Capítulo 40. Coses de animales. Segunda parte. Las vacas (II).

 




Fuente: Mari Fina. Alfonso Carma y una vaca  frisona.




Capítulo 40.



Coses de animales. Segunda parte.


Las vacas (II).



Evolución histórica de les ganaderíes.



"¿Cual ye la Santísima Trinidad en Antromero?

 El pedreo , les patates y la vaca".

J.M.G.A.


    Vamos aprovechar esa oportunidad que nos brinda la vida de ser miembros  de la misteriosa asociación de la memoria.  ¿Quién sabe por cuanto tiempo?  Esa que aun se resiste a morir y que no olvida. Aprovechemos los haces de luz que emiten los recuerdos de nuestros vecinos, amigos y rindámonos una  vez más al placer del recuerdo. Mientras sea así seguiremos vivos y con nosotros todos aquellos que hace tanto tiempo ya nos iniciaron en el camino que hoy recorremos.

   En cualquier caso trataremos, sin ánimo de abrumar con excesos datos, la evolución de las caserías desde el siglo XVIII hasta la actualidad. De como poco a poco y por circunstancias derivadas en esta evolución fueron los animales bovinos, los que desplazaron a otras especies.

    Detrás de estas estadísticas y datos oficiales que ofreceremos encontramos  labores, trabajos que representaron el orgullo de la vida aldeana. Una cadencia intima que está interconectada en todos aquellos que aquí vivieron y sintieron como suyo aquel espíritu indomable, de los que resistieron a los retos del destino. La vida fue una aventura de supervivencia, llena de caprichoses caleyes que  llevaban a ningún sitio. La compañía de algunos animales relajó el tránsito en aquellos derroteros.  La vaca fue la elegida por los nuestros para liderar su alianza con las bestias.

    Las huellas del pasado así confirman la coalición que ha llegado hasta nuestros días: En el castro de la Campa Torres, se han hallado restos de estos animales, con una antigüedad de 200 años antes de Cristo. Sin más antecedentes conocidos hasta el momento, algunos estudiosos han aireado la hipótesis que nuestras vacas son descendientes de aquellas que supuestamente  habían traído los pueblos celtas. Sea cierta o no esta conjetura, nos acogemos a la fiabilidad de lo que han representado y representan en nuestra tierra.

        Para evitar la dispersión y apelmazamiento de datos, recurrimos a una división de aquel periodo correspondiente a 1750- 1950, en dos partes divididas en cien años. Finalmente esbozaremos su evolución en las últimas cuatro décadas del pasado siglo, 1960-2000.


1750- 1850.

  Si quisiéramos hacer  una composición de aquel estado económico agroganadero y cual era la cantidad de animales en este concejo de Gozón, podemos recurrir al Catastro del Marques de La Ensenada (1) de 1753: "A la veinte, que hay en dichas seis parroquias el número de ganados siguiente; a saber: trescientos setenta y cuatro bueyes de labranza, setecientas veintitrés vacas, cuatrocientos veintisiete novillos y novillas, trescientos cincuenta y cuatro terneros, noventa y tres yeguas, seis caballerías de carga, treinta potros y treinta y cuatro potras, dos mulos y dos mulas, cuatrocientas cincuenta y siete ovejas, ciento treinta y tres carneros, ciento sesenta corderos, doscientas cincuenta y nueve cabras, sesenta-y ocho machos cabríos, ciento cuarenta y un cabritos, ciento ochenta y cinco lechonas de vientre, quinientos cincuenta y cinco mamones y doscientos veintitrés cerdos de cría, que por la misma razón que en la precedente pregunta, se remiten para mayor abundamiento sobre este punto a la relación particular de cada uno, y que ningún vecino tiene dentro ni fuera del concejo cabaña, rebaño, yeguada, ni vacada alguna". 



Retrato de Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada.
Promotor del hasta entonces mayor proyecto de registrar riquezas
y actividades en este país. Convirtiéndose aquella ingente tarea, 
sin ser su inicial objetivo, de un extraordinario censo de población.

 Para contextualizar adecuadamente esta información en nuestra área de influencia, nos sentimos obligados a reflejar copia del mismo Catastro, correspondiente al vecino concejo de Carreño: " A la veinte, que hay en el termino de este concejo seis especies de ganado que son: caballar, mular, vacuno, lanar, cabrío y de cerda. Y que ningún vecino tiene cabaña, yeguada o tajo ni vacada alguna.

    Y que el ganado propio de vecinos, que pasta en el término, se reduce a ciento veintitrés yeguas, cincuenta y una recién nacidas, incluida diez mulas, ciento diez potros o potras y un caballo de puesto; doscientos sesenta y cuatro bueyes, y mil trescientas dieciocho vacas, setecientas noventa y ocho recién nacidas, mil ochenta y cuatro novillos y novillas; setecientas cincuenta y siete ovejas, doscientas y una recién nacidas, cincuenta y seis carneros; setecientas cincuenta y cuatro cabras, cuatrocientos treinta y ocho cabritos y veintidós machos cabríos; mil trescientas cuarenta y seis cerdas de vientre, novecientos sesenta y dos guarros o mamones y mil ciento sesenta y un cerdos grandes y pequeños". Además de otros animales de forasteros y vecinos que mantenían su ganado fuera del concejo.

    Resulta reseñable en esta documentación la potencialidad ganadera de Carreño, frente a Gozón, a quien prácticamente dobla en número a algunas de las especies reseñadas. Pudiera ser que la picaresca de los habitantes de este concejo estuviera más desarrollada a la hora de responder a las preguntas del censor, encargado de elaborar esta información.

    En cualquier caso y pese a la información parcial e imprecisa de este Catastro, no deja de tener un importante valor para cuantificar a groso modo la cabaña ganadera de estos municipios a mitad del siglo XVIII.

 Aquella economía rural estaba basada fundamentalmente en una actividad mixta. Con los escasos réditos proporcionados por la tierra y los animales, se trataba de cubrir las necesidades más primarias. Los excedentes productivos estaban orientados a su conservación (si hubiera posibilidad) o para el trueque. El concepto dinerario en el mundo agro-ganadero no estaba demasiado desarrollado.

    En Asturias, sobre 1750 y hasta 1850 había una alta densidad de animales domésticos, de ganado de todo tipo. En números encabeza aquel listado el ganado ovino y lanar (ovejas) con un 41% del total, seguido por el bovino (vacas, bueyes y xatos) con un 24% , el porcino (cerdos) con un 19% y el equino con un 2%. El resto, hasta completar la totalidad de esta estadística correspondería a los animales de corral (pites, conejos, corios,...etc.). 

    Serán los miembros de la familia los encargados de su mantenimiento, en una perfecta organización estructural. Aquella autosuficiencia se plasma en la distribución de las labores, pues cada uno sin excepción tiene asignada una faena. Además de contar con la necesaria colaboración vecinal en forma de andechas.

    Las anotaciones referidas a este periodo de tiempo (1750-1850) en Asturias, son perfectamente extrapolables a Gozón o Carreño. Estos concejos costeros mantendrán aquellos porcentajes, con mínimas alteraciones.

    Asturias lidera  a finales del siglo XIX, en el año 1891, el mayor censo de ganado vacuno de España con 363.967 reses. Se empiezan a revertir los números de tenencia de algunas especies en las cuadras asturianas.


1850- 1950.

    En la magna obra "Asturias" (1900), los insignes Bellmunt y Canella, describen la producción en nuestra parroquia del modo que sigue: "Produce cereales, frutas y legumbres...mantiene bastante ganado debido a la excelencia de sus pastos e inteligencia en la cría". Nada nuevo en el horizonte, tendencia que se mantendrá hasta la segunda mitad del siglo XX.

    En este periodo a nivel regional y local se inicia una lenta y progresiva modernización de aquel modelo histórico, lastrado durante la guerra civil y años de postguerra. Coincide esta época con una importante transformación industrial en el centro de Asturias, que va afectar a nuestro pueblo y a su vida campesina. La aparición del tren , el popular Carreño, cuya línea Gijón-Candás (se inaugura en el año 1909); la trefilería Moreda; las fábricas conserveras; pequeños talleres;  canteras; la siderurgia subyacente, van ir disolviendo aquella "idílica sociedad familiar" constituida siglos atrás. Miembros de las unidades de producción, de las caserías, se irán desvinculando de su proceso productivo, optando por estos sectores.

    Aquellas chimeneas humeantes, ritmos industriales infernales, han ido socavando la esencia de los viejos pactos sellados en tiempos antiguos con la vida. La resistencia mostrada por los patriarcas, preocupados por los cambios que se aventuraban, no va a ser suficiente. El progreso ira destruyendo con el paso de los años una forma existencial, enraizada en la historia de lo pueblos.

    La revolución sufrida por la cabaña ganadera durante este periodo va a ser notable. La cría y explotación predominante hasta entonces de las ovejas, va a ser sustituida por otras especies más rentables. La demanda de leche y carne debida a una pequeña explosión demográfica, va a ser la culpable. El ganado vacuno y los cerdos van a romper las tendencias  históricas. 

    En el año 1891, las vacas constituyen el 55% del total del ganado en Asturias, seguido con un 20% de los cerdos. Las ovejas ya se tienen que conformar con una cuota del 18%. En el año 1885 llega al oriente asturiano la primera vaca suiza, que será el germen de las futuras ganaderías especializadas en leche.

    Las mejoras en las anquilosadas comunicaciones, especialmente  el emergente tren, va a facilitar el traslado y con ello la ampliación de razas vacunas. Algo inaudito hasta entonces. Es tanta la frustración de los puristas, defensores a ultranza de las razas autóctonas, que vierten su malestar en la prensa regional: " El ganado de Asturias tiene ahora más colores que el Arco Iris". Tal rezaba un titular de El Comercio, en la década de los 20 del siglo pasado.

    El implacable juez que es el tiempo, corregirá comportamientos y posturas. La calidad de la leche de aquellas especies invasoras, empieza a sorprender por su calidad, tal recoge un informe de la Diputación Provincial: " La calidad de la leche de las nuevas razas es de un alto valor nutritivo, muy rica en materia grasa". Esta Institución oficial, ante el éxito cosechado, empieza a importar vacas en el año 1927. Con esta irrupción mercantil, romperá  la estrategia de las sociedades campesinas, forjada en siglos con el método heurístico  de ensayo y error, y poder generar una adaptación adecuada, respetando el equilibrio natural.

    Aquella innovación obligará a pertinentes cambios estructurales, a la vez que paisajísticos: Se tiende a ampliar de modo notable los espacios dedicados a pasto, preferentemente en el entorno de la propia casería. Además empezará a ser habitual los cierres de los praos, necesarios para garantizar que el ganao no escapara mientras pacen (comen el pasto).

    Ya en 1931, la producción ganadera regional está valorada (según datos facilitados por la Diputación) en 221 millones de pesetas, frente a los 180 millones de la producción agrícola. Los números no dan lugar a dudas en el entramado económico de Asturias.

     La guerra civil y la postguerra será un periodo de subsistencia puro y duro. El progreso de las pasadas décadas se frenará inevitáblemente. El país está en bancarrota y el campo es un ejemplo de ello. Se vuelve al modelo más tradicional del siglo XVIII, basado en la supervivencia y ante la falta de recursos para paliar las carencias estructurales, se recurre a lo que se tiene, que es lamentablemente casi nada. Se potencia la tracción animal, ante la ausencia de poderosos bueyes y mecanización, sobresalen las vacas. En aquellos momentos disponer de una pareja de estos animales para xoncerlos al yugo, es una riqueza de difícil cuantificación.



Fuente: Emilio Posada. Pareja xuncida al carro, en casa Posada. Años 30.


    Nada mejor que los fríos e incuestionables datos que aportan los números para ilustrar esta importancia. En el decenio 1947-57, en la cabaña ganadera asturiana las vacas se incrementan un 14%, mientras el resto de las especies decrecían, salvo el omnipresente gocho. También  se empieza a estabular regularmente aquel ganado con vistas a la explotación láctea. Pasando durante este periodo del 8,4% a 13,7%. Estos tiempos avisan de importantes cambios.


1960-2000.

    Ya en los 60, aquellos inicios titubeantes, se consolidan y la especialización empieza a ser un hecho. Las vacas vuelven a incrementarse en el global de la cabaña ganadera en otro 14%. Aprovechando la coyuntura aparecen en el horizonte ganadero tres grandes industrias dedicadas a la recogida y transformación de la leche: Central Lechera Asturiana, LAGISA y Nestlé. Cuya capacidad de recolección en este periodo es de 6.000, 8.000 y 14.000 toneladas anuales, respectivamente.

    Debido a la especialización y las exigencias que lleva pareja, empiezan a desaparecer un importante número de pequeñas caserías. Los motivos son tres: El envejecimiento del propietario, la renuncia de sus hijos a mantener la continuidad y la emigración. El cierre de ganaderías supera las mil explotaciones al año. Como contraprestación se aumenta el tamaño y el número de las cabezas de ganado de aquellas que siguen funcionando.


Fuente: María Braña. Censo de ganado bovino  de
nuestro concejo, desglosado por parroquias, entre los
años 1958-64. Nuestra parroquia se consolida entre las 
de mayores números.


    Entre los años 1985-95, las exigencias de la entrada en la CEE, entre otros factores, va obligar a nuestros campesinos a una importante reestructuración, para orientar su cualificación:  carne o leche. Las 211.225 cabezas de frisonas censadas en 1990 van avalar sin discusión la tendencia mayoritaria hacia la producción de leche. Representando un 56% del total de la cabaña ganadera asturiana.

    En otras razas como la parda-alpina, se mantendrá en un preocupante retroceso. Hay también un 20% de ganado híbrido o mixto considerado por los expertos de mediocre calidad, producto de cruces indiscriminados. Las razas típicamente asturianas, orgullo hasta bien entrado el siglo XX de nuestras cuadras, apenas representan un 18% del total del ganado vacuno de nuestra región.

    En el año 1986, de ingrato recuerdo para nuestros campesinos, se implanta el IVA ( probablemente el impuesto más injusto que exista, dada su aplicación lineal y antisocial) y las imposiciones de la CEE, con sus cuotas lecheras. 

 Los resultados nefastos de aquellos arbitrios no deja lugar a dudas. Desaparición de 1.458 explotaciones, a través de indemnizaciones por cierres parciales o totales. Esto se traduce en un pérdida de 27 millones anuales de litros de leche. Sobran las palabras y algunos gestores de tamaño descalabro, se escudan en los motivos.    

   Los datos proporcionados por la Universidad de Oviedo en este año del total de las cabezas de ganado existentes en Asturias supera las 630.000, excluyendo en estos números los animales de granja, tales como conejos, pites o coríos. Dentro de la cabaña ganadera vacuna el 83% corresponde a vacas de ordeño, esto es, de leche. El cambio es un hecho consumado.

    Los datos de nuestro concejo de Gozón así lo avala: de un total de 6.525 vacas, el 87,5% corresponde a vacas lecheras. En Carreño, los datos ofrecen una proporción similar, pues de un total de 7849 animales vacunos , son destinados a producción de leche el 82%.

  Para ello, se ha recurrido a la ganadería intensiva, donde el ganado no se alimenta del pasto tradicional directamente. Estando perfectamente estabulados, en condiciones de máximo rendimiento productivo. Siendo los grandes inconvenientes de este tipo de explotación los costes de producción y la gestión de sus residuos. 

 


Ganadería intensiva. Los animales perfectamente estabulados.
Con ello se pretende aumentar la producción minimizando tiempos. ´
Loa animales son alimentados con productos enriquecidos. Y su gran 
inconveniente son los elevados costes de mantenimiento que exige
este procedimiento.
    

    Respecto a estos detritus, no se tratan del conocido cucho, tan apreciado históricamente como abono, sino de purines. Una mezcla de excrementos sólidos y líquidos provenientes de las evacuaciones biológicas procedentes de los animales, que se mezclan con las aguas de las limpiezas y restos de comida. Durante algún tiempo fue un recurso habitual para su eliminación usar el recurso de regar con las cubas de los tractores prados y tierras. Tal y como se excusaba algunos vecinos con una interpelación al aire: "Entonces, ¿Que díbamos facer con ellos?". A fecha de hoy sigue siendo un grave problema de difícil solución, estando regulado su eliminación  a través de las normativas del Principado.

    Recurrimos al conocimiento de José Ramón Heres, quien nos aporta una información vinculada a la gestión de estos residuos: " Hay que destinar parte del terreno para habilitarlo como recogida de purines. La cooperativa de la Central Lechera tiene un servicio de pago de recogida de purines, con una planta en Navia. Allí separan la parte líquida de la sólida y te da la oportunidad de recomprar esta última para usarla como abono". Aunque hace una precisión: "Muchos ganaderos usan como cama arena de playa o de cantera, pues es un material inerte y desinfectante. Vital para que no prosperen enfermedades infecciosas como la mamitis. Si tiene arena los residuos, la Central Lechera no te lo recoge, porque se les estropean sus bombas". Y en esta precisión, hace sentencia demoledora: " El 90% de los ganaderos usan arena. El problema sigue latente".

    Actualmente hay una prorroga de la Unión Europea para las ganaderías de la cornisa cantábrica para que se vayan buscando unas más que difíciles soluciones, ante el mayor problema que acucia a la continuidad de estas explotaciones intensivas.



Sistema de eliminación de purines a través del riego. El verdadero 
problema de este sistema reside en la posibilidad de contaminar
las aguas freáticas o subterráneas, pudiendo generar un grave problema
a la salud pública. 



  En contraprestación aun hay  ganaderías extensivas, con un halo romántico, que recuerda tiempos pasados. En estas instalaciones el ganado se alimenta del verde de los pastos  de forma temporal o permanente.


Ganadería extensiva. Se aprovecha los pastos, y recursos naturales.
El inconveniente es la menor eficiencia de resultados respecto
a la intensiva.

    Como dato concluyente y después de todo lo expuesto, podemos confirmar que en los últimos años de la anterior década, se aprecia un notable descenso de la cabaña ganadera bovina en Asturias. Resultando más acentuada en la raza predominante, la frisona. Aunque también sufren ese aminoramiento el resto de las variedades existentes. 


Fuente: María Braña. Censo de cabezas de ganado (1998-2017) de diferentes
especies en los concejos de Carreño y Gozón y el número de 
explotaciones dedicadas a ello. Se manifiesta en estos datos un 
vuelco en el número de cabezas de ganado bovino que lideraba Carreño
hasta la década de los ochenta del pasado siglo. Gozón toma el relevo, 
mientras nuestros vecinos decrecen en número de ganado y granjas. 


    El análisis final de toda esta exposición puede ser mucho más fácil de lo que pudiera parecer. Una vez más hemos vendido la piel del oso, antes de cazarlo. El futuro de nuestro campo ha estado  en las manos de gente que han demostrado muy poca capacidad para su defensa. Algo que no debiera sorprendernos en absoluto, pues la visita de unos aquellos políticos por una de nuestras granjas, se saldó con un ridículo , que demuestra el desconocimiento supino que exhiben sin pudor. Tal lo recuerda el propietario de aquella cuadra, quien ha preferido escudarse en el anonimato, y para su tranquilidad así lo respetamos : "Estábamos en la quintana por la tarde y apareció un coche negro con chofer, que abrió la puerta de atrás. Allí salió aquel paisano encorbatao dando la mano a todos y al girar tiró una pradera (2) que estaba apoyada en la pared. Y dijo que menos mal que no rompió al caer el aparato de rascar los animales".  No son necesarias las lecciones de incapaces, cuando te tienes que enfrentar todos lo días a los retos que te propone la vida.




(1). La elaboración de este Catastro fue ordenada por el entonces ministro de finanzas de la Corona, Zenón de Somodevilla (Marqués de la Ensenada), y bajo el mandato de Fernando VI, entre los años 1752 y 1757. El objetivo del mismo era hacer una relación de la riqueza y actividades de todo el país. Constaba de 40 preguntas que debían ser contestadas por los vecinos. A fecha de hoy podemos garantizar que se trata de un recuento parcial e impreciso. Tanto las autoridades locales como los habitantes, ocultaron datos para evitar el pago de mayores impuestos que pudieran estar sujetos a la información proporcionada.

(2). La pradera, garabata, es un instrumento de uso agrícola,  parecido a un rastrillo y destinado a la recogida de restos de hierba u otros elementos. Es como decía Maruja Anxelín: " El peine de los praos".




 

La apuesta por les vaques de leche.



" No basta tampoco la fertilidad del terreno,

si los habitantes no son bien apoyados..."

Pedro Rodríguez Campomanes.



    Marcar o señalar una fecha en el calendario para determinar cuando las caserías en Antromero vuelcan sus intereses  productivos en la explotación de la leche, ciertamente es un atrevimiento poco aconsejable. Aunque si pudiéramos recurrir a analizar esa tendencia evolutiva a través de las estadísticas y los fríos números.

     Para evitar más datos que pudieran embotar definitívamente la cabeza del sufrido lector, recurrimos (creyendo firmemente que será mas agradecido) a la experiencia de Emilio Posada, quien aporta un dato significativo y a tener en cuenta, para datar el inicio de la apuesta por la producción láctea: "Hace años, hasta los 70, la gente lo que tenía era vacas de carne, que daban leche para casa y para vender un poco en la plaza. pero cuando marché pa la mili en el año 1972, las vacas de leche, las frisonas ya superaban en número en casi todas las caserías a las de carne". Nuestro declarante añade el motivo de aquel progresivo cambio: " Fueron las máquinas y sobre todo la aparición de los tractores lo que empujó  a la gente a la producción de leche. Nosotros compramos el primer tractor en el año 1974, y eso facilitó mucho el trabajo, sobre todo en el tiempo. Antes todo iba con pareja de vaques y era mucho más lento".



Fuente: Mari Fina García. Foto icónica y representativa de la 
ganadería. En ella se conjugan casi todos los componentes  vinculados
a la casería: La cuadra, la tenada, el carro de las vacas, el hórreo, la vaca 
y el ganadero (Alfonso Carma). Todos ellos en la quintana.



  Aquel cambio representó una modificación también en los métodos y costumbres de trabajo. Sobresaliendo una premisa por encima de todas. Tal lo recuerda Alfonso Carma: " El ganao de leche ye muy delicao, mucho más que el de la carne. El catarles todos los días, dos veces, era todo mucho más trabayo que les de carne". Corrobora este testimonio, por si hubiera alguna dudaEmilio Posada: "Las vacas de leche representa el esta todo el día pendiente de elles. Son animales más delicaos que les de carne. Una celebración como ir a una boda, o un bautizo familiar, es todo un problema en la casería. Ye todo muy esclavo".

    Recogemos el testimonio de nuestro vecino Tito Les Moranes, quien rompe la tendencia mayoritaria a la hora de apostar por sus animales de cuadra: " El ganao que teníamos cuando empecé eran vaques de leche y a última hora ya les tuve de carne. Siendo el mayor número que tuve doce". Recordando amargamente el motivo de su abandono en esta actividad: " Al final tuve que venderlas todas por enfermedad mía". Añadimos que pese a ello, con la satisfacción de haber desarrollado aquel trabajo con el apego y amor a la tierra y sus animales.

    Un dato objetivo es la aparición de las empresas que van a recoger la leche para su comercialización en los años 60 del pasado siglo. Esta iniciativa empresarial garantizará en algún modo la venta y con ello el necesario ingreso monetario. El cambio de la carne a la leche era una tentación, que muchos ganaderos no pudieron resistir.


 


Llindar les vaques.



"La memoria anda a su manera , errante,

otras veces va campo a través..."

Manuel Rivas.



   Nos sentimos obligados a rememorar algunos de los episodios vividos en la actividad rutinaria, vinculados a la cuadra y con dedicación a las vacas. Todo ello antes de que los nuevos tiempos disfrazados de tecnología llamaran a la puerta de los ganaderos. No debemos de olvidar que el terreno,  aquel territorio forma parte del archivo único que determina las señas identitarias del pueblo.

    Para hacernos una composición de lugar y tiempo, vamos a recuperar un texto elaborado por la Sociedad Económica de los Amigos del País, quien en el año 1832, elabora un informe de la decadencia de la ganadería asturiana. En este describen esta faena de llindar, del modo que sigue, permaneciendo invariable hasta bien entrado el siglo XX: " Hemos visto la fatiga, trabajo y esmero que cuesta a nuestros labradores el cuidado de sus ganados: cinco o seis personas que componen una familia rústica, todos ellos se ocupan en atender a los animales domésticos, y apenas nacen, apenas llegan a los cinco años, ya van con la aguijada a pacentar sus vacas en las inmediaciones de las mieses, cuidando que no las destrocen, ocupación llamada en este país llindar".

    Lo de llindar les vaques era cosa de la gente menuda o los más mayores, que ya no estaban en disposición de desarrollar trabajos que llevaran parejo grandes esfuerzos. Era una labor de vigilancia, horas y horas interminables. Días, semanas, meses y años amarrados al comportamiento de las vacas. Así lo recuerda Emilio Posada: " Vigilar pa que no escapasen al prao del vecín, que no entrasen en les tierres sembrades. Y sobre todo evitar que no se espantasen, que era cuando tenían peligro. Lo que más me preocupaba era cuando aparecíen perros y corríen detrás de elles". 

    Nuestro declarante Alfonso Pinón, aclara su experiencia: " Toda la vida de guaje me tocó ir a llindar les vaques. A la finca de Garcelán, que era donde las llevábamos". Detallando uno de los grandes inconvenientes de llindar: " Eren todes les hores del mundo, no pasaba el tiempo y te echabas a dormir  y talmente eren entonces les vaques les que te vigilaben a ti". Señalando su gran preocupación en aquella faena de supervisión: " Lo peor era cuando les vaques estaban tan tranquilas y de repente se amoscaban. Era cuando alguna mosca o mosques, les molestaban más de la cuenta, entonces empezaben a correr y pegar saltos como loques, con el rabo tieso. Lo único que quedaba era apartarte para que no te atropellara y esperar que no rompiera nada". Aclarando algo predecible: "Cuando alguna se amoscaba, mucho miedo pasaba".

    Los sufridos vigilantes llevaban una vara de avellano, aguijada o guía (3), para "afalar" (4) a los animales, pero a todas luces inservible ante la situación descrita por el bueno de Alfonso.



Fuente: Homenaxe al campo asturiano. Guaje llindando al ganado con una vara 
en la mano.




Guaje llindando les vaques con la vara de avellano en la mano.




    Las varas manipuladas con una punta de fierro o acerada, están terminántemente prohibidas para su uso en los animales, desde hace algunos años, para evitar daños gratuitos a los ya de por si sufridos animales.
    
    Aquella actividad necesaria y desarrollada por personas, hoy ya quedó en desuso. La tecnología juega en este caso en favor del resignado cuidador, siendo sustituidos estos por los socorridos pastores eléctricos. Son estos un cierre con una tensión eléctrica, para evitar que los animales entren o salgan de la zona delimitada por ellos. 



Detalle de un pastor eléctrico. Las innovaciones  tecnológicas
permiten el uso de estos cierres en lugares donde no hay 
electricidad, ni tan siquiera necesario el uso de batería. Los paneles 
solares han obrado el milagro.








(3). Se trata de una vara que puede medir dos metros y en el extremo más fino se le incorpora una punta metálica, con la que se suele azuzar a los animales. Era confeccionada normalmente en madera de avellano, por ser más ligera y resistente.

(4). Avivar, excitar, hacer acelerar a alguien con el objeto de que se de prisa.




Les vaques y tar males.



"Cuatro corrimontes (patas)

dos espantadiablos (cuernos)

cuatro corrifontes (ubre)

dos miradores (ojos)

y un espanta mosques (rabo)".

(La vaca).

Adivinanza popular. 


    Hay que tener en cuenta que este animal es la verdadera riqueza de la casería. Actualmente hay un buen y estimado control,  de estos animales , a través de la Consejería de Agricultura del Principado.

    Años atrás y ante la ausencia de veterinarios, se solía recurrir a las manos de los curiosos (5). Algunos de los cuales mantenían para todo tipo de males en los animales dos remedios básicos:

    - El sangrarlos. Se solía hacer un corte en un sitio próximo a la zona a tratar (solían ser común en el hocico o rabo) y así hacer un sangrado. Este es un protocolo usado por la medicina oficial en siglos pasados para personas. Así reyes como Felipe II, Carlos II, poderosos personajes como Conde Duque de Olivares , el cardenal Richelieu e infinidad de padres de la Iglesia (Papas) han sido tratados con estas sangrías. Esta práctica médica ha sido la más usada desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Es evidente que la enfermedad iguala a ricos, pobres y animales. Y esta propuesta esgrimida para tratar de solventar las molestias por parte de los curiosos ha sido remedada de aquellos médicos que trataban a ilustres señorías.

    - Hacer beber agua caliente. Método menos peligroso que el anterior. Es una evidencia que en este caso difícilmente la vaca pudiera empeorar. La medicina tradicional china aconseja la ingestión de un vaso de agua caliente en ayunas para una mejora generalizada de los malestares corporales. Aunque sospechamos que este no fuera el verdadero motivo en el que se basaba el curioso.

    En algunas ocasiones las vacas y durante la noche se ponían a berrar o hacer movimientos bruscos sin aparentemente motivos. Lo que pudiera parecer un claro síntoma de molestia o enfermedad era interpretado como un presagio de alguna cosa mala que iba a ocurrir a la familia . Alfonso Pinón así lo reseña: " Había un paisano de Bocines que tenía una vaquina y por la noche empezó a berrar y pegar saltos. Él siempre había oído lo de la mala suerte, así que fue pa la cuadra y sacó la vaca de allí, llevándola cerca de la casa de un vecín y amarrola a un árbol y allí tuvo toda la noche. Fízolo así para tratar de pasar aquel mal agüerio al otro paisano". Desconocemos el éxito de aquella estudiada estrategia.

    La variedad de las enfermedades y molestias es tan amplia que deberíamos recurrir a un vademécum para su eficaz listado. Aunque uno de aquellos malestares más preocupantes era  el síntoma evidente de falta de apetito y para su alivio se recurría por prescripción del curioso, a darle una fórmula generalizada en todo el territorio asturiano: el líquido procedente de la cocción de las malvas comunes (malva sylvestris), se le proporcionaba varias veces a lo largo del día.

  Lo cierto es que esa interrelación existente entre el paisano y la vaca se reflejaba en aquellos momentos donde la salud del animal flaqueaba. Se le ofrecía unos cuidados especiales, como era una mejor cama, con una buena capa de paja y dependiendo del estado del animal o la temperatura ambiente se cubría con un saco o un abrigo viejo (protocolo que se respetaba en el post-parto) . Todos los mimos eran pocos para la recuperación del referente en la cuadra.

    Una de las enfermedades que más bajas generó en la cabaña ganadera asturiana fue la denominada  brucelosis. Provocada por bacterias de la especie brucella, transmitiéndose a los humanos con cierta facilidad, a través del consumo de alimentos contaminados. El las vacas es por la ingesta de leche y derivados crudos y no pasteurizados infectados por las susodichas bacterias. También llamada fiebre de Malta, al ser descrita en este país las fiebres derivadas de esta enfermedad, en el siglo XIX. 

    Emilio Posada, describe la peor de las pesadillas de cualquier ganadero: "Hace cuarenta años las vacas se infectaron de brucelosis. Tuvimos que sacrificarlas todas y rehacer la cuadra, hubo que picar las paredes, levantar el suelo". Añadiendo la evidencia manifiesta generada por la enfermedad: "Era impotencia, el ver como se iba todo el trabajo de años.  La pérdida no solo de todo el ganado, sino la incertidumbre del futuro" . 

  Para ilustrar la miseria que asoló muchas partes de Asturias durante el siglo XVIII, algunos campesinos llegaron a consumir carne de ganado enfermo, evitando el enterramiento. Esta penosa información es recogida en los textos "Memorias sobre epizootía o enfermedad del ganado", editado en el año 1792, por la Junta del Principado. La transmisión de muchas enfermedades estaba garantizada.

  Hasta no hace muchos años el riesgo de infecciones y enfermedades en los animales domésticos era notable. A la falta de conocimientos se le añadía el estado de algunos establos: escasa higiene y una humedad pertinente, que facilitaba la transmisión de cualquier tipo de plaga. En este pueblo, fue muy recurrente el uso de arena de la playa para hacer la cama de las vacas, con carácter puntual. El objetivo perseguido era aprovechar este árido salitroso como agente desinfectante. Tal lo recuerda Pilo:  "Cuantas veces me tocó ir a buscar arena a la playa de San Pedro y también a la de Candás". Razonando expresivamente el motivo de aquella decisión : "La arena ye cojonuda pa limpiar todo. Faciase la cama con ella durante un tiempo y después ya se sacaba y se facía con lo de siempre, estrando (repartiendo) vericio, yerba y los que hubiera".

    Hasta hace no demasiados años  para hacer la cama de las vacas, se estraba con felechos, paja o roza de limpiar el monte y las orillas de fincas. Aunque parezca curioso y extraño, con ello la cuadra genera menos humedad , siempre y cuando hubiera una buena rotación de aquellos residuos vegetales.

   A las enfermedades físicas y tangibles se les sumaba las espirituales. Las creencias arraigadas se sumaban a la lista de males. Igual que las personas, los animales eran objeto de malos quereres y envidias. Algo preocupante para sus propietarios, quienes temían como al diablo, el denominado "mal de ojo". Para evitar la eficacia y como previsión  de aquellos malos quereres y envidias en los animales, se recurría a un sinfín de métodos y así tartar de preservar la salud de la cuadra. Alfonso Pinón, detalla alguno de aquellos protocolos de prevención al mal de ojo: " Conocí a algunos que en la cuadra colocaben una cruz encima de la puerta". Precisando como se hacía: " Siempre por la parte de adentro, nunca por afuera". Uno de los métodos recurrentes era colocar unos pantalones viejos con las perneras abiertas en las puertas de los establos. El animal que pudiera estar afectado del mal de ojo, debía de pasar por debajo de la prenda y una vez hecho el paso, se quemaban los pantalones , esparciendo alrededor y por el exterior de la cuadra sus cenizas. 

    También fue habitual el ver herraduras colgadas en los umbrales de las puertas, para tratar de minimizar aquellos males. La ferradura es a fecha de hoy un objeto que trae buena suerte, basada esta en creencias milenarias. Y colgar un cencerro al cuello de los animales, con una cruz visible, también formó parte de los escudos de las males artes de las agüeyadoras.



Cencerro con cruz. Uno de los métodos para prevenir 
el mal de ojo. Todo servía para evitarlo.

    En Condres,  Concha de Casa Miguel, para evitar las malas artes de las agüeyadoras aconsejaba el siguiente ritual : "Al pasar a su lado hay que cerrar el puño, sacando el dedo gordo...colocándolo en la espalda, junto al culo y decir: el tú ojo en mi culo, agüeyate a ti y no me agüeyes a mi".

   Cuando el mal de ojo es un hecho consumado, se recurre a los saberes de los curiosos para pasar el agua (5). Nos consta durante el siglo XIX y XX  la existencia de al menos tres personas que hacían este ritual, tal lo recuerda Emilio Posada: " La bisabuela de Josefa Menéndez, en Casa Floro los Páxaros y en Casa Sampedrín, se pasaba el agua. Aunque no se si lo hacían a los animales". Nosotros creemos firmemente que si, dado el valor intrínseco de los mismos.







(5). Para mayor información respecto a los curiosos, aconsejamos la consulta de los capítulos 36 y 9.





Echar la vaca al toro y la inseminación artificial.



"Cuerpos que nacen vencidos,

vencidos y grises mueren:

vienen con la edad de un siglo

y son viejos cuando vienen".

Miguel Hernández.




    En la procreación de las vacas estaba parte de la riqueza de las ganaderías. Una parte de la provisión de fondos económicos estaba orientada hacia los partos y su posterior venta de la cría. Cualquier incidente que no llevara a buen puerto aquellos cálculos familiares, tendrían tintes catastróficos.

    Entre los riesgos estaba la infertilidad total o parcial de la vaca. Usando conocimientos ancestrales y heredados y cuando la vaca no quedaba preñada después de "d'ir al toro", los curiosos metían en la vagina de la vaca una tripa y una vez dentro la soplaba con el ánimo de hincharla. Después de ello se acompañaba de una serie de rezos y jaculatorias, invitando al regreso de la fertilidad, para que la próxima vez quedara preñada. 

   Este es uno de los métodos habituales usados por aquellas personas, pero buscando en sus usos el respaldo de la religión. Los rezos y preces a santos eran fundamentales para generar la confianza definitiva ante el campesino. Conocedores como eran de todos los miedos atávicos vinculados a creencias eternas. 

    Los riesgos, siempre asumidos, por el futuro beneficio económico era desplazar una vaca en celo hasta donde estaba el toro fecundador. En ocasiones distancias kilométricas. Así describe  Alfonso Pinón, una de aquellas peripecias: " Recuerdo que había una vaca en casa que cuando se llevaba al xato, se ponía muy nerviosa. Una de las veces hubo que llevarla a un toro que había en Santolaya. Aquel viaje fue un calvario, fuimos por los praos y los montes , entreteniéndose con todo. Tardamos un montón de tiempo en llegar.  Al volver, ya no hubo mayor problema".



Fuente: Laudina Artime. Tito Les Moranes, con un xato en la
quintana. Al fondo, Amparo Julián. 

    La decisión de cuando era el momento adecuado para esta monta, se basaba en el comportamiento de la vaca. El mayor síntoma era cuando la vaca hacía lo que se llamaba "la tora", esto es, cuando cabalgaba encima de otras vacas.

    Con la llegada de nuevas técnicas se fueron abandonando estás ancestrales prácticas reproductivas. La inseminación artificial facilitó las cosas al ganadero. Tratándose de un procedimiento por el que se deposita una dosis de semen de toro, conservado en bajas temperaturas, en el útero de la vaca. Para buscar la mayor eficacia de este proceso, el ganadero debe de controlar los días de celo de la vaca.



Fuente: Agritotal. Esquema del proceso de depositar el semen de 
toro en el útero de la vaca.


    Los antecedentes históricos de la inseminación artificial se remontan a un texto de la Biblia, donde genéricamente se cita como a una oveja en celo se la insemina con el semen de un cordero. Será el fisiólogo italiano Lázaro Spellanzani, quien abrirá las puertas de par en par a esta técnica al conseguir de manera artificial la inseminación de una perra, en el año 1780, obteniendo cachorros vivos.

    En 1899, Rusia admite el uso intensivo en sus vacas de estos procedimientos, para eludir los graves problemas de fertilidad y mala calidad de su cabaña ganadera bovina. Años más tarde, en 1939, los daneses forman la primera cooperativa a nivel mundial, orientada en exclusiva a la inseminación artificial. A partir de este momento su uso fue creciendo de modo exponencial hasta nuestros días.

    En nuestra área de influencia, y debido a un retraso endémico, propiciado por la desconfianza y falta de recursos técnicos no se recurrirá a ella hasta la década de los 70. Las declaraciones de José Ramón Heres, nacido en 1979, así lo corrobora: " Siendo guaje, todavía me acuerdo como llevaban las vacas en celo al toro que había en Casa La Rodil, en Condres".



Fuente: Ramón La Piedra. Ramonín La Piedra, con un ejemplar 
de toro o xato.


  Las ventajas de este procedimiento sobre la monta natural es el poder seleccionar y mejorar la genética; eliminar el llevar la vaca al toro. Siendo en cambio,  el mayor inconveniente el menor porcentaje de éxito de inseminación respecto al método tradicional.

    Si nos remitimos nuevamente a los esclarecedores números, de este procedimiento intensivo la evidencia es aplastante: en la monta natural un toro en un año, puede inseminar a 30 o 40 hembras, mientras con la nueva técnica, ese mismo toro lo puede hacer a más de 7.000 vacas.

    Transcurridos los suficientes años desde las primeras visitas veterinarias y sus utensilios para generar nueva vida, es necesario admitir que se han vencido todas las reticencias iniciales. La comodidad y rentabilidad han sido, sin lugar a dudas los factores determinantes.

    




El parto.


    

"...necesito de la colaboración

de los pensamientos aldeanos, 

mucho más que ellos de los míos".

José Ortega y Gasset.



    El parto de una vaca significaba tensión familiar y mucha preocupación. Durante los días y momentos previos al acontecimiento todo se volvía a permanente vigilancia. Mirar la evolución de la luna y estar pendiente de cualquier indicio que pudiera indicar que el nacimiento del xato estaba próximo. Si no hubiera gente en casa, avisar al vecino o familiar para recurrir a su necesaria colaboración. 

    Había en todos los pueblos gente "curiosa", quienes al tacto podían aventurar en el diagnóstico si la cría "venia" bien. Su opinión era muy respetada y dependiendo de la misma se tomaban las alertas necesarias en el caso de que así se necesitara. Como cualquier animal la vaca exteriorizaba síntomas inequívocos de las dificultades que se avecinaban, como inquietud, desasosiego, ubres extremadamente hinchadas... que aquellos interpretaban.

    Si todo iba según la normalidad deseada, no habría problema. Los problemas podían derivar de cualquier incidente propio del parto de un mamífero-hembra. Así lo reseña Emilio Posada: "Los problemas del parto de una vaca podían ser que la cría viniera de culo, o en el caso que fuera culón (ancho de los cuartos traseros) o fuera doble el parto. Entonces era cuando la vaca sufría más y se ponía en riesgo su vida y la de cría". Detallando alguno de los recursos habituales en el caso de aquellos percances: " Normalmente si todo iba bien, no se solía avisar a nadie, pero cuando las cosas se complicaban toda la ayuda era poca. Si la cría venía mal, o había dificultades había que ayudar a la vaca en el parto, tirando de una cuerda. Esto era de mucho sufrimiento para los animales". De su memoria rescata, forzando una leve sonrisa: "Lo que nunca podía faltar era el café, el tabaco y el coñá".  Aunque precisa la evolución que acompaña a los nuevos tiempos tecnológicos: " Con la llegada de los veterinarios, mejoraron mucho las cosas".

    Atender el parto en forma natural, sin asistencia profesional fue lo habitual en nuestras cuadras . El uso de la cuerda o cadena para facilitar aquella operativa debía de hacerse con conocimiento y manos expertas. La imprudencia y el atrevimiento puede generar daños irreversibles en el mamífero (perforación del útero, daños irreversibles en su pelvis o la temida esterilidad parcial o total) y su cría , con la rotura de las patas (lugar donde se fija la cuerda de tiro).



Fuente: RTV. Tarifa. Tirando de la cuerda para facilitar el parto a la vaca.


   En el caso de extrema necesidad se solía avisar al veterinario Los avisos a aquel licenciado y cuando la casería estaba alejada de la carretera se hacían señalando en el camino de acceso con la colocación de un trapo blanco a modo de banderola. Hay un precioso poema en asturiano de José Luis Rendueles, quien pormenoriza envidiablemente todo lo expuesto. Donde refleja el contraste del ayer y el hoy, dos formas de atender el parto de la vaca. Para una mejor comprensión y accesibilidad transcribimos su traducción: 


"Las vacas bebían vino blanco

y después las tapaban con mantas.

Nunca las mimaban más

que tras un parto complicado.


Siendo yo niño, cuando una vaca

se ponía de parto, todavía se reunían en mi casa

todos los vecinos para tirar de la cuerda

que arrastraría al ternero de la seguridad

a la vida, cruel cordón umbilical.


Un parto era la excusa necesaria para reunirse,

contar historias de otro tiempo, y celebrarlo,

si salía bien, todos juntos  con orujo y café.


Pero algunas veces la vaca no empujaba, o el ternero

era demasiado grande, o quizá venía torcido

y no podían darle la vuelta en el útero,

entonces, acabados sus conocimientos,

los remedios de antaño y los inventados,

se rendían, y era cuando me encargaban

poner al píe de la carretera el trapo blanco.


Como bandera blanca no era gran cosa:

un pedazo de sábana amarrado a una vara, 

pero era el símbolo de su derrota.


Nuevos eran 

los métodos que traía el veterinario

en el maletero, aborrecible era

su sonrisa de triunfo".

    


    Una vez finalizadas todas la maniobras y si no hubiera  nada que lamentar, se mantenía el protocolo de atender al recién nacido y su madre. Después del parto y dentro de los cuidados especiales posteriores estaba el remedio instituido como "oficial", como lo recuerda Emilio Posada :"Lo normal era que después de un parto a la vaca se le diera vino caliente y algunas veces también manteca. Había que recuperar y reconfortar al animal y eso les sentaba muy bien". Respecto al ternero, se daba paso al instinto maternal: " La vaca a base de llamberlo (lamerlo), limpiaba al xatín de todas las llibraduras (6)". Añadiendo al protocolo dos actuaciones obligadas: "Si el parto había sido duro se solía dar unas friegas al recién nacido, pa que se activase y se pusiera vivo. Además de dejarle mamar durante un buen tiempo".

    El instinto maternal de este mamífero se evidencia en aquella denodada demostración de limpieza del xatín recién parido, además de un reflejo del instinto de supervivencia. Así se explicita al respecto, José Ramón Heres: " Las vacas después del parto tienen una tendencia natural de limpiar al recién nacido. Eso forma parte de un instinto natural que han desarrollado. Las vacas en determinados lugares vivían en un entorno hostil, rodeados de animales predadores como osos, lobos o gatos monteses... para evitar que "olieran" el parto, la madre se apresuraba a la limpieza de aquellos restos sanguinolentos" . Es una evidencia que el desarrollo del espíritu de supervivencia es absolutamente necesario en cualquier lugar y momento.

     El objetivo de esta última actuación no era tan solo el amamantar, sino la aportación del llamado calostro. Todos los mamíferos-hembra después de un parto generan en sus mamas inicialmente un líquido lechoso, antes de dar la leche. Este fluido se denomina calostro y tiene en su composición grasas, proteínas, carbohidratos y vitaminas que sirven para fortalecer los anticuerpos, evitando enfermedades provocadas por las bacterias. Los veterinarios estiman que al menos procuren amamantar unos 4 litros de ese preciado y enriquecedor líquido.

    Respecto a la leche de aquellas parturientas, nos hace una concesión informativa la buena de Emilia Posada: " Lo que era seguro que en la casa que había una vaca que hubiera parido, en el menú para comer había siempre un plato de rabón para todos". Siendo el rabón al que se refiere nuestra declarante, un entonces apreciado plato elaborado con fariña y leche. Aprovechando el excedente de esta, generado por el parto.

    Uno de los remedios de aquellos curiosos y que fue referente en nuestra parroquia, Marcelo Puño, para evitar cualquier infección tras el parto, era cocer malvas y con su agua aclarar y limpiar la vulva de la vaca, por si hubiera algún desgarro.

    Lo cierto es que un parto podía ser una fuente de riqueza que ayudara en la raquítica economía familiar y a la vez un verdadero quebranto de cabeza. La posibilidad de la muerte de la vaca durante el mismo o generarle unos daños irreversibles, incluida la infertilidad  era una catástrofe difícil de asumir por parte del ganadero. La solución salomónica para minimizar aquellos riesgos, aunque con daños colaterales, nos la describe José Ramón Heres:  " Hace algunos años, las vacas eran mucho mayores que las de ahora. Durante el parto era habitual que murieran o por el contrario quedaban mal, inútiles para seguir pariendo. La solución que buscaron algunos fue el inseminar con toros pequeños y así dar facilidad al parto. El paso de los años fue una degeneración de alguna de las razas que no hace tanto tiempo eran de buen tamaño. Tal fue el caso de la Asturiana de los Valles". Es una evidencia que en este sector como en cualquier otro no hay remedios definitivos a problemas instaurados.

    Si la vaca tenía la desgracia de abortar, era un problema capital. A la perdida de la cría se le podía sumar las dificultades de la vaca para quedar preñada otra vez o su esterilidad definitiva. En este último caso la solución planteada era deshacerse del animal, pues una de las partes de su alta rentabilidad quedaba lastrada y con ella las expectativas económicas de la familia.






(6). La llibradura a la que se refiere Emilio, son los restos de la placenta en la que iba envuelto el feto hasta el parto.





Importancia económica.


"Probe de nós:

postreros eslabones

d'unos homes

que vivieron 

una hestoria

ninca escrita".

Nacio'l Riquilón.



    El ganado y en estas latitudes preferentemente las vacas, siempre han sido perfectos aliados del humano para afrontar los retos de la supervivencia diaria. Este cuadrúpedo tal y como se expuso con anterioridad formó parte del engranaje familiar de la familia, convirtiéndose casi en un miembro más. Maltratar una vaca delante de testigos era una ofensa difícil de disculpar, algo que no se puede decir de otros animales de la cuadra. Basilio El Tercero, un enamorado del ganado vacuno, precisaba la importancia de estos en la economía de la casería: "El ganao siempre dio mucho trabayo y perres dábateles si podíes vender algo: un xatín, un poco de leche...Antes les coses no eren como ahora, había que arreglase como se pudiera. Habiendo una vaca y los gochos pa matalos pa casa, ya estaba arreglada la cosa". Aunque Manolo El Sardín, con el humor y desparpajo propio de los nacidos en esta tierra, se aventuraba aun más: "En casa hay de todo menos perres (dinero) ... y alguna vez también, cuando se vende un xato".



Fuente: Mar Martino. José Antonio Serrano, sujetando
a un xatín. Victor El Molín observante.


    Es cierto que uno de los alivios para generar el dinero necesario para soportar los avatares estaba en vender un xato. La posibilidad de la muerte de la madre o la cría durante el parto podía representar el pasar fame durante el año. Tal lo recuerda Alfonso Pinón: " De les peores coses que podía pasar en la casería era que muriera algún animal, pero de los de cuatro pates. Aquello podía ser la ruina de cualquier familia". El alivio era tratar de buscar unos ingresos ajenos a la casería: " Pa aliviar aquella ruina y si se pudiera lo mejor era buscar algo trabajo fuera. Les perres perdides había que recuperarles y no había otro modo. En la casería corríen muy poco les perres".

   La vaca era  un elemento de fuerza: mover carros , gradies, araos, llabiegos, etc. Moncho la Piedra, así lo estima:  "Antes todo se hacía con la pareja (vacas). Era toda la maquinaría que había. ¿ Como pienses que se se podíen semar 12 dies de gües delante de casa en el mismo día?. Pues a base de xente en andecha y unes parejes de vaques arando". 



Fuente: Emilio Posada. Cargando el carro de vaques con maíz.


    Durante muchos años, fue fundamental la tenencia de al menos una pareja de vacas para xuncir al yugo. Era la garantía de una tracción animal necesaria para todo tipo de actividades agro-ganaderas. Tal lo recuerda Alfonso Carma: "Lo normal era que les vaques estuvieran enseñades para tirar a su mano, pa la derecha o pa la izquierda". Precisando la importancia de tener una buena suplente: " Era muy bueno enseñar a otra vaca a que tirara a les dos manos, porque nadie estaba libre de que se pusiera alguna mala o que tuviera preñada". La importancia de esta actividad queda reflejada, una vez más en las palabras de Moncho La Piedra: " Los cimientos del bar  La Cantina se hicieron con las piedras que se subieron de la playa, con José La Flor dirigiendo y el carro de vaques mío, xuncido con la Morica y la Asturiana. Sentenciando de modo indiscutible:  !!Era lo que había y menos mal que lo había!!.



Moncho La Piedra junto a una ternera. Principios de los 50.



    Sus detritus y  residuos orgánicos eran el maná que necesitaba la tierra. Un potenciador de la producción agrícola que normalmente se amontonaba en las proximidades de la vivienda, como un valor añadido al conjunto de los bienes.  Pues la tierra en aquellos años malos para casi todo, la tierra no quedaba a la zaga, producía muy pocos excedentes. Y toda ayuda era poca. Así lo recuerda Basilio El Tercero: " Lo que mucho me llamó la atención cuando me casé, era que en todes les caseríes de Antromero, la pila del cucho del ganao, estaba delante de la puerta de les cases" . Justificando aquella presencia: " Ye que el cucho en aquellos tiempos era oro molido pa les tierres".



Pila de cucho. "El cucho era oro molido..."


    Aquel cucho (estiercol) de las cuadras, se formaba por la combinación de los restos vegetales de la cama de los animales, junto con los excrementos de estos, incluyendo los humanos. Ante la ausencia de un cuarto de aseo al uso, se recurría a aquel habitáculo como retrete. 

    Respecto a la manifiesta escasez de esos abonos de origen animal, el ilustre Jovellanos recoge una alternativa  en sus "Diarios": " Las hojas de maíz, los erizos de las castañas, helechos y otros vegetales se extienden por los caminos para que con las lluvias y el paso de personas y carros, formaran el "estro"". Así mismo advirtiendo que este complemento elaborado  a propósito: " Que pese a tener menos eficacia que el de las cuadras es bueno para fortalecer las tierras esquilmadas". 

    Al fin y al cabo todo el cucho era poco para la entonces escasa producción agrícola. La eficacia de este abono, superaba incluso la intercesión Divina: " Pa que la tierra te de muncho, más que en Dios, fiate del cucho".

  El resumen de toda esta exposición la expone atinadamente Alfonso Pinón: "Les vaques eran todo riqueza, desde los cuernos al rabo".



Fuente: Betsabet García . De izquierda a derecha: Ángel y
Alfonso Sampedrín. 





Llevar a beber les vaques.



"Quiero volver a tierras niñas,

llévenme a un blando país en agua".

Gabriela Mistral.


    El agua y su suministro domiciliario fue uno de las grandes demandas vecinales. Oficialmente su financiación por valor de 100. 670, 68 pesetas se publicita  a través del Boletín Oficial de la Provincia, núm.51, con  fecha de 3/3/1966. La obra se cumplimentará en sestaferia (5) por los vecinos (para acortar plazos)  y en varias fases, dada la complejidad orográfica de Antromero. Estos trabajos se prolongarán hasta el año 1969, con los que se pondrá punto y final a uno de los requerimientos más deseados en el pueblo. Siendo entonces alcalde del concejo Salvador Mori, uno de los hombres que puso más empeño en lograr aquellas aspiraciones vecinales.

    Anteriormente a esta fecha, para cualquier demanda de agua había que recurrir al río, regato, manantial, fuente pública, abrevaderos... Saciar la sed de los animales era un trabajo más, contemplado en el día a día de la casería.



Fuente: Laudina Artime. Tito Les Moranes dando de beber 
en la quintana a la pareja de vaques. Al fondo, Amparo Julián 
y a la derecha, Laudina Artime.


    En algunas casas había pozo propio de agua, junto con un pequeño abrevadero al lado, para facilitar a los habitantes de la cuadra su acceso al líquido elemento. Aunque es cierto que en época estival, convenía no abusar de esta opción por la incertidumbre de lo que pudiera pasar. Tal lo recuerda Laudina Artime: " En casa teníamos un pozo, pero por el verano no sacábamos agua de él para dar de beber a las vacas y el burro, por el miedo a que se secará. Las llevábamos al manantial del Fontán, y cuando este secaba entonces las bajábamos a un pozo que había siempre agua el la carretera de la Granda, junto a donde ahora está la piscina". Aclarando que cada uno tomaba otras opciones, dependiendo de la proximidad y número de animales:  "Otros los llevaban hasta el río Pielgo, porque se arreglaben mejor".

    En cualquier caso, para animar a estos animales a que no se despistasen y bebieran  se recurría a una extraña jaculatoria, de demostrada eficacia por increíble que parezca. Se les citaba con silbidos acompañados de  una "guotrasvinobobaguo". Tal y como se reflejó en el anterior capítulo, el hablar con las vacas formaba parte de aquel pacto no escrito en la inter-relación  cuadrúpedo bovino- humano.



Bomba de achique de agua del pozo de Amparo Julián.
Actualmente en desuso. 



Manatial del Fontán. En época estival, muchas veces seco.



   El llevar a beber los animales a los ríos en muchas ocasiones representó un conflicto de intereses. Tal lo recuerda Amapola Sirgo: " Cuando les muyeres estaban lavando la ropa en el río, alguna vez empezaba a bajar el agua revuelta con tierra y barro. Entonces había que dejar de lavar y era porque alguien estaba dando de beber a los animales río arriba". Es una evidencia que en esto del agua, nunca llueve a gusto de todos.


Fuente : Emilio Posada. Dando de beber al ganao en el río del 
Aramar. Años 20, del pasado siglo.


    Otra de las opciones era ir a buscar el agua al río, fuente o manantial, tal lo explicita Pilo: " Yo siempre fui a buscar el agua en bidones al río, primero con les vaques xuncides y cuando tuve el tractor con el". Exponiendo sus razonados argumentos: "Prefería dar un viaje pa varios días y trabayar algo más que no andar todos los días pa arriba y pa abajo  con el ganao, camín del río". Aunque confiesa que el motivo determinante de aquella decisión estuvo en la tozudez de uno de aquellos animales: " Uno de los xatos no quería andar, así que tuve que llevarlo con el carro de les vaques. Aquel cabrón fue el que me obligó a buscar  la solución".

    Con la llegada del agua a las casas y la tranquilidad de saber que abriendo un grifo podías disfrutar de aquel maná líquido, fue una gran victoria para eludir trabajo, economizando tiempo. Pese a lo que pudiera parecer, con ello no se acabaron las preocupaciones.  Hubo importantes crisis en la década de los ochenta y noventa por el abastecimiento de agua y siempre durante el verano. Tal lo recuerda Alfonso Pinón: " En algunos años hubo que volver a los ríos, para dar de beber a los animales. Fallaba el abastecimiento del agua y no quedaba otra. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de lo mucho que mejoramos con aquello". Aunque lo que más crispaba los ánimos de los ganaderos era comprobar la ausencia del agua al abrir los grifos en sus cuadras  y comprobar como las piscinas de los afortunados que podían disfrutarlas, rebosaban de aquel deseado fluido.

    Si las vacas estaban en el exterior, lo mejor era hacerse con recipientes lo suficientemente grandes para abastecer las necesidades de los animales. Durante los últimos años del siglo pasado fueron muy cotizadas y valoradas las bañeras sustituidas en las viviendas. Su gran capacidad de almacenamiento y el poco peso les hicieron ser muy atractivas para este uso.

    Actualmente plantearse cualquier instalación y sobremanera ganadera sin la posibilidad de tener agua, es un suicidio planificado. Son nuestros mayores y todos sus antecesores un patrón de resistencia ante las dificultades con las que acecha la existencia. Un ejemplo que jamás debiéramos olvidar.

    



(5). La sestaferia, es una labor  desarrollada por los vecinos para un objetivo de mejora o construcción de bienes de carácter comunitario.




La venta de la vaca. 



"Les llágrimes que llenen los ríos de la desesperanza,

evitar que nos venza el cansancio por lo vivido".

Xuan Braña.


    Probablemente estemos ante uno de los episodios más duros en la vida de la familia campesina. Este era un momento jodio, lleno de sentimientos encontrados. Deshacerse de una vaca por motivos vinculados a la productividad, después de haber sido un elemento más de aquella agrupación rural. La separación definitiva de este animal estaba sujeto casi siempre a dos factores: su edad y estado  y la falta de fertilidad.

    Fue motivo de inspiración para los literatos, argumento de cuentos costumbristas y crítica social. Uno de aquellos autores, Leopoldo Alas Clarín, hará efectiva a través de su envidiable pluma un precioso cuento, "Adiós Cordera", basada en la venta y posterior sacrificio. Un relato que describe el amor , miseria y el amenazante desarrollo tecnológico en forma de tren, a través del testimonio de dos niños. Serán ellos quienes descubran la frágil esencia de la bucólica Arcadia.

    Aquella antropomorfización, el casi convertir en humano a un animal, se vuelve contra los intereses crematísticos del propietario y su familia. Así  lo expone expresivamente y  sin lugar a dudas, Alfonso Carma: "Desfacese de una vaca, por lo que fuera era casi como si te arrancasen todes les mueles. Una pena tremenda". 

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Capítulo 85. Coses y casos de cases. Casa Norte. Parte III.

Casa Norte, actualmente.  Capítulo 85. Coses y casos  de cases. Parte III. Casa Norte.