Capítulo 59. La riqueza natural de Antromero y otras curiosidades. La Playa de San Pedro (IV). Décima parte (X).





Tarjeta postal del Sanatorio Marítimo Provincial.




 Capítulo 59.


La riqueza natural de Antromero

y otras curiosidades.


La Playa de San Pedro (IV).


Décima parte (X).




La Pregona.



"Agora ye otru tiempu,

oviamente"

Pablo Ordisana.



        Si una vez en la misma playa de San Pedro, dirigimos nuestra vista hacía el sudeste, a los lindes del vecino concejo de Carreño, veremos La Pregona. Espacio  indefinido, que abarca la desembocadura del río Pielgo y zonas limítrofes. 

    Etimológicamente deriva de la misma familia de la voz Pielgo (1), y hace referencia a pozos profundos como este. Su evolución, la describe Cristian Longo del modo que sigue: "Pielgo > pielgona  > pelgona > plegona > pregona".

   El término "Pregona", viene recogido con varias acepciones en el "Diccionariu Castellano- Asturianu", de Xuan  Xosé Sánchez Vicente, y de la que rescatamos dos: la primera, "alta mar", y una segunda, " agua de mar que viene revuelta, en la costa, con algas y otras plantas marinas". 

    Respecto a la primera, no encaja con nuestros intereses, pues es evidente que La Pregona lo es con pleamar o baxamar. Y la segunda, se adaptaría a cualquier zona del arenal de San Pedro, no específicamente en aquel área.

  Sin más pretensiones que cumplir con mayor información y con el ánimo revuelto, sospechando que pudiéramos abusar de la confianza depositada por el sufrido lector, añadiremos una última precisión respecto a este nombre, que bien pudiera ajustarse más a las condiciones de nuestra Pregona.  Tal lo recoge Cristian Longo, en su obra "Estudio diacrónico de la toponimia marinera de los concejos de Carreño y Gozón" : " La Pregona desembocadura del mismo río El Pielgo en la mar, en La Playa de San Pedro, donde se forma un pozo de agua cuando sube la marea e inunda el cauce del río". Detallando otra variante al respecto: " La Pregona también hace referencia a la formación de pozos, más o menos  profundos, como consecuencia de la subida de la marea y la inundación del cauce de los ríos que desembocan en la mar".



Fuente: Marisol Carro. Vista parcial en altura, de La Pregona
en pleamar.


    En el conocimiento popular, es la parte final de la playa. Un punto de referencia para los pesquines de pedreo, buscadores de bígaros y llampares, tal lo recuerda Benigna Anxelín: " Siempre oí hablar a los vieyos, que los mejores bígaros se daben en La Pregona". Aquel conocimiento heredado no pasaba desapercibido: " Y toda la vida fuimos a por ellos allí. Y después, a comelos a La Saltadera. No había bache, furaco que no estuviera tapao con les cascares de los bigaros y les llampares. Con todo aquello llenabes unos cuantos camiones". Nuestra habitual declarante, Marina El Tuertu, se expresa en similares términos, fruto de experiencias compartidas: " Alrededor de La Saltadera, era una grixera y delante de Casa Arenes, aquello era una montaña de bígaros. Allí nos sentábamos todos los guajes a comelos". Para cubrir la ausencia de logística, se recurría a la imaginación: "¿Quién tenía agujes pa sacar bigaros?. Díbamos buscar los pinchos de los escayos a un bardial que taba al lao".



Fuente: Ana Montes. La Pregona,  majestuoso y vigilante el 
Sanatorio Marítimo.


    La manifiesta abundancia de estos tipos de moluscos en la zona, puede estar interrelacionados por la combinación del agua dulce y la salada, como lo expone Emilio Rodríguez,  El Lechugo: " Está demostrado que en la desembocadura del río Pielgo y el de La Viesca, en Gargantera, siempre se dieron muy buenes llámpares y bígaros. Puede ser por mezclar en esas zonas el agua dulce del río y la salada de la mar y eso alimenta más". Aunque la experiencia y el conocimiento heredado advierte de excepciones a tener en cuenta en esta recogida: " Si la mar trabaya  y ta de fondo, mejor que no pañes nada en La Pregona, porque no vas comer más que arena". 

    Lo cierto, es que La Pregona, dependiendo de la fluctuación del nivel de la arena, fue un verdadero referente para  este pequeño marisqueo practicado por los nuestros, antes de las restricciones administrativas.

    

    




    (1). El término "Pielgo", nuestro río y según Díaz Castañón  es: "Un pozo de los ríos muy hondo y peligroso". Otros, como García Arias también estima la acepción: " Pozo de agua de un río donde hay menos corriente".





El Sanatorio Marítimo.



" La infancia ahora

es siempre  para ti

un territorio

de risas y veranos..."

Pablo Antón Marín Estrada.



    Pasado el río del Pielgo y ya en territorio del concejo vecino,  a unos pocos metros en altura, se exhibe una majestuosa edificación. Presidiendo  y gozando de envidiable vista nos encontramos con el Sanatorio Marítimo o el Hospicio, tal y como durante muchos años los lugareños lo etiquetaron.

    Por el lateral más próximo a la mar y recuperado  por los nuevos huéspedes del Proyecto Hombre, se aprecia uno de los tramos costeros del Camino de Santiago. Una variante del antiguo Camino del Norte, aquella que iba de Gijón a Avilés, pegado a los acantilados, para evitar la pérdida de los peregrinos menos duchos en las orientaciones, guiados siempre por la proximidad de la mar, que no ofrece dudas.

    El Boletín Oficial de la Provincia n. 153, de 8 de agosto de 1910, así transmite la aprobación de un proyecto que acabará cambiando para siempre la fisionomía de la playa y su dinámica, especialmente en el periodo estival: "La Comisión Provincial de Oviedo en sesión de 29 de julio aprobó el proyecto para construir un Hospicio Marino en el punto de Antromero, playa próxima al puerto de Candás...cuyo presupuesto asciende a la cantidad de 59.996 pesetas y 25 céntimos, y la presentación de una fianza del constructor de 2.999, 85 pesetas".  

    Uno de los entonces seminarios médicos más importantes, "Madrid Científico", registra con alborozo aquella decisión ,en su número 678, pág. 15, de fecha 4 de octubre de aquel año, 1910.  Alabando la inversión para construir un edificio nuevo y no aprovechar otro existente, tal se acostumbraba.



Fuente: José Antonio González. Fachada del Sanatorio Marítimo, 
década de los 20, del pasado siglo.



   La nueva edificación y su uso, requiere de una inversión para un mejor acceso. El 12 de febrero de 1913, el Boletín Oficial de la Provincia, en su número 34, aprueba la licitación de "la construcción y mejora del actual camino, con una longitud de 415,93 metros". Camino que discurriría con un desvío en  la carretera Luanco y Gijón, a la altura del cruce con el río Pielgo. Y que pasado más de un siglo desde entonces, mantiene su singular trazado hasta la vetusta edificación, continuando empinado hasta la quintana de la casería La Piedra.

  Aquel esfuerzo inversionista, no pasará desapercibido, así  en 1928, el insigne etnógrafo Aureliano de Llano Roza de Ampudia, en su obra " Bellezas de Asturias de Oriente a Occidente", describe el paso de Candás a Luanco, fijándose en este singular edificio: " Luego de salir de Candás por la carretera que conduce a Luanco, en un lugar llamado Antromero, se encuentra el Sanatorio Marítimo Provincial, construido por la Excma. Diputación para recreo de los niños del Hospicio. En el pasan una temporada de verano en compañía de sus profesores y vigilantes".



Fuente: Ana Montes. Camino que va hasta el Sanatorio marítimo y la 
casería La Piedra.



Fuente: Maruja Sanatorio. Espectacular imagen aérea del Sanatorio,
año 1945. A la derecha, la casa del guardes, actualmente en ruina, y 
entre ambos edificios el tránsito de la carretera, que continua en dirección
a la casería La Piedra.

   El argumento esgrimido para justificar su instalación se amparaba en la lucha contra la expansión de una enfermedad terriblemente contagiosa.  La tuberculosis, azotará a  la población española durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Los estragos son evidentes, causando una elevada mortandad en la actual Mancomunidad Cabo de Peñas, durante ese periodo reseñado. 

  Ilustres médicos, como fue el caso de  Tolosa Latour, abogan por la mayor  participación las administraciones y del dinero público en la construcción de sanatorios marítimos y de altura, para los niños, siguiendo las pautas iniciadas en  otros países europeos, como Alemania, Francia y Gran Bretaña. En este último país y en el año 1791, será un médico, quien atendía por Lettson, el que tras largas observaciones, comprueba que los pescadores no tenían síntomas de escrófula (2), ni tuberculosis. De este modo, vincula el ambiente salino como muy propicio para fortalecer y generar defensas contra esta enfermedad.

    El loable objetivo perseguido, no es otro  que a través de estas instituciones, se combatan dolencias relacionadas con los pulmones. Además de proporcionar mejoras a los menores y niños débiles, raquíticos y con enfermedades del aparato respiratorio (tosferina, asma infantil...). Considerando que  para su mayor eficacia, los enfermos debían de proceder del interior o vivir en altura, no fueran habitantes de núcleos de población costeros. El cambio de residencia habitual, obraría el milagro, según los defensores de esta teoría.

    Con la construcción de este  edificio (todo un hito )  e inauguración en el año 1912,  se convertirá en uno de los primeros sanatorios dedicados a  esta orientación en el Cantábrico. Dos años antes lo habían hecho el de Oza (Coruña) y el de Pedraza, en Santander.

    Afortunadamente, contamos con las declaraciones de una de aquellas beneficiarias. Ana Fernández, nacida en Oviedo en 1932, quien así detalla su experiencia: " Cuando era chiquilla, yo era muy ruina y enfermiza. Me llevaron para el Sanatorio de Antromero y para mi aquello fue descubrir un mundo nuevo. Nunca había visto nada más guapo. Toda la playa para nosotras. Allí nos bajaban a hacer ejercicio y poco más". Concluyendo en una sentencia que no deja lugar a dudas: " Fue uno de los veranos más felices de mi vida y si creo que mejoré un poco y todo".




Fuente: José Antonio González. Niñas del Sanatorio Marítimo,
junto con su cuidadora. Al fondo la majestuosa edificación original.
Se observa el importante número de pequeñas y en comparación 
con cualquier imagen actual, el notable retroceso del acantilado
de nuestra playa. Años 20.





    Transcurridos bastantes años, ya cuando la finalidad de la instalación era otra, también recuerda su vivencia una  de las entonces inquilinas, del colegio del Cristo de Oviedo, Ana Montes: " Allí (Sanatorio), era donde veraneábamos las niñas del Cristo. Ahora lo llamamos nuestro chalet". Mucha dinámica para cubrir el ocio y horas en la playa: " Muy bien lo pasábamos. Aquello era como nuestro". 




Fuente: Ana Montes. Inquilinos del Sanatorio, al fondo el imponente
edificio: "Ahora lo llamamos nuestro chalet".


   Aunque nadie mejor para detallar aquellos orígenes y posterior evolución que el conocimiento y experiencia, vivido en primera persona. Para ello, contamos con la impagable colaboración de Pilar Piqueras, hija del guardes Avelino y su esposa, Maruja:


    "El Sanatorio Marítimo de Candás, surge gracias al empeño del ovetense D. Rafael Sarandeses Álvarez (1858 - 1955)  que "concibe la idea de crear un centro marítimo para los niños que sufrían escrófula y raquitismo". (Tomado del documento Médicos Históricos Españoles). Esta obra será apoyada por sus herederos y comienza a materializarse en 1912.

    A lo largo de los tiempos este edificio tuvo distintos usos, si bien el principal fue acoger en periodo de vacaciones a huérfanos y expósitos recogidos en el antiguo hospicio provincial (actual Hotel Reconquista).

    Esta estancia se dividía en dos periodos. Un primer mes (aproximadamente) en el que disfrutaban del centro los niños, asistidos por funcionarios de la Diputación conocidos como inspectores y una segunda etapa en la que estos regresaban al edificio de la calle Gil de Jaz y venían niñas acompañadas por monjas de la Caridad.

    En 1959 el edificio sufrió una importante renovación. Se modernizó, si bien los espacios tales como dormitorios, baños,...seguían siendo colectivos. Es aproximadamente en 1960 cuando se separan niños y niñas. Las niñas van al Cristo a cargo de las monjas y los chicos al Naranco con los salesianos.

  Las monjas se marchan al inicio de la década de los 70. Fueron sustituidas por educadoras. Los salesianos estuvieron algún tiempo más, pero pronto los muchachos pasaron  a pisos tutelados.

  La historia de este edificio no queda aquí. Algunos años fue utilizado por ancianos que se encontraban en residencias del Principado. Más tarde fue lugar de acogida para los muchachos del Hogar de S. José, de La Calzada, mientras les concluían el nuevo colegio y por último, residencia del Proyecto Hombre.

    Como hija del guarda de ese edificio, he vivido mis mejores momentos en ese entorno. He compartido juegos y vivencias con todos los que por allí pasaron y recuerdo con cariño cada uno de los veranos transcurridos".



Pilar Piqueras.



    

Fuente: María Quintana. Avelino, el guarda del 
Sanatorio Marítimo.



    La labor del matrimonio compuesto por Avelino y Maruja, fue determinante, para el desarrollo de un sinfín de actividades de los moradores del Sanatorio. El cariño demostrado por ambos, queda evidenciado en el blog de los "Antiguos alumnos del Colegio Provincial de Niños del Naranco", a través de estas emotivas palabras: 

    "Una figura entrañable vinculada a la residencia de Antromero era la señora Maruja. Ella, que vivía en una casa próxima, se encargaba de la limpieza y de la cocina durante los periodos en que los alumnos del colegio residían allí. De carácter extrovertido y muy cariñosa, era una madre para muchos de los muchachos que pasaron por la colonia. Recibió un merecido homenaje poco antes de que el colegio cerrase sus puertas. Su esposo Avelino, además de custodiar la residencia, realizaba labores de vigilancia en la playa durante las horas de baño o cuando los alumnos se trasladaban en embarcación a La Isla ".

    

  
Fuente: Antiguos Alumnos del Colegio Naranco. Momento del cálido 
y merecido homenaje a Maruja.


Fuente: Maruja El Sanatorio. Antigua fachada Este del Sanatorio, seguramente
la más desconocida. Mitad de la década de los años 40 del pasado siglo.




   Leyendo estas informaciones tal pudiera parecer que la instalación fuera lejana y distante para la población de Antromero, aunque nada más lejos de la realidad. La interrelación con la gente joven fue siempre una constante, tal lo testimonia Mercedes Menéndez: " Iba mucho con Finina la de La Piedra, además también estudiaba con Pili la del Sanatorio, y eso me hacía pasar mucho tiempo allí". El tamaño del edificio era lo que más sorprendía inicialmente a los visitantes: "Recuerdo todo aquello tan grande y espacioso. Al principio alguna vez me perdí dentro. Aunque lo que primero y más me llamó la atención era ver que los colchones eran de hoja de maíz". También la división de sexos de la época, se manifestaba en la organización interna: " Íbamos también a misa con las monjinas, y había una que se llamaba Sor Juliana, que nos juntaba con sus niñas, pues los niños estaban separados". Algunos de los flecos de la memoria, son más largos que otros: " Me acuerdo de un niño ciego, que se llamaba Salvador. Siempre se sentaba en la playa sobre la arena y cuando mi padre iba a la mar, le llamaba y decía: "Fausto, cuéntame ¿ cómo es un burro?". Mi padre lo cogía en brazos y le explicaba todo lo que le preguntaba".  Mercedes, concluye con una reflexión que refleja añoranza y felicidad fresca: " En el Sanatorio viví tantas cosas, tengo muy buenos recuerdos".  Es evidente, que el edificio transformó el paisaje, además de generar  unas raíces inolvidables por aquella relación con  el pueblo y sus gentes.

  A finales de los años ochenta, se le va dar un giro al uso del edificio. La Fundación Centro Español de Solidaridad Principado de Asturias ( C.E.S.P.A), soporte jurídico de Proyecto Hombre, se va hacer cargo del edificio, con el loable objetivo de cubrir la prevención, tratamiento e incorporación social de aquellas personas con graves problemas derivados del consumo de drogas.

    Entre un sector de la población de Antromero, creó recelo y desconfianza. La palabra "droga" y el desconocimiento total de los planes de la Fundación, alimentó unas reticencias que se fueron venciendo, con el sereno juicio que deriva del paso del tiempo.

  En el año 2001, la Asociación Cultural "Gritos" de Antromero , otorgó al Proyecto Hombre el galardón del "Turullo de bronce", como reconocimiento a su labor impagable. La Asociación De Mujeres de Antromero, mantiene una estrecha colaboración desde entonces con sus responsables. No pasaron desapercibidas las actividades voluntarias de nuestros vecinos, como Mino LLaviana o Luis Servando Peláez, quienes invertían sus horas de ocio en la ayuda de otra gente que más lo necesita. Hay puertas que cuesta abrirlas, pero una vez abiertas, ya no se vuelven a cerrar.



Mino Llaviana. Voluntario y colaborador 
del Proyecto Hombre.


Turullo de bronce 2001, como antromerín del año,  otorgado al Proyecto Hombre.





Fuente: Emilio Rodríguez El Lechugo.  Imagen parcial de la bahía de San Pedro, 
visionada desde el Pico. Al fondo, El Sanatorio, preside el lado este de nuestra playa.





Fuente: Laudina Artime. Los componentes de la comisión
de festejos en el año 1936 (unos días antes del inicio de la 
guerra civil). Al fondo, se aprecia la majestuosidad  del Sanatorio.



Fuente: Loli Serrano. Treinta años más tarde que la anterior foto, nuestras romeras
buscan para el recuerdo festivo, el mismo fondo. La grandeza del Sanatorio.



Fuente: Marisol  Carro. Espectacular imagen a pleamar de nuestra bahía,
presidiendo la misma, el Sanatorio Marítimo.
 




 


(2). La escrófula es una infección de tuberculosis, de los ganglios linfáticos del cuello.





 Curiosos visitantes y alguna caxigalina de la playa.



"Todo pasa y ha de pasar..."

Manuel Asur.



    Para bien o para mal, somos un pueblo abierto y expuesto. Cosmopolita, al decir de las lenguas más exigentes.  A lo largo de los siglos han arribado a estas costas todo tipo de personajes, quienes han exhibido sus intenciones sin miramientos: piratas, aventureros, conquistadores variados y de dudosos pelajes e intenciones,  han pisado sin rubor y arrepentimiento estas tierras. Otros, en cambio, han decidido fijar sus planes de futuro  aquí y formar parte de la historia de este pueblo. La mar, en muchas ocasiones, ha sido el perfecto vehículo transmisor para cumplir sueños y objetivos.

    De todo aquel coctel sanguíneo, agitado por el tumultuoso paso del tiempo, se ha forjado esta gente que vive y ha vivido en el pueblo: " Roxos como vikingos". Es cierto, que la playa ha sido una invitación desplegada y arenosa para recibir a los visitantes marinos. Sin mayores dificultades de acceso y con una modesta, pero seguramente visible construcción en la altura de  su fachada acantilada, desde al menos el siglo X. Aquella pequeña ermita con advocación a Santa María, fue un reclamo atrayente e inevitable para los navegantes de estas procelosas aguas. Sinónimo de existencia de vida, se convirtió involuntariamente en una invitación a la visita obligada,  para satisfacer y cumplir con las necesidades terrenales y casi siempre poco virtuosas de estos viajeros.

    Sin ánimo de caer en la tentación de reinventar una historia jamás escrita, nos dejamos guiar por el sentido común y la lógica. Aparcaremos estas hipótesis estériles, viajando con limitado equipaje, a un pasado más próximo y familiar. Vivido por muchos de nosotros y del que ha formado parte como receptora inevitable nuestra playa, San Pedro.



Un escape de fuel y la aparición de un "tesoro" con traza histórica.


  Recordaremos un fatídico accidente, para restaurar vestigios de aquel incierto pasado. El día 31 de enero del año 1991, un incendio generado en uno de los altos hornos de Veriña de la empresa ENSIDESA, va a generar una catástrofe ecológica en forma de vertidos de fuel a la mar. Las playas más afectadas serán las de Xivares y la de San Pedro de Antromero. Ambas amanecerían el día 1 de febrero cubiertas con aquel hidrocarburo.

   Con el desastre consumado, un vecino de Antromero, en el día de autos,  denuncia ante la Guardia Civil de Luanco, la presencia de grandes y espesas manchas flotando en la proximidad de la playa. Observadas desde su embarcación, cuando iba a iniciar sus faenas en la mar. En cuestión de horas nuestra ribera de referencia estaba cubierta de una espesa capa de fueloil.

  Con precipitación, nocturnidad y alevosía, los responsables de la siderúrgica inician las tareas de limpieza. Usan para ello, maquinaria pesada y cientos de camiones de arena son sacados de San Pedro. Además, en alta mar, usan toneladas de dispersante, que aunque homologado, resulta muy poco aconsejable, por los nocivos efectos que genera a fauna y flora marina.



Fuente: Rubén Rodríguez y Fran Viña. Recorte de prensa donde se aprecia
la maquinaria pesada utilizada para limpiar nuestra playa.




    A raíz de aquel suceso, los jóvenes, Rubén Rodríguez García y Francisco José Viña Iglesias,  elaboran un magnífico trabajo, compuesto de 25 páginas. En su estudio, detallan con precisión milimétrica la evolución, actuaciones y cronología del vertido, desde una perspectiva lo suficientemente objetiva y no por ello, menos crítica. Además de contextualizar en el texto, las características geográficas y sociales de Antromero, en aquel  momento.




Portada del excelso trabajo elaborado por Rubén  y Fran.





    Aquel lamentable hecho, fruto de la impericia humana, no pasó desapercibido ni para los más pequeños del pueblo. Eva Hevia Artime, que contaba con 6 años de edad, se va alzar con el primer premio del III Concurso de Cuentos de Gozón, entre 71 finalistas, en la categoría de ciclo inicial:



La playa contaminada


    "No hace mucho tiempo en un pueblo muy parecido al mío, un día apareció una mancha negra que cubría toda la arena y parte del agua, toda la gente se quedó asombrada. Todos pensábamos en lo peor, especialmente los niños y niñas de ese pueblo, ya no podríamos bañarnos en la playa, ni pescar nuestros padres y abuelos.

    Más tarde nos enteramos que esa gran mancha había sido porque en una fábrica que está cerca del pueblo, hubo un accidente. Estuvieron limpiándola varios días y cuando acabaron nos pusimos todos muy contentos".

Eva Hevia Artime.



    El daño ecológico, derivado de todo aquel "galipote" (3), que inundaba la playa y toda la mar, estaba servido. Cientos de aves, murieron a causa de ello, la captura de pescado y marisco en la zona se resintió, y los medios de comunicación regionales y nacionales, se hicieron eco de aquel desastre. Corresponsales de diarios como "El País", " ABC" o el desaparecido "Sol", fueron durante días visitantes asiduos de estos paisajes desolados.




Pese a la "limpieza gestionada" por ENSIDESA, el galipote fue habitual
durante meses en San Pedro. En algunas ocasiones, cubriendo la totalidad 
de la playa, con diferentes grosores.



    La mar, siempre la mar, nos daría otra vez ejemplo y por ello motivo de sonrojo, recuperando con el paso de los años una "normalidad", que todos creíamos imposible. Una parte de nuestra riqueza natural, resistió a la desidia e incompetencia humana, con una regeneración milagrosa.




Fuente: LNE. Una tira cómica de este periódico de 2 de febrero de 1991.
critica sutilmente la actuación de los responsables de ENSIDESA, durante la
gestión de aquella crisis en nuestra playa.





Les peñes proximes a La Imera, años después del accidente, aun tenían
restos muy visibles de galipote.




  Tras aquel despropósito, y unos días después aparecen, al amparo de la Peña Larga,  restos de un gran cetáceo, presumiblemente una ballena. Dos enormes costillas (4) y un disco de espina dorsal evidencian el pasado ballenero del pueblo, y la vinculación de la playa con esa actividad. Los hallazgos estuvieron expuestos durante años en la Asociación Cultural "Gritos", hasta que unas manos desaprensivas decidieron cambiarlas de sitio, sin advertir su nueva ubicación.

    Las labores de la caza de ballenas en Antromero, han sido debidamente expuestas en el capitulo 1, pero nos vais a permitir añadir un curioso y significativo mapa, elaborado por el medievalista J. Ignacio de la Peña, quien reseña esta actividad en nuestro pueblo, durante al menos el siglo XIV.



Fuente: J. Ignacio Ruiz de la Peña. En este mapa, detalla la importancia 
de Antromero en la caza de ballenas. Junto a nuestro pueblo figura Tazones,
Luarca y Entrellusa (Perlora).


    El día 13 de noviembre de 1331, se formalizará un documento de arriendo, ya recordado con anterioridad, entre el abad  del monasterio  de San Vicente, plenipotenciario propietario de estas tierras y el vecino de Antromero Johan Pérez. Fortaleciendo en cualquier caso la importancia de esta pesquería, dados los detalles registrados en aquel. Tal se expresa en los siguientes términos y rescatado por el propio J. Ignacio:










(3). El hundimiento del Prestige en 2002 y sus consecuencias, hizo importar un término gallego, el "chapapote". Desde la aparición del alquitrán, los marineros y allegados ya tenían su propia terminología local, para designar aquellas manchas derivadas de aquel producto, el "galipote". La gente vinculada a la mar, asignan esta expresión al consumo de vino tinto: " Yo soy mas de tomar galipote". Con la aparición de los derivados del petróleo, fue la pesadilla recurrente de los bañistas. Toallas, bañadores y la propia piel han sufrido y sufren su persistente visita en nuestros pedreos y arenales. El precio de la evolución, es demasiado caro.

(4). La costilla mayor, medía 1,70 cm de longitud, y en su parte más ancha sobre unos 15 cm. Sin saber la posición de la misma en su estructura ósea, nos puede en cualquier caso, dar una imagen de lo que pudo haber sido el tamaño de ese animal.







Algunas visitas accidentales y registradas.


     En un verano de finales de la década de los años 70, y sin poder precisar con seguridad la fecha, aunque otros informantes indican que pudo haber sido en 1980 o 1981, irrumpió en la playa con gran ruido y aparatosidad,  un enorme cetáceo. Todos los bañistas que en aquel momento ocupaban el agua, cedieron y muy a disgusto,  la disposición de la misma al intruso.

    Aunque aparentemente no tenía daño alguno, todo apuntaba que su intención era morir varado. Los intentos de los allí presentes por hacerlo nuevamente a la mar, fueron vanos. La neblina derivada del paso del tiempo, nos hace ser imprecisos a la hora de señalar que especie se trataba. Genéricamente, el saber popular, lo bautizó como "El Cachalote". Aunque la imagen que tenemos grabada en la memoria, apunta a un rorcual, por la presencia de una aleta dorsal atrasada, forma y cabeza más afilada.

    La atracción inicial, fue derivando con el paso de los días, en un problema de salubridad. El proceso de descomposición, acelerado por los calores estivales,  se tradujo en una pestilencia insoportable. Cuando la situación apuntaba a eludir la visita a la playa, en búsqueda de otros pedreos que no atentaran a la sensibilidad de las fosas nasales, la osadía y el espíritu inquebrantable de los entonces jóvenes, se puso al servicio de la búsqueda de una solución. Al atardecer y con la malicia del que sabe que su acción no es inocente, arrancharon un cabo y remolcaron el cadáver a la popa del bote "Punta de los Ángeles". El objetivo, sacarlo a alta mar y que esta repartiera suerte. Aquel cetáceo no tardó en arribar a Candás, tras el muelle.

    Los candasinos, conocedores de la procedencia, devolvieron el "regalo". Durante algunos días, los intercambios fueron la tónica habitual, hasta que dado el maltrecho estado del cadáver, y en una de aquellas travesías obligadas, se soltó del amarre cuando iba nuevamente en dirección a la capital del concejo vecino. Sus restos, ya permanecieron para siempre a pie del Faro que preside la Peña El Cuirnu, para satisfacción de la fauna marítima de la zona. Con ello se puso punto y final a  un intercambio que parecía interminable.

    Los varamientos de pequeños cetáceos fue y es algo habitual, en estas costas. Zifios (ziphius cavirostris), marsopas (Phocones phoconea), delfines,...han constituido un listado de apariciones a lo largo de estos años, casi siempre arribando ya sin vida.

    Alguno de nuestros vecinos recuerdan en la proximidad del pico de San Pedro, el paso, casi siempre en grupo de alguno de estos ejemplares. José Adela describe un ejemplar con el nombre popular: " Muches veces tabes pescando por fuera del Pico San Pedro, y aparecíen en manada algunos botus, Y llevabes susto, porque faen un ruido raro, como si lo ficiera un paisano". El animal marino que cita José es la marsopa, conocida tal y como dice, en los ambientes marineros por botu. Se trata de un cetáceo pequeño que emite un ruido parecido a un "Buuuuff". Ocasión que no perdían los pescadores de Candás cuando los escuchaban, para desarrollar su sátira malintencionada, diciendo : "¡Coño, ya ta aquí otra vez la banda música de Luanco!".

    Otros, en cambio recuerdan el paso de numerosos calderones por la proximidad de la playa. Tal lo recuerda Benigna Anxelín: " Cuando éramos rapacines, y siempre era por la primavera, sentíamos un ruido tremendo que venía de la mar. Entonces echábamos a correr p'al Pico San Pedro pa ver como pasaben pegaos a tierra muchos calderones, Talmente parecía que esperaben que llegásemos pa velos pasar. Berraben como xatos".

    Es más que probable, que dada la precisión de la fecha (primavera) con la que nuestra informante señala aquel paso tan próximo a tierra, se debiera a la búsqueda de alimento, del bocarte que durante muchos años abundaba por estas aguas. Y el piloto/calderón, guía de su agrupación, era sabedor de aquellos tránsitos estacionales de tan delicioso pescado.

    En el invierno del año  2003, un vecino  que estaba a las labores de recogida de ocle, descubrió el cuerpo  de un pulpo Taningia Danae (5) o calamar dana, ya en evidente proceso de descomposición Pariente del famoso calamar Kraken o " Architeutis", su diferencia más manifiesta es la ausencia de los dos grandes tentáculos, y un cuerpo más ancho que el último.

    La marejada, subida de la marea y aquel inicio de pudrición que se manifestaba, no invitaba a la recogida de aquel animal, que bien pudiera medir un metro. Finalmente, sería la mar, quien recuperaría aquel ejemplar activando la cadena trófica natural. 




Fuente: Mundopulpo. Ejemplar de Taningia Danae.




    El día 15 de noviembre de 1989, hace aparición entre las aguas de nuestra playa, un curioso animal, una tortuga laúd (Dermochelys coriacea) (6). Serán unos jóvenes del pueblo, quien van hacer interrupción de sus juegos sobre la arena, al observar un extraño objeto que se acerca a la rexa.  Aquel animal, cuando arriba a la playa ya es cadáver y su putrefacción es inminente. El reptil, medía  sobre un metro y medio, y su peso en torno a más de  doscientos kg.




Fuente: Moncha Artime. La tortuga laúd,
varada en la playa.




Fuente: Laudina Artime. Vecinos y curiosos no perdieron la oportunidad 
de fotografiarse con la tortuga laud.



    No obstante, dada la curiosidad de la especie, fue la playa punto de peregrinación durante varios días. Vecinos, curiosos y periodistas, no desaprovechan la oportunidad para recordar e inmortalizar aquel momento. 



Fuente: Moncha Artime. Martin, a la izquierda y Félix Hevia
a la derecha.


 
   Aquel animal impactó socialmente en  pueblo, cambiando expresiones coloquiales casi eternas. Modificando temporalmente aquel dicho popular: "Si no tienes nada que facer, vete a dar una vuelta alrededor de les riberes", por otro adaptado a las nuevas modas imperantes :"...vete a ver la tortuga a San Pedro".



Fuente: LNE. El varamiento de la tortuga, cubre media página
del periódico.


    Con la llegada de la nueva década, en el verano de 1990,  también nos consta durante algún tiempo, la presencia de una pequeña foca gris. Uno de sus juegos favoritos era usar como entretenimiento alguna de las bollas, que se usaban como señalización del atracadero de la Punta de San Pedro. La "revisión" por parte de aquel mamífero de alguna tanda de nasas  en la zona, eleva la tensión  entre sus defensores y detractores. Situación que no iría a más por la desaparición definitiva de aquel animal. Durante ese mes, se detectó la presencia de una  foca gris en varias localidades costeras próximas. Aquella visitante, era sin lugar a dudas, una viajera empedernida.

    Nuestro vecino, Luis Servando, recuerda su presencia: " Aquella foca en sus incursiones llegaba hasta El Dique, Tuve la suerte de verla dos veces y todo el mundo comentaba que vivía en Antromero". Probablemente, esta deducción se deriva de su mayor visualización por las aguas marinas de este pueblo. Aunque siempre nos quedará la duda: ¿Y, si fueron dos o más focas las que hubo por aquí?.

    Rescatamos en estos textos, la presencia de alguno de aquellos animales marinos, que visitaron nuestra playa y que no pasaron desapercibidos a vecinos y transeúntes. Esta es una pequeña muestra,  que recuperamos de las amenazantes oscuridades que acosan a la memoria colectiva. Sin más intención que mantener firme este pequeño eslabón, que forma parte de la cadena que cumplimenta una singular historia, pocas veces recogida.












(5). Taningia danae, el calamar Dana, también conocido como pulpo pota, es una especie de calamar perteneciente a la familia Octopoteuthidae. Pariente del famosos Kraken, o calamar gigante. Es una de las especies más grandes de calamar conocidas, pudiendo alcanzar una longitud de 2,3 metros. El ejemplar más grande conocido es una hembra que pesó 161,40 kg. Es un calamar más corto y ancho, con ocho brazos,(no posee los dos tentáculos largos como el architeutis ) que en lugar de ventosas tienen pequeñas garras o ganchos con las que captura a sus presas. Pero lo más curioso del Taningia son sus dos órganos luminosos que emiten luz amarilla y que son los mayores órganos luminosos del reino animal.

(6). La tortuga laúd (Dermochelys coriacea), es un ejemplar que no se deja ver en el Cantábrico. Es una tortuga singular, que se maneja en aguas más cálidas, tal lo demuestra su mayoritaria presencia en Centroamérica y Sudamérica. Es la mayor de todas, pudiendo alcanzar los dos metros de longitud y más de 600 Kg. Actualmente forma parte de la larga lista de especies marinas en peligro de extinción.


    
    



    

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Capítulo 85. Coses y casos de cases. Casa Norte. Parte III.

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