Capítulo 44. Coses de animales. Sexta parte. El ganao menor (I).

 






Capítulo 44.



Coses de animales. Sexta parte.




El ganao menor (I).



"Saber quizás, saber

por qué crez tanto la memoria

de to lo que perdimos, onde yá

nun tamos, onde siempre y tantes veces

volvemos sin apenes danos cuenta". 

Miguel Allende.



  Valorando en su justa medida el paso del tiempo y sus consecuencias, nos sentimos obligados a parafrasear al ilustre luso Álvaro de Campos, para recordar que todos  los que han  y hemos pisado la tierra, tenemos  dos vidas. La primera y auténtica, aquella que recordamos hasta en sueños nuestra infancia, a través de un permanente sustrato de niebla  y la falsa, que es la que estamos obligados a vivir con otros seres. La que en definitiva nos puede resultar más práctica y útil.  

   Pretendemos con la lectura de estos textos unos objetivos sencillos, sin ambiciones desmedidas. Entre ellos el tratar de  rememorar algunos episodios de nuestro pasado. Aquellos que forman parte de la vida falsa, anunciada por el ilustre Álvaro.

 Cuando en Asturias se habla de ganao menor o pequeño, se le llama genéricamente reciella, tratándose este casi exclusivamente de oveyes y cabres. La reducción  a estas dos especies no entra en nuestros cálculos, pues pese a ser conscientes como somos de su importancia en el ámbito domestico de muchas casas, en Antromero salvo en contadas ocasiones, nunca fue un tipo de ganado preferente.

  Es por tanto nuestra intención ampliar  a otros animales el desarrollo de estos últimos capítulos. Confiando que los puristas y ortodoxos sepan disculparnos, al introducir algunas especies hoy integradas definitivamente en nuestros hogares, tal fueron el perro y el gato.

  En el caso de aquellos rumiantes, siempre su tenencia fue en al menos la segunda mitad del siglo XX más orientado a la limpieza de fincas y sebes, dado su insaciable apetito. La intención de buscar réditos y beneficios  proporcionados por su explotación, más que discutible. 

  A la hora de hacer una valoración entre ovejas y cabras, tenemos que rendirnos a la  manifiesta diferencia de consideración popular   entre ambas especies.  Pues  es cierto que en ámbito familiar los sentimientos vinculados a ellos son diferentes. A las ovejas, se les ve como un animal  de conducta dócil, mansa  y en cambio a las cabras se les vincula a comportamientos más descontrolados y montunos. En cualquier caso, nunca fueron objeto desdeñable, siendo motivo para el campesino de un indisimulado orgullo por su tenencia, amplitud y variedad de su cabaña ganadera.





Les oveyes.



"El presente es el resultado

de todo el pasado,

la causa necesaria 

de todo el futuro".

Robert Green.



   Las ovejas (ovis orientalis aries) fueron, junto con las cabras, uno de los primeros animales en ser domesticados, hace de ello unos 11.500 años Nuestros antepasados juiciosos, recurrieron a la observación para facilitar aquel sometimiento. Advirtieron con el paso del tiempo,  que si eran capaces de controlar al líder del rebaño a quien el resto de las ovejas silvestres lo seguían ciegamente, dominarían toda la manada.

  Su comportamiento es absolutamente gregario, permaneciendo voluntariamente siempre en grupo, evitando su aislamiento social. Sus relaciones colectivas son vitales pues sufre con su soledad episodios de pánico y estrés, que le pueden llevar al abandono de su gran afición, el pastar (suelen alimentarse al menos 10 horas diarias).

    Esta conducta adocenada y sin iniciativa propia no ha pasado desapercibida para el saber popular, formando parte de los modismos que critican conductas humanas sociales. Expresiones tales  como, "vamos como borregos" o " la oveja negra de la familia", han sido y son usadas para censurar  actitudes, vinculándolos inevitablemente al comportamiento impersonal de este animal.

  En el aspecto estrictamente  biológico subrayaremos dos características muy visibles. Tratándose de un mamífero artiodáctilo (1) y  herbívoro, sin concesión a otro tipo de régimen alimenticio. En el aspecto puramente crematístico y  para los pastores que los crían en importantes rebaños, se trata de un cuadrúpedo que aporta sustanciales réditos, dada su capacidad reproductora.  Su gestación dura en torno a los cinco meses, por lo que la hembra bien pudiera parir al menos dos veces al año.

   El simplificar y esquematizar las cosas nos llevan a cometer errores de bulto, pues hay  una tendencia natural a llamar genéricamente "oveja" u oveya, tanto a las hembras como a los machos (carnero) y a sus crías (corderos).

  Respeto al macho, se le atribuye un más que justificado mal humor, que se demuestra en sus respuestas en forma de embestidas. Tal lo pueden corroborar algunos de los vecinos, quienes sufrieron las acometidas de aquellos animales, como  fue el caso de Alfonso Pinón: "En casa teníamos un carnero que estaba resabiao, de tanto como lo toreábamos. Siempre lo estábamos provocando y aunque mi padre lo tenía atado, en cualquier despiste cogía carrera y a embestir". Aunque en sus palabras denota la inteligencia natural del animal: " A mi padre nunca le hacía nada. Igual sabía que era el amo y que dependiendo lo que ficiera, podía pasarlo mejor o peor".

   Haremos referencia probablemente al  carnero más popular y conocido en nuestro pueblo, por motivos vinculados al entorno de su hábitat, punto neurálgico del turismo de Antromero.  Bautizado por su amo Álvaro Artime, con el nombre de Marcelo, iba y venía en su presencia con la mansedumbre de un perro bien adiestrado. Llamativa siempre su respuesta ante las órdenes y directrices marcadas por su patrón que no pasaba desapercibida al resto de los mortales. En cambio, en su ausencia  hacía valer su natural rebeldía en su comportamiento. En una ocasión tras la  inmediata marcha de Álvaro para Luanco, acosó e hizo subir a un grupo de adolescentes a una larga mesa de la terraza del Camping El Peñoso", para evitar sus cornudos embates. Demostrando con su altivo comportamiento su satisfacción , sabedor de la intimidación de su fuerza. Girando incansable en el entorno perimetral de aquel tablero, durante horas.  Evitando la escapatoria de aquellos jóvenes y para mayor regocijo de los testigos presenciales.

   En una valoración global,  la presencia de esta especie en el pueblo, ha sido genéricamente residual, tal lo recoge Emilio Posada: " En muches caseríes y casas hubo oveyes y algún carnero. Pero no en grandes cantidades". Detallando en cifras y valor económico su exposición: "No fue gran cosa, dos , tres o cuatro pa limpiar más que otra cosa. Métesles en un prao o terreno con maleza y queda nuevo. Después se tosquilaban (esquilaban) y se solía guardar la lana, después de lavarla, pues valía pa facer el relleno de los colchones. Poques se mataben pa comer, solo cuando había que sacrificarles casi a la fuerza". En su exposición argumenta el verdadero área de influencia regional de estos mamíferos: "Aquí, al lado de la costa  nunca hubo grandes rebaños de oveyes, eso se da mejor p'al interior y sobre todo pa la montaña".

  Retomando parte de la anterior exposición, diremos que normalmente las ovejas se esquilan durante los meses de la primavera y antes de la gran revolución industrial se usaban cuchillas afiladas para tal menester o primitivas tijeras. El paso de los años y su evolución genera innovaciones técnicas muy apreciadas en este sector. Así aparecen unos rústicos peines de corte  manuales (maquinillas) que ahorran tiempo y esfuerzo.



Rústicas tijeras y maquinilla de tosquilar.

    El influjo de la luna en las actividades agro-ganaderas resulta innegociable ante los miembros de la unidad familiar: el tosquilado sin que razones de causa mayor lo impidieran, se hacía durante la fase le luna menguante. El fruto de aquella actividad, la lana, se sometía a un proceso transformador para su posterior uso doméstico. En tiempos antiguos  se confeccionaba gran parte de la vestimenta del aldeano con aquel vellón de las ovejas.   Dependiendo de su posterior tratamiento su uso se destinaba a la elaboración de  unas u otras prendas, tal como veremos posteriormente.

 En este protocolo de esquilado había unas pautas irrenunciables. Así para evitar daños y cortes a las ovejas, se les inmovilizaba las patas. Iniciándose el rapado por las mismas y  abdomen, partes que al estar más en contacto con el suelo, estaba en peor estado su lana. Los expertos finalizaban en la parte superior del cuerpo, esto es, en el lomo, de mucha mejor calidad.
    
  Para la posterior limpieza de aquel producto,   se arrancaba inicialmente las adherencias con la mano y se lavaba con agua hirviendo, ceniza,  jabón o lixivia, usando los métodos tradicionales (2), con el fin de adquirir un buen saneo.  Una vez seca la lana se procedía a su estirado y cardado con el "rastillo". Útil compuesto por una base de madera con unas púas metálicas, para facilitar su cardado a modo de rústico peine.



Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Rastillo para cardar la lana 
y también el lino.


  Recurrimos al conocimiento de  Alfonso Pinón, quien precisa una operativa de los encargados en  esquilar a  las ovejas: " Después de pelar les oveyes, se limpiaba la lana y se guardaba pa facer los colchones  o pa venderlo. Venía gente por les cases comprándola". Aun tomando en consideración estas declaraciones, nos sentimos obligados a describir sucintamente todo este proceso posterior de una actividad residual en nuestra zona durante el siglo XX. Convencidos como estamos que haya tenido  seguramente mayor actividad en tiempos pasados, dadas las necesidades acuciantes y enraizadas entre todo tipo de gente y condición.

    La lana una vez lavada tiene un color blanquecino o parduzco (ovejas negras) y el proceso de su teñido, para la posterior elaboración de prendas, estaba sujeta a los meses de primavera o verano. Para ello, se usaban todos los productos que la propia naturaleza ofertaba y el necesario conocimiento para su empleo. Así se recurrió para esta finalidad a  moras maduras para el color rojizo; barbas del maíz o cáscara de cebolla para el color amarillento; pieles de nueces que no estuvieran maduras para el marrón; los frutos del sauco o benito para el granate; la corteza del roble o carbayón para los colores más negros... Este color formo parte de prácticamente  todas las féminas, donde el luto perpetuo se asentaba en sus vidas.

  Estos componentes naturales eran usados con todas las garantías que aportaba una  desarrollada experiencia, tal lo recuerda Benigna  Anxelín: " A mi ya me tocó teñir con productos que se compraban, pero me acuerdo de chavalina como teñían con plantes la ropa y después echaban las cáscares de huevo pa que aguantasen más los colores". Este procedimiento final para fijar el teñido, fue una obsesión para las "teñidoras", recurriendo a otros más escatológicos, tal fue el uso de los orines de gente impúber.

  Como todos los protocolos productivos nada se dejaba a libre albedrío y el de la lana no iba a ser una excepción, manteniendo sus pautas temporales, para su mayor rendimiento. Tras el esquile del animal, su lavado, el cardado y  teñido había que hilarlo o filarlo. 

  El hilado, filandón o fila es una tarea estrictamente femenina. En aquella Asturias tradicional esta actividad de la lana en hilo y posteriormente su trasformación en telares domésticos, pasaba por las manos femeninas. Una tarea más a sumar a una lista interminable, pero vital para nuestros ancestros.

    Cualquier momento libre era bueno para filar, dado que los instrumentos empleados eran tan básicos y sencillos, como eficaces. Componiéndose aquella conversión textil en dos elementos independientes y complementarios, la rueca y el huso o fuso


Fuente: JB. Rueca y fuso antiguos.



Fuente: Rafael Gutiérrez. Rueca y fuso  
personalizado a nombre de Francisca Biesca
Asprón, de Onís. Bisabuela de la mujer de Rafael.
Más de un siglo y medio la contemplan.
Se aprecia en las extremos de los instrumentos 
un evidente color negro , fruto de teñir la lana 
para los lutos. Tal lo expresa su actual propietario:
"...mucha pena hay en esos palos".




    Sin mayores pretensiones que hacer una breve y concisa descripción para aquellos desconocedores de tales instrumentos, diremos que  la rueca que era una vara delgada, donde se ponía el trozo de lana a hilar . En cambio el huso o fuso, era un  trozo pequeño de madera con una rueda donde se enrollaba la lana en forma ya de hilo. Tras el hilado ya  se formaban los ovillos. Recurrimos a las palabras y conocimiento de Amparo Julián, quien describe aquel fundamental ingenio: " La rueca estaba hecha por un palo con tres picos. Allí se enganchaba  la lana que taba pa filar y se iba enrollando  p'al fuso ya faciendo un   filo".




Fuente: Fritz Krüger. Dos muyeres filando lana con la rueca y el fuso.
Degaña (1929).



    Una vez que finalizaba el proceso de elaboración de los ovillos de lana, ya se podían llevar a los telares, normalmente privados que había en la parroquia.






(1). Los artiodáctilos son una orden de mamíferos, entre los que  se encuentran las ovejas y cuyas extremidades acaban en dos "dedos" que apoyan en el suelo. El resto están normalmente atrofiados. En la actualidad hay más de 10 familias que tienen esa visible característica.

(2). Aconsejamos la lectura del capítulo 5 de este blog, " El agua. Llavar, facerv la colada y algo más", para tener una mejor información en las formas de lavar en tiempos pasados.






El filandón o fila.



"Conozco un país...

donde tan solo nos queda la memoria

corrompida de la infancia, nuestra soledad..."

Xuan Bello.



    El término "filandón" , según una de sus acepciones recogidas por la RAE, dice: "Reunión vecinal, invernal y nocturna, en la que las mujeres hilaban y los hombres hacían trabajos manuales, mientras se contaban historias". Sin lugar a dudas, se trata de una aséptica definición que no ofrece ningún tipo de dudas. En cualquier caso, se podría añadir que el ámbito geográfico donde se desarrolló fueron los territorios de León, Galicia y Asturias. Formando  parte esta actividad del patrimonio inmaterial, y componente fundamental de la transmisión del conocimiento oral de los pueblos.

    En  cualquier caso la fila o filandón no estaba sujeto exclusivamente a esta actividad específica manufacturera, pese a lo que su nombre pudiera invitar a pensar. Al respecto y para despejar cualquier atisbo de duda, Xuan Xosé Sánchez Vicente, en su obra " Diccionariu Asturianu - Castellano", dictamina respecto al término "filar": "Reunión o grupo de gente", sin más apreciaciones. Aunque en otra de sus acepciones, añade: " Hilar, reducir a hilo el lino, cáñamo, lana, etc". 



Filandón . Luis Álvarez Catalá (1836-1901), realizó en el verano de 
1872 esta magnífica obra de una fila, desarrollada en el pueblo 
natal de su padre.


    Sus orígenes, como ocurre en tantas tradiciones, no se pueden precisar. Aunque todos los estudiosos sobre la materia, exponen que sus raíces bien pudieran estar en las antiguas transmisiones de acontecimientos con carácter  orales de los pueblos astures, dada la inexistencia de otras posibles formas. Anteriores en cualquier caso al uso de la escritura y donde canciones, cuentos y poesías eran transmitidas de generación en generación que  previamente habían sido memorizadas. Así el filandón se convirtió en un acontecimiento vital  para compartir conocimientos y saberes. 

  Lo que resulta en cualquier caso indiscutible es que este tipo de reuniones, fue en si mismo  un acontecimiento de carácter social. Allí donde la xente ruina y grande se juntaban para el desarrollo de una actividad, en casa o casería. Siendo  la excusa perfecta para complementarla con otras ocupaciones más mundanas y solaces.

   Estas reuniones se hacían en las noches  invernales y frías, en  aquellos días en las que las actividades agroganaderas se reducían a la mínima expresión. Siendo aconsejable por el manifiesto frío desarrollarlas en torno al calor, que proporcionaba el llar o la cocina. Estaban imbuidas de un carácter festivo manifiesto, al ser un acontecimiento que rompía con la monotonía y rígidas costumbres imperantes. Nuestra habitual declarante Amparo Julián, aporta su particular visión al respecto: " En les cases había xente de afuera, vecinos que veníen cuando había que facer algo. Y cuando oscurecía era en la cocina donde se remataben les coses. Allí se contaba de todo, histories y cuentos de antiguos, cantaben y todo. La xente más menuda jugaben a su aire".



Fuente: Laudina Artime. Amparo Julián, a la izquierda, disfrutando
de la romería de San Pedro.


    Sociológicamente el filandón o la fila fue un acontecimiento de desarrollo social y de comunicación entre todos los participantes. Una forma de disfrute vecinal, aprovechando la realización de trabajos pendientes y donde se mezclaban todo tipo de generaciones. En su desarrollo se contaban historias, algunas de las cuales no se perdieron en el olvido, gracias a su transmisión oral. En definitiva, reunión comunitaria socio-laboral de otros tiempos, ya lejanos.





La Batandera.



" El pasado nos limita,

pero el futuro nos atemoriza. 

El único lugar seguro es el presente".

Isaac López.



    La Batandera es un topónimo de nuestro pueblo. Un lugar cuya denominación se ha diluido con el paso de los años. Algunos mayores han mantenido afortunadamente su referencia ante la fragilidad de la memoria colectiva. Manolo Llaranes, señala su ubicación: "Era el lugar que había en por encima del puente que había junto al Alixio". Tal lo conforma Antonio Guardado: " Siempre escuché que estaba donde El Alixo, en la parte del río".



Fuente: Google Maps.  La Batandera. "...estaba donde El Alixio.."

    Pero, ¿Qué significa este topónimo de Batandera?. Todo apunta que se trata de un lugar donde se "abatana", esto es, donde se tratan de compactar las telas y paños o desengrasar los mismos, machacándolos. Pudiendo ser  de procedencia animal (ovejas) o vegetal (lino).

   Para ello se hacía uso de un artefacto denominado Batán. Siendo este una máquina que requería fuerza hidráulica, esto es, del agua, para poder mover sus mazos y así poder transformar los tejidos elaborados en telar, en otros más tupidos. Para ello y durante un tiempo de varias horas, todos aquellas telas  eran golpeados por los martinetes de madera de tal ingenio.


Maqueta de un Batán en el Museo Etnográfico de Grandas de  Salime.
"Pepe el Ferreiro". Invento de la Edad Media: En Asturias había contabilizados 
al menos 200 batanes en el siglo XVII. Actualmente no existe ninguno operativo.


  Es más que probable que los tejidos salidos de los telares tenían una hechura "floja", que se deshilachaban con cierta facilidad. Con el golpeo del batán sobre ellos y  durante tantas horas se conseguía una tela compacta, fuerte y homogénea, que en Asturias recibía genéricamente el nombre de "sayal" o "estemeña" (3). Aquellas telas "abatanadas" menguaban una cuarta parte de su tamaño inicial. Los  pagos por el desarrollo de este trabajo se  hacían por la unidad de medida denominada "vara", esto es, por cada 84 cm. de tela tratada.

    La Batanera , tal y como lo han reflejado los declarantes está  ubicada en las proximidades del rio de La Viesca. Ello  nos da alas para pensar en la posible ubicación de un ingenio como el batán, para el desarrollo de aquellas actividades transformadoras textiles.

  Para reforzar esta hipótesis, señalaremos un importante descubrimiento hecho por nuestro vecino Rafael Gutiérrez, en el pedreo de Gargantera (lugar donde desemboca el río La Viesca) en 2012. Tratándose de un engranaje de piedra usado en molinos e ingenios hidráulicos.



Rafael Gutiérrez, descubridor de dos picos asturienses, un 
bifaz de cuarcita y el cojinete de piedra de un eje de un 
artilugio hidráulico.

 En Asturias, las denominaciones de los componentes  de este rústico y eficaz mecanismo  son el "sapu" y el "güevu", elaborados con cantos rodados. Estos forman un cojinete donde gira el eje de un molino hidráulico o también batán. El primero (sapu) se encaja en un tablón de madera, fijado al suelo y el segundo (güevu), va introducido en la cabeza del eje.



Base del engranaje de un molino en  Goián , Tomiño (Pontevedra).


    Normalmente estas piezas eran elaboradas en cuarcita, dada  su dureza y resistencia. La base se usaba por las dos caras, siendo el desgaste muy importante. Las altas temperaturas producidas por el rozamiento eran refrigeradas por su permanente contacto con el agua, evitando con ello su transmisión a los elementos de madera.



Esquema de un ingenio hidráulico gallego. Debemos de sustituir sus 
acepciones localistas. El rá por sapu y el agulla por güevu.




El güevu, perfectamente encajado en el sapu. Piezas expuestas en el Museu del
Pueblu d'Asturies.



Sapu encontrado por nuestro vecino Rafael
Gutiérrez, en la zona submareal del pedreo
de Gargantera.


La otra cara del cojinete. Se observa desgaste
 por uso en las dos caras.


   No obstante nos sentimos obligados para desfacer entuertos y barajar posibilidades que  en algunas zonas del Sudamérica, se denomina también batán a un mortero de piedra. Su habitual  uso es para  transformar alimentos, por el procedimiento del machacado, tal fuera un gran mortero. Pudiendo usarse, dado su gran tamaño, para otras labores menesterosas, como las descritas con anterioridad.



Batán peruano. Normalmente usado para machacar comida, aunque su
uso puede ser más amplio.


    El descubrimiento hecho por nuestro vecino, nos hace albergar certezas de la posibilidad de que un ingenio movido por las aguas del río de La Viesca existió en siglos pasados. Pudiera  estar perfectamente ubicado en la denominada Batandera.  El perfil  en la bajada del arroyo era el más pronunciado a lo largo de todo su cauce. Con ello se aprovecharía toda la fuerza del agua para mover aquellos pisones, sin necesidad de afrontar mayores obras y modificaciones. Esta hipótesis no la abandonaremos hasta la existencia de otras evidencias.






 (3). Las calidades de las telas dependían en muchas ocasiones de su hechura y densidad. La denominada " sayal", era la usada para la elaboración de las prendas más comunes de los campesinos. En cambio, con la "estemeña" se hacían prendas y aun se siguen haciendo por zonas montañosas, prendas que requieren un mayor apelmazamiento, tal es el caso de los escarpines.







El varear los colchones.



"Ya ayer va susurrante como un río

llevando lo soñado aguas abajo,

hacia la blanca orilla del olvido".

Ángel González.



    Tal y como nos manifestaba Alfonso Pinón , en ocasiones el esquilado de las ovejas iba a formar parte del relleno de los colchones. Lo cierto es que los antiguos pobladores de las cuevas dormían en el suelo y sobre restos vegetales para aliviar la dureza de aquel. Los primeros colchones de los que se tienen constancia, eran unos almohadones que dependiendo del poder financiero de su dueño podían ir rellenos de diferentes materias. Cualquier cosa y cuanto más blanda mejor, cubría la demanda para lograr un mejor reposo. Así  hojas, hierbas, paja, plumas y lana, formaban parte de los componentes habituales de relleno para facilitar el descanso en  las horas noctámbulas.



Fuente: La Colchonería. Relleno de jergones con restos vegetales.
Imagen tomada a principios del siglo XX.


    En estas tierras, tendremos que esperar hasta el siglo XVII, para confirmar la existencia casi exclusiva de dos tipos de colchones: los de hoja de maíz y los fabricados con lana de oveja. Esta tónica no evolutiva se mantendría hasta la primera mitad del siglo XX. 

    El elaborado con el relleno de de fuella de maíz, era popularmente conocido como el "colchón de los probes" o jergón. Fue habitual en casas y caserías hasta bien entrado el pasado siglo y su uso trascendió al ámbito marinero, tal lo recuerda Avelino El Civil: "Cuando se iba a la costera del bonito se llevaba el jergón de fuella de maíz. Los primeros días bien, pero después era como dormir sobre una tabla". El poco grosor y consistencia de aquellas hojas era su gran inconveniente, que se manifestaba a los pocos días de su uso. Además de un patente ruido que delataba cualquier movimiento de su usuario.

  No debiéramos olvidar durante ese periodo histórico el elaborado con paja, pero con el grave inconveniente de ser un verdadero atractivo para todo tipo de roedores. Encontrando en ese camastro su hábitat y lugar de anidado y reproducción perfecto. Por lo que en muchas viviendas desestimaban su uso.

  En cambio el colchón de lana, representaba un verdadero lujo. Cómodo, mullido y caliente, era el oscuro objeto del deseo de aquellos que no lo tenían. Sus inconvenientes era que en ocasiones se compartía con parásitos no deseados, tal fue el caso de las pulgas y que su permanente uso endurecía su lana, formando nudosidades poco agradecidas.

    Para corregir aquellos perjuicios solo quedaba la solución de varear los colchones. Aprovechamos la experiencia de Maruja Anxelín para detallar este proceso manual: "¡ Preparé yo más colchones que pelos tengo en la cabeza!. Pa facelo tién que haber un día de sol, pero que no faiga mucho viento". Tal y como precisa acertadamente nuestra vecina, la condición ambiental era fundamental. Por ello esta actividad, siempre se desarrollaba durante los meses de primavera y verano. Seguidamente explica su inicio: "Había que levantar a la xente de la cama temprano y se ponía  el colchón sobre mantes vieyes. Allí se descosía la funda y se abría . La lana se esparcía pa que respirase al sol". 

    La logística tal y como podemos ver se reducía a un espacio donde depositar el colchón; unos trapos viejos; varas de avellano; agujas para coserlo , con sus correspondientes cintas.



Fuente: Packnadel. Diferentes agujas colchoneras y sus tamaños.


    Llegado a este momento y después de unas horas de orear la lana, quedaba el proceso de varear: "Había unes vares larges y fines (4) y con elles se vareaba. Se poníen dos persones y cada una pegaba sobre la lana y había que tener cuidao de no esparcela y no pegase entre les vares. Por eso no lo facíen a la vez, siempre una detrás de otra". Detallando una anécdota que valora la experiencia: "Una vez un chaval que taba en casa quiso varear la lana y cuando nos quisimos dar cuenta taba toda esparcida por la quintana". Concluyendo en sentencia irrefutable: "Si val más facelo, que mandalo".



Fuente: Homenaxe al campo asturianu. Vareando lana. En el montón
de la derecha se aprecia la lana apelmazada, en espera del vareo.


    Faena esta casi exclusiva de las mujeres de la casa en su totalidad, incluido el vareo. El objetivo de este esfuerzo físico estaba en conseguir soltar todos lo mazacotes lanosos, reconvirtiendo la lana en mechones hinchados y esponjosos. " Hasta que no se desfacíen los nudos no se paraba".



Homenaxe al campo asturianu. Vareando lana.


    Tras ello tocaba la recomposición del colchón: " Cuando ya taba bien buena la lana, había que facer el colchón. Se colocaba la funda abierta y se iba echando encima la lana". En esta reconstrucción la experiencia y manos expertas de les muyeres eran fundamentales. El requerimiento elemental era una correcta distribución a lo largo y ancho del futuro lecho. 

    Una vez dada la forma y volumen adecuado, solo quedaba coser: "Después había que coser por todo alrededor pa cerralo. Aunque lo más jodido era pasar la aguja por los agujeros del medio, pa que no deformase". Estas fundas estaban adecuadas con unos ojales dobles en la parte superior e inferior y dadas las dificultades se recurría a la imaginación: " Muches veces la xente ponía unes imperdibles grandes pa sujetalo todo y así era más fácil".



Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Cerrando el colchón delante
de la quintana. La división de sexos en esta actividad se manifiesta en la imagen.




  A partir de los años setenta del pasado siglo, fue muy habitual la presencia por los pueblos de compradores de lana. Quienes con vehículos destartalados y megafonía cansina, proclamaban sus intenciones comerciales: "¡¡Compro colchones de lanaaa, cambio colchón de lana por uno de espumaaa!!.

 En aquellos intercambios se fugó parte de nuestra historia. La modernidad en forma de muelles y espuma llamaba a las puertas de nuestras casas.

    





(4). La madera de avellano, históricamente estuvo muy vinculada a las actividades de todo tipo de los astures. En las romerías era muy común ver este complemento entre los romeros. Muy apreciada por su ligereza, dureza y resistencia, era habitual su uso en caso de las habituales peleas: "El palu de avellanu, pega solo". En el caso del vareo de lana, fueron aquellas propiedades las que inclinaron hacía su uso.



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Capítulo 85. Coses y casos de cases. Casa Norte. Parte III.

Casa Norte, actualmente.  Capítulo 85. Coses y casos  de cases. Parte III. Casa Norte.