Capítulo 13. La mar. Pescar desde lancha. Cuarta parte.


 




Fuente: José Ramón "Chechu". Panorámica de playa San Pedro y  la mar .





Capítulo 13


La mar. Cuarta parte.



La pesca  menuda desde la lancha. 



"Y como es que tu tarea

nos parece sublime 

- con que  derecho lo decimos-

las manos cortadas por el frio..."

Pablo Texón Castañón.



            Una vez recorrido con más buena voluntad que tino las especies que habitualmente eran capturadas en nuestros pedreos, nos sentimos obligados a hacer lo mismo con la pesca desde la lancha. Estos han sido peces pelágicos, aquellos que viven en la proximidad de la costa o en aguas con poca profundidad. Las características y condiciones de las embarcaciones así obligaban. Los ritos atávicos sobreviven a las manijas del reloj y tan solo se modificaran por la adaptación a los medios que exigen los nuevos tiempos. 


                  Dentro de las artes usadas y con carácter genérico podemos hablar de las elaboradas con red y las hechas con anzuelo.

              Las artes  de anzuelo: La pesca con anzuelo es muy selectiva, ya que el tamaño del mismo condiciona la especie capturada.

            El anzuelo es el alfa y omega,  principio y fin de la conquista de este mundo salino, hostil al ser humano. Este rústico ingenio es  uno de los aperos de pesca más antiguos. El origen del mismo se pierde en la nebulosa que genera el transcurso de la historia. Los primeros indicios de su existencia están datados en el Paleolítico Superior Magdaleniense (hace 20.000 años). Esta cultura se caracterizó por el uso de huesos y cuernos para elaborar útiles, cubriendo con ello  las necesidades básicas y elementales que exigía la supervivencia. Entre su manufactura aparecen los primeros arpones y anzuelos. Actualmente son elaborados con materiales que resisten bien la corrosión del agua, tales son acero inoxidable o hierro galvanizado.



El anzuelo más antiguo de Europa.
Fue descubierto en Alemania, elaborado con hueso 
de mamut. Su antigüedad data de 19000 años.


            -Cale o línea. Arte de pesca usada desde la lancha para pescar. Durante mucho tiempo se utilizó el socale (la parte más fina del hilo de la cacea del bonito) o bien con rendal, que es una suerte de alambre muy fina. Normalmente se elabora con tres anzuelos y un peso o plomada.

               La "pesca a línea", es aquel aparejo compuesto por una madre o cabo principal que se sostiene a mano y del que salen unos cabos secundarios, donde se arranchan los anzuelos. En el extremo final, se sujeta un peso (actualmente plomo). La longitud de este arte depende del tipo de pesca que se realice y  a la especie a la que va destinada.


Sistemas de recogida de líneas o cales.
En lancha, habitual la opción e.

               En algunas ocasiones en la mar aparecen colaboradores inesperados, que aportan más que los propios aparejos. Tal lo recuerda Luis Servando Peláez: "Estábamos Ito el Lechugo y yo pescando  a línea a la altura de Llumeres y al lado de la lancha apareció una foca, que llevaba en la boca un rodaballo tremendo". Describiendo el tamaño del mismo con expresión inequívoca: " Parecía que  tenía una pamela por la cabeza, de tan grande como era ". Era el momento de aplicar la experiencia y picardía : "Ito cogió un cacho de sardina de la carnada y se la tiró, la foca soltó su presa y fue a por nuestro cebo." El éxito fue mayúsculo: "Cambiamos un cacho se sardina por un rodaballo cojonudo."


Rodaballo. Objeto de trueque entre la foca gris 
y el tándem, Luis e Ito.

                El rodaballo ( Psetta maxima), es  seguramente uno de los peces más atractivos desde el punto de vista gastronómico. Su contorno es circular y de bastante grosor. Es el rey de los peces planos y muy escaso en nuestras aguas.


Luis Servando Peláez, sujeta una cale . Pese 
a la escasa calidad de la imagen, se aprecia al menos 
un anzuelo y el peso al final de aquella.


             -Chinchar. Arte de pesca similar a la cale, pero que se complementa con una bolla de referencia y recuperación. Su uso pasa por dejarla en un sitio especifico, hasta que se levante la misma. Habitual  para  la pesca de especies como el congrio.


Chinchar.


              -Palangre.: aparejo en el que los anzuelos penden de una línea principal o “madre” a distancias regulares, por medio de unos hilos más cortos y finos denominados pipios o brazoladas. Existen distintos tipos de palangre según a que especies van dirigidos.  La "madre" se une a un cabo vertical que en una de sus cabezas hay una piedra para fondearlo y por la otra una boya. Será esta última la que señalice la posición del palangre.


Fuente: Alberto Álvarez Peña. Palangre pequeño.

            Este es un arte en el que es necesario (normalmente) para largarlo una lancha o embarcación. Hay que hacerlo por la popa, siempre a favor de marcha o corriente, para evitar el enredo del mismo. A la hora de su recogida se desenganchan las capturas manualmente y escrupulosamente se coloca el palangre en perfecto orden en cajas (antiguamente en paxas/cestas) , adaptadas a ello.


Cajas para el palangre.


Fuente: Toño Cuervo. Antigua paxa
para recoger el palangre

            Dependiendo la especie a la que se orienta , se modifica la altura del mismo y la carnada usada. Así para el congrio será palangre de fondo y para la lubina la "madre" estará a ras de agua .

             Siempre fueron muy apreciados algunos tipos de crustáceos como uso para cebo. Tal fue el caso del patexo (Polibius henslowii), que son muy abundantes en alta mar y sin ningún valor comercial. El procedimiento para su encarne en el anzuelo, es clavarle este por alguna de sus patas o por el abdomen. Por lo que los pescadores más avezados prefieren a las hembras debido a la hechura de su dorso, mucho más ancho. Otras alternativas pasan por usar como cebo les sapes (Pachygrapsus mormoratus) y las esguilas o quisquillas. Estas últimas, casi preferibles para la venta o consumo, dado su precio y dificultad de captura.


Patexo. Tentación para las lubinas.


            Haremos un recordatorio del palangre de pedreo denominado rapeta. Tratándose este de un pequeño arte compuesto por unos treinta anzuelos, que se podía echar sin necesidad de embarcación alguna. Para ello se aprovechaba la bajamar, recogiéndose a las doce horas. Esta técnica era alterada intencionadamente , tal y como recordamos, por algunos pesquines. Así fue el caso de Falín de los Pulpos, que poco le importaba el estado de la marea.

            El protocolo para su colocación se sustenta en una buena fijación. Para ello y dependiendo del sustrato del suelo, se clavaban dos estacas o por el contrario se fijaba a algún petón (piedra.).

            

            -Caceamodalidad en la que un aparejo formado por uno o varios anzuelos con cebo o en su defecto con un señuelo artificial. Siempre arrastrado por una embarcación a la velocidad adecuada, para la captura a la que se destina. Se dedica a especies pelágicas y depredadoras, tal es el caso en nuestras aguas de la caballa o xarda. Aunque la más representativa sea la cacea de bonito.


Esquema de embarcación para la cacea del bonito.
La diferencia para otras especies está en la
cantidad y número de líneas empleadas.


                Uno de los hándicap más molestos para el usuario de este arte de pesca, es cuando los pexes "maman". Recurrimos a la experiencia de Manolo Robés, quien lo explicita del modo que sigue: "Algunes veces ibes a cacear a la xarda (caballa) y veíes una mancha grande moviéndose  por encima del agua, como si el agua ferviese (hirviera). Eren cientos de xardes que estaben boqueando, comiendo por la superficie. Esto se llamaba mamar." Aclarando cualquier duda al respecto: "Entonces estabes jodido, no miraben p'al anzuelo y la carnada."    
            
                Respecto a los cebos, respetamos integra la declaración del anterior dicente, pues no necesita ni aclaración, ni añadido alguno: "Antes para ir a cacear llevabes cangrejos, esguiles, algún pescao duro y con eso pescabes. Había tantos pexes, que ibes a la xarda y traíes de todo. Los tiempos cambiaron tanto que ahora los cebos son artificiales. Son mejores que los de verdad. Si apetez comelos a uno mismo de la buena pinta que tienen. Pero los pexes escasean."


Xardes pescadas con señuelo
en la cacea.

                

            - La garabexa. Útil de construcción casera destinado a la captura desde la lancha de xibies (sepias) y pulpos. Inicialmente se trataba básicamente de un lámparo (ver capítulo 11), aquel instrumento inspirado en una fregona o viceversa. En este caso, se sustituyen las tiras largas de red, por anzuelos grandes (casi siempre de bonito) aparejados a varios trozos de nylon. En una acertada evolución se fijaron aquellos a la base del brazo. El objetivo no era otro que subir a bordo ferrando (cogiendo) por  aquellos al botín  visionado, normalmente a través del espejo.



Prototipo inicial de garabexa.

Evolución de la original garabexa.
Es una especie de gaxarte con más
anzuelos, sujetos por una corona de plomo
y brazo más largo.

                                                
Fuente: Luis Servando Peláez.
Actual garabexa, Hecha de metal.


                -La potera: Es un aparejo de línea vertical, usado en Antromero desde lancha. Se destina especialmente a los calamares y chipirones. Está formado por una pieza de plomo que se forra con vistosos colores, para acentuar su atracción. En la parte inferior está cubierta por varios anzuelos, con los que se apresan los cefalópodos.




Variedad de poteras.
              

                Para su uso es necesario una vez largada la potera desde la embarcación y fijada la profundidad, levantar y bajar cada cierto tiempo ese señuelo. Esa movilidad va a ser determinante para despertar la curiosidad de la presa y que se "abrace" a aquel. Será el aumento del peso quien determine el momento de izar el calamar a bordo.

              Estos moluscos tienen una enfermiza curiosidad. Conocedores de la misma, algunos pescadores metían un punto luminoso al fondo para atraerlos (totalmente prohibido). Manolo Robés  recuerda uno de estos episodios: "Cuando íbamos a la zona del Musel, p'al calamar algunos de los barcos que estaban a la espera de entrar a puerto, metíen focos p'al agua."  Confirmando la sospecha: "Era para pescar calamares."


Calamar ferrao por la potera.

                En épocas pasadas, el aparejo se elaboraba con las crines (pelo) del lomo  y cola del caballo. El trabajo era minucioso  y exigente pues había que dotar de la necesaria resistencia y longitud al arte de pesca, mediante la unión y empalmes de la frágil materia prima usada. Este arte de pesca se llama "sedeña".

                En ambientes marineros, esta modalidad de pesca estaba considerada como de segunda clase. Más propia de veteranos y jubilados, que marineros en activo.



Jubilao con el arte de la potera.




                Las artes de red.  Una vez visionadas con anterioridad  las típicas artes de pedreo,  comunes a las de embarcaciones (nasas, terrafas) y dentro de la gran variedad de este tipo de modalidad de pesca, por razones de uso,  destacaremos al trasmallo.

                -El trasmallo. Se trata de una red fija o estática elaborada por tres paños superpuestos. La luz de las mallas exteriores es de 40cm., mientras que la de la interna es de 6cm. El objetivo era embolsar  a la pieza y así inutilizar sus intenciones de escapar. Su eficacia está más que demostrada y siempre fue muy estimada por nuestras embarcaciones. Manolo Robés dicta sentencia al respecto: "Pa pescar no había nada mejor que el trasmallo." Aunque aclara algún inconveniente: "Lo jodido era cuando te pasaba por él algún pexe grande, que te lo abrasaba." El protocolo para su uso lo deja claro nuestro vecino: "Había que largarlo de picos para afuera ( no dentro de playa o pedreo) y siempre al atardecer, quedando toda la noche". Respecto a las capturas, evidencia con sus palabras, la abundancia de entonces: "En el trasmallo venía de todo y en cantidad: xulies, cabres, mandiates, tiñosos, salmonetes...". José Adela dicta sentencia: "Les redes están acabando con los pexes."


            Las embarcaciones apropiadas fueron botes y pequeñas motoras, por su mejor maniobrabilidad en las zonas rocosas y de no mucha profundidad, donde se largaba el trasmallo.

            Actualmente es de uso profesional y está perfectamente regulado por la administración. Aunque la aparición de otro tipo de redes ha condicionado su uso, siendo este casi residual.


Sección de un trasmallo y  su forma de captura.



               

    Las especies más comunes desde la lancha.



                                        

"De plata y lluvia

transcurre la to alcordanza..."

Ana Rosa Fernández.



                

             En esta modesta tarea que iniciamos, haremos reseña tan solo de las especies más comunes capturadas desde nuestres lanches . Pretender extender la información, sería poco aconsejable y un reto innecesario a vuestra paciencia. 

               La cabra (Serranus cabrilla.) .  Pez pelágico que se suele pescar desde la lancha. Depredador voraz de fuertes fauces. Posee vivos colores y su cuerpo tiene nueve franjas transversales de colores rojizos o parduzcos y tres longitudinales mas delgadas y amarillentas. Esta vistosidad lo hace muy distinguible en nuestras aguas. Vive en profundidades máximas de 50 metros, aunque en los meses veraniegos se pueden capturar algún ejemplar joven en los pedreos. En su parte anterior tiene unos poderosos radios espinosos, de los que pueden dar cuenta los pescadores cuando lo desfierran del anzuelo. Muy sabroso y con mucha espina. Buen acompañante para generar sabor a guisos de pescado, como caldereta. La llamada cabralocha, es el mismo tipo de pez, pero más grande.


Cabra. Abundante en nuestras aguas.
           

            Son  solitarios y territoriales. Maduran a la vez sus óvulos y espermatozoides, pudiendo por tanto llegar a autofecundarse, si no encuentran pareja durante el periodo de reproducción (entre mayo y julio). Su alimentación se basa en pequeños peces, crustáceos y moluscos, aunque no le hacen ascos a nada para saciar su fame.

                Como curiosidad añadida, exponemos la opinión algunos investigadores admiten que su nombre deriva por la costumbre de este pez de saltar sobre el agua (Barriuso, 1986). Incluso pudiera ser de los pequeños apéndices cutáneos que sobresalen de su cabeza, similar a pequeños cuernos (A. Suarez, 1883).

            Respecto a su captura, Luis Servando lo deja muy claro: "Cuando sales a calar en lancha, la única garantía de coger algo son les cabres."

             La mandiata,  farragueta, botona, maragota. (Labrus bergylta). Es un pez de aspecto robusto que en muchas ocasiones puede alcanzar tamaños de hasta medio metro. Boca pequeña y cabeza grande. Tiene aletas con radios espinosos dispuestos a lo largo y ancho de su cuerpo. Su color es variable y depende de su edad: los más jóvenes suelen ser verdes esmeralda y los adultos rosados, moteados, rojizos o anaranjados.

          El ilustre Plinio,  en su impresionante obra "Historia Natural" (siglo I d. C.) lo denominaba "mandius blendius". Una traducción libre podría ser,  potro brillante. En aquella época era muy habitual vincular a los animales marinos a los terrestres. Acompañado siempre de un adjetivo para subrayar alguna característica de aquel. Así lo pudimos corroborar anteriormente con la lubina ("Lupus lanatus").

            Respecto a su denominación popular tiene una importante variedad de acepciones. En muchos puntos geográficos de nuestra comunidad se distinguen con nombre diferente, en función de sus vistosos colores. En Antromero, genéricamente se usa la  acepción, mandiata. Demostración esta del carácter resolutivo de nuestros vecinos. 

        Su pesca fue recurso socorrido de los pesquines en los años de la fame, dada su cantidad y facilidad de captura, tal lo recuerda Luis Servando:" Antes con un palo de escoba llenabes una paxa de mandiates." 

       A diferencia de otras especies marinas, no hay puestas para su captura y pesca. Son de comportamiento timorato y desconfían de agrupamientos. Luis Servando nos ofrece otra enseñanza, dictada desde la autoridad de su profundo conocimiento: "Para la mandiata no hay puestas. Hay que calar y probar. Esperas unos minutos y si no sientes nada, toca levantar y buscar nuevo sitio." 

            Respecto a su conocida voracidad, José Adela la resume en cinco palabras inequívocas: "La mandiata ye muy llambiona.". Pero en caso de poder escoger, se decantan más por algún tipo de cebo, tal lo expresa Luis Servando:" Para la mandiata, nada como la xorra de la Isla."



Fuente: P. Lameiro. Variedad de colores
en estos ejemplares de mandiatas.




                Xarda o caballa. (Scomber scombrus). Se trata de un pez gregario, que vive en agrupaciones o cardúmenes. Migratorio, en la primavera regresa a las aguas cálidas. En el invierno se refugian en grandes profundidades marinas de casi 200 metros. Una vez pasado el periodo de hibernación se agrupa en grandes bancos y suben a la superficie.
                
                    Tiene un cuerpo alargado y delgado. El color es azul oscuro y panza blanca. En su dorso de color verdoso tienen bandas negras que llegan hasta la mitad de su costado. Miden en su estado adulto hasta los 45 centímetros y pueden llegar hasta los 4 kg. 
                
                Su veda se abre en primavera, que es cuando se acercan a la costa. Emilio el Lechugo recuerda :"Si les xardes entren a comer a la cacea , llenes el bote, pero como estén boqueando por la superficie, estas perdiendo el tiempo al lao de elles."


Buena captura de xardes.



                Los panchos.(Pagellus bogarevo). Se trata del  besugo en su estado joven. Puede llegar a vivir 15 años. Nace macho , convirtiéndose con el paso del tiempo en hembra. Tiene un cuerpo oval y comprimido, cubierto por grandes escamas de color gris-rojizo.
            
            El pancho, a partir de los diez o doce centímetros desarrolla una mancha negra que se va haciendo más visible a medida que se hace adulto. Este detalle fue un verdadero rompedero de cabeza para muchos investigadores, pues creyeron hasta bien entrado el siglo XVIII que eran dos especies diferentes (besugo y pancho) .

                En Luanco antiguamente, el pancho que se pescaba en lancha se repartía a partes iguales entre la tripulación. Siempre se reservaba una porción de aquella pesca para ofrecerla a les muyeres que vendían por la calle el pescado. Era un pescado muy apreciado por las fabricas conserveras, quienes lo preparaban en escabeche, para la venta en Castilla.
            
                Hasta la década de los 60 del siglo pasado fue una pesca habitual y abundante en estas aguas. Se agrupaban en grandes colonias, que facilitaba su captura. Tal lo rememora Manolo Robés: "En la playa de San Pedro pescabes los que queríes. No había falta de puestes, al calar casi siempre acertabes. Los panchos eren una apuesta segura." Sentenciando el estado actual: "Desde hace cuarenta años o más, ya no se pescaron más. Desparecieron como otros tantos pexes. Algo estamos haciendo mal." Sus palabras suenan apocalípticas, pero con toda seguridad acertadas. 


Pancho. Ya se le aprecia la mancha negra en el lateral.


                Sepias o xibias. (Sepia officinalis).  Los cefalópodos son una de las especies más interesantes y desconocidas para la investigación. En los últimos años se están descubriendo cosas en torno a estos, impensables hace poco tiempo. 
                
                  La xibia tiene ocho brazos y dos tentáculos retráctiles que usan para capturar sus presas. Son carnívoras. Tienen tres corazones y su sangre es azul.  Desovan en aguas poco profundas y las hembras mueren al final de ese ciclo. Es una gran maestra del camuflaje y para ello tiene tres células llamadas cromatóforos,  quienes activan su pigmentación. Pueden llegar a  cambian su color en dos segundos. 

                En su fase de apareamiento los grandes machos custodian a las hembras con las que se van procrear. Esto impide a los pequeños machos reproducirse. Para evitarlo, hacen gala de una inteligencia natural muy desarrollada, pues imitan los colores y los movimientos de la hembra. Engañan al macho alfa, fecundan a la hembra custodiada y huyen. 
    
                Estos animales  flotan gracias al  uso del jibión, una concha interna compuesta de carbonato de calcio y por ello muy porosa. Regulando el paso de gas y líquidos a esta especie de hueso, modifica su nivel de flotabilidad, permitiéndole la posibilidad de nadar a diferentes profundidades, sin mayor esfuerzo.

                Para su captura desde la lancha (es el motivo de la xibia  en este apartado), se usa la garabexa.   Ya tratada con anterioridad en el presente capítulo.

               En la década de los sesenta fue objeto de deseo por los pesquines. Tal lo rememora Luis Servando: "En aquellos años, fue la época dorada de las merluceras (embarcaciones que iban a la pesca de la merluza), se pagaba a 25 pesetas la xibia. Era para hacer carnada y cebo". Distinguiendo la importancia en la captura de macho o hembra: "Si la que descubrías por el espejo era hembra, hacías el día. Pues estaba garantizada la presencia de varios machos por el entorno."


Xibias.


                Calamares. ( Loligo vulgaris). Ha sido una de las capturas más recurrentes y preferidas de nuestras lanchas en el periodo estival. Se trata de un animal carnívoro y de gran voracidad. Sus armas son su rapidez y sus poderosos tentáculos junto a  un duro y afiladísimo diente con el que tritura a sus presas. En caso que no hubiera alimento practica sin ningún rubor el canibalismo, comiendo a sus semejantes.

            Tiene ocho brazos y dos tentáculos, cubiertos de ventosas. Si alguna de estas ventosas se pierde, no la pueden regenerar. Tienen un corazón principal y dos branquiales o auxiliares que usan en caso de ausencia de aire. Su sistema nervioso es uno de los más complejos del reino animal. Llama poderosamente la atención su gran capacidad para el camuflaje, facilitado por los cromatóforos que cubren su piel. Estos son células de color que reflejan la luz.

            El gran argumento defensivo que tiene es el empleo de su bolsa de tinta. En caso de sentirse agredido expulsa este pigmento a través de una especie de tubo llamado sifón, y con ello genera la confusión necesaria para poder huir.
         
            Su crecimiento es muy acelerado y constituyen grandes colonias. La esperanza de vida no supera el año, con excepción de los grandes calamares gigantes  (Kraken) que pueden llegar a los cinco años. Al igual que sus parientes, las xibias, las hembras mueren una vez que desovan.

                Respecto a su pesca, así opina manolo Robés: "El ir a los calamares nunca me gustó mucho. El tar fondiao hores y levantando y bajando la potera, p'al que lo quiera."


Calamares de potera.


         

Fuente: Alberto Álvarez Peña. Temporada de los pexes.

 


Breve reseña histórica de los orígenes de nuestra pesca "menuda".

 


"...que las olas embisten

maltratan

abrazan...

así nuestros recuerdos son

islas de luz en el mar

del olvido." 

Jorge Beltrán. 

 

 

            Hace más de 2000 años que  el romano Estrabón se sorprendía del uso que  daban a los curtidos y pieles de  animales nuestros antepasados para  la construcción de pequeñas barcas u objetos flotantes. Con ellos podían separarse de los limites de la costa y tratar de conseguir en esta arriesgada maniobra una mejor pesca: “utilizaban (los pescadores) las pieles de animales que junto a toscas maderas convertían en una especie de lancha flotante, que les permitía alejarse de la costa y así poder pescar”. También especificaba en sus documentos, que utilizaban especie de embarcaciones hechas con el tronco hueco de un árbol, con los mismos fines. Trescientos años mas tarde corroboraría este testimonio el ilustre Ptolomeo.

             Esta debió de ser  practica bastante  habitual tal y como nos lo narraron  los entonces cronistas de aquella época.  Evaristo Escalera lo reitera en su magnifica obra “Crónica del Principado de Asturias” (1865).  Matizando como eran las labores de pesca de bajura en este litoral, previo al periodo de la romanización: ”Los que moraban en las  costas, dedicábanse, sin que les infundiese temor el medroso océano, al ejercicio de la pesca, y en frágiles barquichuelas, forradas en cuero, se lanzaban con frecuencia por aquellas peligrosas costa abundantes en toda clase de sabrosos peces”.

            La  sangrienta invasión ejecutada por las legiones romanas en nuestras tierras, aportará como desigual compensación a las labores marinas, una sustancial mejora de medios y  técnicas para poder faenar con ciertas garantías en las proximidades de la costa. Así fue la construcción de las pequeñas  embarcaciones de madera. Basadas  en la gran experiencia adquirida por aquellos conquistadores en  las aguas del Mediterráneo.

            Los posteriores siglos se desarrollaran en esa misma dinámica, con la captura de especies pelágicas, de pesca fácil y siempre próxima al litoral. Y es a partir del siglo XIII, cuando se tiene constancia de la actividad  que en algún modo revolucionó las labores pesqueras hechas hasta entonces, la caza de la ballena ( ver capítulo 1). La captura de este poderoso cetáceo, va a modificar  brutalmente la forma de vida, usos y costumbres de los habitantes  de nuestro pueblo, Antromero.

            Indicios y hallazgos que han llegado hasta nuestros días  confirman que los contactos de los pobladores de las costas con estos grandes cetáceos es  más tardío (seguramente por varamiento, dados los limitados recursos  de la época). Tal es el colmillo de cachalote encontrado en la cueva de Las Caldas, que se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico de Asturias. Correspondiente este al periodo Solutrense (hace más de 30.000 años) y en el que está grabado el perfil de un bisonte y en su dorso la figura de un cetáceo. Perforado en uno de sus extremos, presumiblemente para ser usado como adorno o colgante.


Colmillo de cachalote. A la izquierda, la talla
de un bisonte y a la derecha. un cetáceo.

            El desigual enfrentamiento entre el hombre y la bestia  en mar lontana es compensado con altas dosis de valor y gallardía (testiculina en términos castizos). Tal y como nos lo refleja el popular  dicho: “detrás de los arpones, brazos, ojos y cojones” . También  recordamos  aquel que valoraba a quienes se manejaban con solvencia en la difícil suerte de su uso, y entre los que  que figuraban nuestros antepasados: ”el mejor arponero, de   Antromero”.

            Estos antecedentes expuestos, son el origen de otros tipos de embarcaciones que han jalonado la historia de  nuestra navegación menor,  como chalupas, chalanas, trainerillas, botes, motoras, etc.  Con ellas  se da continuidad a una actividad característica en nuestro pueblo, la pesca artesanal. Condicionada siempre por fechas, desapariciones paulatinas o abruptas de especies, modificación de costumbres de otras. Tal es el misterio de la mar. 

            Tan solo recordar la  irrupción (para ilustrar lo anteriormente expuesto),  a finales del  siglo XIX y principios del siglo XX de una especie semidesconocida en nuestras aguas, como fue la  palometa o japuta. Convirtiéndose hasta la década de los 50 en un elemento fijo de las campañas o  costeras desarrolladas en las playas ( caladeros de fondo arenoso de gran extensión y que facilita el uso de artes de arrastre, sin que sufran deterioro alguno), una vez acabada la del bonito. En cambio, no se sabe bien las razones por las que hoy ha desaparecido prácticamente en nuestras aguas. Son estos cambios cíclicos, los que han obligado a modificar  usos y costumbres de la pesca  a lo largo de su historia.

            Así la sabiduría popular lo refleja en citas, dichos y refranes, describiendo y recordando los momentos propicios y su reflejo en el calendario  para faenar y consumir determinadas especies:

            “El bonito de Virgen  a Virgen”, es cuando se estima que estos túnidos están en plena sazón. Entre la Virgen del Carmen y la Virgen de Begoña.

            “Per San Xuan, la sardina pinga el pan”. Es cuando está en su momento más álgido, con toda su grasa tan característica,  resalzando su sabor.

            “Per Santa Olaya ( 10 de diciembre) bigaros n´playa”. No es necesaria más explicación.

        “La costera de besugo y merluza desde San Andrés (30 de noviembre) hasta el quince de Cuaresma”. ¡¡Que tiempos!! ¿dónde estarán los besugos en la actualidad?.

            Tampoco debemos olvidar la importancia histórica que tuvo en nuestra parroquia siglos atrás de un  salinero,  para la fabricación de sal de origen marino. Tal y como nos lo confirma  el topónimo Salinas/es y el valor añadido  que aportó a  la pesca, para la conservación de los excedentes de la misma (ver capítulo 1.)

            En lo referente al método seguido para su fabricación, todo  indica que dadas las características de nuestro clima, húmedo y poco soleado, no se utilizó el sistema de evaporación (calentado el agua marina  por el sol),  mas propio de otras latitudes mucho más calurosas. En cambio, todo apunta que fue por  el calentamiento de agua en grandes depósitos, como lo hacían los colonizadores romanos en sus termas. El  historiador y geógrafo Estrabón, tal y como expusimos, se sorprendía del extraño color de la sal de esta zona: “sus piedras de sal son rojizas..., después de machacadas se vuelven blancas”. Es una evidencia histórica que  su producción  favoreció el desarrollo de una de las actividades económicas y de supervivencia más importantes que desde siempre hubo  en este entorno,  la pesca.

          Pero si de pesca tenemos que hablar, tradicionalmente se  han distinguido dos tipos, denominadas mayor y menuda. La mayor, es aquella que se hace desde embarcación que sale a la mar durante un período de tiempo denominado costera. En cambio  la menuda, es la que se realiza con redes, anzuelos y nasas. Sus capturas se basan en marisco y peces de roca y arena. 

        Esta última , poco se distingue de la realizada a principios de siglo, con la salvedad de la materia prima de los materiales para la elaboración de las artes de pesca. Hoy son confeccionados con  compuestos  sintéticos  que aparecieron tras la Segunda Guerra Mundial (en nuestra zona hasta entrados los años 60). Eliminando paulatinamente a los arcaicos  aparejos de pesca de entonces, que eran fabricados con elementos naturales (cáñamo, pita, algodón,...) de difícil y exigente conservación.


Álvaro Artime, con la mítica motora "Dardo".
Uno de los referentes de nuestra pesca menuda.
La magnífica ilustración, obra de su hija, 
Mari Artime López.

             Con la aparición de los derivados del petróleo se pone punto y final a estos componentes usados durante siglos. Representando una verdadera revolución para los sacrificados marineros. Empiezan un novedoso ciclo, pues comienzan a trabajar con materiales más ligeros, menos pesados. Y con ellos la posibilidad de dar mayores dimensiones a las redes y otras artes de pesca, multiplicando los rendimientos.  Sin embargo, también hubo voces discrepantes de esta evolución en aquellos marineros que trataban de preservar costumbres y tradiciones.  Considerando los críticos que estas innovaciones provocarían la destrucción de las reservas marinas, al ser una pesca más  agresiva y poco selectiva. Transcurrido el tiempo necesario para emitir un juicio de valor objetivo, creemos certeras aquellas desavenencias con las vanguardias aplicadas.

            Es de justicia, el observar el grave inconveniente de la capacidad contaminante de estos componentes plásticos y  su difícil degradación. Para desgracia de determinadas especies y medio marino.

           El desarrollo técnico ha ido desmoronando poco a poco los conocimientos y experiencia transmitidos durante siglos de padres a hijos. La irrupción de sistemas y medios de alta tecnología al servicio de las actividades pesqueras: cartas térmicas, GPS, sondas, sonar de red, ordenadores, satélites informantes de todo lo informable, han relegado a un segundo plano la  memoria y sapiencia colectiva.  Y con ello todas las generaciones de sabios curtidos en la mar. 

        

            Hoy en día y atendiendo al tipo de embarcación desde la que se realiza la pesca se distinguen la pesca artesanal, costera, de altura y gran altura. En lo que a nosotros respecta haremos especial incidencia en la artesanal, que fue la única que se desarrolló con cierta continuidad en nuestro pueblo.

 

 

 

 

 La pesca artesanal

 

 

 

"A veces, sabe el mar a desconsuelo,

a desesperanzas nostalgias,

certidumbre de no poder dejarlo."

 

Rafael Alberti.

 

 

            Según la definición de Joaquín Ocampo, “la pesca artesanal comprende la actividad pesquera anterior a la introducción de las embarcaciones propulsadas a vapor (vaporas) o por motores de combustión interna o explosión (motoras o motopesqueros)”. Es evidente que en Antromero, por la infraestructura y logística  no hubo lugar a distinción entre esta pesca y la industrial. La carencia de puerto donde guarecer embarcaciones de mayor calado, junto la aparición en los años veinte del siglo pasado de los primeros vapores (aquellos barcos de fumo) y con ellos el mayor rendimiento de la pesca, ampliando el radio de acción y garantizando mayores capturas, fueron los detonantes definitivos para  el éxodo de nuestros pescadores hacia Candás y Luanco. Muy apreciados por sus dotes, experiencia  y sapiencia en el manejo de las artes marineras.        

            Será en las primeras décadas del siglo XX cuando aquellos antepasados se enrolaron en las pujantes embarcaciones de nuestros vecinos. Estas contrataciones podían ser bien a tiempo parcial (para trabajar en les costeres) o por el contrario por tiempo indefinido. Tal nos lo recuerda Manolo Robés: “Mi padre estuvo enrolao en lanches de Candás. Eran abiertas, sin cubierta alguna, como las de Lolo el Nin, Manolo Candás, Herminio Pepón”. En estas  declaraciones nos aclara a que se dedicaban: “salían al manxiu (bocarte) y a la Higüera a la sardina, también al lenguado y al chicharrín”. Este testimonio  nos recuerda tiempos de remos, velas; redes; anzuelos; brasas y volutas de humo del tabaco negro de cuarterón , colgado entre los labios en la espera. 


Manuel García Menéndez, Robés (padre).Nacido en 1878.

             En el desarrollo de esta actividad,  Avelino el Civil  nos precisa como se pescaba la sardina, como se iba a galdiar:“en la Higüera en Candás, se pescaban enguadando con la raba de merluza y el salvao para cegar y poder largar el aparejo”. Luis Servando añade que debido a la cantidad a usar de rabas, también se aprovechaban las de otra especie: "La rabada eran huevadas de bacalao. Estas se importaban de Noruega o Islandia y lo hacían en barriles". Explicitando un argumento demoledor: "Era tal la cantidad de bacalao que se pescaba, que estas rabas se aprovechaban por los pesqueros del día y eran ellos los encargados de almacenarlas para su exportación. En cambio, el uso de las de la merluza eran más limitadas, pues era un pescado menos abundante  en nuestras aguas."

            Se manifiesta en estas declaraciones el saber popular tan respetado en este oficio, tal nos lo refrenda el dicho “en fondos claros, pexes raros”, esto es, con el agua clara es poco provechosa la pesca.

             También   nos resalta  Avelino, en su testimonio  el buen ambiente de camaradería y corporativismo gremial que desde siempre hubo entre la gente marinera. Fue tal que incluso en las malas artes practicadas, siempre se buscaba el lado positivo y socarrón, tal fue en Candás el cantar:

 

"La Higüera se secó,

la sardina va de pa fuera

porque el barco del “Callao”

tiró piedras en la Higüera”

 

            Fruto de esa familiaridad marinera, no había nadie que se escapase del perspicaz y ácido sentido del humor de los muelles. Transformando en apodos o motes tan simpáticos, como seguramente innecesarios, tal nos lo refresca Avelino: “Cantarilla, Charrán, Saco, Cucho,...., entre cientos de ellos, se los ponían a todo el mundo, y a bordo más.”  Así lo refrenda el popular refrán, “ye la xente marinera, como la sardina de tierra”, denotando esa  mezcla de sencillez y accesibilidad de ese pez (bocado común y casi obligado en todos los domicilios costeros).


Avelino el Civil.

            Y en el caso de dirimir en las habituales y necesarias discusiones, nada mejor que esgrimir la coletilla, “como diría el difunto fulanito...”,  habiendo siendo el citado, persona lo suficientemente respetada, no habría lugar a mayores enfrentamientos. En este gremio, los ausentes se hacen respetar más que los vivos.

             Algo  común y característico entre estas xentes de la mar fue el orgullo exhibido de quienes ejercieron estas faenas duras y sacrificadas.  Así se expone en dichos populares en los que nos subrayan  esa condición genética y endogámica de la profesión (especialmente en la pesca de bajura). Pues este oficio se pasa inevitablemente de padres a hijos : “el fiu del marineru ye marineru, el fiu del llabrador seralu o non”. Y en otras ocasiones será la euforia, casi siempre provocada por la desproporción en el consumo etílico, quien manifieste a grito pelao y corálmente   (una sola voz es en este caso inapropiada y poco aconsejable), el orgullo de la profesión a través de la socorrida canción:


"No hay quién pueda,

no hay quién pueda

con la xente marinera,

marinera, pescadora.

No hay quién pueda

por ahora."

  

            Será  con  el albor de los años 50 del siglo pasado y  la aparición  de las grandes empresas que se instalaron en nuestro entorno, la conformación  del punto de inflexión necesario para provocar  la rotura  irremediable con aquel hilo conductor hereditario. Ese  que durante siglos, marcaría vidas y destinos de nuestros antepasados.

 


 


 Un merecido homenaje.

 


"No hay mas orgullo más legendario

que sobrevivir en un medio que no es el tuyo".

John Irving.

 


              No hay nada más injusto que el olvido. El letargo de la memoria condiciona a los recuerdos. Las ausencias forman parte de los desapegos que impone el nuevo ritmo de nuestras vidas. Aunque nada, ni nadie impedirá la evocación de los nuestros.

          En mundo tan cruel y tirano cómo la mar, no faltan tragedias salpicadas de actos heroicos. Aunque el trabayo entre el salitre ya no es un oficio, es una vocación y los héroes son aquellos que todos los días faenan entre  sus aguas. Recordar es una obligación.

              El día 4 de diciembre de 2013, el pueblo de Luanco, a través de iniciativa municipal formalizó una exposición permanente en el  espaldón del viejo muelle, a través de diferentes paneles recordatorios. Fotografías que exhiben viejas profesiones de marinería, industria conservera y carpintería de ribera. Siendo sus mentores ideológicos los investigadores locales Toño Cuervo y Lucía Fandos.

             En la muestra figuran algunos vecinos, quienes han labrado parte de su futuro y los suyos en el agua salina, viejos patrones de pesca que han sido reconocidos por todo el sacrificio que representa un oficio de leyenda. Manolo Artime Capacho. Joaquín González, Cesar García y Primitivo Serrano Tivo, son el encabezamiento de nuestra lista local, esa que nos llena de satisfacción y orgullo.



Fuente: Rosa María Serrano. Primitivo Serrano.


Fuente: Rosa María Serrano. Manolo Capacho.



Fuente: Rosa María Serrano. Cesar García.



Fuente: Rosa María Serrano. Joaquín González.



Fuente: Rosa María Serrano. Título acreditativo  de Patrón de Pesca expedido
a Primitivo Serrano. La oficialidad de un trabajo orgulloso e único.














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