Capítulo 7. Les escueles de entonces. Parte segunda y última.

 





Capítulo 7



Les escueles de entonces

 Parte segunda y última.




Los libros.

 

  

“Aquel podrá tener mayor número

de ideas; pero este lo tendrá mayor

de ideas buenas, y estas valen más que

aquellas. Por eso se dijo que hay burros

cargados de libros y letras” 

Jovellanos.




Se basaba todo en manuales y pequeñas enciclopedias, que dependiendo de la época histórica tomaban determinados sesgos en la enseñanza.


Al convulso siglo XIX, le seguirá un atroz siglo XX que no va mejorar la calidad de la educación de nuestro país, asignatura pendiente aun en nuestros días. Y no van a ser precisamente los libros los culpables de ello, sino la pésima o manipulada gestión de los estudios desde las administraciones competentes a tal efecto.


Retomando la historia de los manuales, podemos apreciar que se pueden distinguir en aquellas escueles de entonces,  básicamente  dos, las cartillas y los catones. Aunque debiéramos puntualizar que en las zonas rurales, la ausencia de libros era lo habitual hasta finales del siglo XIX. Estaba normalizado el uso del libro del maestro para todos, que pasaba de mano en mano entre los discípulos.


Las cartillas son pequeños cuadernos impresos con las letras del abecedario y contienen las más elementales normas par iniciarse en el rudimento de la lectura (deletreo) y escritura. En cambio, el Catón era un libro de conceptos mas amplios respecto  a las cartillas. Un manual compuesto por pequeñas frases para que el alumno se ejercitase en la abnegada labor de la lectura. El Catón , se publicó en el año 1922 por Saturnino Calleja (el de tienes más cuento, que Calleja).


Estos textos tendrán su mayor auge en los inicios de la década de los 40 del siglo pasado, apostando las entonces autoridades educativas franquistas por este método.  Manolo Llaranes, suma  información con otra referencia de aquellos textos, “ el libro Rayas que era para corregir faltas de ortografía.” Su autor fue Ángel Rodríguez Álvarez y era un método de enseñar la lectura a través de la escritura . Los  primeros ejemplares se editaron a principios del siglo XX.


Antes de la guerra civil y en plena Segunda República, se uso  un sistema novedoso que fue el método del silabeo, para iniciarse en la lectura. Se apoyaba en unas  ilustraciones con las que el alumno debía formar una sílaba. El objetivo final no era otro que conseguir la mínima confianza del esforzado párvulo para acometer  mayores retos.


En este periodo de principios del siglo pasado y en niveles educativos un poco más avanzados se podían distinguir entre otros, en nuestra zona de influencia, los siguientes libros y cartillas, según nos cita Marino Busto:

"Nociones de Aritmética" (1900)- Manuel Muñiz; "Religión y moral"(1901)- José María Flórez; "Geometría y Ortografía castellana"(1903) ; "Primer Manuscrito"(1905)- Palmau; "El Silabario"(1902); "Historia Sagrada"(1923)-Ezequiel Solana.


Sin duda, uno de los manuales de  mayor éxito en la enseñanza de posguerra fue la Enciclopedia Álvarez. Escrita por un maestro zamorano, Antonio Álvarez. Fue libro de texto obligado en la etapa de enseñanza primaria de ocho millones de niños españoles, de 1954 a 1966. Sus más de cien ediciones avalan ese enorme éxito docente que tuvo en su tiempo.  Se basa en pequeños resúmenes que facilitan la memorización de los textos a aprender. Un sinfín de dibujos y pequeñas historias que ensalzan figuras históricas y por supuesto la grandeza de España  y su Jefe de Estado, Francisco Franco, complementan los textos.

           

Contenido de la enciclopedia Álvarez.



Fruto de aquella iconografía y métodos, damos testimonio de uno de los múltiples ejercicios recogidos en aquellos textos, para sufrimiento y abnegación de los estudiantes:

 

           "Ejercicios. Escribe en tu cuaderno:

¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!, ¡Arriba España!.

            Preguntas: El Caudillo de España: Di algo de su biografía: ¿Qué ocurrió al estallar el Glorioso Alzamiento Nacional? ¿Porqué figura su retrato en la escuela?."


Y por supuesto la respuesta debería ajustarse a la retórica del momento. Así  lo hace a uno de aquellos interrogantes , Juan Navarro Higuera, inspector de Enseñanza Primaria, en sus "Lecciones amenas": “En la pared más importante de las escuelas, está junto al Crucifijo, el retrato de Franco. Esta fotografía se pone para que todos recordemos siempre quien es el Jefe del Estado. Franco es el que más manda en España. Todos debemos obedecerle y respetarle.”


Aula donde se aprecia los retratos de Franco y José Antonio y el crucifijo en el centro.
                                                          Iconografía propia de aquellos centros educativos.



Así se las gastaban aquellos funcionarios – inspectores, que velaban por la buena salud educativa de los pequeños escolines.


El propósito era aprovechar los libros de texto de obligado estudio para reafirmar los  dogmas del régimen  de “unidad de destino en lo universal” y los conceptos de raza, religión e imperio (principio y fin de su ideología). Adornados de una gran riqueza expresiva, barroca  y de adjetivos superlativos.


Recuperamos una joya literaria firmada   por Federico Torres y que glosa como nadie aquellas  prestaciones de España, aunque no sabemos si de aquellos españolitos , “España es la nación con más personalidad del mundo entero. Es por ello la Patria de los grandes caudillos, de los grandes navegantes, de los grandes artistas, de los grandes misioneros. Ser español es una honra que no puede igualarse”.


Aquel nacionalismo exacerbado se refleja en las siguientes citas recuperadas de libros de texto:

            “Catecismo Patriótico Español” de Menéndez Reigada (1939) :“España ha sido colocada providencialmente por Dios en el centro del mundo”.

            “Guirnaldas de la Historia” de Agustín Serrano de Haro (1948) :“todos los hombres del mundo querían vivir en España”.


La realidad era otra, para desgracia de todos. Una realidad gris y opaca que no atendía al surrealismo de aquellas forzadas y expresivas frases.


La adoración y servilismo que algunos de estos plumillas al vigía de la reserva espiritual de occidente, tomaba en ocasiones tintes ridículos. Descubramos juntos unas  líneas significativas sacadas de aquellos libros y que rubrica Serrano de Haro, “Franco, ese bien que fue gallo vigoroso y cabo furriel del gallinero...”. No hay desperdicio, es tal el esperpento del autor que no se sabe si ridiculiza o en cambio alaba la capacidad física, que no intelectual del caudillo.


No obstante,  debemos de señalar que todas aquellas enciclopedias y libros que durante tantos años usaron los estudiantes en aquella época, estaban sujetas en su edición a los programas y cuestionarios rigurosos impuestos por el gobierno central, quien disponía de estrictos censores para que nada se saliese de madre. Todo atado y bien atado. 


En palabras de  Rafael Valls, aquellos textos eran "vehículos de socialización del alumnado, esto es, de transmisión de valores sociales y de la normativa imperante en tal momento histórico, que fueron utilizados como un elemento importante de adoctrinamiento ideológico por parte del Estado". Añadiremos a la reflexión del Sr. Valls, que este procedimiento sigue en vigor. Los gobiernos no muestran rubor alguno en seguir manipulando la educación con fines partidistas.


La evidencia era que la retórica de sus textos , no se sometían  al tamiz del sentido común. Siempre reescribiendo la historia, su historia, que rozaba el ridículo. Observemos este párrafo de Agustín Serrano de Haro que no tiene desperdicio:  Aunque los árabes al venir a España eran simples y feroces guerreros del desierto, el contacto con los españoles, con las flores de nuestro suelo y las claras luces de nuestro sol, despertó en ellos ilusiones de arte y saber”. Así tenían que aprender nuestros estudiantes la historia, con un claro "rigor histórico".


La exacerbada lealtad al Régimen, se reflejaba en ir contra de todo lo extranjero, de lo todo aquello que hablase diferente al castellano. No había nada como España y lo español. Tomando nuevamente como referente al ínclito Menéndez Reigada, quien reitera allá por el año 1948 en su "Catecismo Patriótico Español" :“que idiomas como el francés o el inglés son lenguas tan gastadas que van camino de una disolución completa”. Es evidente que su capacidad de adivinación  dejaba  mucho que desear.


Este es el origen de una de las lacras arrastrada por la deficiente educación en nuestro país, el manifiesto desprecio que desde siempre se ha tenido a todo aquello que no estuviese vinculado a la grandiosa España y su historia. Despreciando  con  una obsesión enfermiza  a otras lenguas y culturas absolutamente necesarias.


Los libros de entonces estaban orientados a la enseñanza del catecismo, de la doctrina católica y de la historia sagrada. Ejes de la  educación de los nuevos españoles y de aquella nueva España, "que renacía con más brío que nunca de sus cenizas."


Libros usados durante décadas en nuestras escuelas. Foto de Rafael Castillejo.




                                                                      Los maestros/as.

                                                                                               

                                                                                                                                  

                                    ¿Qué me  sucede?-Nada

Me los he arruinado haciendo clases:

La mala luz, el sol,

la venenosa luna miserable.

Y todo para que,

para ganar un pan imperdonable. 

Nicanor Parra.

           

  

 



El oficio de maestro nacional fue  hasta bien entrado el siglo XX muy mal pagado, pese a ser considerado como un pilar básico del desarrollo de la sociedad. Será en el año 1901 cuando el Estado se va a hacer cargo por primera vez de los sueldos de los maestros. En 1910,  cobraban unas 1000 pesetas al año, una cantidad muy inferior a la de cualquier peón de construcción. Era tal la miseria, que se popularizó aquel dicho, “pasar mas fame que un maestro de escuela”. Y en muchas ocasiones el sueldo se quedaba en deuda, tal lo recoge el diario El Comercio , con fecha de 24 de octubre de 1891: " A los maestros del Ayuntamiento de Gijón se les adeuda nada menos que 4 mensualidades del escaso sueldo que perciben".


En algunas ocasiones y casi siempre en la zona rural, se  hacían por parte de los padres, pequeñas aportaciones en especies y dentro de los escasos recursos de entonces, que iban aliviar el estado de semi-necesidad de aquellos sufridos enseñantes. Aun así, durante muchos años, no hubo posibilidad de tener proceso educativo alguno, por la ausencia de enseñantes. En informe del cura encargado de la iglesia de Pervera, entregado al titular del Obispado de Oviedo, González Pisador,  con fecha de 12 de febrero de 1773, se manifiesta, " En la parroquia de Pervera no había ningún sacerdote, ni maestro , NI PERSONA QUE SUPIESE LEER NI ESCRIBIR".


Para ilustrar aquellas estrecheces de los enseñantes, recogemos  el testimonio de Madoz, quien en 1847, exponía en un lugar indefinido que bien pudiera ser cualquier punto de la geografía rural asturiana lo siguiente, “aquel maestro tenía una escuela para ambos sexos y daba instrucción a unos veinte niños,...recibiendo una insignificante porción de granos que le dan los padres de aquellos".


Normalmente, eran los maestros de primeres letres los que peor lo tenían desde el punto de vista económico, pues dependían de lo acordado previamente con los padres. El pago en muchas ocasiones se hacía en especies. Aprovechamos el siguiente documento recuperado por Ángel Mato, datado en  San Juan de Beleño (Ponga) en  el año 1852 para  testimoniar lo expuesto: “el contratu del maestru era de 480 reales... y además la propina de costumbre que ye un copín de maíz, una libra de mantega y dos pucheras de fabes, por cada vecino o casa que echa alumnos a la escuela dando lo mismo por tiempo entero que por medio tiempo”.


Para esclarecer lo anteriormente expuesto y por si fuera necesario, recurrimos al excepcional trabajo de Ramiro Papes, quien nos cede la siguiente tabla. En ella podemos analizar la situación vital de los sufridos maestros en nuestra zona de influencia . Corresponde la misma a la segunda mitad del siglo XIX: 




Rescatamos una valiosa joya  recuperada por Marino Busto, quien nos detalla la contratación en el siglo XVII de un maestro, "El día 5 de diciembre de 1605, ante el escribano de la villa candasina Juan Valdés, fueron conformes, concertados, convenidos e igualados, de la una parte Pedro de Hevia, vecino de la ciudad de Oviedo, como maestro de enseñar niños y de la otra varios vecinos de Candás."
La materia a cubrir por el maestro era "enseñar lo que es uso y costumbre, leer y escribir, Doctrina y ayudar a misa y crianza". Esto es, educación (al menos para aquella época).
 

El salario se acordó por parte de los vecinos "de el pago de dos reales de cada muchacho, que enseñare, mes corrido, mes pagado". Ante la poca concurrencia de niños y compensar aquel déficit se acuerda "darle anualmente doce ducados, pagaderos seis cada medio año". En el contrato se hace constar como prueba de la buena voluntad de los vecinos  a dar al maestro "una fanega de pan pisado". Exigiendo como contraprestación al maestro, "el tener propia la casa, vivir y hacer asiento en la villa y de comenzar a poner escuela , luego sin dilación alguna". 


En el archivo municipal carreñense, está registrada una interesante acta de contratación de un enseñante a finales del siglo XVII. Era tan acuciante la necesidad  de formación entre toda la población que en el año 1695, un desconocido interrumpió el pleno del Ayuntamiento para exponer que "Era natural de Oviedo y atendía al nombre de Santiago González de Cosso". Presentándose en ello,  con la intención de "ejercer en enseñanza a leer y escribir a niños, de lo cual hay mucha falta en la villa de Candás." Pidiendo por el pago de sus servicios, "alguna ayuda de costa". Aprovechando la oportunidad, el Alcalde le somete a unas "duras" pruebas de conocimiento de leer y escribir, maravillado por su solvencia, confirma que "Santiago de Cosso se sentara e fiziese escuela de niños de lleer y escribir en esta villa."


El contrato se firmó el 4 de octubre de 1695 por 150 reales de vellón al año, más tres ducados por ayuda de vivienda . Permitiéndole las autoridades locales, "a cobrar no más de un real al mes a los niños que aprendiesen a leer y si además era a escribir , dos reales."
                 

Recuperamos las condiciones de contratación de un maestro a principios del siglo XIX en la villa de Jovellanos. Comprobamos que el tiempo transcurre y las circunstancias y miserias permanecen. En el contrato de 1816 firmado por el maestro Juan Balladares con el Ayuntamiento de Gijón se acuerdan, entre otros, los siguientes términos: "Enseñar a leer y escribir correctamente. Los sábados de tarde dará una lección de la doctrina cristiana con arreglo al catecismo del Padre Astete. ". Nada sorprendente, siguiendo la tónica histórica en educación. Respecto a sus emolumentos , se cita , "Dotación de cincuenta reales de vellón por cada año y quince anegas de pan puestas en su casa". Especificando su prima de producción como sigue, "... un real de vellón cada alumno que supiera leer y dos reales por los que lo hicieran en escribir."


El catecismo del jesuita Astete, fue un texto de referencia educativa desde el siglo XIX.
    


En este siglo, lo  habitual hasta la reforma educativa de 1857, era que las escuelas y los maestros estuvieran sostenidos económicamente por los propios vecinos. Eran estos los encargados de buscar un docente (casi siempre sin título), junto toda la logística que exigía el momento, habilitando para ello un espacio, tendejón, caseta, iglesia... etc. Las condiciones siempre las mismas: Llevar cuentas, saber leer, escribir cartas, medir fincas, y todo lo relacionado con el pragmatismo de la época. Si tuviéramos que definir este tipo de escuelas, sin lugar a dudas, serían las escuelas vecinales.


Una de las mayores aspiraciones del maestro rural era ser el beneficiario de una casa-escuela. Tener vivienda garantizada era un plus envidiable. En nuestra parroquia se construye en Bocines en 1904. En la fecha de inauguración surge el primer inconveniente: no hay maestro.


La revista "Distrito Universitario" de 26 de Junio de 1904, denuncia aquella situación:  "Mostrarse conforme con la inspección que propone la separación del cargo del maestro de Bocines, por abandono de la enseñanza". La misma publicación, con fecha de 12 de Noviembre de 1904 refleja lo que sigue: "Que se forme pliego de cargos al maestro de Bocines, por abandono de la enseñanza". Según transmite Ramiro Papes, todo apunta a que las causas de tales ausencias, se deben a la disconformidad que tenía el enseñante, sobre la ubicación de la casa-escuela y que ya había manifestado ante las autoridades municipales.


La controvertida obra se inaugura el 1 de septiembre de 1905, con las autoridades municipales presentes. En oficio, la Junta Provincial de Instrucción Pública da el visto bueno al edificio. Con el compromiso de que la instalación se dedique exclusivamente a la enseñanza.


El maestro de la parroquia, D. Antonio Cuervo Viña no se presenta al acto, ni tan siquiera había trasladado los enseres, exteriorizando con ello su desavenencia. Los que unos desean, otros lo aborrecen, así es la compleja historia del ser humano.
            

También es justo el señalar, que las dificultades propias del oficio, se agravaban si el destino era una zona rural. A los problemas económicos y crematísticos se le añadía la falta de infraestructura mínima para acometer cualquier reto educativo. Así se testimonia en documento de 1889, correspondiente a la escuela de Bañugues : “Tanto el párroco como el maestro están conformes con los resultados de los exámenes a pesar de los muchos obstáculos con que se tropieza para dar la escuela. Son entre otros las pésimas condiciones del local de la escuela que, instalado en  el pórtico de la iglesia, no permite hacer buena distribución del menaje”.


En el concejo vecino de Carreño, durante el siglo XIX, las denuncias vecinales fueron constantes y sin excepción. Locales inadecuados, sin una sola pizarra, ni libros. Lugares inhóspitos e insalubres eran la constante habitual para consternación de maestro y pupilos. Como curiosidad  y así ilustrar lo anteriormente expuesto, recogemos la denuncia hecha ante el Ayuntamiento por parte de los vecinos del concejo con fecha de enero de 1904: "Se deben de trasladar las escuelas de las iglesias por lo que pudiera afectar a la salud de los niños al estar pegantes al cementerio. También porque se sigue la costumbre de depositar en dichos sitios los cadáveres durante los responsos o el funeral".


La agrupación de los alumnos, que con independencia de edades tenían cobertura en el mismo espacio físico, la misma aula, dificultaban su labor y representaba una terrible rémora en la calidad de la enseñanza. Además el absentismo de los niños/as, por generalmente tener que colaborar con las tareas propias del campo y de la casa, no facilitaba en absoluto su tarea. En esta dirección recogemos la declaración de Amparo Julián: Íbamos a la escuela cuando queríamos, pa aprender lo básico fui a la iglesia con Perfecta, después fui a Condres a la escuela nacional. Pero muy poco tiempo, porque antes de cumplir los 14 años ya me sacaron pa ir a vender a la plaza”  o las de Lucía les Moranes, que van en el mismo sentido: “Una vez que fice la primera comunión ya me sacaron de la escuela, porque había que trabayar en casa”. En esta dirección nos aporta Amapola Sirgo este testimonio: ”No asistíamos  casi nadie a clase de manera continuada,  allá por los años 50”.   


La regulación de la escolarización obligatoria en esta época estaba sujeta a la Ley Moyano de 1857, que era de 6 a 10 años. Será la Ley General de Educación de 1970 quien la ampliará hasta los 14 años. 


Si valoramos las características del alumnado, niños y jóvenes sin mas pretensión que escapar lo mas rápido posible de aquella que estimaban tortura. Sin  expectativa alguna de prolongar los estudios, la situación era manifiestamente compleja para los intereses de aquellos sufridos enseñantes.


En cambio,  aquellas personas a las que había que tratar de Ud., si podemos afirmar constituían uno de los pilares del Estado. Multiplicaban su influencia y poder en las áreas rurales, manifestándose como referente obligado de la moral y el orden. Reconozcamos que en la  constitución de la cosmogonía infantil estaban en la cúspide ( Maestro, médico, alcalde, abuelos...etc.)


Así, al maestro en muchas ocasiones para exhibir, a la vez que demostrar su poder, recurría al castigo físico como método infalible. Los golpes con la regla, tirones de patilla, collejazos, coscorrones, pellizcos..., son un pequeño muestrario de aquellos recursos desplegados por los Don  o Doñas del momento. Y que en muchas ocasiones se remataban al llegar a casa cuando, los padres preguntaban que había pasado. Tras la pertinente explicación, te llovían unos mandobles de golpes para rematar la faena que horas antes había empezado el maestro (porque los enseñantes siempre tenían razón). Amparo Julián, nos lo deja muy claro: “ Don Vicente daba muchos palos..., y a veces sin control”.


Fueron figuras  en las que se entremezclan, pasados tantos años, los elogios y alabanzas con el rencor y el odio que despertaron aquellos castigos tan severos y casi siempre físicos. Referentes y punto de atención para aquellos tiernos y revoltosos infantes, a los que se les recordaba aquello de :“Vas a saber lo que ye bueno, cuando vayas a la escuela y te meta el maestro en vereda”. Tal lo expresa  en su poema “Mis maestros”, José Agustín Goytisolo:

 

 

"Aquellos hombres

medicaban miedo.

Miedo convulso

en la lección diaria;

oscuro miedo..."

 

 


También objeto  de crueles críticas por su casi siempre escasa formación. Como lo recuerda el ripio  asturiano: “El maestro Ciruela, non sabe lleer y míralu ¡¡coño, pon escuela!!.


En otras ocasiones  y pese al halo de máxima autoridad moral del pueblo, eran objeto de chuscas bromas por parte del alumnado. Así lo refleja Benigna Anxelín:“Una vez a Don Vicente, que andaba muy estirado y tenía por costumbre de la que bajaba por la caleya ( camino) pasar la mano por encima del muro que había en la escuela. Los chavales aprovechándose de eso, pusieron una culebra encima, cogiéndola  con la mano”. Nuestra anterior dicente nos  describe la siguiente burla, esta vez en clase , “en otra ocasión le amarraron la bata que tenía para dar clase con alambre”. La respuesta ya podéis saber cual fue, y que  recuerda Lucia Les Moranes: “... tenía la mano muy ligera, daba muchos palos”.


Rescatamos para el recuerdo, una anécdota vivida en las escuelas de la Eria. En ella se demuestra la capacidad del alumnado para alterar el orden de las clases en su favor. Félix Hevia así lo detalla, "Alejandro, el maestro, dijo que iba a poner un examen para el día siguiente. Pero esa tarde teníamos un partido (de fútbol) en la playa. Nos pusimos de acuerdo todos y fuimos a cazar una gaviota. La metimos por el batiente de las ventanas". Es evidente que los resultados de aquella operación, superaron los objetivos iniciales, tal como lo testimonia el anterior dicente, "cuando llegamos a la escuela al día siguiente, había una catástrofe....el pájaro comió de todo, picó libros y libretas, cagó la mesa del maestro....Había plumes por todos los lados". Aunque lo peor estaba por llegar: "la odisea fue sacarla, se atrincheró en los baños y no había forma de sacarla". Después de tanto esfuerzo, la gaviota fue desalojada por agotamiento. Félix confirma el éxito de la arriesgada maniobra colectiva, "Pero no hubo examen ...y Alejandro aún se pregunta como pudo llegar la gaviota hasta allí."


  

La regla de madera, no siempre  fue usada con fines educativos.



Los apodos a los maestros eran frecuentes, tal y como aun sucede. Las meninges del alumnado se orientan hacía estos menesteres desde tiempos inmemorables. Nadie ni nada se escapa a sus  ocurrencias y cualquier detalle o defecto físico es alimentado y caricaturizado para mayor gloria de su autor y desgracia del sufridor. Quien llevará hasta el final de sus días el fruto de aquella pequeña ignominia.


La relación de los maestros nacionales que hubo en nuestro pueblo se relaciona del modo que sigue por orden cronológico, si bien es cierto que hay ausencias de nombres que de manera puntual cubrieron bajas de los titulares:

-Don Florentino García González, notificada su titularidad de la plaza en el diario La Voz de Asturias, con fecha de 11 de noviembre de 1934.

-Don Vicente, "Pocholo". Sus bajas laborales, motivadas por su frágil salud, eran cubiertas por D. Jovino, natural y vecino de Candás. Era partidario de los castigos corporales.

-Don Lorenzo. Buen maestro, apreciado por sus alumnos. Su mujer, Isabel, enseñaba a bordar en el domicilio asignado a su marido, en la parte superior de la escuela.

-Doña Ana. Rigurosa y recta. Continuó su docencia en Luanco, cuando se hizo la concentración escolar rural.

-Pitillo (usamos su apodo, pues nadie nos precisó su nombre), que fue junto a doña Ana los que inauguraron la escuela de la Ería tal lo refleja Paulino García Suarez. Quien además lo recuerda por haber aprendido un himno a los entonces escolares varones de Antromero, en el poco tiempo que estuvo impartiendo clase, “nos hacía cantar al entrar y salir en la escuela el himno "Prietas las filas"”.

-Don Heliodoro, "El Maestro Viejo".

-Don Manuel Riesgo Miranda. Enamorado de este pueblo. Quien solo ejerció como maestro durante el curso 1969/ 70 y antromerín de por vida. Propietario de una finca, a la que acude con frecuencia.

-Don Alejandro, gallego de Orense y antromerín de adopción. Nunca pudo superar la separación de nuestro pueblo.           


Podemos confirmar, sin posibilidad de error, que el maestro rural fue el gran damnificado por la ausencia de medios. Estando abandonado a su suerte, hasta bien entrada la década de los 50 del siglo pasado, coincidiendo con un  pequeño repunte económico del país.


Aun entendiendo la falta en muchas ocasiones de pedagogía aplicada en tan variopinto alumnado, con excesos de castigos y poca motivación por los motivos expuestos (control absoluto estatal y falta de medios), debemos de reconocer la gran labor ejercida por aquellos maestros que nos acompañaron en nuestra infancia y juventud, a los que les debemos para bien o mal un poco de lo que hoy somos.

 

 

La nueva escuela franquista.

 

  

 

“Bajo el mandato de nuestro invicto

Caudillo S. E. el Generalísimo

D. Francisco Franco Bahamonde,

España es una gran Nación”

Enciclopedia de estudio Pla-Dalman. (1945).

 

 

 

 


Con la victoria de las huestes de Franco en la guerra civil, será la Iglesia ( cuyo poder había sido reducido durante la Segunda República), quien se va convertir en la base de todo lo referente a la educación de las escuelas. Tal y como nos lo recordaba el reiterado lema de entonces, “¡¡Dios y España, siempre juntos!!.


El objetivo de los nuevos dirigentes políticos es introducir los nuevos valores morales , buscando a través de la educación el adoctrinamiento ideológico. Su preocupación fue tal que aun en plena guerra, en el año 1938 , el entonces Ministerio de Educación Nacional aprueba una ley de reforma de la enseñanza en materia educativa, de la que extraemos el siguiente texto: “... porque una modificación profunda en la enseñanza es el instrumento más eficaz para, rápidamente, influir en la transformación de una sociedad y en la formación intelectual y moral...”.


La estética de las clases y aulas se modifica atendiendo a las nuevas normas imperantes. Aparecen los símbolos religiosos y el crucifijo preside las mismas, junto con los retratos del jefe de estado, Generalísimo Francisco Franco y del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera,


Según las disposiciones del Gobierno, su ubicación se debía ajustar del modo que sigue: “tienen que ser dos litografías debidamente enmarcadas y colocadas en la pared a la misma altura, por encima del encerado y a sendos lados del crucifijo que preside el aula” . Estas imágenes presidirán las escuelas de todo el país al menos durante aquel periodo franquista (1939-1975). En algunos lugares prolongaron su presencia durante bastantes años para sonrojo de los demócratas.


En los primeros y más doctrinarios años franquistas se impuso en todas las escuelas, por orden ministerial el saludo fascista o el saludo nacional, tal y como les gustaba denominar a los nuevos patriotas. La parafernalia del mismo consistía en levantar el brazo en un ángulo de 45º y con la palma de la mano hacía abajo. Tanto maestros como alumnos estaban obligados a ejecutar el mismo cada vez que se pasaba por delante de una bandera española, algún símbolo del régimen o sonaba el himno español. También cuando se cantaban referentes como el Cara al Sol, abandonando raudos cualquier actividad y prestándose en cuerpo y alma a maniobrar con el saludo.


Escolines saludando a la bandera, antes de entrar a clase.


A la hora de entrar en la escuela, si era en invierno había que sacudir bien los pies  contra el suelo o pared, o furar con un palo les sueles del calzao (aquellas chirucas  que desde 1900 se comercializaban para satisfacción de quienes las podían disfrutar) para tratar de minimizar la presencia del barro (que estaba en todos los laos). Y después la militarización tan presente, formándose en filas de mayor a menor, con  la voz autoritaria del maestro ordenando, “¡A cubrirse! ¡Ya!, ¡Derecha!, ¡Izquierda!, ¡De frente! “. Entrando en clase en el orden preestablecido al pupitre  correspondiente en silencio. Hasta que el maestro no ocupase su mesa o en su defecto ordenase que se sentasen , se permanecía de pie.


Por el contrario, si se llegaba tarde a clase, se debía usar el siguiente protocolo que nos describe Amapola Sirgo, “ cuando llegabas tarde a la escuela, picabas la puerta y preguntabas ¿da usted su permiso para entrar? . Y si te contestaba , adelante, entonces llegabas a su altura y tenías que contestar, Ave María Purísima”. Pero una vez dentro, todavía quedaba la prueba definitiva, la del algodón, “era cuando te decía aquello de, a ver, enséñame las manos... después te las miraba por la parte de arriba y de abajo”. Pero en ocasiones dependiendo del humor del maestro/a,  se interrumpía  el desarrollo de toda aquella parafernalia, pues una vez que se picaba la puerta y a la  citada pregunta, se recibía la contestación seca y tajante de un “¡¡NO!!. Con ella la vuelta a casa o a dar una vuelta "pa pasar" la mañana. 


Entre sus menesterosas labores estaba el de corregir, modificar conductas perniciosas de los alumnos.  Uno de los objetivos primordiales fue la reconversión de zurdos en diestros. Históricamente la Iglesia Católica declaró a aquellos siervos del demonio. Los que no escribían con la mano derecha, eran objeto de todo tipo de humillaciones y vejaciones. Entre los métodos pedagógicos habituales estaba el atar el brazo maldito a la espalda o golpear la mano vetada, en caso de que se usara. Lucía les Moranes lo refrenda, "Don Vicente decía que para ser buen español había que escribir con la mano derecha. Había en  la escuela dos rapacinos que se poníen malos cuando había que pintar o escribir algo, porque no sabíen facelo con la derecha y al no facelo bien , veníen los palos". Sobran los comentarios.


Aunque en los tiempos actuales nos cueste trabajo asimilar estas declaraciones, no debemos olvidar nuestro pasado reciente. Un tratado de psiquiatría de 1921 consideraba a los zurdos dementes. Más recientemente, en los años 60 del siglo pasado se relacionaba esta actividad manual con la dislexia. Estos prejuicios trascienden fronteras, no es una exclusividad nacional. En Japón hasta no hace demasiado tiempo, el que la mujer fuera zurda, podía ser motivo objetivo para la disolución de un matrimonio.


El culto al líder, era premisa imprescindible en el sistema educativo. Recordar hasta la extenuación quien mandaba y el porque. Dibujar en las libretas los símbolos e iconografía del Régimen una practica habitual. Benigna Anxelín nos lo ilustra del modo que sigue; "una vez nos mandó el maestro dibujar a Franco y la bandera española. Yo no sabía casi dibujar y así todo, D. Vicente nos dio a mi y a Jesús de Bernarda una caja de pintures, por ser los mejores.¡ Prubín!, el mío parecía un pioyo (piojo) moyáo ."


"...parecía un pioyo moyáo."



Y tanto al entrar como al salir cantar, siempre cantar en agradecimiento de quienes dieron su vida por España en la Cruzada Nacional . Los himnos pertinentes, y poco variados: Cara al Sol, Himno de Infantería, evitando la Marcha Real (himno nacional) pese al propósito de dotarle de letra por parte de Pemán , no cuajaría.


También era obligada la presencia del globo terráqueo, los mapas  en material de cartón piedra de los cinco continentes y el de España (físico y político) y sus colonias, la regla, compás, escuadra y cartabón. Y por supuesto la pizarra , base y fundamento del desarrollo educativo.


Imagen icónica de los elementos obligatorios de una aula franquista.
Todo lo demás era accesorio.


En el aspecto educativo de los primeros años estuvo definido por la veneración a la patria, a la bandera y a la religión, que absorbían y primaban todo, incluso  a la misma educación. Y la permanente distinción entre sexos se hizo mas latente en la posguerra, pues la mujer era educada para convertirse en la abnegada esposa al servicio del hombre, quien todo lo mandaba.


Tal y como expusimos, en las primeras décadas de la victoria franquista, el objetivo en las escuelas no era otro que  ensalzar  y recuperar la grandeza de España y del maravilloso Imperio (bajo el que nunca se ocultaba el sol) . Por encima de todo, la unidad de España y de su líder, Francisco Franco, quien representaba aquel estimulante lema que nos recordaba la humilde peseta de “una, grande y libre”. Base y fundamento de la democracia orgánica franquista que "maravilló" al mundo.


El franquismo de la época controlaba la educación férreamente, tanto a nivel político como religioso. Los sábados había que reforzar los conocimientos y la implicación del alumnado en aquel sistema. La realidad era otra, ya que casi siempre en ese día (salvo en fechas muy señaladas), se aprovechaba la presencia de aquellos pequeños para cubrir la intendencia de limpieza. Armados de escobas de paja y pesados recogedores de madera se iniciaba aquella penosa tarea que convertía el ambiente de la escuela en una densa nube de polvo, que atascaba los pulmones sin compasión.


Se enseñaba religión católica en clase, como una asignatura más, aparte del catecismo que se debía recibir en la iglesia. La enseñanza religiosa se tenía que complementar con la obligada presencia en misa los domingos y fiestas de guardar. La ausencia no justificada representaba un punto negativo y la perdida de confianza del maestro y por ende del sistema que protegía y amparaba del ateísmo y la caída a los fuegos del infierno de los sufridos escolines.


Sin entrar en mayores consideraciones, con sus errores y aciertos, la educación franquista, manipulada por los intereses de la dictadura, fue incapaz de crear óptimas certezas en aquellos escolares, victimas del sistema.


Las escuelas de la Eria. En la actualidad, local polivalente
usado por la Asociación de Amas de casa.
En la parte anexa el local de la Asociación de Festejos.


         


Les formes de contar la Historia. 

 

 

"Pero hoy

sobre todo quiero que recuerde

como yo me acuerdo

que ceniza y polvo y nada más

son ahora aquellas largas tardes

de la infancia, los mitos que nos mintieron".

Xuan Bello.

 


Es durante el franquismo, cuando se produce un cambio radical respecto a lo que entendemos como la Historia de España. Todos los manuales y enciclopedias en las que se basa el desarrollo y conocimiento estudiantil tienen un denominador común, encierran un alto valor patriótico. España por encima de todas las cosas, excepto de Dios (ya estaba la iglesia atenta para evitar cualquier desmán al respecto).


Para ello se usa un lenguaje florido, grandilocuente, muy propio de aquel régimen, lleno de citas y acontecimientos históricos para acrecentar el orgullo patrio. Así en aquellas enciclopedias  podíamos leer títulos que exaltaban tiempos de grandeza e imperiales tales como : La Reconquista; Unidad y Grandeza de España; Los Reyes Católicos y su Obra; El Imperio de España; La lucha contra los infieles turcos; El Movimiento Nacional; Semblanza y ejemplaridad de José Antonio Primo de Rivera; El Alzamiento Nacional; Franco: Caudillo de España; La misión de España en el mundo; Día del Caudillo (el 1 de octubre); día de la Hispanidad (el 12 de octubre); día de la fe (el 29 de octubre); día de dolor (el 20 de noviembre.


Además, se referenciaban citas y acontecimientos, cumplimentando esa información con   personajes e instituciones vinculadas al régimen: Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo, José Antonio Primo de Rivera, el General Moscardó, las JONS, la FALANGE, El Alzamiento Nacional, El Caudillo, La Victoria, La División Azul, La Sección Femenina y otras tantas afectas a los intereses de aquellos mandatarios.


También dentro de los objetivos estaba el tratar de despertar el sentimiento de "ser español". Basándose  (como no podía ser de otra manera) en el fundamento de la fe católica y la protección que  la Virgen María y los santos ejercían sobre España. Este era el gran secreto de la grandeza histórica de España respecto a otros países infieles. Porque recordad que nuestro país, era entonces la reserva espiritual de Occidente.


Fue una historia demasiado sesgada , escrita por los vencedores de aquella triste contienda, donde no había cabida para la derrota y sus aliados. Hoy los actuales alumnos, ven esta época como si se tratase de la Prehistoria, como algo lejano e irreconocible. Desgraciadamente sus padres y abuelos no pueden decir lo mismo.


La historia como asignatura estuvo escrita, explicada y luego empollada (repetida sin comprensión) por los  sufridos alumnos. Pura utilización del sistema en beneficio de los que ostentaban entonces el poder. Actualmente nuestros hijos y nietos escuchan estas cosas, como si les fuesen realmente ajenos, incapaces de entender que tan solo hace un puñado de años estaban ahí para nuestro escarnio. Que esas son las consecuencias más visibles de la dictadura, de cualquier dictadura, no importa su color político, eso es lo de menos.



1972. El año que perdimos nuestra igualdad.



"Siempre hay un momento en la infancia 

cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro".

Graham Greene.


Relatar, narrar episodios vividos es una tarea ardua y exigente, un ejercicio al alcance de unos pocos privilegiados. Personas dotadas con una capacidad exclusiva, para llevarnos con sus palabras al pasado que en algunos momentos nos hicieron vivir momentos felices, o incluso atormentarnos. Contar con la colaboración de una de estas cabezas privilegiadas, es una oportunidad que no vamos a dejar pasar. Gabriela Álvarez García, nos va aportar esa posibilidad, con un escrito envidiable. Su experiencia, en aquel tránsito de la concentración escolar en Luanco. El paso de una escuela rural, la de Bocines, a la masificación de los escolares en Luanco, se convirtió para muchos de aquellos pequeños escolines, en un trauma que solo el paso del tiempo pudo cicatrizar. Disfrutemos con esta deliciosa lectura, que a muchos recordarán unos tiempos no tan lejanos, y no por ello más felices, o si.


"Nuestro mundo en aquella escuela parecía enorme, sobre todo por compartir espacio los pequeños con los mayores y por la figura imponente de Dña. Marina, que ahora que lo pienso no era ni tan grande ni tan fiera, pero cuando sacaba las tijeras y el hilo para arrancar los dientes que se nos movían me parecía aterradora, ya me cuidaba yo mucho de disimular los movimientos habituales en aquella época de los míos.

Aprendíamos rápido, compartir edades diferentes es lo que tiene, aunque no todo se nos permitía, aquel tintero y pluma que tenían los mayores era intocable para los pequeños, aunque yo había logrado convencer a mi madre para comprar una en Cruz y Raya y jugar a ser mayor. Los bolis de colores que traía de Gijón la maestra fueron la revolución entre todos y ahí si que nos permitió a los pequeños usarlos al años siguiente, los dos más pequeños nos esforzamos bien en demostrar que escribir a bolígrafo ya podía ser tarea nuestra. En lo demás éramos iguales en todo, las madreñas a la puerta o los chanclos, porque no había calefacción, ni falta que hacía y así los pies calientes toda la mañana con las zapatillas, los cromos de la palma, las canicas, la peonza, la goma, la comba o el pasamano de la escuela que bajamos uno tras otro. Además, alquilábamos por 1 peseta aquellos cuentos increíbles que había en la escuela todos los fines de semana, no queríamos ni necesitábamos nada más.

Y llegó la noticia que no deseábamos, el curso siguiente iríamos todos a Luanco con compañeros de todo el concejo, no nos apetecía en absoluto pero Dña. Pilar decía que nos vendría bien, que tendríamos varios profesores, comedor, autobús y un mundo por descubrir, pero nosotros ya teníamos el nuestro propio, aquello nos dejó noches de preocupación, no muchas, porque no nos quedaba otra, así que seguimos a lo nuestro, la bici, las cabañas de lloreda, las tartas con tierra, la sopa de margaritas, las pistolas de palos, los zancos que nos hizo mi güelo, el caballo que nos dejaron montar sin silla ( no la necesitábamos, teníamos el mejor saco del mundo), el columpio, en la figar, los arvejos, que comíamos crudos y aquellas excursiones a buscar meruéndanos, todos jugábamos a todo, no quedaba otra, nosotras con ellos y ellos con nosotras, nada nos diferenciaba.

Septiembre trajo aquel autobús, que a los de Bocines, por ser la última parada, no nos dejaba hueco, íbamos casi siempre de pie, con el paso del tiempo algún vecino solidario de Cardo nos reservaba un sitio que aceptábamos con timidez, colocándonos tres en dos asientos, para atrás ni se nos ocurría mirar porque Perdones era territorio Comanche.

Y llegó nuestra primera decepción, las filas se agolpaban en aquel patio, pero separados los niños de las niñas, nos fueron pasando por la derecha por una escalera interminable las niñas y a la izquierda los niños y dentro de nuestro espacio , a la izquierda las niñas de la aldea, como nos llamaban, y  a la derecha las niñas de Luanco, incluso nuestras profesoras eran también de las escuelas de aldea. nunca entendimos esto, ni tenía encaje en los que nos habían contado de avance para nosotros, lo veíamos incompresible a pesar de mirarlo con ojos de nueve años. Ahora con la mirada atrás, todas pensamos que nos vino muy bien para unirnos mucho, ya teníamos amigas de Viodo, Ferrero, Ambiedes, Santolaya y hasta de Perdones, amistad que nunca se rompió, pero que en aquellos momentos era muy poco entendible. Al año siguiente ya nos incorporaron al grupo de Luanco y en años sucesivos con los niños. Sinceramente creo que la normalidad la traíamos nosotros que no veíamos diferencias en nada.

Así empezamos a intentar comprender lo que otros no entendían, modernos lo que se dice modernos no eran, salvo por aquel megáfono que a veces en el comedor sacaba Dña. Josefina y que te recordaba que había que comer todo, en lo demás retrocedíamos de la sensación de convivencia sana que teníamos, donde solo envidiábamos la merienda del otro porque nos sabía mejor, haciendo el intercambio.

Yo siempre tuve las dos visiones de mundo, durante la semana convivía con ese espacio tan rico en experiencias, maíz, hierba seca donde jugar, leña que al quemar en invierno me arropaba en invierno, esfoyazas que me arrastraban a las historias de güestias, gallineros cuyo territorio invadía escapando de algún gallo y quintana, mucha quintana, con rodillas siempre llenas de mercromina  que aventuraban mis andanzas. Y mis fines de semana eran en nuestra casa de Luanco, que a pesar  de ser un barrio, no atesoraba tantas experiencias increíbles, lo máximo que vivíamos era la recogida de grillos en la escampada detrás de los pisos. Siempre pensaba que mis vecinos de calle tenían una vida un poco aburrida, pero claro, otras historias buenas llevaba el fin de semana en Luanco, el cine, el parque, los quioscos de Bruna y Maruja Prin y el estanco de Generosa que cada fin de semana nos suministraba de tebeos. Todo me permitía cargar las pilas de los dos escenarios, aunque creo que soy ambas mitades.

Y llegué a la conclusión de que mi mundo si era capaz de complementarse a pesar de mi edad, por tanto, ¿Cómo no podían los mayore hacerlo, desde esa escuela que nos habían dicho sería tan moderna y avanzada?. El tiempo les hizo ver que éramos nosotros más proclives a la convivencia de esas dos realidades que ellos mismos.

Y si algo me ha enseñado ese tiempo es que no se le pueden poner puertas al campo. Está claro que podíamos convivir fácilmente, porque la inocencia no encuentra maldad salvo que la mente retorcida de un adulto se la inculque. Por eso, espero que los tiempos de fobias y odios que nos acechan no estropeen nunca esa sencillez y claridad de sentimientos de la infancia. Nada resulta difícil ni imposible ante los ojos de la niñez y ojalá siguiésemos mirando al mundo con esos ojos de antaño".


Gabriela Álvarez García.



Gabriela Álvarez García.



 

 

Conclusiones

 

 

 

            Los recuerdos de aquelles escueles de antes , nos hace el retumbar en nuestra memoria el eco  de las tablas cantadas de multiplicar,  el abecedario  en las voces de los niños de antaño,  los resúmenes de las lecciones, lista de los ríos españoles, provincias o sus capitales . Aquella musicalidad que nos hace sentirnos más jóvenes. El repetir como loritos al pie de la letra todo y casi siempre sin entender nada. Las canciones que solo tarareaban las niñas en el recreo mientras saltaban a la comba y los chicos jugaban a la peonza, al lirio o a la madre.

            El presente se basa oficialmente en la formación, pero la realidad es otra . Se busca la preparación, la obsesión por adquirir un título que nos haga ganar dinero fácil y prestigio social. Necesario para engordar nuestros egos. La formación es otra cosa que los burócratas que manejan los hilos de la educación jamás entenderán.

                El gran pecado capital de este país no ha sido otro que las clases gobernantes siempre han usado la educación como instrumento para alinear y domar a la gente. Han sido siglos de conductas ineptas, que han destruido el vivero de la formación, principio y fin del futuro de los pueblos.

            Para fortuna de Antromero y sus habitantes, nunca hemos tenido unas generaciones tan bien formadas como las últimas y actuales. Los títulos universitarios, medios y de formación profesional han ido creciendo exponencialmente. Esta es nuestra mayor riqueza y futuro.

            La escuela pasada y presente  es el claro reflejo del status de un país, de sus gobernantes y de sus abnegados habitantes. Esta escuela que aquí hemos recorrido de puntillas, no es otra cosa que el espejo de la realidad social del momento. Y es que en nuestro pueblo, pese a todo, no hemos salido tan mal parados.



Fuente: Fran Posada. Escolinos. Año 1980.

 

Fuente: Periódico El Faro (Lorena Ventura). Estos son los últimos escolinos de Antromero (2005/06). Con ellos se pone punto y final al proyecto educativo de nuestro pueblo. 




2 comentarios:

  1. Interesante la historia, y muy bien explicado chapo , José es algo que aprendes de la vida de las escuelas,de las gentes de antromero yo llevo 41 años aquí y estoy encantada me falta mi apoyo principal que por desgracia murió, pero sigo aquí y cuánto cambiaron los peques de la foto 🤦👍

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  2. Muchas gracias, por tus ánimos. Eso nos anima para seguir adelante con este proyecto

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Capítulo 85. Coses y casos de cases. Casa Norte. Parte III.

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