Capítulo 62. El asociacionismo juvenil y otras asociaciones. Parte primera (I).



Fuente: Gustavo Artime. Algunos de los miembros de la Asociación 
Gritos en la década de los 90.





Capítulo 62.



El asociacionismo juvenil

y otras asociaciones.

Parte primera (I).




Recordatorio histórico.



"A vosotros, que todo lo tenéis,

yo, que tengo lo que os falta,

quiero dejaros aún

-lástima no ser más rico,

más copiosa la herencia que os legue-

el silencio, el olvido

que para mi deseáis

tan vehementemente."

Xuan Bello.



    Los años pasan y las necesidades cambian. En los últimos años del franquismo o tardofranquismo, cómo algunos teóricos han etiquetado (1960-1975), las diferencias culturales y de desarrollo social se van acentuando entre las distintas áreas geográficas del país.  Las zonas urbanas están a años luz de las rurales. Pueblos y pequeñas aldeas sufren notables carencias en coberturas sociales.

    Durante la fase final de la dictadura se va a facilitar la creación voluntaria de agrupaciones de jóvenes, con el objetivo de generar y promocionar cultura, en el más amplio sentido de la palabra. Probablemente la iniciativa más visible para cubrir carencias fue la fundación en 1960 de la OJE (Organización Juvenil Española), como organización dependiente de la Secretaría General del Movimiento. En 1977, con la desaparición de esta,  la OJE se constituye en asociación independiente, acogiéndose al registro de asociaciones. Para ser justos y pese a su inevitable sesgo político, se convirtió en  ocasiones en la única válvula de escape para muchos jóvenes españoles, desarrollando una labor de socialización inequívoca.


Fuente: El Correo Gallego. Miembros de un campamento de la OJE.

    El gran invento tecnológico de la época, la televisión , se convertirá en el punto de apoyo necesario para la creación de los denominados "teleclubs". Este avance técnico doméstico, la perfecta excusa para conformar una semilla de asociacionismo, complementándose con otros medios audiovisuales como libros, tocadiscos o radios.

     Es seguramente, el primer indicio de una rústica democracia pública entre sus miembros, en una época constreñida y encorsetada. En estos locales y, con los límites marcados por los tiempos, se va a empezar a discutir, exponer y organizar básicas actividades culturales. Charlas informativas, excursiones, música variada, proyección de películas,... conformarán un pequeño muestrario, que se ampliará con el paso de los años con apuestas más arriesgadas , aprovechando los resquicios de un lento pero imparable aperturismo social.

  En muchas parroquias se crearán estas asociaciones voluntarias, bajo el amparo de los curas más progresistas y post-conciliares. Jóvenes párrocos que no lucen sotanas, ni alzacuellos se convierten en  el salvaguarda y la garantía del buen funcionamiento de  aquellos locales. Vigilantes impuestos para mantener y evitar alteraciones de las normas ético-morales imperantes. Este apadrinamiento "eclesiástico", fue sin lugar a dudas el recurso perfecto para eludir censuras y las inevitables críticas de una sociedad marcada por rígidas normas.

    El paso agonizante de los  últimos años de la dictadura prácticamente apenas  hizo mejorar las expectativas. El Caudillo no quería saber nada de asociaciones pues  formaban parte de sus demonios particulares y augurios catastróficos. Pese a las insistencias de algunos de sus hombres de confianza de un necesario aperturismo, como fue el caso de  Girón de Velasco,  todo cayó en saco roto y su osadía  le sirvió para recibir  una reprimenda personal del dictador. Aquella propuesta de crear un proyecto de ley para visibilizar las tendencias ideológicas dentro del mismo régimen, a través de asociaciones, dormiría el sueño de los justos.

   La evidencia manifiesta  que no dejaba lugar a duda alguna,  que una de las maldiciones bíblicas recurrentes para el dictador Francisco Franco y que inevitablemente le hacía perder el control,  era el asociacionismo. Para él,  la imagen vinculada a esta actividad, era el caos y desorden total, pérdida de la moral, la decencia y la firme creencia de ser el vivero  de peligrosas ideas políticas.

  Años más tarde,  la insistencia de otro gallego, Manuel Fraga y del tecnócrata López Rodó hará posible el aperturismo, con la creación de aquellos "teleclub", pero: "Manteniendo el control absoluto sobre sus actividades".

   El "todo atado y bien atado", que con tanta satisfacción exhibía el dictador, se reflejó con especial hincapié en la constitución de estas agrupaciones juveniles. Para su registro, era necesario el cumplimiento de unas condiciones innegociables, como el visto bueno del sacerdote (referente moral) y,  en otras ocasiones las debían de  tutelar, bien como presidentes o en su defecto ser miembro de la junta directiva constituida, como condición sine qua non. Aunque a estas alturas de la película ya no se le iba poner puertas al campo. La tendencia era irrefrenable.

    Con la Transición, se les van a dotar del carácter y naturaleza de asociación,  regularizada en el año 1980 y a través de la correspondiente Orden Ministerial: " Los Teleclub, actualmente inscritos en el Registro de Teleclubs del Ministerio del Interior deberán constituirse en Asociaciones Culturales legalmente reconocidas, y atenerse a cuantos requisitos establece la presente Orden Ministerial".

   La  creación de estas agrupaciones, abrirá unas expectativas desconocidas hasta entonces, muy especialmente en las zonas rurales, conformando unas posibilidades para atender el ocio de sus jóvenes.





El Club.


"De mi juventud aun conservo memoria,

frágil, ausente, quebradiza.

Amigos que ya son historia, 

notas borradas en tiza".

J.M.G.A.



    En el año 1973, se va a producir un acontecimiento que marcará el devenir social de las siguientes décadas del pueblo, Antromero. La concentración escolar en la capital del concejo, planificada por el Ministerio de Educación, dejará libre el edificio destinado a la enseñanza, les Escueles de La Eria,  inaugurado en el albor de los años 60. 

    Aquella coyuntura y la presencia de un cura animoso y joven, como D. Jorge va a ser el punto de inflexión necesario para el germen de la primera asociación constituida con carácter social. Los jóvenes de entonces contarán con el inequívoco apoyo del sacerdote, por otra parte exigida administrativamente, en aquella iniciativa.

    Tras los pertinentes permisos, a través del gobierno municipal, se habilita la parte del edificio escolar dedicado hasta hacía pocos meses atrás a la educación de los varones. Los jóvenes, sin distinción de sexo, se afanan en dotar a la desangelada aula un aspecto rompedor. Se empapelan las paredes con una estética muy de la época: figuras geométricas con colores azules, negras y blancas ocuparan los tabiques pintados hasta entonces en un blanco desvaído. 

  El mobiliario se reduce a muebles desechados, a los que se les ofrece una segunda vida. Las cristaleras se cubrirán a media altura con unas cortinas vaporosas, evitando el acceso directo del sol y los ojos críticos e indiscretos. Aquella iniciativa juvenil, nacida al amparo de la cobertura legal de los "teleclubs", pero sin televisión,  se había convertido en una realidad. 

   Durante algún tiempo, fueron muy populares las sesiones vermut allí desarrolladas, algunas de ellas tras la misa dominical. La presencia de guitarras y timbales fue un signo identitario de aquellos  jóvenes. Es cierto, si tuviéramos que subrayar algo de este periodo, nos decantaríamos por  la música,  pegamento fundamental e indiscutible, del que hacían buen manejo esos pioneros asociacionistas.  Son los años de "Mediterraneo" de Serrat, "Vivir así es morir de amor" de Camilo Sexto, "Vete" de Los Amaya o "Un ramito de violetas" de Cecilia, y el uso de guitarras y voces voluntarias para emularlas en el local, fue  rutina diaria.



Fuente: Laudina Artime. Algunos miembros del coro de Antromero.
 Voces y guitarras y timbales.


    Pero, tras unos meses de este novedoso experimento social, todo estalla por los aires. El proyecto juvenil sucumbe de modo abrupto y violento, incluyendo como triste colofón un incendio provocado en el interior del edificio. ¿Cuál pudo ser el motivo de aquel fracaso?, la respuesta puede buscarse en la inexperiencia y con toda probabilidad en la falta de interrelación entre las diferentes generaciones agrupadas.





Un nuevo y definitivo intento.



" Si pierdes la memoria,

pierdes la llave del futuro".

Joan Manuel Serrat.



    Vecinos voluntarios rehabilitan el edificio y, se pone un candado a la puerta. En el pueblo sobrevuela el recelo y la desconfianza por este tipo de asociacionismo. En el periodo vacacional del calendario escolar de 1975, un pequeño grupo de preadolescentes acompañados de una mesa de pin - pon (donada por el vecino Tito, entonces copropietario de Cartonajes VIR), revientan aquel modesto  cierre y se convierten en okupas del edificio, de dudosa titularidad. 

  Con aquella iniciativa, se reverdecen recientes ampollas y malestar. Pese a ello, prácticamente la totalidad de los adolescentes  varones se van sumando al nuevo intento de asociacionismo. Aquellos titubeantes comienzos, llenos de dudas y manifiestas crisis, serán la antesala de una gran experiencia social, que batirá records de longevidad. Sus más de cuarenta años de existencia, así lo avalan.

    Los partos, siempre son dolorosos y este no iba a ser excepción. Los temas más triviales y domésticos se resuelven a voces, enfados pasajeros y algún que otro desmán descontrolado. Son tiempos duros, con escasos apoyos populares . La edad media de los integrantes de aquel entusiasta grupo no supera los 13 años y esto alimenta las fundadas sospechas de  otro final catastrófico. El tiempo, juez desinteresado, dictará sentencia en favor de aquel proyecto.

    Las exigencias legales para su registro, exigían un nombre propio para la asociación, aunque genéricamente todo el mundo la reconocía como "El Club". La elección se ajustó como anillo al dedo, pues todas las diferencias se solventaban a voces, a gritos. Como excepción, el consenso prevaleció en la decisión final y "Gritos" será el nombre definitivo. 

     La inestabilidad política-social de aquellos años, recién muerto el dictador y  la indefinición respecto a la titularidad del edificio, facilitará la continuidad ilegal de aquellos jóvenes. La obsesión pasa por una regularización administrativa, contando con el apoyo del titular de la parroquia. El registro definitivo se formalizará en el año 1981, en el registro de Asociaciones, sección derechos ciudadanos con número 1162, sección tercera. Además, también se complementa el mismo en la Consejería de Cultura con el número 502 y en la Dirección Regional de Juventud, con en número 1765. Finalizando con la solicitud del eximente de pagos de impuestos por actividades, a la Consejería de Economía y Hacienda, dado su espíritu desvinculado a lucro alguno.  En años posteriores se modificarían estatutos, evolucionando a  Asociación Cultural y Deportiva.

   Durante estos iniciáticos  primeros meses los miedos se multiplican entre los imberbes ocupantes del antiguo edificio escolar. Temores que se multiplican exponencialmente por  la presencia intimidante y continuada de la pareja de la Guardia Civil. El primer día, dada la situación de ocupantes ilegales, toman filiación de todos los presentes, llenando de "acongoje" aquellos espíritus rebeldes. Con el paso del tiempo y sin nada que reseñar, las visitas de los agentes del orden forman parte de la rutina de aquel colectivo. Su presencia casi diaria se saldaba con unas partidas de pin-pon, en la que la ilusión de los jóvenes, pasaba por vencer a los guardias civiles en aquellos retos deportivos. El temor inicial, se fue transformando en una connivencia amistosa y gratificante.

  




Club Gritos.



"De mi juventud aun tengo ilusiones, 

casi extintas y olvidadas.

Guerras morales, batallas,

consejos que ya son opiniones".

J.M.G.A.



     Los primeros años van a ser, con toda seguridad los más duros y una verdadera prueba de fuego para la continuidad del club. Las diferentes sensibilidades y expectativas de los jóvenes miembros, el mayor obstáculo a salvar en el desarrollo cotidiano, junto con los problemas económicos para afrontar los gastos diarios. Los recibos del agua y de la luz, eran cubiertos por el propio ayuntamiento y sólo la generosidad y crédito de Jovino y su tienda de ultramarinos de " La Flor", abrió un pequeño halo de luz, entre tanto paisaje sombrío. El club Gritos era uno de los clientes fijos en  la "libreta de fiar", en aquellos primeros tiempos.

    Tras la mesa de pin - pon, aparecerá un sinfín de mobiliario casero de desecho: sofás desfondados, butacas con mil vidas, mesas y mesillas que habían tenido mejores tiempos. Aquel conjunto desigual y desordenado formaba parte de un escenario de estética discutible, pero funcional. 

    Se evitan cortinas y se pintan de azul celeste hasta la cuarta fila de los cristales de los ventanales, para dificultar la visión de curiosos Poco a poco aparecen donaciones de juegos de mesa de todo tipo, que amplían el espectro de posibilidades para cubrir el ocio. Prevalecen los naipes, aunque un pequeño grupo, se hacen fuertes en su iniciativa de enseñar ajedrez. Un juego, cuyos rudimentos eran prácticamente desconocidos para la mayoría de los miembros. La fiebre de aquel deporte mental milenario causó estragos y parte de la intendencia económica se orientó a la compra de nuevos tableros, para cubrir tan sorprendente demanda. Las casualidades de la vida hace que en 1980 visite el flamante campeón de España juvenil , Juan Antonio Corral, el club Gritos, para jugar unas partidas simultaneas entre los jóvenes.

    Pero hay un  objetivo inmediato y no es otro que conseguir música. Este arte que amansa las fieras y atrae al ser humano, es el oscuro objeto del deseo de aquellos muchachos, pero el inconveniente pasa por la financiación. Nuevamente les perres, se imponen a la ilusión. Se celebran algunas rifas y la venta de participaciones de lotería, obrará el milagro. La oferta comercial de equipos musicales en la época era pobre, escasa y muy cara, recurriéndose al mercado negro. Un vecino se presta a ser intermediario en la operación y se comprará "de contrabando", en El Musel. Se tratará de una envidiable equipación de radio-casete con doble altavoz  de la marca de referencia de entonces, Philips. El paso por la cabina de los carabineros una odisea, al parar el coche y mandar abrir el maletero de aquel seat 131. La adquisición musical, iba por fortuna y  para todos , felizmente ubicada bajo el capó del motor.



La venta de participaciones de lotería, la financiación
perfecta de la asociación.

    

   Los amigos de lo ajeno, hacen de las suyas y saquean los escasos recursos disponibles. Se habilita la parte trasera del edificio como sala de televisión, a la vez que se construye una especie de caja fuerte para guardar todas las equipaciones audiovisuales con cierto valor. Esa zona recibirá el nombre de "Caverna", pues su decoración imitará pinturas rupestres y útiles prehistóricos en sus paredes. Con esta estrategia se pone freno a la sangría de robos.

   Uno de los mayores problemas que acuciaron en los inicios de la asociación fue la mala conservación de baños y tejado. En el año 1983, se solicita al Ayuntamiento de Gozón la reparación y mejora de aquellas instalaciones, siendo alcalde Ignacio Artime y formando parte de la corporación Raúl Sirgo. Las ayudas municipales en forma de subvenciones o materiales , vitales para el desarrollo de actividades.

  Las elecciones municipales de ese  mismo año, marcarán un punto de inflexión con respecto a la tensa relación con el pueblo.  Durante el periodo de mítines y siguiendo las costumbres de hacerlos en las escuelas, uno de aquellos personajes de dudosa catadura moral,  que encabezaba una de la listas electorales, se negó a hacerlo en la asociación, alegando: " Esto es igual que un puticlub". Aquella inapropiada sentencia causó una irritación entre los asistentes, lo que provocó  la suspensión del acto y una huida precipitada de aquel sucedáneo de político, quien desconocía los rudimentos básicos de estrategia. Probablemente le traicionó la seguridad de experto, que facilita su continua presencia  en aquellos ambientes de los lupanares.

    Este episodio y la defensa ejercida por los allí presentes del Club, fue el primer indicio de que las reticencias del pueblo a aquel proyecto juvenil, estaban siendo superadas.




El factor humano.


"Nuestras dudas aparecieron una vez más,

y con ellas todos los fantasmas 

amenazantes del pasado".

Carlos Fuentes.



    La posibilidad de repetir errores en el ser humano es muy alta. Llegando el momento de agregar a la Asociación nuevos jóvenes, otra generación que ya reclamaba su propio espacio y representación, los viejos fantasmas afloran. Había que evitar el tropezar nuevamente en aquella piedra que destruyó el anterior club, germen y origen de todo, por la inadaptación de los más jóvenes.

    Afortunadamente, la evolución social facilitó en grado sumo aquella incorporación. Los duros años de la Transición habían quedado atrás y en la década de los ochenta las cosas se veían de otro modo. El aperturismo comunitario, estaba soltando lastre y con ello el abandono de  rancias creencias y "dogmas de fe"

 Las chicas fueron progresivamente incorporándose a las rutinas y actividades de la Asociación. Las pioneras tuvieron que sufrir algún que otro reproche y amenaza velada. No faltó quien anunció a bombo y platillo : " De allí, van a salir unes cuantes barrigues". El tiempo, juez y parte, hizo que aquellos agoreros se tragaran sus vaticinios. Y, si es cierto, que facilitó una integración y connivencia entre sexos, incluyendo la formalización de alguna que otra pareja.

  Este avance social que actualmente forma parte de la normalidad, fue una verdadera revolución. Reconocida y admirada por otras asociaciones del concejo, quienes mantenían la secular división entre los jóvenes de diferente sexo.



Chicas miembros del Club Gritos. La segunda generación de estas pioneras.
En el homenaje al antromerín del año 1999, a Basilio Gutiérrez.

   La prueba de fuego, tal y como se expuso, era el relevo generacional. De su adaptación dependía el futuro de "Gritos", o repetir un estrepitoso fracaso. Aquellos nuevos jóvenes supieron vencer los obstáculos y guiarse por los intereses comunes que exigía la socialización del grupo.

   Esa integración y la importancia que representaba el concepto de grupo humano, encauzado  a través de esta comunidad juvenil, la recoge en un magnífico trabajo sociológico, María Quintana Piqueras, "Relaciones entre los componentes del grupo y desempeño de diferentes roles sociales" (1995). En él, subraya la importancia de aquel mundo para los muchachos del pueblo. Cuenta con la colaboración de los miembros de la asociación, quienes complementan con sus declaraciones el colofón a las observaciones de la autora.



Fuente: Google Earth. Vista aérea de las antiguas escuelas de Antromero.
La flecha señala la parte que ocupó la Asociación Cultural y Deportiva Gritos.


    En el documento se desgrana la importancia de la implicación social del proyecto, que en aquella fecha contaba con miembros entre los 15 y los 24 años (década de los 90) . María reafirma la contextualización del momento: " ...un mundo diferente al de nuestros padres y al de nuestros abuelos". Es una evidencia, que las prioridades evolucionan, según pasa el tiempo. " Sin lugar a dudas los tiempos cambian y los ideales y metas de los jóvenes de hoy día son diferentes de los que mantenían nuestros progenitores".



Fuente: Gustavo Artime. Algunos de aquellos jóvenes que constituyeron
la segunda generación de la Asociación "Gritos". María Quintana, autora 
del trabajo "Relaciones entre los componentes del grupo y desempeño
 de diferentes roles sociales", en la fila superior, segunda por la derecha.


    Hay un pegamento que fortalece ánimos ante las dificultades diarias y que hace indestructible al grupo: " En el fondo existe una gran amistad entre todos (Rubén Rodríguez - 21 años)". Aunque y pese a esa declaración tan positiva, siempre la confraternidad está sujeta a una serie de condicionantes, tal lo recoge María, en las distintas declaraciones de los entonces miembros del Club: " Hay que comprender y contrastar distintas personalidades (Leti Rodríguez - 18 años)". Algunos se prestan a conclusiones más prácticas, para justificar comportamientos: " En el fondo, todos estamos como guajes (Sheila - 19 años)".

    Los componentes asumen que las diferencias dentro del grupo, pasan por las diferentes percepciones de la realidad. Aquella mezcla de adolescentes y de jóvenes  se refleja en el día a día, tal lo manifiestan algunos de ellos y recoge María Quintana: " Hay que tener en cuenta las diferentes opiniones de cada grupo de edad, en determinados aspectos (Raquel - 19 años)", o el sensato juicio de Gustavo (18 años): " Hay una cultura muy diversificada y opiniones muy diferentes". La evidencia es demoledora, pues el futuro de esta agrupación, pasa por la participación y no discriminación de sus miembros, con independencia de la edad.

    Pero, ¿Qué fue el Club para el amplio espectro de jóvenes que por allí pasaron?. Aprovechamos una vez más el trabajo de María para justificar aquella agrupación voluntaria: " El Club supone para todos ellos un lugar de descanso en el que se pueden desplegar infinidad de juegos, coloquios, actividades deportivas, conversaciones informales... Veamos alguna de las opiniones observadas: " La asociación ocupa un lugar muy importante para mi, puesto que es un lugar en el que pasar las horas de ocio, y también para desarrollar determinadas actividades lúdico - sociales. ( Rubén - 21 años). "Me relajo del estrés de la semana (Sheila - 19). " Por no estar en casa todos los días ( Gustavo- 18)". 

    Aunque nos quedamos con tres pronunciamientos para definir el lazo de unión , convertido en un valor universal: "Compañerismo y amistad (José - 22 años)"; "Compañerismo a secas ( Elena -18 años)" y el concluyente e incuestionable:  " Amistad (Gustavo - 18 años)".

    La evolución de Gritos ha tenido un denominador común con independencia de la época y de sus miembros. No importa la edad, ni el tiempo transcurrido, pues entre aquellas paredes se han engendrado y fortalecido amistades eternas. Hay pueblos, lugares tan o más pequeños que Antromero, en los que sus habitantes mantienen relaciones asépticas, entre los que no hay socialización alguna. El Club ha generado un caldo de cultivo social único e impagable, salpicado con unos valores casi olvidados, en una forma de relación envidiable, como lo manifiesta María Quintana: "Logros como la amistad que existe entre nosotros, las vivencias transcurridas en compañía, y la comprensión, comunicación y en ocasiones discusiones existentes nos sirven para comprender, o más bien para "abrirnos los ojos" ante los lazos que nos unen".





Colaboraciones necesarias.



"Recuérdale a la vida

que ha de acercarse aquí alguna tarde

a poder nuestra ausencia..."

Aurelio González Ovies.



    Sobrevivir y evolucionar, es una de las premisas de cualquier desarrollo. Vivir  ajeno a todo lo que te rodea, un imposible difícil de ejecutar. Sólo los que lo han vivido saben de lo mucho que ha evolucionado este país en el último medio siglo. Las cosas siguen siendo duras y exigentes, pero los medios son diferentes.

    En aquellos inicios titubeantes de la asociación, cualquier problema, podía convertirse en obstáculo insalvable. La nula financiación, los ralos ingresos un problema permanente. Ante esta tesitura, tan solo la colaboración desinteresada de amigos, vecinos e instituciones, fueron el gran balón de oxígeno, para sobrevivir tantos años.

  Sin desmerecer a nadie y, asumiendo el riesgo de caer en olvidos involuntarios, haremos un recordatorio de algunas de las personas e instituciones que  acompañaron en este viaje de casi cuarenta años con el Club Gritos. Todos han sido la luz que indicaba el camino a seguir en los momentos más duros, el agua que saciaba la incertidumbre del tránsito de la vida. Sin ellos, sin su apoyo moral, económico y logístico, esta aventura juvenil quedaría truncada. 

    Una de las personas que más se implicó en el proyecto asociativo, fue Maruja Anxelín. Colaboradora infatigable, era capaz de vender participaciones y papeletas de rifas en cualquier momento del año, en favor de los intereses colectivos de la agrupación. En una de aquellas ocasiones, se "pidió" tarde el número de lotería en la Administración de Luanco y, el bueno de Lucas solo pudo garantizar la reserva de uno de aquellos números "feos", de esos que el exigente comprador de la fortuna rechaza por ser muy bajo. Las ventas se fueron retardando, no había la demanda prevista y se anunciaba  una catástrofe para la rala economía agrupativa. La solución pasaba por un pequeño milagro, aquel que obraría con su innata picardía  Maruja.  Entró en el Bar Choli  cuando los tertulianos y comité de sabios estaban en la rutina diaria  de  sentar cátedra sobre las soluciones que aplicar a un mundo desmadrado , expuso a viva voz, que había dicho una conocida "bruja"  de la comarca que el gordo de ese año caería en el número que tenía en exclusividad el Club Gritos. La reacción no se hizo esperar y en dos días se vendió todo el "genero". Compradores de concejos vecinos trataban de buscar que la diosa fortuna les sonriera , con la adquisición de aquel guarismo numérico. El día del sorteo los cantos de los niños de San Ildefonso, esquivaron la cifra tan baja.



Fuente: Benigna Anxelín. Maruja Anxelín.


   Maruja, también daba aviso entre sus infinitas amistades y conocidos que no tiraran muebles que pudieran tener un segundo uso, para cubrir las necesidades de la asociación. Toda ayuda era poca y las donaciones bienvenidas. La estética frankenstein del local  una evidencia, compensada por la funcionalidad de la misma. 

   La preferencia por vetustos sofás, con mil vidas a sus espaldas, facilitó la presencia de pequeños roedores, quienes anidaban a su antojo entre las espumas de sus cojines y rellenos. En alguna que otra ocasión, salían de sus refugios para visionar la película  que en aquellos momentos se emitía en el televisor, buscando el calor humano y consiguiendo el sobresalto del que sentía su presencia. Desatando un zafarrancho de combate, en busca del intrépido ratón.

    Otro de los antromerinos de adopción, nacido en Perlora, demostró su gran amor durante muchísimos años, por todas las iniciativas desarrolladas en beneficio de intereses comunes. Oscar Pérez, ya forma parte del pueblo y, está en el listado exclusivo del elenco de personas que han dado todo a cambio de nada. En el Gritos, no hacía falta ningún aviso o llamada para que su capacidad de trabajo y organización se pusiera manos a la obra: parrillero, asador de sardinas, conductor de tractores o soldador, fueron alguna de las colaboraciones, que casi durante dos décadas prestó a los intereses comunales de Antromero : Asociación Gritos y  a la entonces Sociedad de Festejos.



Fuente: Nedi Pérez. Al volante del tractor, Oscar Pérez. En una de las carrozas
de las fiestas de San Pedro, en los años 80.


      Otro de los vecinos que cedió conocimiento y medios en el progreso de la comunidad juvenil, fue Manuel Hevia, oriundo de Albandi y antromerín de cuerpo y alma. Le faltaba tiempo para ofertar su ayuda en aquellos proyectos programados . Sería quien regaló la madera de castaño, para construir los marcos, ventanas y puertas del gimnasio. 



Fuente: Celestino Hevia. Manuel Hevia y su mujer 
Josefina Menéndez.



    Recordamos también los abusos a los que se sometió la paciencia con las reparaciones puntuales, especialmente de carpintería de  Cesar García, aprovechando su pericia y contrastado conocimiento. Pequeños encargos a los que renunciaba a cobrar.



Fuente: Jessica. Cesar García.



    En el año 1987, destacaremos la colaboración desplegada por Joaquín Rodríguez Viña, quien fue el pilar determinante de la constitución del equipo de piragüismo "Los Dardos". Su buen hacer, permitió la tenencia de varios barcos (piraguas) a coste cero, además de allanar todas las trabas para su constitución y la realización de dos regatas para categorías inferiores, que formaron parte del calendario de competiciones de la Federación. Demostró un altruismo sin precedentes, siendo homenajeado en el XXX aniversario de la Asociación Gritos. Fue Presidente de honor de la sección deportiva .



Fuente: Gozón Deportivo.  En el centro, Joaquín Rodríguez.



    Dentro de los asociados, miembros de pleno derecho, esta agrupación ha tenido la gran suerte de contar con auténticos artistas que han proporcionado excelentes trabajos, lo que ha redundado en un crecimiento  físico exponencial de Gritos. Así, podemos recordar las labores de soldadura de Vicente Guardado, Salero; albañilería de Kiko o el todoterreno Celestino Hevia, capaz de hacer una instalación eléctrica, musical,  construcciones de madera, marquetería o ebanistería.
 
    En el ámbito estrictamente cultural, contamos con la inestimable colaboración del periodista Tomás Ruiz, quien participara como mediador y presentador de diversos actos, a lo largo de la década de los años 90, del pasado siglo.



Tomás Ruiz, recibe placa de agradecimiento por su colaboración 
con Gritos, de la mano de Alberto Hevia. (1997).

 


    Aunque no debemos de olvidar las ayudas institucionales, en forma de subvención, a través del Ayuntamiento y Principado. También la colaboración permanente del Ayuntamiento de Carreño (especialmente entre los mandatos de José Luis Vega,  Pelís y Canales), y del Ayuntamiento de Avilés.



Manuel Llera Arrojo, Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Avilés,
recibe una placa, por el agradecimiento de la colaboración prestada
a Gritos, de mano de Celestino Hevia (1995). 



    El colofón y apoyo definitivo a la trayectoria del Club, desde el ámbito político, se conforma con la constitución de la Mancomunidad Cabo Peñas, entre los Ayuntamientos de Carreño y Gozón.  El 25 de agosto de 1989, en La Frontera, se formalizará aquella unión, con la celebración de un pleno extraordinario para dar su conformidad y la posterior fiesta popular. Aquel acto de hermandad iría ligado a varios actos lúdico - musicales. La vianda se servirá en una barraca instalada a propósito y, a la Asociación Gritos , se le concede la explotación de la parte correspondiente a la carne y su parrilla. Aquella exclusividad, marcará un definitivo respaldo institucional a aquel proyecto de origen juvenil.



Recorte de prensa de la II Fiesta de Hermandad, entre los concejos de
 Carreño y Gozón, celebrado en La Frontera.


    


    








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