![]() |
Horro de Toño La Capilla (Condres). Apoyado en un pegollo un preseo para destarronar. |
Capítulo 28.
El milagro de la tierra. Sexta parte.
"La vida llena de humo.
Un tiempo engordado
por las densas nieblas
del pasado".
Carmen García Fernández.
"...nada del pasado está
irremediablemente perdido:
todo se almacena en él
irrevocablemente".
Viktor Frankl.
![]() |
Fuente: Carmen Poquito. Pepe Poquito y Carmen, en la boda de esta. Año 1966. |
![]() |
Fuente: Carmen Poquito. De izquierda a derecha: Maruja Batimarañes, Carmen, Manolo, Alvarín y Álvaro Poquito. La unidad familiar, base y desarrollo del almacén. |
Los aperos pa trabayar.
¿Alcordaivos del progresu?
Llegó como siempre llega l'intrusu,
de llevita y puñu acharolao.
Chechu García.
El
hombre bajó de los arboles, orientó su futuro sobre el suelo y la combinación
de la necesidad y supervivencia fueron
los factores determinantes para
iniciarse en un control básico y rudimentario de la agricultura. Distanciándose
con ello de aquellos otros animales que
hasta no hacía tanto tiempo lo acompañaban en sus avatares diarios.
Aunque esta teoría puede quedar en entredicho con las teorías divulgadas recientemente por la afamada revista Science. Quien publica un estudio de paleontólogos ingleses, quienes teorizan sobre los antecesores del actual hombre moderno, estimando que convivieron durante mucho tiempo con otros primates en los árboles. Aunque ya eran bípedos y conocían los rudimentos de la agricultura.
Sea como fuera, nos mantenemos en la presunción inicial de que uno de los elementos de desarrollo que distanció definitivamente al homínido de otras especies, compañeras de viaje en la traza histórica, fue la agricultura.
![]() |
El poder andar sobre dos piernas, facilitó la posibilidad de crear herramientas. Y con ello el desarrollo de nuevas técnicas de cultivo. |
En
el Neolítico, hace ya más de 10.000 años, el
hombre usó sus manos y la creatividad innata para aprovechar las posibilidades que la naturaleza le
ofrecía. Recurrió inicialmente a las maderas y otros simples objetos para abrir
la corteza del suelo que pisaba: leños,
piedras afiladas de sílex, huesos y arados muy primitivos hechos con
ramas de arboles. Serían los primeros rudimentos de la agricultura que hoy
conocemos.
Posteriormente la aparición de los metales
mejoró ostensiblemente los rendimientos que aquel trabayu exigía. Iniciándose una pequeña
revolución agrícola, previa a la definitiva que tendrá lugar mucho tiempo
después, ya en el siglo XIX, con la progresiva mecanización de los exigentes
trabajos físicos.
En muchas ocasiones la introducción de novedades y mejoras con sus novedosos métodos y medios de trabajo no
eran demasiado bien recibidas. El apego a tradiciones y desconfianza manifiesta
a innovaciones van hacer el resto, tal y como veremos en futuros capítulos
con determinadas especies vegetales hoy
plenamente integradas en el calendario de las cosechas. Fue costumbre y muy
habitual entre nuestros antepasados expresiones tales como: “Así se fizo
siempre”, o la consabida :“Así lo facía mi pa y mí güelu”. Sentencias
todas ellas que corroboran el
inmovilismo característico de aquellos tiempos.
Aunque no debemos olvidar que el verdadero hándicap de la introducción de la tecnología y mecanizaciones en nuestros campos fue su alto coste económico . El elevado precio y los escasos rendimientos de los abundantes minifundios, no hizo más que lastrar y demorar las adquisiciones de los nuevos artefactos. Así nos lo recuerda con esta secuencia Alfonso Pinón: “Trabajar en la casería era muy duro, porque había que trabajarlo todo a mano, no como ahora que está todo mecanizado. Perres poques y todo lo que se compraba siempre con mucho esfuerzo".
También la matización de las nuevas épocas que precisa Emilio Posada: “En los tiempos de ahora el trabajo es menos físico, se trabaja de otra manera, porque aunque les maquines cuesten un capital, son fundamentales para llevar bien una casería. Mi padre, Pepe, compró alguna vez maquines con Casa Sampedrín. Así compartíen gastos y aparatos".
Este tipo de asociacionismo no era lo más habitual entre nuestras caserías, aunque alguna vez se realizaba con resultados satisfactorios. Nos remitimos a la experiencia de nuestro vecino Pepe el de Corujedo, para dar forma a este tipo de alianza corporativa: "Recuerdo cuando era crio, 7 u 8 años, la maquinaria era muy escasa, el tamaño de las explotaciones tampoco requería de ella. Pero ya empezaba a notarse el crecimiento de las mismas y la necesidad de incorporar avances tecnológicos". Precisando como se constituyó algunas de aquellas necesarias uniones: "En Condres había una cooperativa entre las caserías de la zona: Casa Lluisa, Casa Miguel, Casa Alberto, Casa Muñiz, entre otras. Se compartía una pequeña cuba para los purines. Ya empezaban las primeras parrillas para almacenar el purín y no las típicas canaletas de cucho". Añadiendo y precisando algunas de aquellas máquinas que cambiaron definitivamente la vida y forma de trabajar del esforzado campesino: "Había un esparcidor, una empacadora que rápidamente se sustituyó por una rotoempacadora. Recuerdo ir con mi tío a todas esas casas junto al resto de los cooperativistas a ayudarse unos a otros en las llamadas andechas. Después se merendaba allí todos juntos y cada uno para su casa". Añadiendo Pepe en estas declaraciones una sentencia de carácter sentimental: "Son buenos recuerdos, hoy en día ya no se colabora nadie con nadie. Cada uno tiene todo lo necesario y si no, existen empresas externas a las que se recurre habitualmente".
Nuestro confidente Pepe, marca el punto de inflexión, el punto y final a una relación socio-laboral que sucumbió con la llegada de la tecnología. El fin de les andeches.
Aperos y maquinas que esclavicen y lliberen.
“En San Juan se inicia el renacer de la madre tierra,
es el principio de la vida que genera los suelos”.
Si
tenemos que valorar en toda su extensión
la capacidad productiva de una casería o de una casa campesina es fundamental
el analizar todos los recursos físicos y logística de los que se dispone. La
combinación de personas en disposición de trabajar, de maquinas manuales o mecánicas
y de los animales de tiro necesarios para mover estas últimas, serán el punto de inflexión para el rendimiento de esta unidad de producción. Así los
primogénitos, ya fueran hombres y mujeres serán sobre los que va a recaer el
mayor peso de estas tareas y con ello la organización de las mismas, ante la
ausencia del patriarca/matriarca.
Cuando
nos referimos al trabayo de las caserías, tenemos que reparar en una
necesaria observación y no es otra que la labor agro-ganadera requiere una
variada intensidad de trabajo. Todo ello dependiendo de la época del año, con
una serie de notables altibajos. Pero a
lo largo de las 24 horas del día se tiene que atender todos los aspectos de la
producción . Así lo defiende Lucia les Moranes: “ Les vaques y los animales
no entienden cuando cae San Pedro o el Cristo de Candás. Hay que atendelos todos los díes. Aquí el que te malu, tien que aguantase. Primero ye lo primero”. Dejando bien
claro que en este tipo de explotación no hay calendario ni horario, porque
todos los días son iguales y las obligaciones priman en muchas ocasiones por encima de la propia salud.
Detrás de estas inacabables tareas se encontraban los aperos o preseos,
las maquinas de tiro o manuales que acompañaron y acompañan el incansable
trajín de los corajudos trabajadores de la tierra.
Vamos
a recordar (tratando en ello de no aburrir en exceso al sufrido lector) algunos
de los instrumentos y utensilios que durante décadas fueron usados por nuestros
antepasados de manera rutinaria. Buscando aquella simbiosis necesaria con la tierra, tratando
en ello de sacar el máximo fruto a su impagable tarea.
Los preseos o aperos de brazo.
“Muchos días solo se hacía palear, comer, palear,...
dar una vuelta, cenar y al otro día lo mismo.”
Pepe Capacha.
Seguramente
no será necesario hacer introducción alguna para conciliar nuestra memoria y
aquellos instrumentos que nos acompañaron durante siglos, sin prácticamente
evolución y desarrollo desde sus orígenes hasta nuestros días. Pero nos
sentimos obligados a definir a estos preseos y con ellos sus
características físicas para los más jóvenes y generaciones venideras que si
nadie lo redime serán incapaces de distinguirlos y mucho menos aun de
manejarlos sin poner en riesgo su integridad , aun viviendo en área rural.
¡Tanto ha cambiado la vida!.
Pensad que el origen de los mismos se remiten al uso de las piedras, palos, huesos. Posteriormente con el descubrimiento del fierro que nuestros antepasados aplicaron en pos de abrir toscamente los primeros surcos y agujeros en la tierra con el fin de arrancar raíces y tubérculos y con ello la siembra de las primeras semillas. Serán estos, tal y como se expuso, los primitivos utensilios del inicio de la revolución agrícola y de todo lo que hoy conocemos.
No es nuestra intención ya que por
otra parte sería absolutamente descabellada, el enumerar la larga lista de aperos y útiles. Pero si en
cambio reflejar al menos los más significativos y de mayor uso en la dura vida
del campesino. Aquellos que en definitiva aliviaron fatigues y penoso trabayo
de nuestros sufridos antepasados. Y
así lo recuerda Pepe Capacha con su atinada reflexión:” En la época
de trabayar la tierra, se pasaba t'ol día
camín de ella, cuchandola, paleando, semando, sallando, ...no se
paraba.”
Muchos de ellos han ido
desapareciendo de cuadres, horros, sótanos y paneres o
arrinconados en el mejor de los casos. Sumidos en el total abandono por la
aparición de la tecnología que va a
dotar de una mayor eficacia y rapidez en la realización de las tareas.
En este apartado trataremos de
señalar, sin excesivas pretensiones, aquellos que son los denominados de brazo,
esto es, para que pudieran ser utilizados era necesario el concurso del ser
humano y de su esfuerzo.
La gadaña/o (guadaña). Es sin lugar a dudas el utensilio más reconocible de todos, el referente agrícola por autonomasia. Su uso es exclusivo para segar, para cortar la yerba y la pación. Requiere una necesaria técnica conformada en habilidad y fortaleza. Siempre hubo auténticos maestros malabares de la misma, capaces de segar en condiciones límites. De la dureza de esta faena lo testimonia Emilio Posada: “El segar con el gadaño era una de las faenas más duras en la casería, aunque a mi ya no me tocó, porque la primera segadora que tuvimos fue a principios de los 70, antes de que tuviéramos tractor”. Añadiendo el agravante del momento del año: “Y cuando se segaba para la yerba, era peor porque había que segar desde que amanecía hasta al oscurecer, porque había que preparar todos los praos lo mas rápido posible para que curase bien lo segao” .
![]() |
Fuente: Ricardo Rico. Cargando lo segao. |
No es menos cierto que nuestro vecino Alfonso Pinón advierte
en la rutina de la actividad la necesidad de alimentarse bien
antes, durante y después ( si se pudiera...): “Los mis hermanos antes de ir
a segar siempre merendaben (trabajaban fuera de casa) y despues trabayar
con la gadaña”.
Entre las partes de este útil se pueden distinguir:
- la hoja de acero.
Es la pieza que corta la yerba.
- el estil, es el mástil o
brazo que soporta a la hoja.
- la cuña y las argollas, con ellas
se sujeta la hoja al mástil.
- les manilles, son dos empuñaduras que tiene el mástil. Una en la parte superior y otra aproximadamente a la mitad del mismo. Es para poder manejar el gadaño.
![]() |
Partes de la guadaña. |
Una de las exigencias del buen segador es mantener en perfecto estado la hoja y por supuesto bien afilada, con buen corte. Y esto se hace con la piedra de afilar que se guarda en el zapico que se cuelga a la cintura y siempre con agua y un poco de pación, para mantener así en el mejor estado al útil de afilado. Los zapicos pueden estar confeccionados de madera, de cinc o bien se usaba el cuerno vacío de una vaca . Algunos curiosos también acompañaban al agua y la yerba del zapico un chorro de vino para mantener limpia la piedra, aunque otros ese mismo chorro lo echaban para ellos para calentar un poco el cuerpo.
![]() |
Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Distintos zapicos. |
Pero es necesario también cabruñarla, templar y afilar el filo. Para ello se usa un pequeño yunque en el que se apoya la hoja de la guadaña y con un martillo se le dan pequeños y acompasados golpes para conseguir el objetivo final, que no es otro que este preseo tenga el corte idóneo.
![]() |
Fuente: Hernán Barredo. Cabruñando Carlos Barredo, en Llames de Parres. La Negrina. |
Hasta no hace demasiados años era
muy habitual el ver al paso de caserías, casas y quintanas de nuestro pueblo a
paisanos afanados en el cabruño, que anunciaban cientos de metros antes
por ese sonido característico del
incesante golpeo del martillo. Musicalidad que inevitablemente ofertaba una
nueva época de siega.
También se puede diferenciar una
guadaña , denominada de roza o rozón, que es de hoja más corta y
ancha que la común. Se usa preferentemente para segar maleza o arbustos. En
muchas ocasiones se recurría también para este menester a alguna guadaña en
peor estado o ya lo suficientemente gastada y desechada para segar.
El inevitable paso del tiempo precipita acontecimientos y facilita la llegada de la tecnología como lo recuerda Emilio Posada: “La primera segadora mecánica que tuve fue una para les vaques. Era como un carro que tenia una cuchilla lateral y unos piñones se revolucionaban con la marcha de los animales acelerando la cuchilla. Les primeres teníen ruedes de hierro pero al poco tiempo ya vinieron de goma. Las ruedas eran las que movían los piñones y ellos a toda la segadora”. Alfonso Pinón también declara: “En casa siempre se segó a gadañu. Hasta que se compró una segadora de vaques”. Confirmando lo sabido: “Era uno de los trabajos más duros de la casa”.
![]() |
Fuente: JASP. segadora de tracción animal. |
La foz. Se
trata de un preseo tan elemental y básico como antiguo. Básicamente es un largo mango de madera y en uno de los extremos una hoja (antiguamente de hierro) de acero
ligeramente curvada, similar los picos
de ave de cetrería. Muy útil para el corte de ramas, tallos gruesos y limpiar bardiales (matorrales). Pepe Capacha, así lo detalla: " Pa limpiar montes y bardiales, no había nada mejor que la foz. Nosotros teníamos dos: una con mango más grande que otra".
Hay de varios tipos y tamaños dependiendo del uso a las que van destinado. Dentro de ellos destacaremos a su hermana pequeña, la foceta/e, de mango corto y hoja más larga y curvada (representada en los símbolos comunistas junto al martillo). Dentro de sus últimos usos más comunes estaba el de cortar el maíz y otros cereales. El afilado es muy similar al de la guadaña.
Esta ferramienta era usada normalmente para segar en los lugares, en los que el espacio físico impedía el uso de la gadaña. En otras ocasiones, la utilidad era derivada al medio marino, como lo recuerda Benigna Anxelín: "Mi padre, bajaba al pedreo del Cuerno o del Bigaral con la foceta a segar ramalotes y rabos de raposo (algas de un buen tamaño) en la bajamar. Cargaba el paxo (cesta) y lo subía pa les tierres como cucho". Luis Servando refresca un episodio que confirma la adaptación de la foceta a las aguas saladas: "Tengo visto a los de Casa Soponte de Bocines y a los de Casa el Caminero de la Judea, bajar al pedreo a buscar oricios con un focete".
Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Foces y foceta. Esta última en la parte superior de la imagen. |
La fesoria o azada. Instrumento
característico de la agricultura. Absolutamente elemental y necesario en los
cultivos, tal lo recuerda Amparo Julián: “ Por muches maquines que haya en
les caseríes, siempre habrá una fesoria”. Su composición es tan básica como
eficaz, a un largo mango se le añade en uno de sus extremos una hoja de fierro
en ángulo de 90º .Estaba destinada a tareas tales como sallar, semar, arrendar y
limpiar todo tipo de superficies.
Dicha hoja, bien pudiera tener varias formas dependiendo del uso. La forma más conocida, es la llamada fesoria. Hay otra que tiene dos pequeños picos, normalmente usada para plantar y arrimar la tierra a las plantas, conocida como piqueta. Finalmente, se distingue otro modelo menos usado, denominado pico de cavar, utilizado para labores de mayor exigencia física, como pudiera ser para cavar el barro o empleado para tierras de extrema dureza.
Fuente: Homenaxe al campo asturiano, Diversos modelos. De izquierda a derecha: Piqueta, pico de cavar y fesoria. |
La pradera. Es el cepillo de los praos. Instrumento de madera (ahora de plástico o aluminio) para amontonar la yerba, vianda y en los últimos años también para el ocle. Es similar a un rastrillo pero más largo y con más dientes. Cuando rompía alguno de ellos, se debía sustituir para la no perdida de la eficacia y de ello se encargaba el manitas de la casería. Benigna Anxelín, detalla aquella operatividad: "En casa había en un cajón siempre varios dientes pa les praderes. Rompíen muy fácil, sobre todo cuando la época del ocle. Era mi padre el encargado de reparar. Los hacía con una cuchilla muy afilada que tenía".
![]() |
Fuente: Fumañeda Santolaya. Dos guajes pradiando con praderes. |
En la época de la yerba, las encargadas de recoger
con la pradera los restos de la misma eran las mujeres, quienes manejaban como
nadie el artefacto. Es el arduo y "ameno" arte de pradear. Tal lo
manifiesta Lucía les Moranes: “En algunos praos valía más morise que
pradiar, acababes matada de les manos y de la espalda”.
Cuando empezaba a perder consistencia y fortaleza el peine, se reforzaba con dos fijaciones de madera al propio mango.
El palote. Útil similar a la paleta del panadero, y cuya hoja es ligeramente curva y afilada para facilitar su acción de cavar y horadar el suelo. Muy apreciado en lugares reducidos, para mover la tierra. Nuestros antepasados en llosas y pequeños huertos dieron buena cuenta del rendimiento de ellos. Pepe Capacha, así lo transmite: "Mucho trabayamos con el palote, días enteros. Solo se paraba pa comer y cuando oscurecía". Nuestro declarante Alfonso Pinón hace una sentencia definitiva: " El palote era el silabario del que trabayaba la tierra".
![]() |
El palote, otro potro de tortura física para nuestros descendientes. |
![]() |
Otro modelo de palote. Se trata de una horca con dientes gruesos. |
El garabato. Tiene 4 o 5 dientes largos y curvos, formando prácticamente un ángulo recto. Su uso es fundamental a la hora de descargar el cucho de los carros, distribuyéndolo en montones a lo largo de les tierres para después esparcelo. Recuerda Luis Servando el uso de este artefacto en la mar: "El garabato se usaba par coger centollos con el espejo o también llamado anteojo de calafate".
![]() |
Garabato con 4 dientes. |
El pico. No se trata específicamente de un útil que se pudiera vincular con las actividades agrarias, pero nada más lejos de la realidad. Se usa para romper duros objetos terrosos y arrancar piedras de praos y tierras de nueva factura. Es un útil fecho con un mango de madera de tamaño mediano y cuya pieza de fierro tiene dos extremos diferenciados, uno en pico y el otro cortante.
![]() |
Pico. Normalmente vinculado a otras faenas, pero importante en el trabajo de la tierra. |
El manal. Objeto curioso cuya finalidad estaba orientada para la extracción del grano (mayar) de les fabes, chichos, erga y de todo tipo de alubias. Hasta no hace muchos años en Antromero también para la escanda. Consta de dos palos desiguales que se llaman pértigo y moca. Unidos por un estrobo de badana, de cuero. Y para su uso se requiere práctica y una especial precaución de no golpearse o golpear a los circundantes. Para ello, se coge el palo más largo y girando el pequeño por encima de la cabeza, impactando en el montón de alubias en su vaina previamente depositadas en el suelo.
Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Manal. Se aprecian todos sus componentes: Dos palos desiguales, unidos por una badana de cuero. |
Se suele escoger un día con viento moderado, para después hacer volar al resultado del golpeo del manal. Se recoge todo ello en un recipiente y se vacía lentamente por encima de la cabeza con el objetivo de que el viento seleccione el grano de los restos de las vainas, quienes son desplazadas por la acción del dios Eolo.
Su uso era normalmente por parejas y en perfecta coordinación en sus movimientos para evitar percances de golpeo.
![]() |
Fuente : Emilia Posada. Mayando fabes en la quintana de Casa Posada. |
Después, casi siempre a la luz del llar y por la noche
se procedía a la selección a escoyer les
fabes. Se despejaba la mesa y se hacían varios montones: a un lado les
manchades, a otro les ruines y en medio de la mesa para que no cayesen el
montón de les buenes. Blancas y grandes, aquellas que pudieran ser destinadas a la venta. Esas se
meterían en una saca de tela tupida y seca con una cinta para asegurar su
cierre y en su interior unas hojas de laurel para ahuyentar papones
y bichos que pudieran afectar a la integridad de las alubias.
La barra. Apero de hierro alargado de forma cilíndrica o hexagonal con el objetivo de hacer agujeros y pozos. Especialmente usado para cierres y clavado de estacas.
![]() |
Diferentes cabezas de barras. |
El esmesón. Ferramienta con forma de arpón y que se utiliza para sacar de les vares la yerba. Antiguamente eran de madera, que con el paso del tiempo fue sustituida por el menos exigente fierro.
Esmesón . Este con mástil de madera y cabeza de fierro. |
![]() |
Fuente: La Asturias rural y profunda. Esmesando en la vara de yerba. |
Las angarías. Útil, tan antiguo como la caza y la pesca, imposible de datar sus orígenes. Es tan básico como eficaz, estando formado primitivamente por dos palos largos y paralelos que están atravesados por unas tablas en su parte central. Allí será donde se depositará el material destinado a su transporte. Posteriormente y dependiendo de la fortaleza de los paisanos y peso acarreado se fue adaptando con redes y cajones.
![]() |
Angaría o angarilla. |
Es fundamental que tanto la parte delantera como trasera del ingenio estén lo suficientemente libres para evitar los tropiezos de las dos personas encargadas del manejo del mismo. Si bien es cierto que originariamente su empleo fue exclusivamente en el ámbito agrario, en nuestro pueblo fue muy estimado su uso en otras labores ajenas a aquel. El boom del ocle en el siglo pasado, reverdeció viejos laureles de les angaries. Tal lo recuerda nuestro vecino Manolo Robes: “En algunos pedreos era habitual el usarles para mover el ocle, ya que no se podíen meter animales, ni tractores.”
El destarronador o porro. Mazo fecho de madera, para romper los tarrones de tierra compacta. Solían hacerse de componentes de liviano peso, como el fresno, dado que sus usuarios era normalmente la gente menuda, los guajes. En algunas zonas de la geografía asturiana eran los sucedáneos de los mazos, usándose especialmente para clavar estacas.
![]() |
Fuente: Toño La Capilla. Destarronador apoyado en el pegoyo del horro. |
La pala de dientes. Es seguramente uno de los instrumentos más reconocibles en les caseríes. Perfectamente identificable en su aspecto físico, donde dominan tres, cuatro o cinco dientes de fierro afilados en sus puntas y unidos a un largo mango de mader, a elección de su usuario. Era típico que cada miembro de la casería tuviera su pala propia. Imprescindible para carga y descarga, para cuchar, amontonar y un largo etc.
![]() |
Muyer cargando yerba con la pala de dientes. |
Los inventos, maquinas de todo tipo y condición tienen como objetivo el eliminar y reducir la carga de trabajo de los paisanos. Esto sin dudarlo en ningún momento es el mayor desarrollo de la humanidad, el imposible sueño del ser humano.
Llama poderosamente la atención el uso compartido de gran parte de estos aperos en las faenas tierra-mar. Esta simbiosis demuestra la afinidad de estos ámbitos laborales y el pragmatismo de los habitantes de esta tierra. Es una flexibilidad que ha inculcado la necesidad de supervivencia. Aquella que los obtusos serían incapaces de entender.
En casi todas las ocasiones se repite una y otra vez la misma historia: la necesidad de seguir mirando hacía delante y la obligación de volver a reinventarse. De ello pueden dar fe nuestros antepasados quienes a lo largo de la historia han tenido que sufrir y sobreponerse a las innumerables pruebas a los que ha sometido el destino. Porque la historia del ser humano es la historia del hambre y de su intención de vencerla con todos los medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
los comentarios son libres y todos serán públicos