Capítulo 36.
Los curiosos, curanderos
y remedios populares.
Algunos antecedentes históricos.
"O puede que nada ya.
Pero y de nosotros, ¿que queda?".
Miguel Allende.
El ser humano temeroso de la muerte y enfermedad siempre trató de buscar alivio y soluciones ante todos sus problemas de salud. Este es el origen, el nacimiento de los curanderos. Los animales buscaban en la naturaleza, en los campos y montes la solución a sus males. El hombre, observante, decide imitarles, orientando sus investigaciones a esta opción.
En todas las civilizaciones y culturas hubo una serie de personas encargadas de tratar la curación de sus congéneres y animales. Todos ellas envueltas en un halo sobrenatural, mágico y con un rol social superior. Los jefes, líderes y monarcas se hacían rodear de este tipo de figuras, cuyas decisiones eran siempre muy respetadas. Así brujos, hechiceros, magos, seudoprofetas, nigromantes o chamanes formaban parte de la nómina de aquellos poderosos personajes.
Las cualidades medicinales de algunas hierbas y arbustos jugaron en favor de estos precursores. Orientándose en sus usos, primero por los colores: así plantas de tonalidades amarillas como la celidonia o cirigueña la vincularon para solventar problemas derivados del hígado o enfermedades que hacían palidecer la piel; las arcillas rojizas para problemas de hemorragias y con estos emparejamientos fueron elaborando una relación basado en prueba-error. Un método llamado heurístico, vital para adquirir conocimiento en el desarrollo de cualquier ciencia.
Los antiguos romanos serán los primeros en plasmar en magníficos tratados y escritos las virtudes y beneficios de las plantas. Así y entre otros, Hipócrates, considerado el padre de la medicina elabora una impresionante obra , detallando a mas de 300 plantas. Otros autores y estudiosos romanos siguieron sus pasos, tales fueron Galeno ( 131-200 d. de C.) o Dioscórides (siglo I de nuestra era).
En la Edad Media y siglos posteriores, se da un paso adelante y junto a los productos naturales, se van sumando órganos de origen animal, excreciones, orines y bichos como llimiagos (babosas), ratas,...etc. para la elaboración de fervidiellos (hervidos) o ungüentos. Acompañados de los pertinentes sortilegios, para hacer más efectiva la solución. También algunas órdenes monacales entre rezos y plegarias, se dedicaron a cultivar en los huertos de aquellos monasterios determinadas plantas para aprovechar sus soluciones sanadoras. Hasta que el Papa Inocencio II, puso fin a aquella iniciativa, prohibiendo a los religiosos cualquier vinculación con estas "milagrerías humanas", en los Concilios de Clermon (1131) y Letrán (1139).
La Iglesia y los representantes de sus intereses en la tierra temen que estas prácticas de medicina popular se conviertan en una reminiscencia del paganismo y la perdida de la representación del poder moral que ostentaban entre sus abnegados acólitos.
En cualquier caso, la otra medicina, la académica y oficial se había iniciado hace ya algunos cientos de años, con mucho desconocimiento e incertidumbre, generando prácticas aberrantes y resultados desoladores. Esto no hizo otra cosa que el pueblo confiara más en la experiencia de la medicina popular. Dinámica que no cambiaría hasta hace algo más de un siglo, especialmente en zonas urbanas.
La escasez de facultativos durante el siglo XVI y los requerimientos de la población para solventar todo tipo de enfermedades que asolaban a la misma, va a forzar al monarca Felipe II, en el año 1594, a aprobar unas ordenanzas para que "en los pueblos que no existiere cirujano, galeno o médico, facultar a los jueces para que no sancionasen a las personas que desempeñasen esa función". Así y durante este periodo de indulgencia oficial, aparecerán por pueblos, ciudades y villas gran cantidad de supuestos curanderos, sanadores, sin conocimiento alguno, que representaron un grave problema sanitario.
Avanzando hasta el siglo XVIII, en Asturias tan solo había cinco titulares médicos, distribuidos del modo que sigue: Oviedo (2), Gijón, Avilés y Villaviciosa. El censor y benedictino Padre Feijoo e incluso el ilustre doctor Casal apoyaban la desaparición del uso de la medicina tradicional, apostando por la académica. Pero ni ellos y ni tan siquiera sus discursos, gozaban de buen predicamento entre la población, inclinándose el populacho por curanderos y curiosos. Favorecida esta decisión por la escasez de diplomados.
En el siglo XIX, finalmente las autoridades dan un golpe en la mesa, para castigar a todo individuo que ejerza cualquier tipo de medicina, " sin que estudiase dos años en facultad legalizada". Hasta 1930 se contabilizaban 208 médicos en toda la provincia, a todas luces un número irrisorio. Tendrá que avanzar el siglo XX para dar un impulso definitivo a las prácticas médicas en toda la región, con la aparición del Colegio Oficial de Médicos en 1921 y la posterior creación de la Facultad de Medicina, en 1968.
En cualquier caso. no debemos olvidar que el acceso a la medicina oficial no fue siempre gratuita. Este motivo económico fue también juez y parte del rechazo inicial de la población a acceder a la misma. Tal lo recuerda, Lucía Les Moranes: "Ahora quejámonos por todo. Antes, cuando yo era joven había que pagar por todo. No podíes ni ponete mala, había que pagar la consulta del médico y después les medicines en la botica. Mucha gente no podía pagar aquello y siempre iben a curanderos".
La atención médica pública se fortalecerá definitivamente con la creación de los médicos de familia y la implantación de la "Ley General de la Seguridad Social", en 1966. Este apoyo administrativo cambiará usos y costumbres entre nuestros vecinos. Aunque siempre quedaba la alternativa de visitar al curandero, por lo que pudiera pasar.
Antes de enjuiciar situaciones o comportamientos, no debiéramos olvidar que el origen del cristianismo y de su mayor representante en la tierra, Jesús de Nazaret, está estrechamente vinculado a la curación de todo tipo de sufrimientos y dolencias. Jesús se convierte en curandero milagroso, sanando a leprosos, paralíticos, ciegos e incluso resucitando muertos. Fue tal el impacto social de sus hechos que estuvo a punto de ser juzgado acusado de magia (Marcos 3,22). Posteriormente sus discípulos seguirán sus pasos, obrando curaciones (Hechos 3,5-6)
Los curanderos, ensalmadores y curiosos.
"He aquí que yo les traeré
sanidad y medicina;
y los curaré
y les revelaré
abundancia de paz
y de verdad".
Jeremías, 33: 6
La denominada medicina popular asturiana solía estar ejercida por curanderos, ensalmadores y curiosos. Todos tienen una raíz común e inequívoca que es la vinculación a la religión y el uso de plantas, piedras y agua para lograr la eficacia de sus supuestos remedios.
Cuando se hace mención a curanderos, curiosos, compostores o sanadores se hace referencia a una persona que trata de sanar o curar siguiendo los conocimientos heredados y ancestrales, de forma tradicional. Aunque entre ellos siempre había alguno autodidacta y convencido de poseer poderes curativos sobrenaturales. Para conseguir sus fines usan todos los medios disponibles que normalmente ofrece la naturaleza, añadiendo algunos físicos y por supuesto espirituales. En cualquier caso tenían un halo de superioridad, de haber sido una persona elegida por la divinidad. Siendo muy respetados e incluso temidos en su área geográfica de influencia.
Los curanderos de Asturias, salvo excepciones, buscan aquel apoyo divino para garantizar el poder de sus curaciones. En muy pocas ocasiones cobran y solo admiten la voluntad del paciente.
Es una visión diferente, de un mundo distinto, en formas y usos, donde se mezclan componentes terrenales y emocionales. Fueron estos hombres y mujeres una importante pieza del complejo rompecabezas social del momento. Desprovistos de los medios y conocimientos actuales, estas personas obraron en la mayor parte de los casos con la voluntad de reparar, recomponer y mejorar las dolencias de todo tipo de sus vecinos y allegados. Recibiendo en cualquier caso el agradecimiento y ralos rendimientos económicos.
Sus saberes fueron aplicados indistintamente en personas o animales. Roturas de huesos, esguinces, cerrar heridas, problemas digestivos, de movilidad o molestias de cualquier tipo y condición, fueron sus especialidades. Capaces de aliviar avatares tanto físicos como espirituales, siendo muy estimados para quitar el "mal de ojo" y malos quereres.
Perseguidos y torturados a lo largo de la historia, incluso hasta la muerte. Solo conocieron algún periodo de reconocimiento "oficial" muy puntual, evitando en ese tiempo la persecución a la que fueron sometidos. Tildados casi siempre como brujas/os, acusados de pactar con el diablo, fueron objetivo preferente de la Santa Inquisición y otras "gloriosas instituciones". En cambio, durante la Antigüedad fueron requeridos por todas las clases sociales por sus amplios conocimientos en hierbas y todo tipo de remedios naturales. Sabiduría esta, que ha trascendido al paso del tiempo a través de manuscritos y escritos.
Actualmente en nuestros hogares y rutinas diarias damos cuenta de alguno de aquellos remedios ancestrales, transmitidos por curiosos: la infusión de tila para relajar, las propiedades cicatrizantes del aloe-vera, la clara de huevo para las quemaduras o la manzanilla para aliviar las afecciones oculares, entre otras muchas.
La evidencia es que estos hombres, hechos a si mismos, con conocimientos heredados y adquiridos por su propia experiencia, siempre fueron cultural y socialmente admitidos. Sus remedios naturales forman parte del saber popular, quedando normalizado su uso entre la xente, sin que nadie ni nada les acuse de brujería, ni magos oscurantistas.
En el gremio curandero goza de una revalidada tradición el uso de yerbas y plantas medicinales, así como los preparados caseros de ungüentos, lociones, licores, electuarios, etc. (de los que ciertos casos en que recetan medicamentos de la farmacia no son sino una prolongación). Composturas de huesos, tendones y masajes musculares pertenecen también al nivel más empírico y «técnico». Pero éste no se da separado de los demás.
Estos hombres y mujeres trataban de ayudar en la convicción de sus poderes y cualidades especiales. Su formación era inexistente en la mayoría de los casos. Usando siempre sus manos para el diagnóstico y guiados sobre todo de su perspicacia.
La relación con sus clientes se apoyaba en una fe ciega del último en su sanación y métodos. El objetivo, siempre el mismo: tratar de remediar los males y enfermedades ajenas. Y sin distinción entre animales de dos o cuatro patas, para todos ellos había tratamiento. Tal y como reconocía uno de los más afamados curanderos de nuestro entorno: " La verdad, ye que entre los animales y los paisanos no hay grandes diferencies". Matizando la mayor de todas: " Cuando aplicas las manos los bichos no se quejan, pero les persones berren como animales".
En contra de lo que pudiera parecer, sus usuarios van a ser todo tipo de gente, con independencia de la clase social o formación cultural.
La gente, en su total y absoluto desconocimiento y nula formación, acepta la existencia de las brujas y de su magia. Siempre en femenino, siendo estas mujeres de extracción social pobre, viviendo alejadas de otras viviendas y con grandes conocimientos medicinales. Capaces de lo peor y lo mejor, de causar el temido mal de ojo y curar todo tipo de enfermedades.
Pese a lo que pudiera parecer, algunos ilustres intelectuales cayeron en la tentación del intrusismo. Así Feijoo ejerció la medicina, sin tener título de médico. Incluso otro benedictino , como fue su amigo Fray Valentín Calviño, desempeñó labores médicas sin titulación alguna, "por un profundo conocimiento de los males que se padecen". Probablemente amparados en las Ordenanzas del Principado de 1594, en las que se autorizaba a los intrusos en el ejercicio de los que " Se quitan unos a otros el cabello y hacen la barba, y toman sangre de las heridas y descalabraduras".
Tras esta introducción, nos sentimos obligados a hacer una clasificación básica y elemental para la distinción de estos personajes que han marcado la vida de pueblos y sus habitantes:
- El sacerdote. Sanador de almas y cuerpos. Vital en los supuestos casos de posesión del diablo, donde hace los necesarios exorcismos. Recita oraciones, bendice los alimentos que van a proporcionar vitalidad y salud y también a casas, lanchas, cuadras, coches...etc. Su intención es evitar las desgracias de todo tipo que pudieran acarrear a sus usuarios.
- Los curanderos. Respecto a ellos debemos hacer al menos tres distinciones: el saludador, los ensalmadores y los curanderos ocasionales .
- el saludador. Esta figura fue muy popular durante la Edad Media, decayendo su influencia con el paso del tiempo. Sus poderes curativos son de nacimiento, que no de formación. Son gentes cuyos dotes los pudieron "heredar" o bien, fueron "revelados". En este último caso se trataría de una gracia otorgada en el momento de concepción. Las señales de formar parte de ese grupo selecto podían ser varias: llorar en el vientre de su madre, durante el embarazo (algo imposible); nacer el día de Navidad o el de Viernes Santo y también el distinguir en el cielo del paladar la Cruz de Caravaca. La existencia de esta marca era considerada una bendición y su portador una persona dotada de unos "poderes" e inteligencia inusual.
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Cruz de Caravaca, grabada en el paladar. Signo de "poderes". |
Curan "saludando", esto es, echando su aliento, saliva o en ocasiones su propia orina sobre el afectado, recitando oraciones y conjuros. Fueron tal y como se expuso personas influyentes, capaces de amedrentar con sus "conocimientos" a gentes de alta formación intelectual, como algunos teólogos de la propia Iglesia. Reconociendo algunos de estos ilustres académicos el poder curativo de la saliva y las excreciones de estas personas.
Algunos de estos poseerían aptitudes, como para haber sido excelente médicos. Su gran influencia social se desarrollará durante la Edad Media, aunque mantendrán tiempo después su gran influencia. Prueba de ello, es la gran preocupación de las autoridades, quienes intentan poner coto a sus actividades. En las Synodales del año 1608, el obispado de Oviedo hace mandar: " Que los saludadores sean examinados y no se les admita, sin nuestra licencia... so pena de excomunión o multa de mil maravedíes". La preocupación iba en aumento en el Principado por la gran cantidad de estos individuos, algunos de los cuales ponía en práctica métodos preocupantes, tal lo refleja la Provisión de la Audiencia de Oviedo de fecha 20 de septiembre de 1781, quien prohíbe taxativamente "a los hernistas y capadores ejecutar la operación de castración de niños".
Con esta influencia social, se destapa la doble moralidad de la iglesia asturiana. Quedando reflejada en la actitud de su prelado Álvarez Caldas (1605-1612), quien autorizó a ejercer labores curativas, siempre y cuando demostraran conocer la doctrina cristiana. Con la llegada del obispo González Pisador (1760- 1791), las cosas cambian y obliga a los curas que sin mayor dilación, denuncien ante la justicia a toda persona que practique curas, acusándoles de brujería.
-el ensalmador. Curanderos de formación adquirida y heredada. Transmitida de generación en generación, de padres a hijos. Junto a sus conocimientos añadían rezos y oraciones, los denominados "ensalmos".
- los curanderos puntuales. Conocedores de alguno de los rituales o remedios , lo ejercían de manera puntual, a petición de algún afectado o familiares del mismo. Así lo rememora María del Rosario Muñiz: " En los años 70 y después de visitar al médico, íbamos a casa Pilar la Salada y siempre nos daba algún remedio casero. En los años de la década del 2010, Benigna Anxelín tenía remedios naturales para todo, recuerdo que tenía uno para la tos que era con cebolla, no había mejor jarabe que aquel. Pasabas toda la noche sin toser".
-El curioso. Trata al enfermo con sus conocimientos. Dotado de ciertas habilidades manuales para tratar de solventar algún tipo de problema, normalmente físico.
En nuestro entorno y durante el pasado siglo XX e incluso parte del XIX. hemos podido constatar la existencia de vecinos, con aquella capacidad para recomponer, ayudar o incluso hacer ciertas labores de curanderos. Aprovechamos las valiosas declaraciones de Manolo Llaranes, quien detalla la relación de alguno de aquellos: "Tenía mucha fama, sobre todo para los animales Marcelo Rodríguez, Puño, que era pariente de Manolo Benita y era de Condres. En Antromero, había gente curiosa en Casa Los Paxaros, Florina; en Casa Menéndez y en Casa Sampedrín".
Respecto a la última precisión recurrimos a nuestro vecino Marcelino Rodríguez, Sampedrín, miembro de aquella unidad familiar, quien detalla: "Mi güela Ramona y mi madre Carmina eren muy curioses para ayudar en los partos, para arreglar huesos. También pasaban el agua para el mal de ojo y hasta pusieron inyecciones". Tal y como resulta deducible: "Mi madre aprendió todo lo que sabía sobre aquello de mi güela. Seguramente ella lo hiciera de mi bisabuela". Confirmando el punto y final: " Con mi madre se acabó todo aquello. Ninguno de los fios aprendimos nada de aquello, con mi madre se acabó todo".
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Marcelo Sampedrín. |
Respecto a un rito entonces de vital importancia y por si quedara alguna duda aclara: " El pasar el agua, lo hacían igual a paisanos, muyeres, guajes y animales. Sobre todo eran vaques". Obviando el aspecto espiritual y centrándonos en el físico, señala: " Cuando les persones estaben abiertes (2), les medían con una cinta y con las manos trataban de llevar todo al sitio. Después los vendaban con fuerza. Ellas todo lo hacían con las manos, no había ni potingues, ni pomadas, ni nada".
En algunas ocasiones, mientras se iba practicando el proceso rehabilitador por parte de la curiosa, se declamaban algún tipo de oración o conjuro, tal como este:
" Arcas caídas.
Espinillas o paletillas,
volver a vuestro llugar
como se vuelven
las olas de la mar".
Marcelo Sampedrín, nos hace una nueva e interesante concesión: " Cuando yo era guaje (nació en 1939), había gente curiosa para atender los animales, solo los animales. Llamábenlos y dependiendo lo que tuviera la vaca, el burro o el caballo, daben una cosa u otra. Había uno muy bueno en el Aramar".
El curioso al que hace referencia Marcelo, nos lo detalla Luis Servando Peláez: " El el barrio de la Judea, vivía Ramón el Montán, quien era un curandero muy conocido en aquella época. El trataba de arreglar tanto a personas como animales".
Aprovechamos las declaraciones de nuestro vecino Isidro Rodríguez, quien precisa la identidad y rama familiar de uno de los más reconocidos curiosos de nuestro entorno, Marcelo Rodríguez Puño: "Era hermano de mi güela y tío de mi padre, Nicasio Rodríguez Heres. Tenía mucha fama porque acertaba con los males de los animales, especialmente les vaques. Que entonces eren el mayor tesoro de cualquier casa o casería".
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Fuente: Arturo Artime Gutiérrez. La única foto que se conserva de Marcelo Puño. Vestido de militar a finales de la primera década del siglo pasado. |
En casa Menéndez fuimos testigos de la visión de un alicornio de venado, en manos de Josefa Menéndez. Un precioso trozo de cuerno con un pequeño agujero en su interior. Este objeto era absolutamente necesario para hacer el rito de "pasar el agua". Sospechamos que formaba parte de la herencia familiar.
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Fuente: Olga Fernández. Alicornio de Casa Menéndez. Objeto de más de 150 años de antigüedad y que se encuentra en un envidiable estado de conservación. Se puede observar el hilo de bramante original. |
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Fuente: Alberto Álvarez Peña. Alicornio de Cabranes. Objeto fundamental para el rito de pasar el agua. |
Será Laudina Artime, quien proporciona con su testimonio una información novedosa, dentro de aquel mundo de curaciones espirituales: "María La Gitana, acampaba con su familia siempre por Antromero. Ella pasaba el agua y sacaba el mal del filo. Mi hermano de pequeño comía muy mal y era muy ruin, así que mi madre Donata se acercó al campamento y le mandó que fuera con el guaje y un hilo negro. Le midió con el hilo y le dijo que lo cortara en todos los cachos más pequeños que pudiera. Los acabó echando en un cacharro con agua y dijo que si el hilo saliera entero, Fernando tenía el mal del filo. El hilo salió entero del cacharro. Después tuvo que tomar un bebedizo durante varios días". Los gitanos, envueltos en un halo misterioso han sido siempre reconocidos como grandes interpretes de la naturaleza y las soluciones aportadas por hierbas y conjuros.
Este rito descrito por nuestra vecina, es una versión diferente de la oficial. Donde la ejerciente no usa el bramante para cortarlo y en cambio lo hace para medir la altura (desde la cabeza a los pies) y la longitud de los brazos en cruz. Si hubiera diferencia entre ambas medidas, el susodicho estaba afectado por aquel mal.
Tras estas valiosas explicaciones, vividas casi en primera persona, estamos en disposición de confirmar al "curioso", como una persona que obra en buena voluntad y altruistamente. Su disposición y habilidades serán un factor recurrente por vecinos.
Las curiosas, en femenino, fueron las precursoras de las comadronas por domicilio. El parto estaba asesorado normalmente por una de aquellas personas. Usando si hubiera posibilidad algunos apoyos terrenales para aminorar el sufrimiento a la parturienta. Así recomendaban el consumo de caldos limpios (sin grasa), mantequilla y vino blanco. Una vez nacida la nueva criatura, solían recurrir a métodos caseros, como soplar por una botella, provocar el vómito o ximielgar (mover con cierto brío) a la ya madre, para facilitar la expulsión de la placenta.
Durante excesivo tiempo, la higiene en el proceso del parto brillaba por su ausencia. Se mantenía la máxima popular, " la muyer parida, huele a podrida" hasta límites insospechados. Aunque en el proceso de recuperación post-parto, siempre había una concesión alimenticia, propuesta por la curiosa para la recién parida: caldo de gallina reconfortante y vino blanco, sobre todo.
También eran capaces de atender roturas de huesos, que una vez recolocados con gestos y síntomas de sufrimiento por el paciente, se inmovilizaban con blimas y vendas elaboradas de trapos. Añadiéndole posteriormente una mezcla de sebo y resina de pino para dotarle de una mayor consistencia y rigidez a modo de yeso.
El paso del tiempo y la aparición de nuevos productos facilitó su labor, tal lo recuerda uno de nuestros vecinos en la visita de los más renombrados curioso/ curandero de nuestra comarca Posada Vioño: " En el año 76 torcí una pata trabayando en la tierra y me llevaron a Posada. Aquel paisano me tocó la rodilla y me dijo que el daño estaba allí. Que no podía doblar la rodilla durante tres semanas. Trajo un cartón de un tambor de detergente y con unes vendes me lo adapto a la pierna. A los veinte días estaba como nuevo".
María Jesús Fernández Fernández, vecina de San Martín de Podes precisa y aporta en sus declaraciones la positiva experiencia con Posada Vioño:"Fui una paciente de Posada. De guaja me llevó mi madre a Vioño. Más tarde a una consulta que tenía encima del Bar La Parra de Avilés, donde solo consultaba los lunes. Más tarde estando ya casada, volvimos mi marido y yo a Vioño. Para nosotros fue muy bueno. La última vez recuerdo que nos dio un ungüento, que tenían que prepararlo en la farmacia".
Es cierto que la fama de aquel hombre, bonachón y dicharachero traspasaba fronteras y oficios. Algunos de los entonces más renombrados futbolistas de la provincia visitaban su casa, a escondidas de sus clubes, para una segunda opinión y probar los efectos de sus formulas magistrales. Entre la que destacaba un ungüento compuesto por alcohol de romero, amoniaco y esencia de trementina a partes desiguales.
Los resultados finales podían ser dispares, como la vida misma. Testimoniamos la experiencia de Luis Servando Peláez, como claro ejemplo de fracaso en la manipulación de una rotura ósea: " Estando en San Esteban de Pravia, donde pasaba largas temporadas en los años 40, y en concreto en 1948, mientras jugaba en un lavadero que había en la huerta de casa, caí y retorcí el brazo por el codo. Cuando vino de trabajar el dueño de la casa y me vio, me llevó a una curandera que vivía en las afueras de San Esteban. Ahí anduvo estirando, girando y untando la parte dañada y... ¡Hala, ya quedó el codo nuevo! ( no se cuánto fue la minuta)". Pese al diagnostico de la curandera, no fue tal: "Yo haciendo vida normal o casi normal y mi madre no me dejaba moverlo. Iba pasando el tiempo y ya una vez en Luanco después de más de un mes, la cosa iba a peor. Por recomendación del médico D. Eduardo Moreno, me mandaron a un especialista a Gijón". Su diagnostico no dejaba lugar a duda alguna. " Me dijo que para colocarlo en su sitio tenía que romperlo de nuevo y que no merecía la pena. Recomendando hacer vida normal y fortalecerlo levantando pesas con ese brazo. De joven todo iba bien, nadaba, remaba y hacía ejercicios como los demás. Pero a la bajamar (vejez) todo aparece y ahora con el frio, el dedo meñique, corazón y anular se arrugan del todo. Creo que igual que a mi, le ocurrió a Balserina y a Quirós".
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Fuente: Luis Servando. El resultado de una mala manipulación o estropicio por parte de una curandera. |
(1). La Cruz de Caravaca se define como la "Vera Cruz", esto es, la cruz verdadera. Originalmente era un Lignum Crucis, es decir, un fragmento de la cruz donde Jesucristo fue crucificado. Según la leyenda perteneció al patriarca Roberto de Jerusalén, apareciendo sin saber ni como ni porqué en la localidad murciana de Caravaca, en 1229. Actualmente desaparecida.
(2). La expresión "estar abierto", se popularizó tras la sensación de quedar el cuerpo descoyuntado, casi siempre por un esfuerzo físico. Lo cierto es que tras esa exposición sintomática, pocas dudas albergaba para los curiosos.
Algunas plantas y remedios de todo tipo.
"Solo la naturaleza
hace grandes obras
sin esperar
recompensa alguna".
Ramón Guillén.
Antes de iniciar este apartado y adentrarnos en este increíble mundo de las plantas y sus posibles aplicaciones en la medicina tradicional, queremos dejar claro que no es nuestra intención el apoyar su uso. En ningún caso pretendemos potenciar su empleo, siendo esta una exposición del conocimiento heredado de nuestros antepasados y que ha llegado hasta nuestros días venciendo los obstáculos del paso del tiempo. En esta compilación han participado con su conocimiento varios de nuestros vecinos, convencidos algunos de los mismos de la eficiencia de aquellos tratamientos. Sus diagnósticos y soluciones forman parte del entramado de la sapiencia popular, que nunca es ingenua.
También nunca debiéramos olvidar que la desesperación por vencer a la enfermedad, hace tomar decisiones, cuyas consecuencias podrían ser aun peores que el mal a tratar. Cosas de la vida.
- La fueya (hoja) de los grillos. (Plantago lenceolata). También conocida como Llantén menor o planta de las siete venas. Es una planta perenne que se encuentra en toda Europa, América y Asia occidental. Suele crecer en terrenos casi secos, bordes de los taludes de los caminos y campos sin cultivar. Popularmente se le conoce como la planta de los grillos, al considerarla erróneamente como su alimento favorito.
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Llantén menor. Planta de los grillos. |
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Flores de saúco. Las bayas o frutos procedentes de estas flores son altamente tóxicas si se ingieren crudas. Pudiendo provocar severos problemas estomacales. |
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Pierna afectada por erisipela. |
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Flores de la rebolla. |
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Apio. |
Nuestra dicente Benigna Anxelín, recuerda su uso más popular por estas tierras: " Se tomaba en fervidiello para matar las lombrices del intestino". Añadiendo una información un poco difusa por el paso del tiempo: " Creo que también cocido con leche valía para les molesties del estomago".
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Malva. Una botica vegetal. |
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Laurel. |
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Hinojo común o anisinos. |
Manzanilla. Muy común en çdeterminadas zonas de Antromero. |
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Cola de caballo. Muy habitual en las orillas y proximidades de ríos y zonas húmedas. |
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Malvavisco. El summum de los curanderos. |
Fue muy habitual su uso en forma de cataplasma para curar quemaduras y problemas de la piel. Sus propiedades reconocidas por la medicina alternativa son muy numerosas para un sinfín de problemas: combate las hemorragias; hemorroides, lesiones bucales; dolor de muelas; empachos; dolores intestinales; antigripal; ronquera; asma; dolor de garganta; neumonía; dolores musculares; ...etc. Además de ser un eficaz relajante.
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Nogal, con nueces verdes. |
Otro tipo de remedios caseros recogidos por la sabiduría popular fueron : las telarañas para cortar hemorragias leves; llevar una piel de culebra dentro de la boina para eliminar los dolores de cabeza; meter un pequeño trapo empapado en aceite templado dentro del oído para la otitis; mezclar miel y limón para minimizar los efectos gripales y del catarro en la garganta; los vahos de eucalipto para liberar las vías respiratorias; la infusión de menta para el dolor de barriga; infusión de las barbas del maíz o de les caxines de les fabes como diurético; la cocción de media cebolla y colocada sobre la ingle para aliviar la retención de orina...etc.
Mi padre Álvaro Poquito, que en Paz descanse, ponía inyecciones a los vecinos de Valparaíso, Bocines y Cañeo, que lo llamaben y nunca tuvo ningún problema.
ResponderEliminarGracias por tu precisión Carmen. Es cierto que siempre hubo gente por los pueblos para poner las inyecciones. Reutilizando jeringas y agujas previa desinfección en agua hervida. Junto a tu padre Álvaro, estuvieron también por esta zona las de Casa Sampedrín, Josefa y Benigna Anxelín o Josefa Salero, seguramente entre otras personas.
EliminarMi padre siempre hervia las agujas y la jeringuilla que era de cristal, tenía una pota que solo se usaba para eso.
ResponderEliminarTú padre formó parte de una saga de gente que ya no existe. El altruismo va desapareciendo a marchas forzadas de nuestras vidas. Nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos por todo lo que hicieron sin pedir nada a cambio.
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