que non lladre", tal lo precisa con su explícita simpatía Amparo Julián: " Cuando yo era pequeña, teníamos un perro que nunca ladró. Ya cuando era vieyo empezó a ladrar y todos llevamos un susto tremendo, pues pensábamos que era mudo. Después aquel cabrón ya no paró de ladrar". Deduciendo probablemente el motivo: " Tanto trabayo costo-i el aprender, que no iba a ser cosa que se le olvidase".   

 Su fidelidad es un bien garantizado por encima de cualquier duda. Todos los canes son conscientes de servir a un único amo: " Si eches pan al perro ajeno, pierdes el pan y pierdes el perro".

    Básicamente se distinguían no por su raza o por  tamaño, sino por su forma de vida, condicionada a estar permanéntemente atado o sin atar. Muchos de los primeros nacieron, vivieron y murieron sin conocer un minuto de albedrío, subyugados a las cadenas o cuerdas que limitaban sus ansias de libertad. Así lo recuerda , Rafael Gutiérrez de un can familiar: " Me acuerdo de un mastín que estuvo toda su vida en casa de mi güelo. Se llamaba "Montiana", atado con una cadena de hierro a la entrada de la cuadra. Y de comer lo justo".



Fuente: Rafael Gutiérrez. Rafael, junto a su hermana y el mastín
"Montiana". "...atado con una cadena de hierro..."


  En algunos casos, se tenía por creencias fundadas de buena suerte, seleccionando para ello alguna raza en concreto. Experiencias vitales y la confianza en estos animales determinaba su posesión. Rescatamos la tenencia de uno de aquellos cánidos y sus motivos, vinculados a la experiencia laboral de su amo, tal lo refleja Benigna Anxelín: " Mi padre, José El Salao iba a la costera del bonito y en aquellas lanchas siempre había a bordo un perro de aguas.  Contaba como una vez uno de los marineros cayó al agua y fue  el perro el que se tiró a por él". Aquella historia no paso desapercibida y marcó la voluntad de tenencia de José de aquel cánido: " Cuando se retiró y hasta que murió, siempre hubo un perro de aguas en casa".


Fuente: Mari Artime. Álvaro Artime con su inseparable Princesa.
Perro de agua cantábrico, muy vinculado a los marineros y madre de un
sinfín de cachorros que poblaron nuestro concejo.


   El último ejemplar que disfrutaron en aquella casa atendía al nombre de "Kaiser", blanco y lanosoCon la llegada de los calores estivales se le rapaba, aprovechando unas maquinillas de esquilar ovejas:  "Era tal el estropicio que le hacían al animal, que se veía tan feo, que se echaba debajo del carro y hasta que no crecía y se igualaba el pelo de los tosquilones , no quería saber nada del mundo".

  La raza a la que hace referencia nuestra declarante es el llamado "perro de agua cantábrico". Utilizado como "ayudante" en los barcos,  pues entre sus dedicaciones estaba el recuperar la caída de algún pexe al agua, perseguir a las molestas ratas que pudiera haber y vigilar en puerto la integridad de la lancha, entre otras labores asignadas a su figura.


El lanoso perro de aguas cantábrico. Un tesoro en la mar.


    El periodo más crítico y molesto estaba cuando la hembra entraba en periodo de celo. La llamada de la naturaleza, se traducía en una producción de hormonas estimuladas, que no pasaban desapercibidas a los machos. Durante al menos una semana auténticas manadas de canes de todo tipo de tamaños, razas y condición, se disponían a la espera, buscando su oportunidad para perpetuar su especie.
    
   Había animales dotados de una especial interpretación en la búsqueda de aquellos rastros, alimentado por el instinto natural, como lo recuerda Maruja Anxelín: "Aquel perro (Kaiser) era muy salidero, cuando olía alguna perra salida (en celo), tardaba días en volver.  El nuestro Kaiser, era un caso pa eso. Andábalo todo, lo tuvieron visto en Candás, Luanco, Bocines...iba a todes les fiestes". Para precisar los efectos de aquella aventura: " Había veces que venía como un Cristo, lleno de matadures. Y siempre venía cansao, no salía de la cuadra pa nada en muchos díes y solo se levantaba pa beber y comer".

 Era lo que popularmente se reconocía como la "perrada", concentración de cánidos más o menos extensa en las proximidades del domicilio de la hembra de hormonas alteradas. Este periodo de tiempo era muy molesto para los vecinos, quienes exteriorizaban su incomodo, espantando casi siempre infructuosamente con el lanzamiento de cualquier objeto, a la normalmente extensa colonia canina.  A nivel perruno se trataba de una lucha por liderar la jauría y ser el elegido para seguir con el ciclo reproductivo. Aunque en más ocasiones de las previstas, el éxito no pasaba por razones de liderazgo.  Siendo  el más astuto y hábil quien llevaba el "gato al agua".

  Ciertamente el reto a doblegar  las normas de la naturaleza siempre ha sido una constante humana, creyéndose cualquier divagación expuesta por el charlatán de turno.  Exponemos una de esas aparatosas experiencias con un fin no ajustado a lo previsto,  tal lo recuerda una vecina, que nos ha forzado a mantener su anonimato: " Mi madre, vino un día a casa con un cantar pa cuando la perra estaba salida (en celo). Dijo que había que lavala con agua templada y vinagre pa que no pasase nada. Que no había que encerrala, que no pasaba nada". El paso del tiempo valoró aquel remedio: "A los dos meses (tiempo de gestación) teníamos seis perrinos más en casa". 

  Recordemos algunos temores enraizados en la cultura popular, donde alguna actitud perruna era considerada un mal presagio. El aullido y lamento prolongado del perro, sin motivo aparente, en las proximidades de una casa o quintana, era señal inequívoca de una muerte segura. Tal lo reseña Laudina Artime: " Cuando un perro aullaba, mal asunto. Estos animales tienen un sentido especial pa ver venir la muerte. Si alguien taba malo o delicao era lo último que quería oír, al perro aullar".

  Si durante el inicio de su adaptación humana fue un soporte vital para el éxito en la caza, esta premisa  nunca fue del todo abandonada. La presencia de numerosos sabuesos en el pueblo, confirman que aquella tendencia se mantiene. 

  La afición  de nuestros vecinos a la actividad cinegética ha poblado de razas específicas las  perreras. Animales que se dedican en cuerpo y alma a atender las demandas de sus amos.



Perrera de Celestino Hevia, organizador de eventos a nivel  nacional
con perros de caza.



  Los tiempos cambiantes y la endiablada alteración del modus vivendi  de los seres humanos han trastocado aquellas estructuras dependientes. Ya no se puede hablar en la mayoría de los casos del perro como un animal funcional, sino como un animal de compañía. Esta evidente transformación se ha dejado notar más que nunca en las últimas décadas, con la revolución de las mascotas. 

  En el Registro de Identificación de Animales del Principado (Riapa) había censados en el año 2021 en Asturias 352.229 perros, por 106.861 menores de 14 años. Las cifras hablan de un manifiesto otoño demográfico, en contraprestación  de una exultante  primavera canina. La sociedades desarrolladas han empezado a cambiar hijos por mascotas.

  En cualquier caso situación preocupante, pero no discutible. Las estrategias, voluntades y proyectos  futuros se toman en el ámbito privado y familiar. Si en cambio se puede disentir de los nuevos vínculos dueño- mascota, donde se pretende aplicar el confort humano al animal.  Erróneamente atribuimos a perros actitudes, comportamientos y necesidades que no les pertenecen  y que son propios de gente. Por si fuera necesario recogemos las sabias palabras de Bernardina Mori, quien dicta sentencia al respecto:  "Si los antiguos levantaran la cabeza, volvíen del susto otra vez p'alla. Hoy los perros viven mejor que muches persones".



Fuente: ParkingCan. En pocos años hemos suplido  el uso de las
anillas de sujeción en las fachadas de los establecimientos. Los perros 
han sustituido a los burros y caballos.



   Todos hemos visto cánidos disfrazados de personas, con su correspondiente y sofisticado peinado y manicura. En esta resaca emocional hemos tratado de humanizar al perro y con ello una deriva que nos lleva al  traspaso de una línea roja, que seguramente no tiene vuelta atrás. Con este nuevo status animal, pierde todo sentido uno de los aforismos que asignaba el sufrimiento cotidiano y sujeto a la subsistencia: "¡Que vida mas perra!".



Fuente: Perfil.com. La humanización del perro, un problema para este animal.









(1). Vladimir Ilích Uliánov, alias Lenin, fue un político y líder comunista ruso. Se convirtió en el principal dirigente de la Revolución de Octubre de 1917 y que a la postre daría lugar al primer gobierno comunista de la historia. Tanto su nombre como su figura fue objeto de la censura franquista.





Les pites.



"Caldo de gallina, la mejor medicina".

Popular.



    Estamos ante uno de los pocos animales que no fueron domesticados en la zona correspondiente al Oriente Medio. Todos los indicios paleontológicos apuntan que el origen de las gallinas está en el denominado Gallus gallus bankiva, raza de gallo que aun se puede encontrar en el sureste asiático (2).



Gallus gallus bankiva, el antecesor de las actuales gallinas.


  Tras su adaptación al hombre, dado su fácil transporte, fue rápida su dispersión por los distintos continentes. En Europa fue un animal considerado de segunda categoría hasta la Edad Media. Es más que probable que este tardío éxito se deba  al hecho que durante la restricciones alimenticias impuestas por la Iglesia católica en la Cuaresma (cuarenta días), fue permitido su yantar.

  Aunque deberemos retroceder hasta más de 10.000 años, para datar el primer consumo del que se tiene constancia de esta ave. Será en la lejana China y todo apunta que no se trataba de animales domesticados, dados los daños constatados en sus restos (muerte violenta). 

 Abandonando estas divagaciones históricas y atendiendo al pragmatismo exponemos una evidencia: las gallinas son las ponedoras de los huevos, benditos huevos. Esta aclaración puede cuando menos ser pueril, pero representa una de las mayores disquisiciones filosóficas entre agnósticos y creyentes. ¿Qué fue primero la gallina o el huevo?. 

  Sea como fuera, estamos convencidos que a fecha actual hay tiernos infantes que desconocen el origen de aquellos, convencidos como están que se reproducen espontáneamente en las hueveras de celulosa, colocadas en los estantes de los supermercados. Tal es el preocupante desconocimiento y desvinculación de las nuevas generaciones con los orígenes de sus antepasados.   

 "Les gallines cuando más güevos ponen ye sobre todo en la primavera". Las temperaturas más extremas le representan un verdadero problema productivo, tal lo recuerda Benigna Anxelín: "Con el calor del verano ponen mucho menos y con les xelades y el frio del invierno dejen de poner". Aunque siempre y como en todas las actividades rurales, debe de primar la orientación del santoral: " Por San Antón la pita pon, por la Candelera la nueva y la vieya, y por San Blas más y más".

 Disponer de un poco espacio en el entorno de la casa, garantizaba tener estas aves, sin mayores problemas, como lo recuerda Jovita González: " Antes en Antromero, todo el mundo tenía gallines". Los requerimientos para la construcción de un gallinero se reducían a unas tablas para hacer el refugio, unos postes, alambre y red para su cercado. Lugar este siempre con restos de deposiciones, la gallinaza, repartida por todos los lugares, dadas sus permanentes excreciones. Siendo muy ajustada la expresión : "Tener más mierda que el palo de un gallinero".

  Aunque por encima de la logística de su elaboración, preocupaba la seguridad de sus inquilinos. Amparo Julián así lo testimonia: " Lo peor era que te entrara en el gallinero el raposo o la llira . Entonces acaben con todes les gallines, les arrancan la cabeza y les chupan la sangre".



La comadreja o llira. Tras esa bonita apariencia se encierra un terrible
depredador para el gallinero.


 La llira a la que se refiere nuestra declarante es la comadreja (mustela nivalis), mamífero de costumbres nocturnas y gran rompedero de cabeza de los criadores de gallina. Su modus operandi era actuar con nocturnidad y alevosía, aprovechando cualquier resquicio físico en la construcción de los rústicos gallineros. Una vez dentro, se producía la masacre y tras acabar con sus victimas solía apropiarse de  alguno de sus huevos.

   Aunque debiéramos ampliar la relación de potenciales enemigos para la seguridad del gallinero. Perros, gatos, aves rapaces y los denostados aguarones (ratas), forman parte de aquellos insaciables predadores y cuyas actuaciones de aniquilación masiva y no selectiva,  responden más al instinto animal que a una necesidad de supervivencia.

  Respecto a la alimentación de estas aves era variopinta. Cuando son pitines  (pollitos), se les trataba de dar un pienso "de arranque" para generar una buena cría y después admitían todo tipo de comida: pan duro, restos de viandas, verdura, maíz ... Benigna Anxelín, detalla un conocimiento heredado: " Siempre escuche lo de meter les cáscares de los huevos en el forno de la cocina y antes de que se quemen se machacaben y se mezclaben con pan mojao. Decíen que así poníen huevos más duros y que rompíen menos".


Fuente: Emilio El Lechugo. Benigna Anxelín: "...así poníen huevos
más duros  y que rompíen menos".

   Aunque lo que más agradecían era el verde, un manojo de berzas atadas, tal lo recuerda nuestra anterior declarante: " Mi ma, siempre iba todos los día a buscar un puñao de berzes a la tierra pa les gallines y les repartía amarrandoles en varios sitios del gallinero". La natural curiosidad les ayuda a satisfacer su insaciable apetito. Van y vienen revisando el suelo a una velocidad vertiginosa, picando sin parar entre los restos de toda condición, dispuestos a lo largo y ancho del terreno. La evidencia se expone en el refrán :  "En una casa bien barrida no se cría buena pita".

 Esa avidez característica de este ave, en la que comía en todo momento, trasciende al ámbito doméstico. Comparándose al ama de casa encargada de las tareas de la cocina: " La gallina que ta en casa come y pasa o si no come, escaragata". Esto es, comer sin llegar a comer del todo, picando alimentos aleatoriamente.

    También fue muy recurrente su incorporación a expresiones populares, para mostrar todo el malestar acumulado: " Cagun les pites de Grao". La expresa localización geográfica de estas hace pensar que pudieran ser más pacientes y resignadas para llevar tanto enfado humano.

   Fue muy recurrente el uso de su caldo para les muyeres después del parto, así recuperar fuerzas. En otros tiempos, lo primero que se hacía cuando paría una mujer, era el sacrificio de una de aquelles gallines vieyes: " Pa llevar todes les coses al sitio, después de un esfuerzo tan grande". Aunque no era uso exclusivo para estas féminas, pues donde había personas delicadas de salud, no faltaba la expiación de estas aves. Tratando con ello de recomponer la lozanía perdida: "Caldo de pita, toda la enfermedad quita" .

  La muerte de las gallinas no era un momento agradable para nadie. Siguiendo viejas enseñanzas, el recurso más socorrido pasaba por el uso de cuchillo,  machete, hacha y picadero. Separando con golpe certero y auxiliado de estos útiles la cabeza del cuerpo. Provocando  en más de una ocasión la carrera del animal descabezado durante varios metros en una inercia infructuosa, sin orientación alguna. Tratando de escurrir y huir de una muerte ya consumada. Tal lo refrenda el refrán: "Correr como un pollo sin cabeza".

  Una vez pasado el rito del sacrificio, había que desplumarla con la ayuda del agua caliente. Aquellos que han vivido esta secuencia, recordarán el olor fuerte y desagradable que desprendía aquel cuerpo inerte y humeante. Tan solo quedaba el limpiar sus vísceras inservibles y el despiece, respetando a aquellos proyectos de huevos que estaban adosados a su cuerpo. Bolas de yema, recubiertas de una fina capa de piel, destinados a una rápida cocción para evitar su deterioro.

    Aunque el gran rédito productivo de les gallines estaba en la puesta de huevos. Si la operativa se desarrollaba en el entorno del gallinero, no había mayor problema. En el caso contrario, la cosa se complicaba, tal lo recuerda Amparo Julián: " Cuando les gallines no poníen en el gallinero, había que buscar onde teníen el ñeru y no despistate mucho, porque sobraben bichos pa que te los llambieran". El geo-localizador virtual era cosa nuevamente de les muyeres, conocedoras como nadie de los gustos de les pites. A este problema se le unía la posibilidad de que la gallina tuviera la zuna de comer el huevo, nada más ponerlo, obligando con ello a multiplicar la vigilancia: " Cuando sabíes que la pita comía el huevo, nada más sentila cacarexiar (cantar), ya salíes  a buscarlo". 

   La señal inequívoca de aquellas puestas, estaba en la satisfacción del animal cacareando a los cuatro vientos su hazaña: " Calla, calla pita, que si non calles, vien l'ama y too te lo quita". Aunque en otras ocasiones se trataba de falsa alarma: " Cacarexiaba la pita en ñeru, cacarexaba y non traía güevo". Para comprobar la tenencia en el cuerpo de aquellos y ante la duda, no quedaba más remedio que la comprobación física: "Pa saber si la gallina trae güevo, hay que meter el dedo". 

  En el caso de  improductividad manifiesta, casi siempre por la edad, se recurría al sacrificio y con ello el beneficio de disfrutar de su carne:" La gallina vieya da el meyor caldo" .

  Como ocurre en todas las actividades y procesos naturales, la reproducción estaba sujeta a una serie de condicionantes. En primer lugar, la necesidad de una fecundación por parte del gallo y que los huevos posteriores a ello sean fértiles. El paso siguiente es la disposición de una gallina  con señales inequívocas de estar clueca.

    Estos indicios se evidencian cuando este ave permanece de modo continuo en el nido, resistiéndose a salir. Si se trata de mover se mostrará agresiva, erizando sus plumas y con una emisión de sonido inconfundible: "Clo, clo, clo". En este estado la pita deja de poner huevos y empieza el periodo de incubación por 21 días. Tiempo que se prolongará  al menos durante dos meses más, hasta la total independencia de los pitinos.



Gallina clueca, empollando huevos.


    Los periodos temporales más óptimos para estas secuencias , se detallan en la sapiencia del pueblo:  "El que quiera tener un buen pollo y una buena gallina que los eche en San Xuan y los saque por Santa Marina". O esta alternativa: " Si quies ver los pitos al cielo subir, echa la gallina en marzo y que los saque en abril".

    No sería justo el obviar la figura del macho alfa del gallinero, el gallo. Animal celoso y posesivo. La presencia de personas ajenas a sus intereses en aquel reducto se resolvía con un ataque agresivo y sin contemplaciones. Así lo recuerda Alfonso Pinón, con su habitual desparpajo: " Cuando éramos rapacinos había en casa un gallo que solo respetaba a mi padre. Era el único que entraba en el gallinero y nunca lo picaba". Aunque detalla algún episodio de aquella enemistad mutua: " Ahora que cuando nadie nos veía no hacíamos otra cosa que tirarle piedras".

    Por último, recordar que en los días de celebración importantes y señalados en el calendario, se solía sacrificar a uno de aquellos pollos, tal lo recuerda Menéndez El Roxín: "Para el día de San Pedro, en les caseríes se mataba un pito de caleya. Aquel día se comía cosas que no  se comían en todo el año". 

    El pito de caleya, al que se refiere nuestro declarante, es una referencia de la buena mesa asturiana. Tratándose de un pollo criado sin aditamentos artificiales. Siendo su dieta todo aquello que pueda cazar en su libertad relativa, como mirucos (lombrices), insectos, hierbas, maíz...etc. Su tamaño es mayor que el de los criados en granja, reseñándose por tener una carne más oscura, con menos grasas, más dura y con un sabor que nos hace recordar a otros tiempos pasados.






(2). Esta especie tiene una más que visible desproporción entre su cuerpo y sus alas, por lo que prácticamente no vuela. Es un animal que vive agrupado con otros congéneres y sujeto a un líder dominante.





Los gatos.



"De noche todos los gatos son pardos".

Popular.



  ¿Cómo es posible que un animal como este felino tan independiente se haya integrado en la vida doméstica del hombre?. La respuesta a este enigma puede estar en la facilidad para encontrar alimento.  Todo apunta al instinto oportunista, pues es más que probable que vieran en la gran cantidad de ratones existentes en  las granjas humanas una forma de garantizar su existencia.

  Los restos arqueológicos más antiguos de los que se tienen constancia de esos primeros contactos, están datados hace más de 9.000 años, en los actuales territorios palestinos. Algunos miles de años después, formaron parte de las selectas clases egipcias, convirtiéndose en animales semi-sagrados.

 Su distribución a lo largo de la Tierra, se debe a los propios agricultores, quienes en sus desplazamientos llevaron  a los gatos, como parte del ajuar doméstico. Las actuales razas gatunas son de relativa reciente creación. Será a partir de la Edad Media donde se rompe el casi exclusivo patrón rayado existente, apareciendo por cruces indefinidos otros mininos con gran variedad de pelajes y comportamientos.



El patrón rayado de su pelaje, era el primigenio en los felinos domésticos.


  Fueron durante miles de años el mejor y casi exclusivo antídoto ante las plagas de los roedores. Imprescindibles, pues no había casa o casería que no dispusiera de su plantilla de felinos. Inexcusable su ausencia, tal lo recuerda la sapiencia popular: " El que no puede mantener el gatu, alimenta al ratu (ratón)". Así Carmen Poquito, nos recuerda los tiempos del almacén de piensos regentado por la familia y la condición inexcusable de la presencia de al menos un felino: "En Casa Poquito siempre hubo gato. Lo había que tener, pues en el almacén se criaban ratones muy fácil. Antes los sacos de la mercancía eran de yute (3) y cuando el pienso venía en tren los ratones criaben entre aquellos sacos. Había que tener mucho cuidado con no traer ninguno pa casa".

    Aunque según conocimiento y experiencia de nuestros vecinos, nada que ver estos tiempos  con épocas pasadas, tal lo expone Amparo Julián: " Los gatos de ahora tan fartos, no faen más que llamber les pates y los bigotes. Si no ye por el veneno, comíen-nos los ratones". La esencia de esta apreciación viene recogida en distintos refranes: " De tan fartu que ta el gatu, xuega con el ratu" o aquel otro que desdeña el placer de alguna vianda: " Al gatu farto, sábe-y el tocín rancio".

   Se trata de una especie con gran capacidad procreativa. Su reproducción se inicia con el estado de celo de la hembra. Los síntomas muy visibles y evidentes, tales son maullidos en tono alto y agudos, frotamientos contra objetos...Estado que describe con su gracia innata Amparo Julián: "Cuanto les gates tan salides (en celo), entérense en Candás, ye un escándalo". Suelen durar estas señales una semana y si no se produce la fecundación, repetirá el celo 15 días después.

  Los machos atenderán a aquella dinámica que la naturaleza oferta, mostrándose nerviosos y agresivos, tratando de marcar infructuosamente territorio con su propia orina. La competencia desleal entre sementales, se convierte en muchas ocasiones en terribles peleas, en la que se pueden producir lesiones de gravedad.

   En este juego amoroso, la gata puede ser reticente inicialmente, mostrándose agresiva: " De balde no lo da la gata al gatu, que buenos gatuñazos-y cuesta ". Vencido este impasse inicial, copulará con uno o más gatos, garantizando casi plenamente su preñez (oscila en algo más de dos meses). En cualquier caso, suelen escoger para su estado de celo los meses con mayor incidencia de luz solar. Pudiendo ser, en menos ocasiones, en los meses invernales.

 La camada media es de cinco retoños, sino más. Esa capacidad reproductiva, en determinadas ocasiones supuso un problema para la casería por su crecimiento exponencial. La eliminación de crías por métodos expeditivos, fue un habitual durante décadas.

 Socialmente la referencia de este animal, fue muy recurrente en dichos y diretes para criticar comportamientos reprochables de algún ministro de la Iglesia.


"Entrome un gatu por la ventana.

Nunca vi ninguna gata, nin gatu,

con coronilla y sotana".


    Actualmente y de modo genérico forma parte de la innumerable lista de mascotas a las que tratamos de humanizar.




(3).  El yute es una planta herbácea , de la familia de las malváceas. Se cultiva en lugares tropicales para aprovechar sus fibras para la elaboración de componentes textiles. Entre ellos, los sacos a los que se refiere nuestra declarante, Carmen.





El conejo.



"Si persigues a dos conejos, no cogerás ninguno".

Confucio.



    Aquellos comerciantes fenicios que llegaron a la Península Ibérica hace más de 2.700 años, se sorprendieron de la gran cantidad de conejos silvestres que pululaban sin orden ni concierto por estas tierras. Bautizándola como  "I-shephan-im" o "tierra de conejos". El paso de los años derivó en el término "Hispania", esto es, España.

  Su nombre científico, " Oryctolagus cuniculus", deja bien a las claras una de sus aficiones vitales: Liebre que cava túneles subterráneos. La llegada de los romanos, en el siglo II a. C., supuso para estos mamíferos un grave contratiempo. Aquellos ambiciosos y desalmados caballeros vieron un potencial en su carne, para alimentar a las tropas de  centuriones. Para ello, idearon encerrarlos en espacios amplios, sin contar con su facilidad de escape, a través de túneles. La solución pasó por la vigilancia por parte de los aguerridos soldados, frente a los pacíficos conejos. 

    Todo apunta a que fueron domesticados por los monjes medievales, quienes los encerraban en jaulas. Teniendo en cuenta que los recién nacidos no eran considerados carne, propiamente dicha por parte de la Iglesia, fueron objeto de la alimentación de aquellos religiosos, durante las prohibiciones gastronómicas de la Cuaresma. 



"Virgen con un conejo". Tiziano (1530), considerado e primer cuadro
en el que aparece este animal.


   La cría de conejos tiene sus claroscuros. Son de gran fecundidad, pues son fértiles durante todo el año. Aunque el mayor número de partos se dan en la primera mitad del año. La gestación dura 32 días y las camadas son de entre cuatro y doce individuos.

  Se crían en receptáculos elaborados a tal efecto, denominados conejeras y solo los más afortunados pueden disponer de mayores espacios cerrados. Se evita dejarlos en libertad para que no accedan a piensos y otros alimentos que pudieran estar a su alcance, dada su voracidad. 

  Su introducción en determinados países, representó una abrupta rotura del equilibrio biológico. Constituyéndose en verdaderas plagas, tal fue el caso de la isla-continente, Australia. Para paliar aquellos negativos efectos de sobrepoblación el gobierno del país, importó de Uruguay un virus  para eliminarlos, la mixomatosis. La capacidad del ser humano para desfacer entuertos, generando otros de difícil cuantificación , no tiene límites.

   Animales muy sensitivos, dotados de gran olfato y oído, disfrutan especialmente de las  verduras. Su dieta se complementa con piensos y hierbas. Tal lo recuerda  Alfonso Pinón: "Los conejos son animales muy delicaos. En casa segábamos lecheres (4) pa que comieran. Y siempre había que procurar no dar la vianda moyada. Con cualquier cosa poníense malos y morríen a puñaos". 

 Respecto a su alimentación, citaremos una curiosidad, que no pasa desapercibida a sus cuidadores. El conejo come parte de sus excrementos. Sus deyecciones son pequeñas bolas, pero de dos tipos diferentes. Unas son más secas que son los excrementos propiamente dichos, en cambio las de aspecto más húmedo son conocidas como cecótrofo. Resultado estas últimas de la primera fase digestiva y necesarias para mantener un equilibrio bacteriológico en sus intestinos. El desconocimiento llevaba a conclusiones erróneas: "No como por nada del mundo  a los animales que tragan su propia mierda".

  En cambio, durante la dura postguerra, el comer un animal de estos en lugares de poca confianza representaba un resignado reto y un ejercicio de fe: "Dar gato , por liebre".

  No obstante y pese a algunas inevitables reticencias, su carne es muy apreciada por sus características, formando parte de las saludables dietas mediterráneas.




(4). Les lecheres, a las que hace referencia nuestro declarante es la llamada cerraja (Sonchus olaraceus). Esta denominación popular, se debe a cuando se produce una rotura por su tallo, segrega un liquido lechoso, que se asemeja a la leche.






Páxaros. Les mascotes de antes.




"Dame pega (urraca) sin mancha 
y darete moza sin tacha." 

Popular.




 Es más que probable que estemos sobrepasando los límites razonables, al introducir estos animales en el capítulo dedicado al ganao menor. Es indiscutible que aportaron escasos réditos económicos, pero por el contrario, formaron parte de las mascotas de entonces, en las casas y caserías.

  Históricamente  la caza de los pájaros se sumó  a la estrategia nutricional del ser humano. Será en la  dura postguerra donde se revitaliza esa tendencia, formando parte de la alimentación en algunas casas. Las capturas de avecillas silvestres, especialmente tordos y gorriones, con tal fin era algo habitual. La técnica más empleada era el uso de "la liga", pegamento natural obtenido de árboles leñosos. En nuestro caso, era a través de las bayas del  muérdago (Viscum album L.) machacadas. Con la preparación previa de unas ramas limpias de cortezas, donde  se les aplicaba el ungüento y su posterior colocación entre las ramas del árbol. Una vez apoyada el ave en la trampa, aquella untaza vegetal le impedía escapar.



Detalle de una vasija griega de hace más de 2.000 años. Donde  se explicita
la técnica de caza con el método de la liga. Museo Nacional de Tarento.


   Recordaremos que este sistema fue empleado para la captura de jilgueros, que enjaulados ,se convertían en uno de los escasos entretenimientos de los miembros de la casa. Animando con sus trinos y colores la rutina diaria.
    
   Una alternativa a este método para conseguir estos pájaros cantores estaba en enjaular las crías en su propio nido, en la ausencia de sus padres. Manteniéndolos en esa situación hasta su crecimiento óptimo, para llevarlos a casa. El riesgo de esta estrategia radicaba en el posible rechazo de los padres a seguir alimentándolos, dadas las visibles alteraciones. 

 De esta afición de cría de aves cantoras, tenemos en nuestro pueblo, un gran referente a nivel nacional. Nuestro vecino, Rafael Gutiérrez, posee la friolera de más de doscientos canarios. Algunos de los cuales fueron campeones de España.

 Respecto a las palomas y sus crías, los pichones, se rentabilizaba su crianza con la venta de los últimos. Fueron durante décadas una transacción económica garantizada, tal lo recuerda Laudina Artime: " En la plaza de Candás se vendían mucho y siempre había encargos". Nuestro referente doméstico estaba  en casa Arenes y cuyo criador más autorizado era  José.

  Finalmente, por la curiosidad que representó, citaremos la cría como animal de compañía de las pegas (urracas).  Animales que ponen cuatro huevos y que difícilmente sacan adelante todos: "En xineru, fai la pega el ñeru, en marzu güevos pon cuatro, n'abril échalos a guarir".

  En algunos domicilios se capturaban algunos ejemplares de corta edad, con la noble intención de hacerles hablar. Para ello, se mantenía el protocolo heredado de emborracharlas, cebándola con miga de pan empapada en bebida espirituosa. Posteriormente, se le cortaba parte del pico inferior y así facilitar la curvatura, similar a la de los loros. El éxito no siempre estaba garantizado, aunque si el entretenimiento.

  Su fama de ladronzuelas no es gratuita, y acaparan objetos que les llaman la atención, especiálmente los brillantes. El patriarca de Casa Anxelín, José, adoptó una de aquellas, bautizándose como "Manolo". Su comportamiento lleno de desparpajo, aliñado con extrañas formas verbales e imprecaciones varias, la hicieron muy popular entre la gente más menuda. A su muerte y en su nido se pudo recuperar un sinfín de objetos "perdidos". 

    Hace años, los suficiente para que la historia que vamos a contar empiece a formar parte de la nebulosa de la memoria, el cabeza de una familia numerosa de nuestro pueblo, trajo como mascotas a cuatro crías de pegas a casa. Las disputas sobre la propiedad de los animales no se hizo esperar entre su prole, pues eran más hijos que animales a repartir. En vez de apaciguarse con el paso del tiempo, se acrecentaban. La solución cruel y salomónica no se hizo esperar. El padre los sentó a la mesa y tras la comida, les dijo que aquellas pegas eran de todos y para siempre, pues formaban parte de aquel arroz con carne que habían ingerido.






Conclusiones.



  El resumen de todos estos capítulos dedicados a los animales domésticos, de aquel ganao menor, puede ser la importancia que han tenido para el desarrollo de aquellas unidades de explotación, que fueron las caserías.

    La gran parte de estos animales de granja fueron domesticados en el Oriente Medio, con el auspicio de la agricultura. Alguna de aquellas domesticaciones pudieron ser relativamente fáciles por el perfil del animal, en cambio otras seguramente costó mucho tiempo y esfuerzo. Motivo este por el que sospechamos que durante largos espacios temporales se mezclaron ejemplares ya domesticados, en vías de domesticación y salvajes en el entorno de aquellas primitivas granjas. 

 Serán los propios ganaderos-agricultores los que con sus desplazamientos, arrastren consigo sus pertenencias.  En ese proceso poblarán de animales desconocidos las nuevas tierras colonizadas.

Transcurrido tanto tiempo desde entonces, hay una máxima innegable que nos acompañará hasta el fin de nuestros días: " No podemos romper con el pasado, cuando formamos parte de él". Durante estos últimos años hemos ido perdiendo casi todas las señales que nos han hecho ser lo que hoy somos. Hemos aparcado ciertos valores que fueron fundamentales para el desarrollo de aquellas sociedades rurales. ¿Qué fue de aquellos aldeanos trabajadores, juiciosos y hábiles?. ¿Qué hemos hecho nosotros por honrar su memoria?

   Los burócratas se han adueñado de nuestras vida. Se han construido un fortín con el ladrillo y cemento que pagamos todos. Han destruido con sus asépticas decisiones miles de trazos culturales e históricos. 

    Obligados por las nuevas imposiciones, adornadas de falsa modernidad, los campesinos se han ido mimetizando en la cultura urbana. El abandono del campo es un hecho consumado, alimentado por una imparable sangría demográfica que nos debería hacer reflexionar a todos. Somos un espejismo de un incierto futuro.

   Los supervivientes de esta debacle, los últimos colonos de las tierras que trabajan, lucen con indisimulado orgullo el valor de su esfuerzo, de aquel trabajo eterno que nos ha hecho llegar hasta aquí. Son el postrero eslabón, aquel que pondrá punto y final a una raza única, que fortaleció nuestra historia.


"No somos nada, lo que buscamos es todo". Friedrich Hölderlin ( 1770- 1843).


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Capítulo 85. Coses y casos de cases. Casa Norte. Parte III.

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