Capítulo 36. Los curiosos, curanderos y remedios populares.

 







Capítulo 36.


Los curiosos, curanderos 

y  remedios populares.



Algunos antecedentes históricos.



"O puede que nada ya.

Pero y de nosotros, ¿que queda?".

Miguel Allende.



     El ser humano temeroso de la muerte y enfermedad siempre trató de buscar alivio y soluciones ante todos sus problemas de salud. Este es el origen, el nacimiento de los curanderos. Los animales  buscaban en la naturaleza, en los campos y montes la solución a sus males. El hombre, observante, decide imitarles, orientando sus investigaciones  a esta opción.

       En todas las civilizaciones y  culturas hubo una serie de personas encargadas de tratar la curación de sus congéneres y animales. Todos ellas envueltas en un halo sobrenatural, mágico y con un rol social superior. Los jefes, líderes y monarcas  se hacían rodear de este tipo de  figuras, cuyas decisiones eran siempre muy respetadas. Así brujos, hechiceros, magos, seudoprofetas, nigromantes o chamanes formaban parte de la nómina de aquellos poderosos personajes.

    Las cualidades medicinales de algunas hierbas y arbustos jugaron en favor de estos precursores. Orientándose en sus usos, primero por los colores: así plantas de tonalidades amarillas como la celidonia o cirigueña la vincularon para solventar problemas derivados del hígado o enfermedades que hacían palidecer la piel; las arcillas rojizas para problemas de hemorragias y con estos emparejamientos fueron elaborando una relación basado en prueba-error. Un método llamado heurístico, vital para adquirir conocimiento en el desarrollo de cualquier ciencia.

    Los antiguos romanos serán los primeros en plasmar en magníficos tratados y escritos las virtudes y beneficios de las plantas. Así y entre otros, Hipócrates, considerado el padre de la medicina elabora una impresionante obra , detallando a mas de 300 plantas. Otros autores y estudiosos romanos siguieron sus pasos, tales fueron Galeno ( 131-200 d. de C.) o Dioscórides (siglo I de nuestra era).

    En la Edad Media y siglos posteriores, se da un paso adelante y junto a los productos naturales, se van sumando órganos de origen animal, excreciones, orines y bichos como llimiagos (babosas), ratas,...etc. para la elaboración de fervidiellos (hervidos) o ungüentos. Acompañados de los pertinentes sortilegios, para hacer más efectiva la solución. También algunas órdenes monacales entre rezos y plegarias, se dedicaron a cultivar en los huertos de aquellos monasterios determinadas plantas para aprovechar sus soluciones sanadoras. Hasta que el Papa Inocencio II, puso fin a aquella iniciativa, prohibiendo a los religiosos cualquier vinculación con estas "milagrerías humanas", en los Concilios de Clermon (1131) y Letrán (1139). 

     La Iglesia y los representantes de sus intereses en la tierra temen que estas prácticas de medicina popular se conviertan en una reminiscencia del paganismo y la perdida de la representación del poder moral que ostentaban  entre sus abnegados acólitos.

    En cualquier caso, la otra medicina, la académica y oficial se había iniciado hace ya algunos cientos de años, con mucho desconocimiento e incertidumbre, generando prácticas aberrantes y resultados desoladores. Esto no hizo otra cosa que el pueblo confiara más en la experiencia de la medicina popular. Dinámica que no cambiaría hasta hace algo más de un siglo, especialmente en zonas urbanas.

       La escasez de facultativos durante el siglo XVI y los requerimientos de  la población para solventar todo tipo de enfermedades que asolaban a la misma, va a forzar al monarca Felipe II, en el año 1594, a aprobar unas ordenanzas para que "en los pueblos que no existiere cirujano, galeno o médico, facultar a los jueces para que no sancionasen a las personas que desempeñasen esa función". Así y durante este periodo de indulgencia oficial, aparecerán por pueblos, ciudades y villas gran cantidad de supuestos curanderos, sanadores, sin conocimiento alguno, que representaron un grave problema sanitario.

    Avanzando hasta el siglo XVIII, en Asturias tan solo había cinco titulares médicos, distribuidos del modo que sigue: Oviedo (2), Gijón, Avilés y Villaviciosa. El censor y benedictino Padre Feijoo e incluso el ilustre doctor Casal apoyaban la desaparición del uso de la medicina tradicional, apostando por la académica. Pero ni ellos y ni tan siquiera sus discursos,  gozaban de buen predicamento entre la población, inclinándose el populacho por curanderos y curiosos.  Favorecida esta decisión por la escasez de diplomados.

    En el siglo XIX, finalmente las autoridades dan un golpe en la mesa, para castigar a todo individuo que ejerza cualquier tipo de medicina, " sin que estudiase dos años en facultad legalizada". Hasta 1930 se contabilizaban 208 médicos en toda la provincia, a todas luces un número irrisorio. Tendrá que avanzar el siglo XX para dar un impulso definitivo a las prácticas médicas en toda la región, con la aparición del Colegio Oficial de Médicos en 1921  y la posterior creación de la Facultad de  Medicina, en 1968.

    En cualquier caso. no debemos olvidar que el acceso a la medicina oficial no fue siempre gratuita. Este motivo económico fue también juez y parte del rechazo inicial de la población a acceder a la misma. Tal lo recuerda, Lucía Les Moranes: "Ahora quejámonos por todo. Antes, cuando yo era joven había que pagar por todo. No podíes ni ponete mala, había que pagar la consulta del médico y después les medicines en la botica. Mucha gente no podía pagar aquello y siempre iben a curanderos".

    La atención médica pública se fortalecerá definitivamente con la creación de los médicos de familia y la implantación de la "Ley General de la Seguridad Social", en 1966. Este apoyo administrativo cambiará usos y costumbres entre nuestros vecinos. Aunque siempre quedaba la alternativa de visitar  al curandero, por lo que pudiera pasar.

    Antes de enjuiciar situaciones o comportamientos, no debiéramos olvidar que el origen del cristianismo y de su mayor representante en la tierra, Jesús de Nazaret, está estrechamente vinculado a la curación de todo tipo de sufrimientos y dolencias. Jesús se convierte en curandero milagroso, sanando a leprosos, paralíticos, ciegos e incluso resucitando muertos. Fue tal el impacto social de sus hechos que estuvo a punto de ser juzgado acusado de magia (Marcos 3,22). Posteriormente sus discípulos seguirán sus pasos, obrando curaciones (Hechos 3,5-6)

   




Los curanderos, ensalmadores y curiosos.




"He aquí que yo les traeré 

sanidad y medicina;

y los curaré

y les revelaré

abundancia de paz 

y de verdad".

Jeremías, 33: 6



    La denominada medicina popular asturiana solía estar ejercida por curanderos, ensalmadores y curiosos. Todos tienen una raíz común e inequívoca que es la vinculación a la religión y el uso de plantas, piedras y agua  para lograr la eficacia de sus supuestos remedios.

    Cuando se hace mención a curanderos, curiosos, compostores o sanadores se hace referencia a una persona que trata de sanar o curar  siguiendo los conocimientos heredados y ancestrales, de forma tradicional. Aunque entre ellos siempre había alguno autodidacta y convencido de poseer poderes curativos sobrenaturales. Para conseguir  sus fines usan todos los medios disponibles que normalmente ofrece la naturaleza, añadiendo algunos físicos y por supuesto espirituales. En cualquier caso tenían un halo de superioridad, de haber sido una persona elegida por la divinidad. Siendo muy respetados e incluso temidos en su área geográfica de influencia.

    Los curanderos de Asturias, salvo excepciones, buscan aquel  apoyo divino para garantizar el poder de sus curaciones. En muy pocas ocasiones cobran y solo admiten la voluntad del paciente.

    Es una visión diferente, de un mundo distinto, en formas y usos, donde se mezclan componentes terrenales y emocionales. Fueron estos hombres y mujeres una importante pieza del complejo rompecabezas social del momento. Desprovistos de los medios y conocimientos actuales, estas personas obraron en la mayor parte de los casos con la voluntad de reparar, recomponer y mejorar las dolencias de todo tipo de sus vecinos y allegados. Recibiendo en cualquier caso el agradecimiento y ralos rendimientos económicos.

    Sus saberes fueron aplicados indistintamente en personas o animales. Roturas de huesos, esguinces, cerrar heridas, problemas digestivos, de movilidad o molestias de cualquier tipo y condición, fueron sus especialidades. Capaces de aliviar avatares tanto físicos como espirituales, siendo muy estimados para quitar el "mal de ojo" y malos quereres.

    Perseguidos y torturados a lo largo de la historia, incluso hasta la muerte. Solo conocieron algún periodo de reconocimiento "oficial" muy puntual, evitando en ese tiempo la persecución a la que fueron sometidos. Tildados casi siempre como brujas/os, acusados de pactar con el diablo, fueron objetivo preferente de la Santa Inquisición y otras "gloriosas instituciones". En cambio, durante la Antigüedad fueron  requeridos por todas las clases sociales por sus amplios conocimientos en hierbas y todo tipo de remedios naturales. Sabiduría esta, que ha trascendido al paso del tiempo  a través de manuscritos y escritos.

    Actualmente en nuestros hogares y rutinas diarias damos cuenta de alguno de aquellos remedios ancestrales, transmitidos por curiosos: la infusión de tila para relajar, las propiedades cicatrizantes del aloe-vera, la clara de huevo para las quemaduras o la manzanilla para aliviar las afecciones oculares, entre otras muchas.

   La evidencia es que estos hombres, hechos a si mismos, con conocimientos heredados y adquiridos por su propia experiencia, siempre fueron cultural y socialmente admitidos. Sus remedios naturales forman parte del saber popular, quedando normalizado su uso entre la xente, sin que nadie ni nada les acuse de brujería, ni magos oscurantistas.

    Lo cierto, es que para los urbanitas y gente de ciudad estas descripciones son un ejemplo más de las supersticiones. En cambio, para las personas vinculadas a la vida rural, era un indicio de un don especial, aquel que pudiera proporcionar a su poseedor una capacidad para sanar y curar enfermedades. Una riqueza, en definitiva, para aquel microcosmos, donde la vida y la muerte, rendían pulsos a diario.

  En el gremio curandero goza de una revalidada tradición el uso de yerbas y plantas medicinales, así como los preparados caseros de ungüentos, lociones, licores, electuarios, etc. (de los que ciertos casos en que recetan medicamentos de la farmacia no son sino una prolongación). Composturas de huesos, tendones y masajes musculares pertenecen también al nivel más empírico y «técnico». Pero éste no se da separado de los demás.   

    Estos hombres y mujeres trataban de ayudar en la convicción de sus poderes y cualidades especiales. Su formación era inexistente en la mayoría de los casos. Usando siempre sus manos para el diagnóstico y guiados sobre todo de su perspicacia. 

    La relación con sus clientes se apoyaba en una fe ciega del último en su sanación y métodos. El objetivo, siempre el mismo: tratar de remediar los males y enfermedades ajenas. Y sin distinción  entre animales de dos o cuatro patas, para todos ellos había tratamiento. Tal y como reconocía uno de los más afamados curanderos de nuestro entorno: " La verdad, ye que entre los animales y los paisanos  no hay grandes diferencies". Matizando la mayor de todas: " Cuando aplicas las manos los bichos no se quejan, pero les persones berren como animales".

     En contra de lo que pudiera parecer, sus usuarios van a ser todo tipo de gente, con independencia de la clase social o formación cultural.

    La gente, en su total y absoluto desconocimiento y nula formación, acepta la existencia de las brujas y de su magia. Siempre en femenino, siendo estas mujeres de extracción social pobre, viviendo alejadas de otras viviendas y con grandes conocimientos medicinales. Capaces de lo peor y lo mejor, de causar el temido mal de ojo y curar todo tipo de enfermedades.

    Pese a lo que pudiera parecer, algunos ilustres intelectuales cayeron en la tentación del intrusismo. Así Feijoo ejerció la medicina, sin tener título de médico. Incluso otro benedictino , como fue su amigo Fray Valentín Calviño, desempeñó labores médicas sin titulación alguna, "por un profundo conocimiento de los males que se padecen". Probablemente amparados en las Ordenanzas del Principado de 1594, en las que se autorizaba a los intrusos en el ejercicio  de los que " Se quitan unos a otros el cabello y hacen la barba, y toman sangre de las heridas y descalabraduras".

    Tras esta introducción, nos sentimos obligados a hacer una clasificación básica y elemental para la distinción de estos personajes que han marcado la vida de pueblos y sus habitantes:


    - El sacerdote. Sanador de almas y cuerpos. Vital en los supuestos casos de posesión del diablo, donde hace los necesarios exorcismos. Recita oraciones, bendice los alimentos que van a proporcionar vitalidad y salud y también a casas, lanchas, cuadras, coches...etc. Su intención es evitar las desgracias de todo tipo que pudieran acarrear a sus usuarios.


   - Los curanderos. Respecto a ellos debemos hacer al menos tres distinciones: el saludador, los ensalmadores y los curanderos ocasionales .

        - el saludador. Esta figura fue muy popular durante la Edad Media, decayendo su influencia con el paso del tiempo. Sus poderes curativos son de nacimiento, que no de formación.  Son gentes cuyos dotes los pudieron "heredar" o bien, fueron "revelados". En este último caso se trataría de una gracia otorgada en el momento de concepción. Las señales de formar parte de ese grupo selecto podían ser varias: llorar en el vientre de su madre, durante el embarazo (algo  imposible); nacer el día de Navidad o el de Viernes Santo y también el distinguir en el cielo del paladar la Cruz de Caravaca. La existencia de esta marca era considerada una bendición y su portador una persona dotada de unos "poderes" e inteligencia inusual.


Cruz de Caravaca, grabada en el paladar. Signo de "poderes".

     Curan "saludando", esto es, echando su aliento, saliva o en ocasiones su propia orina sobre el afectado, recitando oraciones y conjuros.  Fueron tal y como se expuso personas influyentes, capaces de amedrentar con sus "conocimientos" a gentes de alta formación intelectual, como algunos teólogos de la propia Iglesia.  Reconociendo algunos de estos ilustres académicos el poder curativo de la saliva y las excreciones de estas personas.

    Algunos de estos poseerían aptitudes, como para haber sido excelente médicos. Su gran influencia social se desarrollará durante la Edad Media, aunque mantendrán tiempo después su gran influencia. Prueba de ello, es la gran preocupación de las autoridades, quienes intentan poner coto a sus actividades. En  las Synodales del año 1608, el obispado de Oviedo hace mandar: " Que los saludadores sean examinados y no se les admita, sin nuestra licencia... so pena de excomunión o multa de mil maravedíes". La preocupación iba en aumento en el Principado por la gran cantidad de estos individuos, algunos de los cuales ponía en práctica métodos preocupantes, tal lo refleja la Provisión de la Audiencia de Oviedo de fecha 20 de septiembre de 1781, quien prohíbe taxativamente  "a los hernistas y capadores ejecutar la operación de castración de niños".

    Con esta influencia social, se destapa la doble moralidad de la iglesia asturiana. Quedando reflejada en la actitud de su prelado Álvarez Caldas (1605-1612), quien autorizó a ejercer  labores curativas, siempre y cuando demostraran conocer la doctrina cristiana. Con la llegada del obispo González Pisador (1760- 1791), las cosas cambian y obliga a los curas que sin mayor dilación,  denuncien ante la justicia a toda persona que practique curas, acusándoles de brujería.

    -el ensalmador. Curanderos de formación adquirida y heredada. Transmitida de generación en generación, de padres a hijos. Junto a sus conocimientos añadían rezos y oraciones, los denominados "ensalmos".

  - los curanderos puntuales. Conocedores de alguno de los rituales o remedios , lo ejercían de manera puntual, a petición de algún afectado o familiares del mismo. Así lo rememora María del Rosario Muñiz: " En los años 70 y después de visitar al médico, íbamos a casa Pilar la Salada y siempre nos daba algún remedio casero. En los años de la década del 2010, Benigna Anxelín tenía remedios naturales para todo, recuerdo que tenía uno para la tos que era con cebolla, no había mejor jarabe que aquel. Pasabas toda la noche sin toser".






El curioso/a.




"Hay días que se busca el milagro 
con la desesperación del desahuciado
y en otros días es el milagro
el que te busca a ti".

Gabriel García Márquez.



        El choque de conceptos, de experiencias vitales ya olvidadas, genera asombro en nuestras cómodas vidas respecto a aquel mundo de supervivencia, miedos y supersticiones. Un mundo en el que no se puede eludir la fe, fundamental para evitar cualquier duda ante la sanación. 

     Aquella titánica lucha sin esperanza más allá que sobrevivir al mañana, forma parte del tejido decisivo para esquivar la enfermedad, sufrimiento o muerte. Serán la firmes voluntades y resolutivas convicciones del curioso quienes certificarán la confianza social. Ese  prodigio de la sanación es el desajuste entre aquel pasado y nuestro presente y cualquier comparación al respecto nos llevará a un error insalvable al enjuiciar.

     En Antromero, nos sentimos obligados  a reseñar por su importancia a el curioso, una figura trascendente y vital para el desarrollo social y económico de nuestros pueblos. Fue sin pretenderlo un poder fáctico y de gran predicamento, ante la ausencia de cualquier otra alternativa "oficial".

    -El curioso. Trata al enfermo con sus conocimientos. Dotado de ciertas habilidades manuales para tratar de solventar algún tipo de problema, normalmente físico. 

    En nuestro entorno y durante el pasado siglo XX e incluso parte del XIX. hemos podido constatar la existencia de vecinos, con aquella capacidad para recomponer, ayudar o incluso hacer ciertas labores de curanderos. Aprovechamos las valiosas declaraciones de Manolo Llaranes, quien detalla la relación de alguno de aquellos: "Tenía mucha fama, sobre todo para los animales Marcelo Rodríguez, Puño, que era pariente de Manolo Benita y era de Condres. En Antromero, había gente curiosa en Casa Los Paxaros, Florina; en Casa Menéndez y en Casa Sampedrín".

    Respecto a la última precisión recurrimos a nuestro vecino Marcelino Rodríguez, Sampedrín, miembro de aquella unidad familiar, quien detalla: "Mi güela Ramona y mi madre Carmina eren muy curioses para ayudar en los partos, para arreglar huesos. También pasaban el agua para el mal de ojo y hasta pusieron inyecciones". Tal y como resulta deducible: "Mi madre aprendió todo lo que sabía sobre aquello de mi güela. Seguramente ella lo hiciera de mi bisabuela". Confirmando el punto y final: " Con mi madre se acabó todo aquello. Ninguno de los fios aprendimos nada de aquello, con mi madre se acabó todo".



Marcelo Sampedrín.


    Respecto a un rito entonces de vital importancia y por si quedara alguna duda aclara: " El pasar el agua, lo hacían igual a paisanos, muyeres, guajes y animales. Sobre todo eran vaques". Obviando el aspecto espiritual y centrándonos en el físico, señala: " Cuando les persones estaben abiertes (2), les medían con una cinta y con las manos trataban de llevar todo al sitio. Después los vendaban con fuerza. Ellas todo lo hacían con las manos, no había ni potingues, ni pomadas, ni nada".

    En algunas ocasiones, mientras se iba practicando el proceso rehabilitador  por parte de la curiosa, se declamaban algún tipo de oración o conjuro, tal como este: 


" Arcas caídas.

Espinillas o paletillas,

volver a vuestro llugar

como se vuelven 

las olas de la mar".


    Marcelo Sampedrín, nos hace una nueva e interesante concesión: " Cuando yo era guaje (nació en 1939), había gente curiosa para atender los animales, solo los animales. Llamábenlos y dependiendo lo que tuviera la vaca, el burro o el caballo, daben una cosa u otra. Había uno muy bueno en el Aramar".

    El curioso al que hace referencia Marcelo, nos lo detalla Luis Servando Peláez: " El el barrio de la Judea, vivía Ramón el Montán, quien era un curandero muy conocido en aquella época. El trataba de arreglar tanto a personas como animales".

    Aprovechamos las declaraciones de nuestro vecino Isidro Rodríguez, quien precisa la identidad y rama familiar de uno de los más reconocidos curiosos de nuestro entorno, Marcelo Rodríguez Puño: "Era hermano de mi güela y tío de mi padre, Nicasio Rodríguez Heres. Tenía mucha fama porque acertaba con los males de los animales, especialmente les vaques. Que entonces eren el mayor tesoro de cualquier casa o casería".


Fuente: Arturo Artime Gutiérrez. La única foto
que se conserva de Marcelo Puño. Vestido de 
militar a  finales de la 
primera década  del siglo pasado.

    En casa Menéndez fuimos testigos de la  visión de un alicornio de venado, en manos de Josefa Menéndez. Un precioso trozo de cuerno con un pequeño agujero en su interior. Este objeto era absolutamente necesario para hacer el rito de "pasar el agua". Sospechamos que formaba parte de la herencia familiar.



Fuente: Olga Fernández. Alicornio de Casa Menéndez.
Objeto de más de 150 años de antigüedad y que se 
encuentra en un envidiable estado de conservación.
Se puede observar el hilo de bramante original.


Fuente: Alberto Álvarez Peña. Alicornio de Cabranes. 
Objeto fundamental para el rito de pasar el agua.


    Será Laudina Artime, quien proporciona con su testimonio una información novedosa, dentro de aquel mundo de curaciones espirituales: "María La Gitana, acampaba con su familia siempre por Antromero. Ella pasaba el agua y sacaba el mal del filo. Mi hermano de pequeño comía muy mal y era muy ruin, así que mi madre Donata se acercó al campamento y le mandó que fuera con el guaje y un hilo negro. Le midió con el hilo y le dijo que lo cortara en todos los cachos más pequeños que pudiera. Los acabó echando en un cacharro con agua y dijo que si el hilo saliera entero, Fernando tenía el mal del filo. El hilo salió entero del cacharro. Después tuvo que tomar un bebedizo durante varios días". Los gitanos, envueltos en un halo misterioso han sido siempre reconocidos como grandes interpretes de la naturaleza y las soluciones aportadas por hierbas y conjuros.

    Este rito descrito por nuestra vecina, es una versión diferente de la oficial. Donde la ejerciente no usa el bramante para cortarlo y en cambio lo hace para medir la altura (desde la cabeza a los pies) y la longitud de los brazos en cruz. Si hubiera diferencia entre ambas medidas, el susodicho estaba afectado por aquel mal.

   Tras estas valiosas explicaciones, vividas casi en primera persona, estamos en disposición de confirmar al "curioso", como una persona que obra en buena voluntad y altruistamente. Su disposición y habilidades serán un factor recurrente por vecinos.

    Las curiosas, en femenino, fueron las precursoras de las comadronas por domicilio. El parto estaba asesorado normalmente por una de aquellas personas. Usando si hubiera posibilidad algunos  apoyos terrenales para aminorar el sufrimiento a la parturienta. Así recomendaban el consumo de caldos limpios (sin grasa), mantequilla y vino blanco. Una vez nacida la nueva criatura, solían recurrir a métodos caseros, como soplar por una botella, provocar el vómito o ximielgar (mover con cierto brío) a la ya madre, para facilitar la expulsión de la placenta.

    Durante excesivo tiempo, la higiene en el proceso del parto brillaba por su ausencia. Se mantenía la máxima popular, " la muyer parida, huele a podrida" hasta límites insospechados. Aunque en el proceso de recuperación post-parto, siempre había una concesión alimenticia, propuesta por la curiosa para la recién parida: caldo de gallina reconfortante y vino blanco, sobre todo.

    También eran capaces de atender roturas de huesos, que una vez recolocados con gestos y síntomas de sufrimiento por el paciente, se inmovilizaban con blimas y vendas elaboradas de trapos. Añadiéndole posteriormente una mezcla de sebo y resina de pino para dotarle de una mayor consistencia y rigidez a modo de yeso. 

    El paso del tiempo y la aparición de nuevos productos facilitó su labor, tal lo recuerda uno de nuestros vecinos en la visita de los más renombrados curioso/ curandero de nuestra comarca Posada Vioño: " En el año 76 torcí una pata trabayando en la tierra y me llevaron a Posada. Aquel paisano me tocó la rodilla y me dijo que el daño estaba allí. Que no podía doblar la rodilla durante tres semanas. Trajo un cartón de un tambor de detergente y con unes vendes me lo adapto a la pierna. A los veinte días estaba como nuevo".

    María Jesús Fernández Fernández, vecina de San Martín de Podes precisa y aporta en sus declaraciones la positiva experiencia con Posada Vioño:"Fui una paciente de Posada. De guaja me llevó mi madre a Vioño. Más tarde a una consulta que tenía encima del Bar La Parra de Avilés, donde solo consultaba los lunes. Más tarde estando ya casada, volvimos mi marido y yo a Vioño. Para nosotros fue muy bueno. La última vez recuerdo que nos dio un ungüento, que tenían que prepararlo en la farmacia".

    Es cierto que la fama de aquel hombre, bonachón y dicharachero traspasaba fronteras y oficios. Algunos de los entonces más renombrados futbolistas de la provincia visitaban su casa, a escondidas de sus clubes, para una segunda opinión y probar los efectos de sus formulas magistrales. Entre la que destacaba un ungüento compuesto por alcohol de romero, amoniaco y  esencia de trementina a partes desiguales.

    Los resultados finales podían ser dispares, como la vida misma. Testimoniamos la experiencia de Luis Servando Peláez, como claro ejemplo de fracaso en la manipulación de una rotura ósea: " Estando en San Esteban de Pravia, donde pasaba largas temporadas en los años 40, y en concreto en 1948, mientras jugaba en un lavadero que había en la huerta de casa, caí y retorcí el brazo por el codo. Cuando vino de trabajar el dueño de la casa y me vio, me llevó a una curandera que vivía en las afueras de San Esteban. Ahí anduvo estirando, girando y untando la parte dañada y... ¡Hala, ya quedó el codo nuevo! ( no se  cuánto fue la minuta)". Pese al diagnostico de la curandera, no fue tal: "Yo haciendo vida normal o casi normal y mi madre no me dejaba moverlo. Iba pasando el tiempo y ya una vez en Luanco después de más de un mes, la cosa iba a peor. Por recomendación del médico D. Eduardo Moreno, me mandaron a un especialista a Gijón". Su diagnostico no dejaba lugar a duda alguna. " Me dijo que para colocarlo en su sitio  tenía que romperlo de nuevo y que no merecía la pena. Recomendando hacer vida normal y fortalecerlo levantando pesas con ese brazo. De joven todo iba bien, nadaba, remaba y hacía ejercicios como los demás. Pero a la bajamar (vejez) todo aparece y ahora con el frio, el dedo meñique, corazón  y anular se arrugan del todo. Creo que igual que a mi, le ocurrió a Balserina y  a Quirós".




Fuente: Luis Servando. El resultado de una 
mala manipulación  o estropicio
por parte de una curandera.






(1). La Cruz de Caravaca se define como la "Vera Cruz", esto es, la cruz verdadera. Originalmente era un Lignum Crucis, es decir, un fragmento de la cruz donde Jesucristo fue crucificado. Según la leyenda perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén, apareciendo sin saber ni como ni porqué en la localidad murciana de Caravaca, en 1229. Actualmente desaparecida.

(2). La expresión "estar abierto", se popularizó tras la sensación de quedar el cuerpo descoyuntado, casi siempre por un esfuerzo físico. Lo cierto es que tras esa exposición sintomática, pocas dudas albergaba para los curiosos. 




Algunas plantas y remedios de todo tipo.



"Solo la naturaleza

hace grandes obras

sin esperar

recompensa alguna".

Ramón Guillén.



    Antes de iniciar este apartado y adentrarnos en este increíble mundo de las plantas y sus posibles aplicaciones en la medicina tradicional, queremos dejar claro que no es nuestra intención el apoyar su uso. En ningún caso pretendemos potenciar su empleo, siendo esta una exposición del conocimiento heredado de nuestros antepasados y que ha llegado hasta nuestros días venciendo los obstáculos del paso del tiempo. En esta  compilación han participado con su conocimiento varios de nuestros vecinos, convencidos algunos de los mismos de la eficiencia de aquellos tratamientos. Sus diagnósticos y soluciones forman parte del entramado de la sapiencia popular, que nunca es ingenua.

    También nunca debiéramos olvidar que la desesperación por vencer a la enfermedad, hace tomar decisiones, cuyas consecuencias podrían ser aun peores que el mal a tratar. Cosas de la vida.

    - La fueya (hoja) de los grillos. (Plantago lenceolata). También conocida como Llantén menor o planta de las siete venas. Es una planta perenne que se encuentra en toda Europa, América y Asia occidental. Suele crecer en terrenos casi secos, bordes de los taludes de los caminos y campos sin cultivar. Popularmente se le conoce como la planta de los grillos, al considerarla erróneamente como su alimento favorito.


Llantén menor. Planta de los grillos.



     Sus propiedades terapéuticas populares. Atendemos a las consideraciones expuestas por Benigna Anxelín: "Si se hacía un requemado con esta planta y con un poco de leche, servía para el picazón de tos", aclarando la importancia de usar siempre las más grandes. Añadiendo una receta para aminorar los efectos de las uñas encarnadas: " Se les machaca y la pulpa y el jugo, se le coloca encima de la uña". Sumando otras soluciones a este mal: " También ye muy bueno envolver la uña con un trapo con miel o meterlo en agua muy caliente con lejía".

    Otro de los usos más populares de este vegetal era para aliviar el dolor de muelas, cociéndola en agua y aguantando ese líquido sobre la pieza dental dañada.

    - Saúco, benito, sabugo (Sambucus nigra). Se trata de un árbol o arbusto caducifolio que puede llegar a medir los diez metros de altura, aunque lo normal sea su crecimiento entre los 4 y 6 metros. Tiene un tronco con aspecto de corcho y ramas con médula blanquecina muy desarrollada. Crece en zonas húmedas.

    Las leyendas y tradiciones populares le otorgan el honor de ser vivienda de brujas y espíritus varios y aquel que ose a quemar su madera tendrá que afrontar graves consecuencias. Tal queda recogido en la sentencia asturiana: " Al que quema un saúco se le meterá el diablo por el culo". En cambio, la quema de sus flores, bayas o frutos  en la cuadra o gallinero era un método usado para su protección.



Flores de saúco. Las bayas o frutos procedentes de estas flores son altamente 
tóxicas si se ingieren crudas. Pudiendo provocar severos problemas estomacales.

    
    El historiador Plinio el Viejo (siglo I), detalla en su inconmensurable obra "Historia Natural", que los pastores elaboraban con su madera flautas y para que resultaran sonoras había que cortar sus ramas cuando no se escuchara el canto de gallo alguno.

    Recurrimos a la memoria de Alfonso Pinón, quien describe alguna de las propiedades medicinales de este árbol: " Siempre oí hablar que haciendo un fervidiello (tisana) con los frutos del benito y con leche, valía para curar los catarros". Añadiendo  una creencia popular para dotar de protección a la estancia de los animales: "Antiguamente algunos colgaben un ramo de flores de benito dentro de la cuadra, para que no enfermara el ganao".

    También es cierto que fue usado en forma de tisana, para mitigar la "erisipela", siendo esta una enfermedad que afecta a la epidermis y fue especialmente cruel en las zonas rurales. Provocada por las bacterias estreptococos del grupo A, produce en la piel una placa de color rojo brillante y dolorosa. Las personas afectadas sufren fiebres altas y malestar generalizado. Respecto a esta solución, Benigna Anxelín, así lo recuerda: "Para los eczemas de la piel, siempre escuché lo de cocer las hojas y flores del humero para ponerlo como cataplasma encima".


Pierna afectada por erisipela.



    - El sapo y las verrugas. Benigna Anxelín detalla una forma peculiar de eliminar las molestas verrugas: "Se pasaba un sapo por encima de las verrugas. Después se empalaba y se ponía al sol, según iba secando el sapo, iban secando las verrugas". Sen valorar los resultados, admitimos la crueldad del sacrificio.

    Menos salvaje es la propuesta de Moncho La Piedra, para erradicar aquellos abultamientos de la piel: "Para quitar las verrugas, yo siempre oí hablar de echar por encima la leche que tienen los figos, antes de madurar". 

    - La  rebolla, árgoma, tojo (Ulex europaeus). Es un arbusto europeo que pertenece a la familia de las leguminosas. Posee una llamativas flores amarillas y unos tallos cubiertos de afiladas púas. Su madera fue muy apreciada por su dureza y resistencia para la elaboración de algunos útiles marineros y para alimentar los hornos de cal y de los teyeros. Actualmente está incluida en la lista de las 100 especies vegetales más dañinas del mundo, por su capacidad de colonización. 




Flores de la rebolla.


   La cocción de sus flores en tisana tiene propiedades diuréticas, tal lo recuerda José el Salao: "Facer un fervidiello con las flores de la rebolla, ayuda a mexar (orinar)".


   - Tuero o tallo de la berza. Era usado para aliviar el estreñimiento. Para ello se afilaba y se introducía por el curso rectal, con el objetivo de facilitar la evacuación de las heces.

   - Apio (Apium graveolens). Especie perteneciente a la familia de los apiáceas. Su sabor es muy fuerte y agrio, adquiriendo un gusto mas dulce según se van blanqueando sus tallos.
    
       Su uso medicinal se remonta a tiempos antiguos. Carlomagno exigía que en sus campos se cultivara este vegetal, junto a otros de valor medicinal. Históricamente fue considerado su consumo como  alivio para problemas digestivos. Su uso externo y en cataplasma como cicatrizante.


Apio.


    Nuestra dicente Benigna Anxelín, recuerda su uso más popular por estas tierras: " Se tomaba en fervidiello para matar las lombrices del intestino". Añadiendo una información un poco difusa por el paso del tiempo: " Creo que también cocido con leche valía para les molesties del estomago".


    - Las malvas (Malva sylvestris). Planta perenne que tiene unas flores púrpuras o rosáceas muy características y diferenciadoras. Se ha utilizado tradicionalmente en la medicina popular de todo el mundo, debido a la gran cantidad de propiedades reconocidas que tiene: antiinflamatoria, antitusiva, laxante, mucolítica, hipoglucemiante, diurética, emoliente y antiséptica. Es un elemento fijo de las herboristerías.




Malva. Una botica vegetal.



    Detallemos algunas de sus propiedades: en infusión para aliviar bronquitis; dolor de garganta; insomnio; diarreas; dolores de cabeza; gota o ácido úrico alto; artritis; reuma; obesidad; alergias; tos, afonía; gripe o constipado. Buen desinfectante para limpiar heridas, cortes, forúnculos, además de cicatrizante. Sus vahos están considerados para la limpieza de cutis y eliminar la mucosidad de las fosas nasales.

    Recurrimos una vez más a las declaraciones de Benigna, quien aporta unas recetas de aquel conocimiento ancestral heredado: " Les malves son muy buenes para aliviar y reducir le almorranes (hemorroides). Para ello hay que hervir en agua la planta de la malva entera. Se deja reposar tapada una media hora y después se hace unos baños de asiento con ello". También aporta otra fórmula para aliviar el dolor de huesos: " Se machacan las hojas y las flores, frutando con la pulpa la parte dolorida". Finalizando su conocimiento respecto a este vegetal con otro interesante añadido: " Para la tos y la garganta hay que hacer una infusión con solo las hojas y las flores, no se pueden echar ni los tallos, ni les rames. Y cuando esté templado hacer gárgares con ello, les veces que se quiera durante el día, porque eso no ye malo".

    Para reseñar la importancia que a lo largo del tiempo ha tenido esta planta, nada mejor que recordar unos ripios de procedencia popular, que así lo confirman: 


"Si supieran les muyeres

lo que hace la malva

lo pacerían ellas

igual que las vacas la hierba".



    - El lloreo, laurel (Laurus nobilis).  Se trata de un árbol perenne que fácilmente puede alcanzar los 10 metros de altura. Su tronco es recto de corteza gris, con copa densa constituida por hojas verde-azuladas, alternas y lanceoladas. Siguiendo antiquísimas tradiciones, normalmente ha sido plantado en la zona perimetral de casas y caserías para buscar protección a las adversas alteraciones meteorológicas. Constantino Cabal así asiente el valor popular del llaurel: "El laurel en casa es un escudo y en el campo es un  guardián". Este árbol ha tenido en muchas civilizaciones y culturas ciertas connotaciones mágicas .



Laurel.




       El uso recomendado en la medicina tradicional es para tonificar el estómago, aliviando el ardor del mismo, a través de sus hojas. En cualquier caso sus vahos han sido valorados desde tiempos inmemoriales para mitigar las dolencias que afectan a las vías respiratorias. Benigna Anxelín rememora una solución para unos invitados no deseados que recorrieron sin compasión las casas y sus habitantes: " Hay que hacer una cocción concentrada con agua de las hojas del laurel y lavar todos los días la cabeza con ella, para eliminar los piojos y liendres".


    - Hinojo o anisinos (Foeniculum vulgare). Es un arbusto de las familias de las umbelas. Sus aplicaciones en los remedios medicinales caseros han estado vinculados al aparato digestivo, ampliándose inexorablemente al ámbito de los fogones. Tal lo recuerda Lucía Les Moranes. " Cuando hay que cocer castañes y pa que no sienten mal, hay que echarles unes rames de anisinos". No es menos cierto que hoy en día tiene unas reconocidas propiedades antiinflamatorias y expectorantes, aunque en el conocimiento popular se subraya su eficacia en la reducción de gases. Tal lo reconoce y expone Jovita González: " A los rapacinos pequeños, se les podía dar una infusión de anisinos cuando teníen gases y estaben los probes repunantes".




Hinojo común o anisinos.



    - Manzanilla (Chamaemelum nobile). Esta planta es una de las de uso medicinal más antigua que se conoce. Hay plena constancia de su uso desde al menos la Edad Media. Es una hierba perenne procedente de la Europa occidental y mediterránea y hoy extendida por todo el mundo. Su nombre deriva de su característico olor a manzana.



Manzanilla. Muy común en
çdeterminadas zonas de Antromero.


    Habitualmente usada en infusión para aliviar los síntomas provocados por la dispepsia, dolor o molestia en la parte superior del estómago, que se genera habitualmente por una mala digestión. Tiene propiedades antiinflamatorias; antioxidantes; antialérgicas; antibióticas y antidiarreicas.

    Aunque Benigna, nuevamente nos recuerda un  uso típico de esta planta ya casi caído en el olvido; "Cuando tenías molestias en los ojos, como irritaciones o lagañas, había que hacer una infusión con la manzanilla y con un trapo limpio ir aclarando con cuidao los ojos". Así mismo matiza un requerimiento básico y fundamental para su uso orientado al aparato digestivo: " Pudiendo ser para les molesties y dolores de barriga y estómago, era mejor no echar azúcar al fervidiello. Con el azúcar la manzanilla se vuelve cagona". Interpretamos que la combinación de la glucosa y esta planta puede generar diarrea en algunos casos.


    - Cola de caballo. Estamos ante una planta muy antigua, con millones de años de existencia. Procede del continente americano y no se sabe con certeza cuando se integró en los ecosistemas europeos. Hay más de 24 especies diferentes, aunque todas con las mismas propiedades curativas.

    Crece en sitios húmedos, próximos a ríos, lagunas y lagos, necesario para su desarrollo. Su aspecto es inequívoco, recordando a un pequeño abeto, con finas hojas de aspecto alambrado.



Cola de caballo. Muy habitual en las orillas y proximidades 
de ríos y zonas húmedas.



    Sus propiedades dentro de la medicina popular son varias: diurética; cicatrizante; depurativa; adelgazante y regeneradora de piel, cabello y uñas. Rescatamos en esta ocasión el testimonio de Alfonso Pinón para su uso en forma de cataplasma: " De oírlo en casa y para la torcedura de les pates de animales y también de paisanos, se cocía con unto o grasa y después se frotaba con cuidado aquella pomada sobre la parte mala. Después se metía la planta cocida con toda la grasa envuelta en un trapo y se amarraba alrededor de donde estaba el daño. Así varios días".


    - Fucus spiralis. La proximidad de la mar amplía los recursos naturales de aquellos curiosos y curanderos, quienes recurren a la riqueza de la flora marina, para potenciar las posibilidades de determinadas curas. 
    
    Se trata de un alga muy reconocible en las bajamares de nuestros pedreos por la visibilidad de sus órganos reproductores, que tiene forma redondeada y crecen a pares sobre sus ramas.



Fucus spiralis. Alternativa marina.



    Este tipo de alga marina ha sido usada con fines terapéuticas durante cientos de siglos. Siendo citada por el médico griego Dioscórides ( Siglo I ), en su magna obra " De Materia Médica" ( precursora de la moderna farmacopea), donde la recomienda como antiinflamatoria. Los antiguos romanos la van usar como calmante y analgésico de dolores articulares y en otras ocasiones como remedio contra la tisis.

    Nuestros curiosos y curanderos hicieron popular su uso para solventar problemas articulares de todo tipo, tanto en personas con animales. La recomendación era su recogida con agua marina para mantener vivas sus propiedades, a la vez que facilitar las frotaciones del alga asalitrada sobre la zona afectada.


   - Vino blanco. Recurso habitual en la medicina popular y en ningún caso protestado por el paciente humano. Usado normalmente condimentando con otros productos y de amplio espectro de soluciones. Era habitual cocerlo con romero para aminorar torceduras e inflamaciones en las articulaciones, Tanto en animales de dos como cuatro patas.
    
    También era muy recurrente los fervidiellos (hervidos) del vino con azúcar para mejorar catarros y sobre todo quitar el frío invernal. El abuso de ellos fue tónica habitual y generalizado, perdiendo aquel componente original de recomponer la salud.


    - Malvavisco o altea. (Althaea officinalis). Estamos ante seguramente El Dorado de los curanderos. Una planta con referencias históricas de sus grandes virtudes, cultivada y domesticada desde la antigüedad por sus grandes propiedades curativas. Desde el siglo XVI fue un referente para todos los curanderos de Europa.
      
    Posee un tallo largo, que puede alcanzar el metro y medio de altura, hojas grandes y con bordes serrados. Sus flores presentan dos tipos de coloración, la blanca y rosácea. Aunque la parte más importante de esta planta respecto a los fines terapéuticos se encuentra en la raíz, ya que el resto del vegetal  tiene escaso o nulo  valor.  


Malvavisco. El summum de los curanderos.

    Fue muy habitual su uso en forma de cataplasma para curar quemaduras y problemas de la piel. Sus propiedades reconocidas por la medicina alternativa son muy numerosas para un sinfín de problemas: combate las hemorragias; hemorroides, lesiones bucales; dolor de muelas; empachos; dolores intestinales; antigripal; ronquera; asma; dolor de garganta; neumonía; dolores musculares;  ...etc. Además de ser un eficaz relajante.
 
     Rescatamos un testimonio de nuestro vecino de Condres, Isidro Rodríguez, quien testimonia aquel valor de las malvas en el libro de Alberto Álvarez Peña, "Melicina máxico-tradicional n'Asturies" lo siguiente: " Pa les vaques, dempués del parto, por si había infección, llevábamosles col agua de cocer malvavisco. Eso yera cosa de Marcelo González (Puño)". 


    -Ruda, Arruda. ( Ruta chalepensis). Es un arbusto que puede alcanzar los 60 cm. de altura. Usada tradicionalmente para fines terapéuticos, tiene una fuerte toxicidad, dependiendo de sus dosis. Sus principios activos se encuentran en las hojas. En la antigüedad los romanos la utilizaban como condimento en sus copiosas comidas. Actualmente sería impensable, dado su potente sabor y olor.


Ruda.


    Posee propiedades curativas, resaltando los que afectan al tracto genital femenino. La leyenda negra de esta planta es que según informaciones transmitidas a lo largo de los años, era la usada para practicar abortos . 

    En cualquier caso el abuso de la ruda puede generar importantes irritaciones,  picazones, dermatitis y serios problemas en la piel. 


    -Borraja (Borago officinalis). Planta que históricamente formó parte del arsenal vegetal de los curanderos del viejo continente. Originaria de las costas mediterráneas, hoy extendida por todo el mundo. Gran diurético y sudorífico, sus emplastes son emolientes y sirven para ablandar zonas endurecidas por los efectos de inflamaciones o tumores. 



Borraja. Plantas cedidas por Laudina Anxelín.



    Nuestro vecino  Mino El Civil, en su infancia sufrió unos graves problemas digestivos derivados de una oclusión intestinal,  y un atascamiento de sus funciones. El entonces médico que lo atendió daba pocas esperanzas para deshacer aquel entuerto. Cuando la situación era límite y a petición de María La Granda, se le aplicaron unos emplastes muy calientes de borraja, tal se hacía con las vacas con indigestión. María La Pilora la encargada de hacerlos y colocarlos, acabó con las manos quemadas, después de tantas horas. El bueno de Mino, pudo contar su experiencia, tras el desatasco provocado  a través de casi todos los orificios de su cuerpo.


    -Cirigüeña, cerigüeña o celidonia (Chelidonium majus). Planta que se desarrolla en ambientes húmedos y sombríos. Considerada como medicinal desde la Grecia clásica. Su denominación "Chelidonium" procede del vocablo griego "Chelidon", esto es, golondrina, pues se tenía el pleno convencimiento que sus flores salían cuando llegaba este ave y se marchitaban cuando iniciaba su migración. También existe una leyenda por la que las golondrinas exprimen el jugo de sus hojas para echarlo en los ojos de sus crías recién nacidas, eliminando una membrana que les impide ver.
    
    Pertenece a la familia de las papaveráceas, como su pariente la amapola. Actualmente se tiene constancia que es una planta tóxica, pero que en dosis adecuadas puede llegar a curar.



Cirigüeña.

        
      Entre los usos más recurrentes de esta planta esta el exprimir sus hojas para usar el líquido extraído como cicatrizante de heridas y eliminador de las molestas verrugas. Maruja Anxelín, recurría a esta planta para todo tipo de heridas: " No hay mejor medicamento en el mundo pa les mancadures que la cirigüeña, al día siguiente de echalo, ya ta curao".  Sus baños de asiento eran habituales para reducir el picor y dolor de las hemorroides. También  se recurría a su uso para los dolores y ardores de estómago. 

    Una de las recetas populares que nos testificó Alfonso Pinón  y respecto a esta planta, era para eliminar el insómnio: " En un litro más bien abundante de vino se echaba un puñao de cirigüeña y se dejaba unos diez días. Después cuando no podies dormir se echaba unos tragos y decíen que funcionaba".  Nos aventuramos a confirmar que una buena de dosis de vino, sin necesidad de cirigüeña ayuda a conciliar el sueño.

Fuente: Enrique Pinón. Alfonso Pinón, 
habitual informante. 

 
    Una cosa que jamás se debe de olvidar es que se trata de una planta tóxica, con alcaloides narcóticos, de la que se extrae opio y morfina. Por tanto, cualquier uso interno, fervidiellos o tisanas deben de ser controlados. Sus propiedades son tan extensas que la sabiduría popular así nos lo hace saber: " La cirigüeña de todos los males ye dueña". 


   - Les fueyes de nogal (Juglans regia) y les nueces. Estas hojas, junto con el fruto del nogal, las nueces formaron parte de la larga lista de remedios caseros para aliviar determinadas enfermedades o molestias. Citamos las declaraciones de Alfonso Pinón, quien detalla el uso que él conoció: "De chaval, me acuerdo que cocieron hojas de nogal, con nueces verdes, para tomarlo. Estaba muy amargo y era para cortar la descomposición. Creo que funcionó".


Nogal, con nueces verdes.



       Respecto a este árbol, el nogal, hubo una creencia muy extendida por toda Asturias, en que aquel que quedaba bajo su sombra, solo le traía mala suerte. Aunque tirando al suelo alguna de sus hojas, se eliminaba aquella mala ventura.

    Otro tipo de remedios caseros recogidos por la sabiduría popular fueron : las telarañas para cortar hemorragias leves; llevar una piel de culebra dentro de la boina para eliminar los dolores de cabeza; meter un pequeño trapo empapado en aceite templado dentro del oído para la otitis; mezclar miel y limón para minimizar los efectos gripales y del catarro en la garganta; los vahos de eucalipto para liberar las vías respiratorias; la infusión de menta para el dolor de barriga; infusión de las barbas del maíz  o de les caxines de les fabes como diurético; la cocción de media cebolla y colocada sobre la ingle para aliviar la retención de orina...etc.

    Algunas de esos remedios propuestos por aquellos hombres y mujeres  podían llegar a ser repulsivos, por el contenido de los mismos: emplastes de gallinaza (detritus de las gallinas), bebedizos hechos con caracoles y llimiagos (babosas), ingestión del guano depositado en los nidos de las golondrinas con leche agria para aliviar el dolor de las anginas, hacer gárgaras con la orina de un niño/a impúber para aliviar los dolores de las muelas...etc. Son tantos y variados que para elaborar un listado más completo,  necesitaríamos de un tiempo y un espacio que no disponemos para ello.




Conclusiones.



    En este recorrido por el mundo de los curanderos y curiosos, nos hemos centrado en los remedios usados aprovechando los medios que la naturaleza ofrecía. Obviamos algunos de sus protocolos y amuletos, pues entendemos que ya han sido recogidos en anteriores capítulos (Cap. 8 y 9), tales fueron el uso de la cigua, la piedra de la culebra o el rito del paso del agua.

   Pretender analizar objetivamente la labor de estos curiosos, curanderos, ensalmadores desde la perspectiva actual es un ejercicio imposible, además de poco aconsejable. Para tener una correcta visión de aquella enjundia social, deberíamos ser conscientes del estado de necesidad extrema y la absoluta carencia de medios de entonces.

    La enfermedad golpeaba sin compasión y la única posibilidad estaba en recurrir a los conocimientos heredados, a la sapiencia germinada a lo largo de los años y siglos. Conducidos por unas personas altruistas por naturaleza, al menos en su gran mayoría, conocedores de sus limitaciones pero confiados  de una resolución satisfactoria. En aquella amalgama de sanadores, estaban los que creían a pies juntillas que estaban tocados por la mano divina, capaces de retar a la propia muerte. 

    En este pueblo, como en tantos otros aquellas curas no pasaban desapercibidas y el conocimiento se transmitía. En enfermedades livianas y pasajeras, serán las propias mujeres de las casas quienes por lo aprendido repitan las formulas observadas por aquellos curanderos, normalmente con cierto éxito. Para las cosas graves y sobre todo cuando afectaba a algún animal había que recurrir a los curiosos.
  
    Muchos de aquellos saberes y sabidurías populares trascendieron formando parte del conocimiento eterno, otros en cambio se perdieron irremediablemente con la falta de trasmisión oral entre generaciones, tal lo expone Laudina Artime: " En Casa de Arenes, aquelles muyeres teníen una pomada pa les quemadures fecha con yerbes, que era cojonuda y buenísima. Desparecides les muyeres y la pomada con elles".

    La desconfianza existente sobre la medicina oficial se irá poco a poco dispersando a lo largo del siglo XX y con ello la paulatina desaparición de aquellos hombres y mujeres tan necesarios en  aquel mundo rural, ya casi desconocido.




4 comentarios:

  1. Mi padre Álvaro Poquito, que en Paz descanse, ponía inyecciones a los vecinos de Valparaíso, Bocines y Cañeo, que lo llamaben y nunca tuvo ningún problema.

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    1. Gracias por tu precisión Carmen. Es cierto que siempre hubo gente por los pueblos para poner las inyecciones. Reutilizando jeringas y agujas previa desinfección en agua hervida. Junto a tu padre Álvaro, estuvieron también por esta zona las de Casa Sampedrín, Josefa y Benigna Anxelín o Josefa Salero, seguramente entre otras personas.

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  2. Mi padre siempre hervia las agujas y la jeringuilla que era de cristal, tenía una pota que solo se usaba para eso.

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    1. Tú padre formó parte de una saga de gente que ya no existe. El altruismo va desapareciendo a marchas forzadas de nuestras vidas. Nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos por todo lo que hicieron sin pedir nada a cambio.

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