INTRODUCCIÓN.
Historia de un lugar, Antromero.
Todas las cosas de mundo antiguo, de todos los mundos que han sido se irán perdiendo. El olvido reinará una vez más y miles de objetos se perderán para siempre. El promiscuo olvido es la clave de la historia de pueblos y civilizaciones. Olvidos grotescos, olvidos intencionados y olvidos puros, todos los olvidos formarán el océano en el que se ahogarán nuestros sueños.
Por
el amor a la sangre que recorre nuestras venas. Por la herencia pura de
nuestros antepasados nos sentimos obligados a aventurarnos en la rucha de la historia, para rescatar la
memoria secuestrada por el silencio del paso del tiempo. Y ese es nuestro
objetivo en los capítulos que van acompañarnos en el futuro. Confiando que el
rio de la memoria se convierta en mar, recuperando con sus olas cosas que ya
habíamos olvidado. Aprovecharemos el caos de nuestros recuerdos, para viajar en
el desorden de nuestros pensamientos.
Beber, saciar la sed en la fuente que nace en nuestros orígenes, para alumbrar las sombras que el paso del tiempo ha fortalecido. Arrinconando sentimientos, adormecidos por la infame lejanía que golpea sin compasión nuestra vida.
Recordar
viejos sonidos, olores, sabores de la infancia. Aquellas noches oscuras, días
nuevos, inviernos fríos, veranos inacabables… Dejándonos llevar por aquellas
pequeñas cosas que aún tenemos presentes, sin saber porque ni cómo y que han
vencido a las tinieblas de la desmemoria. Envejecer con la dignidad de no
olvidar. Formando parte de los sólidos cimientos de lo que hoy es nuestro
pueblo, Antromero, Fortaleciendo el viejo mundo de los nuestros. Evitar en un
esfuerzo colectivo el no convertirnos en silencio. Un pueblo que desdeña sus
raíces, que renuncia a conocer su historia, es un pueblo que firma su condena
de muerte. Los muros del olvido se construyen con las piedras perdidas de la
memoria.
No podemos regresar
al pasado, pero al menos a través de estas líneas, vamos intentar viajar por el
mundo, la tierra y las estrellas de nuestros antepasados. Para ello usaremos
los testimonios que nos prestaron. Aquellas cosas contadas que hoy son un
tesoro difícil de cuantificar y que serán la guía y camino para todos los
siguientes capítulos. Las huellas de los nuestros, aquellos relatos que
describen otra vida. Una vida casi siempre impuesta.
Hay imágenes, palabras, que son pistolas que apuntan al corazón de nuestros recuerdos y forman parte del cementerio de nuestra memoria. En cambio hay otras que apagan la ansiedad, que sacian la sed de ausencias que dicta la tiranía del paso del tiempo. La memoria no garantiza felicidad, en cambio puede llegar a reconfortarnos y firmar la paz con un pasado huidizo, pero nuestro. Nadie muere del todo, nadie ni nada se va para siempre. Deambulan por les caleyes de la alcordanza, eses que van y vienen, suben y bajan. Cuando se pierde un recuerdo, se muere un mundo.
Olvidar
es fácil, recordar es duro. El maldito pacto del olvido que nuestro cuerpo y
mente firman a espaldas de nuestros intereses, no hace otra cosa que incentivar
una frenética carrera hacia ningún sitio. El tiempo borra los recuerdos y sus
colores, potencia la memoria en blanco y negro de una realidad que algún día
existió. Somos olvido y memoria o la memoria que se olvida.
Vivimos
en
una época de tiempos convulsos, cambiantes,
donde todo sucede de forma vertiginosa. En el mundo de antes el tiempo era
eterno, pequeño y localizable, donde tenía cabida valores ya olvidados. En
algún momento de nuestras vidas hemos roto una cadena interminable, que nos
había acompañado desde el origen de nuestra raza. Nos hemos convertido en el punto y
final de la última generación capaz de interpretar una forma de vida ya agotada
y que sobrevivió a miles de años. Escaeciendo
el duro oficio de vivir.
Por los abuelos, padres, tíos, primos, hermanos…por los amigos, gentes que nos llenaron en algún momento con sus vivencias, con su presencia. Por aquellos que se fueron tan temprano. Por aquellos que forman parte del polvo de estrellas que llevamos en el corazón. Por aquellos que lucharon por convertirnos en algo mejor, para que pudiéramos en alguna ocasión ser felices, aunque ellos no lo fueran. Por aquellos que transmitieron sus conocimientos y saber, convirtiéndonos en todo lo que hoy somos. Por todos ellos, iniciamos en estos momentos la aventura de recorrer partes de la historia de Antromero.
Gracias.
Por fin empezamos a leer esta recomendación de un compañero de trabajo y se pone interesante.
ResponderEliminar¿A ver qué nos cuenta este blog? Y si sere capaz de captar todo el cariño que demuestras hacia tus raíces y todo el esfuerzo " editorial" que plasmas en este blog
Confiamos en no decepcionar tus expectativas. Gracias por leer este humilde proyecto de recuperar parte de una historia que empieza a disolverse en nuestra memoria,
ResponderEliminarUn abrazo Jose. Buen trabajo.
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