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Fuente: Paulino García. Panera y fachada principal de casa Norte. |
Capítulo 24.
El milagro de la tierra. Segunda parte.
La casería ( y II).
Las edificaciones y propiedades.
“Decir en Asturias una casería es decir
el conjunto formado por una cuadra, una casa, un hórreo
uno o dos huertos, tierras de labor, praderías.”
Prieto Bances.
Como norma general histórica debemos de tener en cuenta que la casa rural asturiana , se presenta disociada de otras edificaciones. A su alrededor van surgiendo construcciones complementarias que en algún modo van a atender las necesidades de sus moradores: casetas varias, tenada, pequeñas cuadras y finalmente el culmen y máxima aspiración arquitectónica, el hórreo. Crecidos al amparo de las quintanas, antojanas, etc. Figuras estas últimas, recogidas en el derecho consuetudinario asturiano.
En algún caso (en nuestro pueblo aislado), también se añade a esta configuración una construcción auxiliar, el llagar, orientado a la fabricación de sidra. Así podemos distinguir el que había en la casería Norte.
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Fuente: Google. Llagar de Casa Norte, ya en ruinas. (2008). |
La casería estaba complementada con la posesión de suelo (en régimen de alquiler o propiedad). Y este normalmente se basaba en huerta próxima a la casa, tierras varias, praos y algún monte. También la llosa (terreno de cultivo próximo a la vivienda), era parte fundamental y se orientaba específicamente para el autoabastecimiento, esto es, pa tratar de matar la fame de casa.
La casería, ha representado durante décadas y hasta no hace demasiado tiempo el mayor potencial productivo en las zonas rurales.
La cuadra o la corte.
Originariamente, son edificaciones anexas a la vivienda principal y que se encuentran bajo el techo de la misma edificación. Desde hace años se ha roto esa dinámica, construyéndolas en un edificio aparte, lo suficientemente alejado de la casa. El objetivo es la recogida de los animales de todo tipo: de tiro, gochos, conejos, pites, vaques y de aquellos que pudieran contribuir a la economía familiar.
El término corte, es similar al de la cuadra. El Diccionario General de la Lengua Asturiana, en una de sus acepciones, lo define del modo que sigue: "Establo que constituye un departamento de la misma vivienda".
Normalmente las cuadras eran de un tamaño muy similar al destinado para vivienda, pero en un plano un poco más bajo que aquella. Siempre había uno o dos peldaños que bajar para acceder a la corte.
Su distribución era elemental y funcional. División en dos partes para ubicar el ganao, aprovechando las paredes más largas. Normalmente en el centro de la estancia, se canalizaba con un regato todos los orines que desprendía el cucho, orientándolos hacia la pila del estiércol apostada en el exterior.
Dependiendo de las características físicas de la cuadra, los habitáculos para los animales se formalizaban a través de las retrigas. Siendo estos los puntales que sujetan los maderos del comedero con el techo, aprovechando los mismos para la división.
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Cuadra o corte. Imagen muy gráfica , donde se aprecia en primer plano el regato de evacuación de los orines. Al fondo, las retrigas, postes que facilitan la división de este espacio. |
En todos aquellos receptáculos hay comederos formados por una bancada y dependiendo de a quien fuera destinado, bebederos. Estas separaciones, corriellos o cubiles son de diferentes tamaños, pudiendo llegar a ser una pequeña cuadra dentro de la misma.
Respecto al tótem o emblema de la cuadra, las vacas, se estabulan con separaciones que pueden ser físicas o no, dependiendo del carácter y agresividad de estas y xatos (toros). En aquellos animales rebeldes, especialmente los xatos, se les aplica una arandela de hierro en la nariz, el ñarigón, al que se le amarra una cuerda para doblegar sus violentas reacciones y tratar de domar las mismas. Respecto a ello nos saca de dudas, Emilio Posada: "Hay xatos que se pueden volver rebecos, dependiendo de muches coses. Pueden ponerse celosos si te arrimes a una vaca; por los colores; por la forma en que te mueves; si no te conocen o ya vienen con ese carácter". Esto es, pueden llegar a ser tan complejos como el ser humano.
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El ñarigón, reduce los impulsos violentos de los xatos. |
Estos cuadrúpedos, se sujetaban por el cuello con cuerda que estaba prendida a una argolla fija en la pared, para eliminar la posibilidad de que deambularan por la cuadra.
Dependiendo de las características de la edificación, se puede habilitar en la parte superior un espacio para almacenar la yerba. Es la denominada tenada o tená. Ante la imposibilidad de poder usarlo, se podía recurrir al desván de la vivienda para tal menester.
Aunque en determinadas ocasiones y poblaciones durante algún tiempo estuvo prohibido meter yerba en casa. Así ocurrió en el año 1573, en Avilés a raíz de un pavoroso incendio ocurrido en aquella villa.
Emilio Posada hace una curiosa precisión: "En muchas casas que tenían tenada, la fruta se metía entre la yerba. Allí se conserva bien y si está un poco verde, madura de maravilla. A veces, aguantaba todo el invierno sin problema".
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Tenada o tená. |
Si tuviéramos que distinguir un elemento imprescindible, dentro del mobiliario para desarrollar la actividad más importante dentro de la cuadra, el catar (ordeñar) nos remitiremos a un utensilio único, un pequeño asiento de tres o cuatro patas que se denomina tayuela. Se trata de una banqueta de baja altura y sin respaldo, que sitúa al usuario en una cómoda postura para ordeñar.
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Tayuela de tres patas. |
Ya en el exterior y a la puerta, no había cuadra que no tuviera una pila de cuchu (estiércol) y un reguero de orín que salía del mismo fruto de la descomposición de toda aquella materia agrupada y descompuesta. Y les mosques, miles, millones de moscas que animadas por aquel ambiente, torturaban en su volar y picar a la xente.
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Fuente: M.A. Centeno. La pila cucho al lado de las viviendas, algo habitual durante mucho tiempo. En la imagen , se aprecia la abertura por donde se podía sacar el estiércol en algunas cuadras. |
En las cuadras, se estraba, se echaba restos vegetales en el suelo donde estaban los animales para formar su cama. Aquellos que no eran apropiados para el consumo de las vacas, como felechos, narbaso, hierbas de indefinido origen...Tal y como lo recuerda Antonio Guardado: “Íbamos a los montes pa segar bericio (brezo) y todo lo que valiese pa facer la cama de les vaques.”
También el narbaso, que eran los restos de las cañas de la planta del maíz, formaba parte de aquellos socorridos recursos. Respecto a este vegetal, si el estado del mismo fuera lo suficientemente tierno, se cortaba y mezclaba con el pienso. Usándose como complemento alimenticio a la dieta de los rumiantes.
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Fuente: Emilio el Lechugo, José el Salao, cortando narbaso. Años 60. |
Puntualmente, la arena de la playa de San Pedro se destinaba en algunos casos a aquel fin y a la vez buscando el efecto desinfectante de la misma. En la actualidad, hay empresas que se dedican a la comercialización de este sedimento para uso de cama de las vacas. Tal es el caso de la gallega Erimsa, quienes ofertan sus beneficios del modo que sigue: "La principal ventaja frente a productos convencionales es que al ser un material inorgánico garantiza una mejor salubridad e higiene al impedir la proliferación de microorganismos y agentes patógenos que causan infecciones".
Nuestros ascendientes ya sabían de sus propiedades, sin necesidad de tanto conocimiento técnico-teórico. Tal lo refrenda Alfonso Carma: " La arena de la playa siempre fue muy buena pa les vaques. En muches cuadres se subía de la la playa, pa estrar y facer les cames".
En la cuadra se solían recoger y almacenar a buen recaudo , en el caso de no disponer de otro lugar, los utensilios que acompañaban en el cultivo de las tierras. Además de los aparejos de los animales, que eran parte activa del proceso productivo.
Los ganados y las personas tenían la misma puerta de acceso y en el interior apenas una tablas los separaban del espacio destinado a los humanos, centrado por el fuego, el llar, que servía de cocina y de calefacción. En aquella construcción que constituía en muchas ocasiones una única estancia que hacía las veces de cocina, comedor, salón y dormitorio.
Era tal la interrelación entre vivienda y cuadra que en algunas ocasiones se mezclaban confusamente, tal lo declara Concha Menéndez:” En algunes cases, los animales sacábense y metíanse en la cuadra por el llar, por dentro de la casa". Detallando aquella interrelación cuadrúpedo-humano:" A los animales y sobre todo les vaques antes eren casi como uno más de la familia. Había mucho respeto con ellos". Nosotros aplaudimos esta complicidad, como remedio a las escaseces de aquellos tiempos.
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Fuente: Conchi Fernández. Concha Menéndez. |
Otro de los útiles de construcción propia e imprescindible en cuadras y quintanas, era el escobón. Confeccionado con elementos naturales, tal fue el brezo o argaña. Para ello se cortaba este arbusto con el tamaño deseado y se dejaba secar al menos durante mes y medio. La especie de brezo adecuada para este menester se encuadra en los géneros botánicos Erica y Calluna.
Una vez seco, se sacudía para que soltara la molesta grana. Se selecciona un puñao y se coloca dándole la forma adecuada, fijándolo con alambres flexibles. El sobrante superior se iguala con el corte de cuchillo o navaja.
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Fuente: Silvestres Azcaray. Preparando un brazao de argañes para hacer la escoba. |
Como mástil se solía usar el avellano, aunque si no fuera posible, pino o fresno. Solo se exige que cumpla con los requisitos de ser recto y ligero. Se le afila en el extremo , hincándose en la gavilla vegetal, golpeando secamente por el extremo libre del mango. Fijándolo con un clavo, afianzando el amarre entre ambas partes. Para un desgaste uniforme, se aconseja un barrido en las dos direcciones.
Nuestra habitual declarante Benigna Anxelín, rememora quien era el encargado de hacer estas eficaces escobas en su casa: "Mi padre José el Salao, era quien les hacía. Además cuando se ponía a ello, hacía unas cuantas, dependiendo de la argaña que tuviera. Algunas de ellas las regalaba". Aclarando la complejidad de su hechura: "Lo único que había que tener era seca la argaña. No tardaba mucho en hacerlas. En Antromero había gente muy amañosa, como Tamón y alguno más que también les hacíen". Subraya la importancia de su uso en determinadas exigentes superficies: "Eren muy buenes pa barrer les cuadres y la quintana. Llevábenlo todo, dejaba el suelo como una patena".
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Escoba de argaña, ya acabada. |
La cuadra fue sin lugar a dudas un órgano vital y básico para el desarrollo socio-económico de nuestras caserías.
La casa.
" Cuanto dolor entre la hiedra
que ahora habita en la piedra,
antes casa".
Vanessa Gutiérrez.
Es el edificio principal del conjunto de la casería. Dependiendo de la época histórica puede presentar diferentes variantes. La evolución natural fue de ser una choza, sin más pretensiones hasta la actual casería que conocemos. El modelo tradicional de finales de siglo XIX y gran parte del XX coincide en casa de planta cuadrada o rectangular y baja. Dependiendo de la capacidad económica de su propietario podía llegar a tener una altura más.
Las paredes se pueden construir con piedra, usando el barro como fijación de la misma. En ningún caso se cubre o "carga" las paredes con cal. El suelo de tierra, o en el mejor de los casos enlosado con piedra. El tejado construido a tejavana, siendo visible el armazón de sujeción del mismo.
Una de las casas populares más antiguas del concejo estuvo en nuestra parroquia. Concretamente en Condres, tratándose de la casa María la Rodil. Una posterior reforma llevada a cabo en este siglo le ha eliminado este título honorífico. Se trataba de una vivienda pequeña, de unos cinco metros de fachada. Su distribución interna eran tres habitáculos: cocina, habitación y portal enlosado. La cocina tenía el techo a tejavana y con el llar en el suelo. Esta construcción fue hecha a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. En cualquier caso, era un claro ejemplo de la forma de vida de los antepasados.
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Fuente: "Arquitectura popular en Gozón. Casa María la Rodil (1999). |
Normalmente el interior de estas moradas estaba dividido en dos partes muy diferenciadas: la destinada a los animales (cuadra) y el espacio habitado. Este espacio doméstico se divide en varios habitáculos :
-La cocina o el llar. Es sin lugar a dudas el cuarto más importante, donde socializa la familia, Antes de la aparición de las cocinas de carbón y leña, se cocinaba en el suelo. En el mejor de los casos, la salida de todos los humos procedentes de la combustión era un pequeño ventanuco. Lo normal era que aquellas paredes estuvieran ennegrecidas por el efecto de aquel fuego. Aquel molesto humo ahuyentaba a moscas y mosquitos, compensando toda las incomodidades ocasionadas.
El mobiliario se reducía a tayuelas o bancos para sentarse, una masera donde se hacía el pan, haciendo las veces de mesa y estantes o ganchos, donde colocar el reducido ajuar destinado para la cocina. Emilia Posada, recuerda aquel habitáculo en su niñez (segunda década de los veinte del siglo pasado): " Había una masera, una mesa, armario, cocina , una espetera y unes trabielles ( repisas) para poner el pan y el agua y les coses de comer". Jovita González, confirma la anterior exposición: " En casa teníamos un cuadro con una espetera y era donde se colgaban todos los cacharros. Recuerdo que también en la cocina, que ya era de leña y carbón, había una masera y una mesa un poco más grande que la masera". En el mobiliario de este espacio no admite muchas novedades, aunque si ligeras matizaciones, tal lo detalla Amparo Julián: "De lo que me acuerdo era que en la cocina había un platero muy guapo. Era un armario con puertes por la parte de abajo y por arriba para poner coses. Después había también una masera, donde se hacía el pan y la boroña (pan de maíz) y una mesa con dos bancos".
Concha Menéndez, recupera en su memoria la imagen de la cocina de su infancia: " En mi casa había un horno grande, pero se cocinaba en el centro de la cocina, con un fuego y un pote con cuatro patas". Respecto a este habitáculo, Lucía les Moranes añade un componente sentimental: "Después de vieya siempre pensé lo guapes que eren les cocines de antes. Nosotros teníamos una con forno y enfrente el llar de leña. Años más tarde ya pusimos la de carbón". Basilio el Tercero, describe sucintamente la cocina de una de las caserías más pudientes de entonces: "La cocina en casa Norte era tremenda. Estaba en la parte de abajo de la casa y era muy grande. Teníen un armario de castaño donde guardaben les potes y platos y un fregadero. Una mesa cojonuda y bancos pa sentase".
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Espetera antigua. |
Los objetos de uso cotidiano en el llar, eran trébedes, potes, cadenas, calderas de cobre, sartenes de fierro, fuelle para atizar el fuego, planchas macizas, asador de castañas... etc. Un conjunto de cosas que el paso del tiempo ha hecho desaparecer irremediablemente.
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Fuente: Rufino González. Trébede en un llar. Las paredes ennegrecidas por el fumo procedente de la combustión del llar. |
La cocina es el espacio más socializador de la vivienda. Es donde se come, se reza, se refugia y cubre el ocio en los duros meses invernales. Aquellos en los que nunca falla la presencia del reconfortante fuego y calor, además de candiles y faroles, para aliviar las oscuridades nocturnas.
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Fuente: Celso Gómez. Cocina o Llar (1919). |
Es también en este espacio, donde se cubre las necesidades alimenticias de los miembros de la xente, en una economía de autoabastecimiento como aquella. También es el lugar donde predomina el orden y organización impuesto por la mujer de mayor edad, el ama o matriarca.
- Los cuartos. Eran piezas o huecos para el descanso de los miembros de aquella unidad de producción o como estancia para los enfermos de larga duración. Las camas eran de madera con un rústico colchón hecho de un saco relleno de hoja de maíz. Ya en la pasada centuria se sustituyó por el relleno de pelo de oveja. En Asturias las primeras camas elaboradas en forja de hierro, se sitúan en la mitad del siglo XIX. Nuestro vecino Luis Servando testimonia su vivencia, al respecto: "Cuando era muy pequeño, iba a la casa de mi abuela en Santiago de Ambiedes y quedaba a dormir con mi primo, lo hacíamos sobre un jergón de fueya de maíz". Añadiendo en si testimonio un inconveniente más al uso de aquel rústico colchón: " No se podía dormir debido al ruido que hacían aquel relleno, cuando el que dormía contigo se movía o daba la vuelta". También recordando otra experiencia con aquellos camastros: "Años más tarde lo usaría, ya por 1957, andando al bonito".
Las divisiones entre los cuartos era normalmente de tablones o cortinas. Aunque también era frecuente que no existiera ninguna, durmiendo todos los miembros de la unidad familiar en la misma estancia.
- La sala. Era la parte noble y reservada de la vivienda. Tenía una característica distintiva, una de sus paredes estaba orientada al exterior. Ante ausencias o imprevistos en hórreo, panera o desván, se usaba como almacén de grano. Este reducto cobra todo su protagonismo cuando hay un muerto en la casa, habilitándose como velatorio. Basilio el Tercero describe la sala de la casa Norte: " Estaba en la parte de arriba y había que subir por unes escaleres de castaño. Era muy grande y había un armario muy grande, muy grande. El suelo era de madera, de tables muy anches y había colgao de la paré un cuadro muy grande de uno de aquellos vieyos que vivíeron allí". Sospechamos que la imagen a la que se refiere el declarante se trate de un retrato de alguno de los antepasados que vivieron en la casa más noble de Antromero.
En ella se instalaba como mueble de referencia, ante la ausencia de armarios o similares, el arca. Este enser cumplía con creces con la función de almacenaje de todo tipo de ajuar doméstico, especialmente la lencería. Si era de encargo, se solía hacer de gran tamaño y esmerada confección. Recurrimos a las manifestaciones de Benigna Anxelín quien describe de modo sucinto su aspecto y uso: "En casa teníamos un arca tremendo. Era bastante grande, de color negro y estaba forrado por dentro de un paño como de raso. En él se guardaba ropa y alguna que otra cosa. Así era más difícil que entraran los ratones".
En las arcas raramente había divisiones internas, pero solían tener un pequeño apartado destinado para los objetos de valor. Monedas, joyas u objetos delicados iban a parar al estoyu, que era el nombre popular que recibía tal departamento. El rasgo físico común era, por lo general, de proporciones bajas y alargadas y ser el único objeto con cerradura.
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Arcón. Objeto de deseo en épocas no muy lejanas. |
En Antromero, fue un denominador común el uso de las maderas encontradas en las riberas, en la rucha, para la construcción del suelo este compartimento, la sala. Así lo recuerda Manolo Llaranes: "Por las riberas y la playa de San Pedro a veces varaban tablas y tablones. Seguramente por la pérdida de la carga de algún barco". Destacando la calidad de alguna de aquellas: "Algunas eran tremendas, muy duras. Costaba la vida cortarlas, para poder ajustarlas. Eran negras y duras". Nos consta que la extrema calidad de aquellas maderas supusieron un inconveniente para laborar con ellas. Quedando desestimadas y relegadas a un servicio secundario. Alfonso Pinón, así lo detalla: " Una vez que fuimos el mi hermano y yo a cargar ocle al pedreo, encontramos unos tablones. Pesaben como si fueren de piedra. Al final, no había manera de cortarlos y quedaron pa facer un gallinero".
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Fuente: Marisol Carro. Manolo Llaranes. |
- El desván. En aquellas casas donde había desván, este se convertía en un espacio importante. Su uso era para almacenar el fruto de las cosechas: patatas, cebollas, fabes, ajos, arbeyos...y también como trastero. Tal y como se expuso estaban hechos a tejavana y abuhardillados.
Para hacernos una composición de aquellas moradas en el siglo XIX, hace relativamente poco tiempo, recurrimos al médico pixueto (natural de Cudillero) Higinio del Campo, quien en su obra "Estudios sobre la pelagra", editada en 1847, describe como eran la mayoría de las casas del área rural asturiano: "Habitan, generalmente hablando, en casas pequeñas y aglomerados en los dormitorios, por lo común mal ventilados; otros, más pobres, se construyen miserables chozas, en las que duermen en amigable compañía con los ganados y demás animales domésticos. Sus camas se componen de jergones henchidos de hoja seca de maíz, y mantas encima". Tal y como se expuso, la convivencia entre animales y personas era común hasta hace relativamente poco tiempo.
- El forno (horno). Aquellas casas que disponían de un forno, garantizaban la producción de pan y boroña (pan de maíz), elemento básicos de la alimentación. El uso de aquel, como no podía ser de otro modo correspondía a la mujer con más experiencia. Y siempre primaba el conocimiento y sentido común para darle la temperatura adecuada al iniciar la cocción de los panes: " Nun arroxes el forno, rapaza, mientras no tengas fecha la pasta". Para conocer con más detalle este proceso, recomendamos la lectura del capítulo 2.
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Laudina Artime arroxando el forno: "Había que darle fuego, hasta que quedara casi blanco". |
Si hablamos del tamaño de estos, dependía de la disposición de espacio. Algunas caserías hacían una "ampliación" hacia el exterior en construcción de semi-circulo. Otras, en cambio, se limitaban a la fabricación en el interior del llar.
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Forno del Molín del Pielgo. La flecha indica su ubicación . |
La ausencia de aseo y retrete se compensaba con la proximidad de la cuadra, anexa por una puerta interior de doble hoja. Otra alternativa, incluso más recurrente, especialmente entre los varones era hacer sus necesidades mayores y menores en el exterior, al aire libre. Tendrán que pasar muchos años para que se planteara la construcción de cuarto de baño o aseo en el interior de la vivienda. Así lo recuerda Emilia Posada :"Los baños y retretes se empezaron hacer dentro de las casas hace poco tiempo. Para eso estaba la cuadra". Para hacer aquellas abluciones, aclara un universal método: "Para lavarse un barreñón grande y agua que se calentaba en la cocina. No era como ahora que todo el día se está duchando la gente, antes se bañaba cuando tocaba".
Respecto a esta faceta del aseo personal, reseñar la presencia en las casas de la palangana y el palanganero. Así lo señala Emilia Posada: "Desde cría siempre vi en casa una palangana con el mueble. Era lo que se usaba para lavarse rápido y cómodo, ya que no había baño". Las fábricas que hacían las camas de hierro eran las encargadas de hacer este tipo de mobiliario. Su presencia será habitual en muchas casas hasta la llegada del agua corriente, allá a finales de los años 60.
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Palangana y palanganero rústico. El aseo básico. |
A modo de resumen y como exposición final se puede aseverar que la casa será donde se van a realizar importantes actividades socio-económicas, tales como el procesamiento de los alimentos, elaboración de las prendas de vestir. Será en definitiva, el alfa y omega de los astures: la secuencia natural , donde el individuo va a nacer y si nada se lo impide va a morir.
El trabayo de les muyeres.
“En les caseríes no había
nada más grande
que les muyeres”.
Basilio el Tercero.
Reiteramos nuevamente que todo giraba en torno de la unidad familiar, esto es, la familia que es el principio y fin del desarrollo laboral y económico de la casería. A la hora de trabayar, todos tenían que arrimar el hombro, sin distinción de edad ni sexo.
Históricamente el trabajo de la mujer en el ámbito familiar, esto es, el tan manoseado término "sus labores", no tenía ningún tipo de reconocimiento social. Oficialmente era el hombre quien sostenía a la familia. Les muyeres, bendites muyeres, han sido madres, cuidadoras de los débiles, gestoras y trabajadoras infatigables y siempre a la sombra del varón.
El objetivo y condición básica de cualquier casería de antaño era transmitir a la siguiente generación la propiedad, al menos, igual que se recibió. El formato autárquico y de ahorro, primaba por encima de todas las cosas. Y para ello destacaba la figura de la muyer. Encargada de las gestiones económicas de aquella unidad de producción.
Así lo apostilla en su declaración Emilio Posada: “ En las caserías les muyeres trabayaben como estaba mandao. Porque tenían que hacer lo de casa y lo de la casería. Además les decisiones de sembrar, cuando recoger la cosecha y más coses eren elles. Eran las que estaben pendientes de todes les existencies de la casería. Y los guajes para lo que hiciesen falta, llindar vaques o destarronar...”
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Emilio Posada, de guaje. |
Centrándonos en la figura de la muyer, verdadera alma mater de cualquier casa, resalta aun más si cabe su importancia en las áreas rurales. Recogemos del historiador García Fernández en su obra “Sociedad y organización tradicional del espacio en Asturias” (1976), el siguiente párrafo, que describe a groso modo su trabajo: “El predominio de pequeñas explotaciones obligaba a un trabajo continuo que absorbía las fuerzas de toda la familia. El trabajo no respetaba ni siquiera a las mujeres, que además de ocuparse de las labores domésticas -poblar la morada- contribuían al trabajo de los campos casi en igual proporción que los hombres. En este aspecto, al contrario de lo que ocurría en otras regiones, la diferencia entre ambos sexos era escasa; quizá con la única excepción de que las tareas más duras se encomendaban a los hombres. Pero, en las demás, la mujer intervenía como un elemento de trabajo más, sin que esta participación en las labores agrícolas se considerase como deshonrosa o poco deseable. Era más bien una necesidad admitida por la costumbre".
Las tareas de la mujer en la casería eran casi siempre consideradas secundarias, donde se limitaba a acompañar el remate del esfuerzo físico del varón: sallar, sembrar, pañar patates, recoger la yerba o la pación recién segada, escaxinar les fabes o antaño recoger las espigas de la escanda...Y para muestra un botón, que en este caso nos lo regala Amparo Julián: “A la hora de semar les patates les muyeres echábenles al riego, y con la tierra de los laos tapábense con la fesoria. En setiembre, recogiense ". Aunque descubre el verdadero trasfondo de aquella logística: "En mi casa la que decía cuando se facíen les coses era mi ma.”
Lo que resulta evidente es que en ningún caso se ha tenido en cuenta la verdadera dimensión del abnegado trabajo de las mujeres en las tareas agrícolas-ganaderas. Pese a compartir las tareas con los paisanos, nunca hubo un reconocimiento histórico a su impagable esfuerzo. A pesar de todo el tiempo transcurrido, todavía queda mucho por recorrer. Los retazos de aquellos tiempos aun sobrevuelan y golpean a la tan denostada igualdad laboral.
Crisis de un modelo.
“Los hombres tendrían que asociarse a la
naturaleza en vez de seguir parasitándola”.
“De la Prehistoria a la Historia”. Gordon Childe.
Según estudiosos de la materia, como Delgado o Roldán, la ruina de las pequeñas explotaciones agrícolas está ocasionado en que determinadas técnicas de cultivo y la mecanización necesaria para optimar resultados solo se pueden introducir a partir de un tamaño o dimensión de las explotaciones. O lo que se traduciría en las exigencias que marca la el mercado y su competitividad.
Los nuevos tiempos, la globalización , acuerdos económicos e imposiciones de todo tipo han hecho que la mayor parte de las centenarias caserías de nuestra región hayan tenido que poner punto y final a su actividad.
Solo el deseo de que no tengamos nunca que arrepentirnos de tan mayúsculo error, cometido por burócratas de despacho, incapaces de distinguir entre una patata y el tetu de una vaca. Gente que solo han visto en películas y documentales la vida campesina, pero capaces de destruir con sus decisiones la historia de un pueblo, de nuestro pueblo.
Esa es la única certeza, la de la incertidumbre provocada por los sátrapas que dirigen nuestras vidas.
desprendiéndose de la unidad
familiar en la medida que vayan contrayendo matrimonio.
Abnegadas, desprendidas, solidarias y siempre dispuestas , las mujeres constituyen y constituyeron “ el alma mater” de la vida en el pueblo y en casa. En Antromero se podían apreciar todas estas virtualidades que sobresalían siempre sobre la actitud de sus compañeros y/o maridos. Merecerían, todas ellas, un capítulo especial para honrarlas y reconocer su sacrificada y abnegada labor. Cientos de nombres de ellas se me agolpan en mi cabeza. Va por ellas!
ResponderEliminarRaúl Sirgo
Cierto, Raúl....se merecen eso y mucho más. Somos lo que somos gracias a su esfuerzo y tesón.
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