![]() |
Fuente: Ramón Viña. |
Capítulo 83.
Coses y casos de cases.
Parte I.
Introducción.
"Somos deudores con respecto a aquellos
que nos han precedido de una parte
de lo que somos".
Paul Ricoeur.
Todos los que han pisado y pisan la tierra, son herederos protagonistas de una historia que nos persigue. En esta trayectoria errática hay ciertas imposiciones con las que el destino marca el futuro. Con toda probabilidad sea la familia el peaje vital más evidente. No podemos elegir la familia, esta es impuesta, ya estaba ahí antes de que naciéramos. Tragaremos hasta el final de nuestros días con sus satisfacciones, alegrías y sinsabores. Esto forma parte de los caprichos del destino.
Pero para hablar y poder transmitir la historia, aunque sea doméstica, es necesario una combinación de conocimiento, investigación y mucha comprensión. Aquel dicho popular de "el saber no ocupa lugar", es a todas luces una mentira animosa. Todos los saberes, sin excepción, están sujetos a una percepción obligatoria y a una mente receptiva. Si queremos disponer de una buena información histórica, que en ocasiones puede contener errores, debemos hacernos con una necesaria composición de aquellos lugares y personas que vivieron en unas épocas muy diferentes a las nuestras. Por ello, la estructuración de lugar de un momento histórico es uno de los factores determinantes para viajar al pasado, que cuanto más lejano, exige un mayor conocimiento y documentación.
Somos los humanos seres narrativos, aunque vivamos en soledad. Esto forma parte de nuestro ser y aunque quisiéramos evitarlo, resultaría materialmente imposible. Todos vivimos una realidad, vinculada a otros relatos históricos, familiares y ajenos a nuestros iniciales intereses. Nadie nace y vive en estricta soledad. Somos seres sociales, aunque algunos intenten demostrar lo contrario. El sociólogo y antropólogo francés, Paul Ricoeur, quien desarrolló su trabajo en la búsqueda de la comprensión del ser humano, así lo corroboró en sus trabajos: los hombres, las mujeres no se pueden analizar exclusivamente en su contexto actual, forman parte de un relato histórico, somos seres narrativos vinculados a un pasado. Todos tenemos nuestras cuitas, aventuras, placeres y sufrimientos. Eso es lo que hace grande o pequeña (según se mire) nuestras vidas.
Este género del recuerdo escrito, exige dosis desiguales de historia, tradición, costumbres y memoria. Nada de esta combinación cuasi-perfecta tiene importancia para recuperar el pasado, aquel de fecundas crónicas familiares, sin los testimonios (cuando sea posible) de sus protagonistas. Registrar estas vivencias, se ha convertido en una exigencia para contribuir a un mejor conocimiento de una historia global de un pueblo, de una comunidad y en la que como individuos somos una pieza más de su engranaje.
No hay nada nuevo bajo el sol, las sombras del pasado en muchas ocasiones, se pueden aclarar con las conexiones y coincidencias que a veces la existencia nos ofrece. Aquellas, que podemos considerar imposibles y casuales, serán las que tejen los mimbres con las que se dan forma final a cualquier vida. La triste realidad que nos acompaña, es el fracaso de no haber sabido o podido ofrecer una vida a ese pasado. Apenas recordamos a nuestros abuelos, poco o nada sabemos de nuestros bisabuelos o tatarabuelos. Hemos rendido armas ante el olvido, y el desasosiego por este armisticio que huele a derrota nos ha doblegado, una vez más.
Por lo expuesto, en esta serie de nuevos capítulos, y para poder transmitir la historia de nuestras familias es fundamental que nos despojemos de artificios e imposiciones sociales, y así finalmente podamos comprender mejor a los antepasados que nos precedieron en estas tierras. Les coses y casos de cases narrada por nosotros es en la mayoría de las ocasiones, una historia que pocas veces ha sido escuchada y que si no se transcribe, jamás será repetida. Por esto, y seguramente por más motivos, merece la pena ser contada.
Casa La Piedra.
Algunos puristas del orden geográfico pondrán, una vez más, el grito en el cielo por nuestro desorden intencionado. La casería La Piedra, está ubicada en el vecino concejo de Carreño, pero ¿Quién puede poner cerrojos a los sentimientos?. No hay vecino de Antromero que en su fuero interno no identifique esta centenaria edificación con el pueblo. Por si hubiera alguna duda, nada mejor que el refrendo de su actual morador, Moncho, a través de sus palabras: " Yo soy de Antromero".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Moncho La Piedra. |
Su privilegiada ubicación no es casual, y la construcción de la casería con total certeza ha seguido las pautas de antiguos campamentos humanos. Al observador novel le llamará poderosamente la atención el perímetro parcial de su cierre vegetal. El laurel (Laurus nobilis), domina con su presencia el entorno, manteniendo vivas viejas creencias vinculadas a la protección y suerte. La planta del edificio principal domina todos los puntos cardinales del entorno y sus vistas al norte, al mar Cantábrico son, sencillamente impagables. El bueno de Moncho, su morador, ha colocado de forma permanente unas sillas, para que los visitantes disfruten y se solacen con la invitación que la diosa naturaleza regala: " Cuantes veces veo gente de fuera sentada en les silles, embobada, mirando pa la mar. Y los que vienen una vez, siempre repiten. Hay unos de Sevilla, que cada vez que vienen a Asturies, no pierden la ocasión de arrimase por aquí". Aunque el éxtasis visual, exige unas condiciones sujetas a las intensidades de tormentas y galernas: " Cuando esto ye un espectáculo, ye cuando la mar ta gafa". El amplio espectro visual entre la Punta La Vaca y la Punta Tazones, así lo corrobora, en esos días señalados: " La mar ye toda espuma, parez que fierve".
La mar y La Piedra.
La historia de esta casería está vinculada a la mar de forma permanente. Su estratégica ubicación no pasó desapercibida para los intereses del tráfico marítimo menor de Candás. Históricamente, las dificultades de acceso al puerto de esta localidad han sido manifiestos. Los petones, piedras semi-sumergidas que salpican el paso de las embarcaciones, exigía a sus tripulantes no sólo pericia sino ayuda externa, reflejada en una alineación estudiada, tal lo detalla nuestro vecino José González: "Enfilando la casería de La Piedra con el Faro de Candás, se evita los peligrosos petones de Entrellusa, El Castañar, Huesos de San Pedro y El Covanín".
Antaño, mientras la luz solar acompañaba a las faenas marineras, el acceso era fácil empleando la reseñada enfilación, pero ¿Qué ocurría cuando la oscuridad acecha y no se pueden tomar estas referencias?. La solución se toma a finales del siglo XIX, con la instalación de un punto lumínico fijo en la fachada norte de la casería La Piedra. Respecto a esta información, recurrimos al conocimiento de Manuel Ramón Rodríguez, "Moncho" y David Pérez Sierra, quienes así lo detallan: " Aquellas primeras luces fueron costeadas por la Sociedad de Mareantes de Candás. El primer contrato para su instalación se llevó a cabo con Isidro La Piedra. Acordándose que las luces fuesen dos faroles alimentados a gas, comprometiéndose la Sociedad a gratificar al propietario de dicha casa por el funcionamiento”. En este sentido, el Instituto Hidrográfico de la Marina de Cádiz precisa: “...en este trozo de costa, a 0,3 millas al NW de la Punta Palos, se encuentra la Casa de la Piedra,...y que sirve de enfilación para el paso de El Carrero, en la entrada de Candás”.
Ya en el siglo XX , en el año 1922, se negocia con el titular entonces de la casería, José Viña, una nueva instalación para facilitar a las sufridas lanchas candasinas su entrada a puerto: “Se convino con José Viña la Piedra la colocación de unas luces de enfilación en unos muros de la casa”. En esta operativa la Sociedad de Mareantes costea la mitad de los gastos derivados de la instalación de la casa y José Viña, se compromete a la instalación de una luz de recambio por si fallaba la principal".
![]() |
Fuente: El Faro de Candás. Foto: Luis Muñiz. Enclave de los peligrosos obstáculos de entrada al puerto de Candás. |
Aquellas primitivas luces, serán sustituidas en el paso de los años y por instituciones oficiales por un pequeño faro automatizado, en la misma fachada . Ya en el año 2015, funcionarios del Ministerio de Defensa lo retiraron definitivamente, siendo hasta entonces el Instituto Hidrográfico de la Marina de Cádiz el organismo de su mantenimiento y control, tal lo atestigua una pequeña placa, aun visible en la hornacina. Moncho, ha colocado un farol marino (apagado), para cubrir el vacío de aquel lugar pleno de historia.
![]() |
Fuente: José Ramón García. El faro de la Piedra. Bajo el mismo, se aprecia una pequeña placa aclaratoria de su presencia. |
Cuando hablamos de caseríes, en el imaginario y creencia popular se vinculan exclusivamente con las actividades en la tierra. Nada más lejos de la realidad, al menos en este pueblo. En Antromero, nadie ha vivido de espaldas al Cantábrico, este mare tenebrosum marca y ha marcado las pautas vitales de nuestros vecinos. Y por supuesto, La Piedra no va a ser ninguna excepción, tal lo recuerda Moncho: " A la ribera se iba a buscar arena pa les cames de los animales, cuando no había cucho se iba a buscar ocle pa abonar les tierres. Y pescar de todo en los pedreos. Cuando tenía 10 o 12 años les lubines (Pez. Dicentrarchus labrax) que había por aquí, en los pedreos no teníen principio ni fin. Lubines, sargos, pulpos, oricios...¡Qué se yo!. Salíes en lancha desde San Pedro hasta La Isla, al espejo (1) y caíen media docena de centollos, xíbies. Había de todo, fañeques, panchos, corcones, xulies, mandiates...". Exponiendo una preocupación concluyente: " Pero, ¿Qué se fizo pa acabar con todo?. Porque antes la vida era así, una riqueza alrededor de casa".
(1). Método de pesca que se basa en la observación desde la embarcación con una urna y en el fondo un cristal el suelo marino, para la captura de determinadas especies. Especialmente usado en los centollos y sepias.
El trabayo y la fiesta.
Ya en tierra firme las tareas son comunes, basadas en un trabayo eterno, ininterrumpido. Aunque en otros tiempos uno de los pilares de aquellas faenas estaba en la colaboración vecinal, les andeches. Preguntados al respecto a numerosos lugareños, que habían vivido esta experiencia, todos coincidían que como les andeches de La Piedra, ninguna. Recurriendo, una vez más, a la buena voluntad y memoria de Moncho, quien expone con añoranza: " Les andeches que teníamos delante de casa, en la Llosa, eren tremendes. Son 12 dies de gües y la tierra preparábase en un día. Eran dos araos y otros dos parejes con les gradies: una del Molín y otra de Piñeres. Pero sobre todo con la ayuda de los vecinos, juntábense cuarenta o cincuenta muyeres, paisanos y rapacinos".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Vista parcial de La Llosa. |
Después del trabayo, duro trabayo, quedaba el solaz y festivo descanso: "Les andeches de aquí, eren después de tanto trabayar, muy festives. El hermano de Sergio La Flor, José, no lo había cómo él para animar la fiesta. Preparábase una merienda que se comía en el prao, mirando pa La Frontera. Colocábase una mesa y, en aquellos tiempos era sobre todo a base de tortilles y chorizos y que el vino no faltase. Armábase un festejo tremendo, una juerga que duraba hasta las doce o una de la madrugada". De aquellas labores, y sus posteriores asuetos los vecinos guardan recuerdos, transmitidos por sus progenitores, así lo trasmite Ángeles Vega: " Mi madre, Gelia Cardina, cuando era joven, bailaba el charlestón y sin música después de trabayar en les andeches de La Piedra, que era lo que estaba de moda en aquella época". Es una evidencia que nuestros antepasados exigían menos a la vida y no por ello eran menos felices.
Esta colaboración vecinal tenía réplica y contraprestaciones: " En les andeches la gente venía a trabayar, pero ese favor siempre se tenía en cuenta y se devolvía cuando se podía. En la época del ocle, que tantes perres dio a Antromero, ¡Cuantos viajes de ocle di con el tractor por la noche. Cuantos tratoráos de ocle subí desde la ribera hasta los praos de los vecinos!. La nocturnidad expresada por Moncho, no es caprichosa, está sujeta a una lógica aplastante: " Al principio subía el ocle de día, pero con todo el trabayo que había en la casería quedábenme les coses sin facer. Así que, ¡a trabayar de noche!, ¡Cuantes noches en vela nevando y granizando por encima de mi!". De aquella experiencia colaborativa, Moncho hace una síntesis demoledora: "Toda la vida echándose una mano unos a otros. Entonces el pueblo era uno solo, cuando se iba a trabayar. Había una unión pa todo que desapareció. La gente de ahora no tiene el mismo espíritu ni el sacrificio de antes".
Otra de las labores de ayuda vecinal marcada en el calendario, estaba en les esfoyades (2). Aquella preparación para el almacenamiento del maíz, formaba parte de les andeches, pero con un carácter más desenfadado y festivo: " En les esfoyades, y después de trabayar tocaba el acordeón Marcelino La Salada y también veníen con una gaita. No había mejor romería que aquella. Todo o casi todo el pueblo junto, más de 80 persones, ¿A que fiesta se podía pedir más?". Por si fuera necesario corroborar esta declaración, nada mejor que la distancia que acentúa los sentimientos y la añoranza: " En un entierro, vi a les nietes de Cándida Canales, que vivieron en La Frontera. Hacía muchísimos años que no les veía y lo primero que me dijeron fue que cuanto se acordaben y de lo bien que lo pasaben en les esfoyades de La Piedra".
En la casería siempre hubo horno, vinculado indudablemente a dos siembras: el trigo y el maíz. Aquel ingenio rústico y eficaz, pasó a mejor vida cuando se hizo la nave que alberga la ganadería : " En casa siempre se fizo pan, muy buen pan, pues siempre se semó trigo y dábase cojonudo. Nunca más comí un pan tan bueno como el que se facía aquí en casa". De aquella actividad, aun se mantienen costumbres y tradiciones: " Todos los días tomo 2 o 3 litros de leche cruda, sin hervir. No hay mayor placer que comer pan con leche, pero el pan tien que ser bueno. Un pan curioso y leche de casa".
El ciclo de siembras, ya tratado en anteriores capítulos, abre paso a un cultivo exótico y curioso: " También semamos tabaco. Mi güelo facía puros, con aquella hoja de tabaco que cultivaba. Hasta hace poco tiempo tuve en la panera les maquines con los que los facía". El cultivo del tabaco estuvo prohibido en España hasta 1823, coincidiendo con el final del Trienio Constitucional. Aunque para su siembra y manipulación era necesario un permiso administrativo, sujeto al pago de una tasa o impuesto: " Mi güelo tuvo que ir a Santander, en aquellos tiempos (principios del pasado siglo), para sacar la cartilla que lo autorizaba a sembrar tabaco". Nunca hubo espíritu comercial en aquella labor: " No los vendía. Eren pa él y pa la familia. Venía todos los días de Candás y después de comer, Lolo el Nin, que era pariente suyo a fumar uno, cuando no estaba navegando".
Las cosechas siempre se mantuvieron en las fechas que marca el calendario y ciclo agrario, sin aventuras, aunque se apostaba siempre por argumentos que rentaban económicamente: " Durante un tiempo se semó mucha hortaliza y coliflor: mi madre iba a vender a Candás, Gijón y Avilés por carros. Entonces el domingo era cuando más se trabayaba. Se preparaba temprano el ganao, íbase a por un buen carro de pación segao a mano, sin maquinaria y luego a cargar un carro de coliflores, antes de comer. Después de comer, preparales , meteles en sacos de pulpa y a las cinco de la mañana arrancar pal mercao, a Gijón o Avilés". Las patatas, en todo el pueblo fueron una apuesta segura: " Les patates se cosechaben para todo el año y pa vender también. En casa veníen a comprales por sacos. No había lugar en España que diera tan buenes patates como en La Ería, en cantidad y calidad". Pero siempre subrayando el aprovechamiento de los recursos facilitados por la madre naturaleza, esto es, la buena gestión de las existencias: " Les patatines pequeñes eren muy querides por los dueños de los restaurantes, pa les guarniciones de los platos. Todes se vendíen y estes pequeñes te les pedíen aparte. Y ahora nadie les quier, no miren pa elles. Cómo pa mandar ahora que les pelen pa comer...¡Tírenteles a la cara!".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Miembros de la familia y amigos posan ante la cosecha de patatas. La matriarca, Josefina (a la derecha y de pie). Años 40. |
También nos recuerda que con independencia del número de vacas, había un animal que no podía faltar en una casa que se preciara, en aquellos otros tiempos: " Los gochos nunca podíen faltar. Con ellos siempre había que comer en casa. Matábamos 4 gochos y siempre hubo colgáo un jamón en la cocina". El protocolo, no difería mucho respecto a otras casas: " En diciembre, matábense los gochos pa facer chorizos y morcilles: pero los que se mataben en abril o mayo no salaben por el calor y con estos no se podíen facer jamones". Su buena y cuidada alimentación, un secreto a voces: " A los gochos había que darles de comer maíz tierno pa que sepa mejor la carne".
![]() |
Fuente: Ramón Vega. Matanza del gocho. De izquierda a derecha: Paco La Piedra, Avelino Les Moranes, Elías, Moncho, su esposa Angelita y Domingo. |
Hablando de casería, y de una casería de hace varias décadas, hay que recordar inevitablemente a su animal toténmico, la vaca de leche: "En aquellos tiempos la leche era una riqueza. Había mucha más demanda que leche en el mercao. La leche, cuando yo era más joven empezó a recogerla LAGISA, porque el dueño era amigo de mi padre, habían hecho la mili juntos. Luego ya fue cosa de la Central Lechera".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Ordeñado (años 80). |
Todas las tareas sin excepción requerían mano de obra, y toda era poca: " En casa siempre hubo criaos y dependiendo de la época, hubo más o menos. Pero esto desapareció, cuando tomé el relevo de la casería". La progresiva aparición de las máquinas facilitó en grado sumo tareas penosas y la desaparición de la figura del "criao": " Pasamos de la segadora de vaques al tractor. La cosa cambió mucho en poco tiempo". Aunque, siempre recordando que en el germen de las prestaciones mecánicas estaba sujeta por factores que condicionaban un buen rendimiento: " En casa tuvimos una de les primeres segadores de vaques de Antromero. Pero para que funcionase en condiciones había que tener una buena pareja de animales, que fueran fuertes para poder con el engranaje de la maquinaria. También estaba el mantenimiento y que les cuchilles estuvieran bien afiladas. No había nadie que les afilara como Víctor El Molín. Era un verdadero artista".
![]() |
Fuente: Mar Martino. Víctor El Molín, observa a un joven José Antonio Serrano García. |
La adquisición de la nueva tecnología un reto económico y un rompedero de cabeza: " En algunes caseríes ficieron una especie de cooperativa pa comprar la maquinaria. Hoy en día, con la cantidad de animales que tiene la gente, esta solución sería imposible. La nuestra siempre fue en propiedad". De aquel esfuerzo inversor, hace memoria nuevamente Moncho: " Me acuerdo como si fuera ahora mismo cuando compramos el primer tractor, un Massey Ferguson, sin tracción delantera. Nada que ver con lo que hay ahora en el mercao. Pero aquel aparato mucho trabajo nos quitó, y sobre todo ganando tiempo. Les maquines son muy cares, pero son muy necesaries, tal y como se trabaya ahora".
La valoración que el paso de los años ha conformado en la evolución de las caserías, no ofrece ninguna duda: " Les caseríes son muy esclaves, todo el día lleno de preocupaciones y trabayando. Antes trabayabes desde que nacíes hasta que moríes: nadie te preguntaba nada, ni lo que vendíes, ni lo que plantabes o lo que comprabes. Ahora está todo controlado. Antes decía, con acierto, Pepín de Rosario que el que tenía una vaca, tenía un sueldo y ahora el que tien doce vaques, tien miseria".
(2). Les esfoyades forman parte de la cultura del maíz. Tras arrancar las mazorcas, llegadas a su madurez, era necesario su almacenamiento. Para ello, y dependiendo del tamaño de la cosecha, se convocaba a los vecinos para que prestaran su colaboración. La nocturnidad y el agrupamiento de sexos, hacía de esta labor una jornada festiva. Para mayor información, consultar el capítulo 2.
Una historia de paisanos y muyeres.
Sin mayores pretensiones, ni intención de elaborar un cuidado árbol genealógico, recorreremos el vivero humano de esta casería en el pasado siglo, con la colaboración memorística de Ramón Viña, Moncho La Piedra (1947), el penúltimo titular de esta unidad de producción familiar: " Mi bisabuelo fue, Isidro, que ya no conocí. El recuerdo más antiguo que tengo de esta casa fue el de mis güelos, José y Josefina. Él era de Candás y mi güela de Noval. Tuvieron cuatro hijos: Ramón, Paco, Pepe y Fina". El principio de la indivisibilidad de la casería se mantiene: " Mi padre, Ramón, quedará en la casería. Paco, una vez que cumplió en la mili fue para "los avileses", los autobuses que hacían la línea Avilés-Luanco-Candás- Albandi-Gijón. Esa empresa la cogió el ALSA y mi tío ya quedó en ella hasta que se retiró. Pepe trabajaría en la fabrica de Albo (conservas), también de chofer y Fina, fue ama de casa que se casó con Moro, un gijonés que jugaba al fútbol en el equipo de La Calzada".
Aunque, entonces el matrimonio de José y Josefa explotaban la casería en régimen de colonos, como el 95% de los agricultores y ganaderos de Asturias durante las primeras décadas del siglo XX: " Mis güelos y mis padres, al principio, estuvieron de caseros. Sería mi padre, Ramonín, quien la compraría". Para ello, tuvieron que esperar a la muerte de su propietario, un hacendoso hombre de Pola de Siero, tal lo detalla Moncho: " Todos estos terrenos que llegaben hasta Candás, otres caseríes de alrededor y muchísimo terreno eren de un señor muy rico, D. Manuel Nieto de la Fuente. Mientras vivió nunca vendió un metro de nada". De aquel ilustre hombre hay una referencia visual , reproducida en una placa, en la fachada del Sanatorio (actual Proyecto Hombre): "Sería el que donó (en los primeros años del pasado siglo XX) a la Diputación, 8000 metros de terreno para hacer el Sanatorio".
A la muerte de aquel prócer, y sin tener descendencia, serán sus sobrinos-herederos los encargados de transformar en dinero sus propiedades: "Entonces, mi padre negoció con ellos y compró la casería y el terreno que nuestra familia siempre trabajó. Los sobrinos, después heredar todo aquel patrimonio, se deshicieron de ello en nada. Eso pasa cuando no sabes lo que cuesta ganalo". El tránsito de colono-llevador a propietario es un hecho, y han tenido que pasar muchos años para que así ocurriera, pese a los intentos infructuosos de compra de sus antecesores. " Se fue pagando con el ahorro y trabayo, poco a poco. Aquello si que tenía mérito. No cómo ahora que no se valora el esfuerzo de aquella gente".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Ramonín La Piedra, junto con un xato, el orgullo del trabajo. |
José Ramón Viña García, el primogénito, tal y como se expuso, mantiene la indivisibilidad de la casería, se va a casar con Amelia García Busto y de aquella unión nacerán tres hijos: Moncho, Pepe y Fina. " Mi madre vino de Coyanca (Perlora) en 1945 y nunca le faltó trabayo. Iba todos los días del año a vender a Candás. Primero con una paxina llena en la cabeza y con una cesta en cada mano colgando. Después con el paso de los años, se compraría una xarré y la cosa mejoraría". La inquietud, compromiso social y bonhomía de Ramonín no tardará en florecer, siendo una persona muy querida por sus vecinos y conocidos: " Mi padre fue durante años Presidente de la Cooperativa Agrícola de Carreño, además de concejal durante varios años en el Ayuntamiento de Candás. Él siempre escuchó a todo el mundo, fuese rico o probe y si estaba en su mano el ayudar, lo hacía". Añadiendo un matiz importante en el desarrollo familiar: " Aunque nunca dejó de lado su trabajo, que era la casería. Mientras estuvo al frente la cuadra estuvo siempre llena de animales . Tuvo la iniciativa de ampliarla con la construcción de nave al lado de la casa. Era muy buen paisano, pero sobre todo muy recto, cuando decía una cosa, no tenía falta de repetirla dos veces. Con la primera bastaba. Era un paisano de orden y palabra y no ye que lo diga yo, puede decirlo cualquier persona que lo conoció".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Ramonín La Piedra y Amelia, el día de su boda, con la casería a sus espaldas. |
El matrimonio tuvo tres hijos: Moncho, Pepe y Finina. La tradición de la sucesión se mantiene y Moncho, continua la saga familiar al frente de la explotación agro-ganadera: " Seguí yo con la casería con vaques de leche, manteniendo la cuadra llena. Antes con mi padre y después conmigo les coses no cambiaron mucho. Siempre trabayando, a las seis de la mañana en pie, prepara lo de casa , lo de la cuadra. Segar, pañar dos carros de panoyes cuando tocaba pa meteles en la bodega. Comer y dír pa la tierra". Erradicando en su discurso alguna costumbre social: " Nada de siestes, porque eso ye un invento que antes no había, eso ye nuevo".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Moncho La Piedra, junto a una xatina frisona: "Seguí con vaques de leche". |
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Pepe y Finina. |
Con respecto al resto de hermanos, su orientación fue distinta: " Mi hermano Pepe, destacó en el piragüismo, primero competiendo y después como entrenador en el Grupo de Cultura Covadonga. Mi hermana, fue ama de casa".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Pepe la Piedra (primero), en una K-2 durante una prueba de piragüismo. |
La continuidad de esta histórica y reconocida casería está garantizada con la savia nueva: "Caseme con Angelita y tuve un fio, Ramón. Me retiré con 65 años, y hoy sigue con la faena mi fio . La mayor diferencia está en que les vaques ya no son de leche, son de carne. Los tiempos cambien, pero lo que no lo hace ye el sacrificio. Ahora todo se basa en la maquinaria y antes se compensaba todo con trabayo y más trabayo, con ahorro y más trabayo, desde que amanecía hasta el oscurecer. Y una vez en casa seguir trabayando, hasta las once de la noche, todos los días del año. Los antiguos tuvieron mucho mérito, pues sus sacrificios fueron tremendos".
![]() |
Fuente: Ramón Viña. Vista parcial de La Llosa, con el icónico y centenario pino, visible desde el lado de Antromero. |
Me prestó mucho este capítulo.Coses,y casos de casas.Ha seguir.Un saludo.
ResponderEliminarSoy María Jesús Fdez.Lo intento una y otra vez, y no me sale .Qué se le va hacer.Soy una "tuca".Lo que sí os mandé.fue mi correo electrónico.Haber si os llegó...
Eliminar..
Buenos días María Jesús, no nos llegó el correo....si quieres nos lo puedes enviar por Messenger en Facebook....gracias
Eliminar