Capítulo 15. La mar. El ocle. Sexta parte.

 





                                  



Capítulo 15. 


La mar. Sexta parte. 


El ocle.



El ocle.

 

 

"Que pensará la mar

cuando despierte,

ocle en la piel,

el amanecer abriéndose al iris soñoliento

y en el profundo vientre, como un niño,

columpiándose un beso,

que posará los labios de septiembre." 

María Teresa González.

 

 

 

             El ocle , es una alga que vive sobre las rocas, peñes y llastres en la zona litoral. Es una especie perenne que se puede encontrar hasta unos 25 metros de profundidad. A partir de ese nivel su crecimiento se limita, dado que necesita la claridad para su desarrollo. Atiende al nombre científico de Gelidium sesquipedale. Forma parte de un complejo entramado biológico marino, pues sus hábitats están casi siempre colonizados por otros organismos vivos. Formando en ocasiones vistosas simbiosis.  Son usadas por otras especies  como refugio o alimentación. 


Ocle. Gelidium sesquipedale.

                                                                                                


Antecedentes históricos de su uso y  consumo.



                "También piensas que el regreso

cubre las huellas de tú destino."

Ánxel Álvarez Llano.



              Desde hace casi 3000 años  se tiene constancia de su consumo en algunos países orientales. En el año 600 a. de C. , el sabio Sze Ten, recogía en sus textos: "Algunas algas son un verdadero manjar para huéspedes honorables, incluido el Rey."


                En el antiguo Japón  eran usadas como forma de sufragar tributos y pagos al emperador, así como trueque para transacciones comerciales. Tal lo recoge el Código de Taiho del año 790.  En Corea forma parte de sus tradiciones el elaborar una sopa con estos vegetales marinos, cuando se celebra un cumpleaños. Este caldo recibe el nombre de miyukkud. La misma que se hace en el país nipón para recomponer el estado físico de las mujeres, tras un parto.

            Curiosamente en las desarrolladas civilizaciones mediterráneas nunca tuvieron históricamente aceptación. Fue en la "salvaje" Europa septentrional un recurso habitual para las épocas de fame. La primer referencia documental de su consumo se data en el año 563, en Escocia. Donde formó parte de la dieta de los pobres de solemnidad. Para ello se cocían y las mezclaban con avena.

                Serán determinantes durante la hambruna irlandesa (1845-1852). Los supervivientes de aquel despropósito que supuso el monocultivo de la patata, recurrieron a su consumo para aliviar los estragos de tan terrible penuria. Aquellos que vivían cerca de la costa tuvieron la fortuna de combinar varias especies de algas. Preferentemente recurrían a dos especies por su mejor y dulce sabor: Chondrus crispus y Palmaria palmata. Ambas se pueden reconocer en nuestro litoral.


Chondrus crispus. Muy usada para la 
base de jabón de glicerina.


Palmaria palmata. En la actualidad muy apreciada
para uso gastronómico. Es Islandia la untan en 
mantequilla y ¡¡a comer!!.

           Aunque la autentica revolución de estas especies marinas se iniciará en el siglo XVII, cuando los japoneses descubren casualmente sus grandes propiedades gelificantes para la alimentación. En el año 1658, un posadero nipón  que atendía al nombre de Minora Tarazaemon, dejó durante la noche una sopa de algas en un ambiente frio. A la mañana siguiente, descubrió para su sorpresa que se había transformado en gelatina. Ese es el origen del agar-agar. En honor al hecho accidental de este hallazgo, en Japón se llama Kanten, esto es, cielo congelado. Es a  partir de este momento cuando empezará a ser usado en la industria de la alimentación. Actualmente este espesante vegetal lo podemos identificar en innumerables  etiquetas y envasados de alimentos, como E-406.

            En lo referente a la industria biomédica y biotecnológica se empezó a emplear como placas de cultivo a partir del año 1881. Los autores de este descubrimiento fueron los científicos Walther Hesse y su esposa Fannie. Siendo esta última la verdadera valedora del mismo, aunque oficialmente nunca se le reconoció.


Agar agar. Sus propiedades.

            En lo que respecta a nuestro pueblo, el ocle, ha sido sin lugar a dudas, el elemento que más transformó Antromero. Nada ni nadie , en tan pocos años han generado un desarrollo económico tan espectacular. Aunque jamás debemos olvidar que para ello,  siempre acompañado del trabajo. El esfuerzo eterno de nuestros vecinos.

             Menospreciada en sus inicios esta labor por los pescadores  y marineros. Quienes se muestran escépticos e incluso desprecian a aquellos que  laboran en ello . Siempre aprovechando la ocasión para  esgrimir el  refrán  con más saña que nunca:  “El que tien miedo a la mar, solo ocle puede pescar”. Vinculan  esta actividad a la intromisión de agricultores en su ambiente de trabajo, la mar.

             El paso de los años, corregirá comportamientos y actitudes. Siendo muchos de los primeros quienes alternaran sus temporales faenas en la mar con la recolección del oro negro, del ocle.


           

 

El ocle como cucho (abono).




"Mi religión es el pasado."

Marcel Proust.

 

 

            Inicialmente el objetivo de su recogida era el abono de les tierres, tal y como el ilustrado Jovellanos atestó hace mas de doscientos años. Respecto a nuestro pueblo está documentada esta actividad desde el siglo XVIII. También  se testimonia, en las Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid del año 1887, volumen 13,  que  nos describe: "En la playa de Antromero, existen otras tres mandíbulas (ballena), que sirven de pared para formar una rinconada, en la cual depositan los ribereños el ocle o algas marinas que en las mareas recogen, y después de podridas, van a llevarse a los campos “. 

        Si atendemos a la descripción expuesta todo apunta que el lugar destinado a tal efecto,  correspondía al antiguo camino de acceso a la playa y que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.  Como nos lo refrenda  en sus declaraciones Marina el Tuertu: “ En mi casa teníamos una pila ( de ocle) en el camín de la subida de la playa, donde está la caseta de Mino el Civil.  A continuación la tenía Fructuoso Medero y un poco más arriba José Arenes”. Suponemos que cada familia tenía asignada una zona especifica para su almacenamiento y que esta se respetaba mientras hubiera algo de ocle en ella, como lugar acutao (reservado).

            Pepe Capacha, nos detalla que entre  los quehaceres diarios de entonces estaba: “El ir a juntar ocle en la ribera, y después subilo p'al camín de la playa de San Pedro". Habiendo hecho la labor de acumular el remanente el declarante manifiesta: "Estando en la pila, se iba a buscar, cuando se necesitaba pa cuchar (abonar) les tierres”.

            El transporte se solía hacer con cualquier utensilio que tuviera la mínima capacidad para ese trasvase. Tal como lo confirma Marina el Tuertu: “En calderinos, paxes, cestes, cualquier cesta... todo valía para arrimarlo a la tierra”. Subrayando que:“Les muyeres lo llevábamos en la cabeza”. En cambio, Amparo Julián va más allá en sus precisiones y nos expone: “Alguna vez íbamos a buscalo a Rebolleres (Candás) y traíamoslo con un carro de vaques”. Y nos lo recalcan Antonio Guardado y Josefa Muñiz; “En casa se iba a Rebolleres y se subía como se podía por aquella riba (acantilado) que metía miedo. Con el ocle se abonaban les tierres, aunque casi siempre era para las patatas, que necesitaben más cucho."


Antonio Guardado y Josefa Muñiz. Casa Salero.

            Es obvio, que hasta entrada la década de los 50 del siglo pasado y ante la carencia de cuchu (abono) dado el escaso numero de cabezas de ganado vacuno que generaban el mismo, el socorrido recurso fue el ir a buscar los fertilizantes a la mar.  Para ello se arrancaba o segaba en la primavera con ayuda de cualquier utensilio, los ramalotes, rabos de raposo, ficus marinas y otras especies de algas en las que se referenciaba aquel dicho, “cuanto mayor, mejor”. 


Saccorhiza polyschides. Ramalote.
Habitual de estas aguas.


Cystoseira baccata. Rabo de raposo. Por su 
volumen, una alga muy apreciada para cuchar.

        Benigna Anxelín detalla que en su infancia y juventud: "Íbamos con mi padre al Cuernu, al Bigaral, con la marea baja". Precisando el modus operandi: "Era él quien lo cortaba con foceta, pa después carretarlo pa les tierres”. Siempre con especial predilección a determinados pedreos, como lo recuerda la dicente:  “ En el Cuernu, cogíase más ocle porque había mucha piedra, más petones” . Alfonso Pinón, lo refrenda aprovechando el arribazón,  y casi siempre a la abaxamar :“Iba a coger ocle con mis padres y hermanos, siempre que varaba y era para usar como abono, nunca lo íbamos a arrancar." Precisando en ello,  una interesante ley no escrita del pedreo, de esos usos y costumbres que se  han solidificado hasta nuestros días.  Lo que en definitiva los hombres de leyes definen con esa palabra esdrújula y casi malsonante, derecho consuetudinario: “Siempre se amontonaba en el pedreo y mientras la mar no te lo rodeaba nadie lo podía coger. Se marcaba con alguna cosa y todo el mundo sabía que aquel montón tenía dueño." Puntualizando en el caso que el agua lo bañara: “Cualquiera te podía marchar con él”. Así mismo, nos añade que: “Siempre se hacia un montón, se apilaba. Después y cuando se necesitaba se iba  a buscar, se echaba y esparcía directamente por la tierra”.

            Respecto a esta última información proporcionada por el bueno de Pinón, hay quien precisa otras secuencias para cuchar. Benigna Anxelín, se explicita del modo que sigue: "P'al ocle, ramalotes y pieces grandes era mejor que cocieran un poco en el montón. Que se descompusieran un poco, antes de cuchar con ello. Cuando queríes cuchar en el momento les tierres, se iba a buscar  la rumia pequeña, aquelles  que parecen hoja de lechuga, de colores verdes y rojos". Aunque explicitando: "De eses mucha gente no perdía el tiempo con elles,  porque pa llenar una paxa, tardabes mucho. Pero había gente que  las prefería."

            Las prácticas expuestas en las declaraciones aportadas por nuestra anterior dicente, son comunes entre los labradores británicos, que tienen sus heredades próximas a la costa. Usan ese tipo de algas por su abundancia en aquellos lares.  Estas pertenecen a la familia de las ulvaceae, la misma que la del popular "mofu". Ese que más de un disgusto y susto generó en en el  aprendizaje de las labores del pedreo.


Blidingia minima. El popular mofu.
"Mofu pisar, ostiazu pegar."



Fuente: Revista Asturies. Autor: Xuan Fernández Piloñeta. Montón de ocle.

           Históricamente el desarrollo de esta actividad en nuestro concejo tuvo algunos problemas de residuos y salubridad, en especial  la zona urbana y periurbana de Luanco. Obligando al Ayuntamiento en el año 1851,  a dictar unas ordenanzas municipales para poner cierto orden y tino a la recogida de los sargazos: “Los que después de sacar el ocle de la mar para abono de sus heredades no lo condujeran a estas antes que se corrompan, perderán esta clase de abono y pagarán 4 reales de multa”.

             Las innovaciones aportadas en las labores de sembrado, a partir de la década de los años veinte del siglo pasado, tal fue el arado de doble vertedera, exigirá  mayor aportación de abono. Las pequeñas explotaciones de nuestro pueblo no generaban el suficiente fertilizante de procedencia animal (cucho) que reclamaban las  producciones agrícolas. Pese a que en muchos casos el proceso de preparar la tierra era con las características  que exigía el minifundio.  Y ante ese déficit, se recurre a la riqueza de la mar. 

             Los positivos efectos aportados por estos nutrientes marinos (nitratos y sales minerales), han sido notables en  los frutos derivados de determinadas cosechas, añadiendo a la par un poder desinfectante a la tierra.


Fuente : Lucía Fandos. Comparación de los nutrientes entre el ocle y el cucho.

 

 


El ocle y su recolección.



 " En torno a ti, la vida va tejiendo

una red invisible de recuerdos,

un ovillo que enreda la nostalgia."

Antón García.

 

 

            Es a partir de 1951, cuando se produce un giro abismal que repercutirá muy positívamente en la economía del pueblo. El ocle  empieza a comprarse a través de   Hispanagar (fundada en 1940), destacando en aquellos inicios la figura de Don Antonio Valdés Inclán. Quien se convertirá en el auténtico promotor de la actividad por esta zona. Impulsando y dotando de la necesaria logística para la consecución de los objetivos y defensa de  los intereses de aquella empresa.

            Su hijo Alfredo Valdés,  creará Drovecol años después en  el barrio de Legazpi de Madrid , con los mismos objetivos comerciales. Todo ello confluirá para dotar de un inusitado progreso económico al pueblo y por ende a todo el área de influencia del ocle.

            Apuntar que la primera apuesta para comercializar las algas no fue con el ocle, sino  la variedad de Fucus spiralis. Vegetal marino que seguramente recordareis por su color parduzco y por tener aquellas pequeñas bolsas rugosas que al romperlas sale una sustancia gelatinosa. Siendo la usada por los curanderos y curiosos para recomponer torceduras y esguinces de animales y personas. A través de frotaciones con salitre. 


Fucus spiralis. Actualmente es usado como alimentación
humana y animal. Tiene propiedades anticoagulantes.

         Aquel primer intento se desestimó por el poco volumen en la  recolección de las mismas, tal nos lo confiesa Socorro Muñiz: “ Lo  que se cogía se almacenaba en sacos, a diferencia del ocle que se empacaba y se contaba por toneladas."

           Dada la evidencia, se optaría finalmente por el ocle, por el Gelidium sesquipedale.  Que necesita de unas condiciones óptimas para su desarrollo en la mar, como son  un sustrato especifico en su germinación y  como la presencia  de luz. Imprescindibles para realizar sus funciones de fotosíntesis. Además de ser mucho menos exigente en su fase de secado, lo que redunda en una mejor conservación y almacenamiento.

          Se da la curiosa circunstancia  que en el litoral asturiano, solo se reproduce físicamente entre el Cabo de Peñas y Llanes, donde los parámetros naturales son los más apropiados.




El ocle arrancao.



"No me preguntes 

como pasa el tiempo."

Li Kiu Ling.


            Una vez decidido la especie de alga elegida, falta concretar la modalidad de recolección en este periodo iniciático. La decisión no generó dudas, se apuesta por el ocle arrancao (actividades subacuáticas de los buzos). Recurrimos a la evidente experiencia de Socorro Muñiz, para exponer las razones de aquella resolución: "El primer ocle que se empezó a comprar fue el arrancao, pues es mucho más puro y limpio  que el de arribazón. Las fábricas sacan mas porcentaje del producto con él y además el proceso de secado es mucho más rápido".



Fuente: Arturo Artime. Amado Artime, estibando bolsas de ocle arrancao.


           Precisando  nuestra declarante, una extraña  y curiosa práctica si lo comparamos con su posterior evolución: “Una vez arrancado y en tierra  lo lavaban con agua dulce, quedando completamente blanco." Confirmando la demanda de las fábricas productoras de agar-agar : "Al poco tiempo  ya se compraría lo varado por les riberes, pues el arrancao solo era en los meses de verano y con ello no se cubría lo que necesitaban las fábricas."

            Los pioneros del arranque en la modalidad desde la lancha fueron, tal nos lo expone Socorro los llamados Pichelines de Gijón. Con ellos se inicia un procedimiento que llega a nuestros días:“ Ellos aprendieron a todos los demás.  Después vendrían Ramón, Chus, Ángel el Pedo". Precisando parte de la logística empleada : " Y las lanchas en las que trabajaban eran de Luanco o Candás”.


Ocle arrancao. Playa de San Pedro. De izquierda a derecha:
Joaquín le Moranes, Fermín y Avelino. Años 80.

            A mitad del los años 50, aparece la figura de un italiano, que va a revolucionar el arranque del ocle, desarrollando un sistema manual de alimentación de oxigeno a los buzos. Tomamos prestadas las declaraciones de Luis Servando, para ilustrar el momento: "En aquellos años vino un italiano, Filipputti (sic) a Luanco y después lo haría en Candás. Su objetivo era formar a gente para bucear y arrancar ocle." Tal y como expone el informante: "Aquel italiano sabía lo que traía entre manos. Había sido buzo durante la II Guerra Mundial, con el ejercito de su país". También reseña una gran dificultad en su invento: "El problema de aquel equipo de buceo no era otro que debías de respirar muy acompasado. Cualquier alteración en el ritmo de la respiración, hacía que no te llegara el aire. Tal me pasó, cuando lo tuve puesto". 

            En Luanco, el lugar elegido para estas prácticas fue en el Gayo: "Era en la escalera de el medio. Siempre con mareas vivas y en pleamar". Por supuesto que tras esta formación hubo intereses crematísticos. Nadie da algo a cambio de nada: "Estos cursillos eran pagados por Hispanoagar. Siendo el inspector Segundo, quien más interés ponía para conseguir buceadores". Aunque tal y como refrenda Luis Servando: "En Luanco, el único que sacó rendimiento a todo aquello fue Ángel el Pedo."

    Amado Artime, hombre que forma parte de nuestra intrahistoria del ocle, por méritos propios, primero como buceador y recolector y posteriormente como almacenista detalla: "En la época de Filiputti reclutaba o invitaba a probar a la gente con ciertas aptitudes. Aquél que le parecía óptimo, le mandaba a Suances, para sacar el título". Haciendo una interesante precisión: "Las pruebas de aptitud, se hacían en una lancha entonces propiedad de Hispanoagar, que se llamaba Mabel Secundina y que en la fecha en la que saqué el título era Ángel el Pedo, quien iba a la mar con ella, pese a ser propiedad de aquella fábrica. Años más tarde aquella lancha sería de mi propiedad".



Fuente: Arturo Artime. La lancha Mabel Secundin, junto con
Amado: "...aquella lancha sería de mi propiedad".


        El control de todo aquella logística pasaba por las manos de dos inspectores, al servicio de los intereses de Hispanoagar, Mario y Segundo: "Eran ellos quienes controlaban todo". Amado incide en aquel monopolio : " Cuando saqué el título, Hispanoagar te lo facilitaba todo. Compré 2 trajes de neopreno, aletas y reguladores en Gijón, al lado de Correos. Todo aquello me costó 60.000 pesetas, que entonces era una cantidad de dinero muy respetable. Solo pagué la mitad y el resto lo adelantaron ellos, que después iban descontado".



Fuente: Arturo Artime. Título de buceador de Amado.


         En Candás, uno de aquellos pioneros , fue Perfecto Muñiz. Será quién  describa el funcionamiento de aquel ingenio, del modo que sigue: “Filiputti , trajo un sistema de bombillo, con una manivela adelante y atrás, que había que mover desde la lancha sin parar, para dar el oxigeno a los buzos”. Añadiendo : “En el caso de que el de lancha dejase de dar manivela al bombín, enseguida lo notabes abajo, por la falta de aire, que no llegaba.” 

        El artilugio que nos describe el dicente, se basa en el invento de Rouguayrol/Denayrouze del año 1865. Estos ingeniaron un compresor-regulador  manual de aire, para actividades subacuáticas. 

 


Antiguo compresor de aire. Artefacto de uso similar 
al descrito por Perfecto.

            La selección del personal para las faenas de arrancar el ocle,  se hacía en el mismo muelle de Candás. Al respecto, nos  detalla Perfecto: “Y era el italiano quien escogía: tú vales, tú no." Tan solo recordar que estamos hablando de unos tiempos en los que la exigencias administrativas y sanitarias eran mínimas. Así lo expone nuestro declarante: "Nadie te pedía nada, hacías un cursillo , unes pruebes y después la selección. Era el italiano el que decidía  quien valía y quien no”. 

       Reseñar nuevamente, que todo lo que ellos arrancaban iba destinado a los almacenistas de la empresa Hispanagar. En esa época es esta fabrica quien  mantenía el verdadero control y monopolio de esta actividad en nuestra área.  Añadiendo Perfecto, con un contenido orgullo, que el fruto de aquella tarea en muchas ocasiones se desembarcaba en nuestra playa:  "Después de estar trabayando tantes hores  debajo del agua, tocaba descargar les bolses de ocle al llombo (hombro)."

            El procedimiento de arranque, era básico, tal lo detalla nuestro declarante: "Siempre se buscaba buenes llastres (piedras) y lises. Y se arrancaba a puñaos. Era un trabajo a destajo. Cuanto más arrancabes, más cobrabes." Esta practica está actualmente prohibida, al eliminar de cuajo la raíz de la planta. Generando una destrucción total y una difícil regeneración de ese hábitat marino. Hoy se corta el tallo, evitando con ello aquellos daños.



Perfecto Muñiz.

            Hubo una modalidad de arranque en la que nuestres lanches fueron pioneras, junto con  algunas de Luanco. Este   fue el uso del garabato, utensilio muy eficaz para la obtención de las algas desde la misma embarcación sin necesidad de sumergirse salvo en esporádicas circunstancias . Tal  nos lo describe Perfecto: ”Era un peine de hierro, sujeto por una vara de eucalipto y que dependiendo del agua que había (normalmente entre 6 y 10 metros de profundidad) se podía empalmar otra, por un cacho de  tubo.” Recordando: "Yo empecé sobre el año 1956, aunque ya había otras personas garabateando antes". Siguiendo su detallada explicación, el área  de aplicación: “Fue sobre todo el Faro de Candás y detrás de La Isla y yo iba con el mi bote Joaquina, sin motor como todo el mundo“.  Reseñando en sus manifestaciones , aquel generalizado uso en nuestro pueblo: " Cuando en Antromero todos andábamos con el garabato, en Candás y Luanco no había casi nadie que se dedicaba a ello”.

            Las motoras tenían la ventaja de poder desplazarse con más complementos. Así, aprovechando aquella fuerza motriz llevaban a remolque una chalana para transportar más ocle arrancao por aquel procedimiento. 


Álvaro Artime, la motora Dardo y una chalana llena de ocle.
 En la playa de San Pedro.



           Recogemos las valiosas declaraciones de Luis Servando, para refrendar aquel proceso iniciático: "Sería en el año 1948 un vecino de Luanco, de nombre Manolito, quien inventaría el garabato. Siempre estaba discurriendo cosas. Así hizo una gran chalana en aquellos años, para transportar piedras desde Samarincha hasta El Gayo.". Añadiendo: "También fue el primero que lo uso. Toda una novedad el arrancar el ocle desde la lancha sin bucear." No tardaría la gente a sumarse a aquel ingenio: "Luego ya le siguieron otros, como Segundino Quirós Viña, Manolo Capacho y su hermano Marcelo, José de Tamba y yo mismo."  Aunque al principio lo del garabato despertó grandes desconfianzas, estas fueron vencidas por los resultados obtenidos. Dado el éxito de aquel artefacto se incorporaría más gente a su uso: "Después ya empezaron Mariano el de Pito, Valiente y hasta un checoslovaco que llegó a pasar el verano y acabó arrancando ocle con el garabato. Se llamaba Teo".

            El conocimiento del medio, acompañada de la experiencia forman una simbiosis perfecta. Así lo explicita nuestro dicente en estas sorprendentes declaraciones: "Cuando se paraba a comer el bocadillo, echábamos una cale para pescar julies. Al arrancar el ocle generabas un ambiente ideal para alimentarse a los peces. En ese tiempo cogías un montón."


           Nuestros vecinos de Candás nunca se han sentido atraídos por la llamada del ocle. Solo contadas excepciones, tal lo refrenda nuevamente la prodigiosa memoria de Luis Servando: "Probablemente el garabato mas grande que vi lo usaba Badiola de Candás. Iba con su padre en el bote "Badireme". Para facilitar el arranque amarraban al peine una cuerda. Su padre tiraba de ella y Badiola por el mango. Casi nadie de Candás se dedicaba a estas faenas."  

        En otros pueblos costeros tampoco fue bien acogido su uso. Desestimado por el gran sacrificio y esfuerzo que representaba el tirar de aquel peine de fierro. Tal lo expone, nuevamente Luis: " Fuimos durante 15 días a Lastres, José el de Tamba y yo, para enseñar  a usar el garabato. Pero aquello no cuajó entre la gente. Entre otras cosas porque había que ir de Lastres a la Isla de Colunga a remo y después garabatear". 


Fuente: Luis Servando. Usando el garabato desde la chalana.
En los primeros años de su uso. Ana Vegas, identifica al ptotagonista
de la imagen:" Es mi padre, Feliciano. Fue sacada en el Corral (Luanco)".

        El ámbito geográfico de su aplicación se fue extendiendo poco a poco: "Manolito arrancaba con una chalana pequeña alrededor de Luanco. Los que le seguimos ya íbamos hasta la Isla de Antromero, el Faro de Candás o Perlora."


Playa de San Pedro. Chiquillería y al fondo los garabatos.


            Dada la aparatosidad de estos artefactos,  los usuarios de nuestro pueblo los dejaban en la arena seca de la playa De San Pedro.  Sus propietarios los reconocían por su forma o alguna marca en las varas. Y tal y como resalta nuevamente Perfecto: "Nunca faltó ninguno. Siempre se respetaron los garabatos. Con les coses del trabayo no se jugaba. No ye como ahora."


Fuente: Emilio Rodríguez el Lechugo (1969). A la derecha, los garabatos
"guardados".



            El procedimiento, duro procedimiento de su uso, era siempre desde el bote (embarcación).  Primer objetivo,  localizar unos buenos campos y arrastrar el garabato hasta aquelles llábanes (peñes lises). Peinando con ayuda de las varas de eucalipto las mismas, arrancando la planta de raíz.  Después el subir a bordo el fruto de aquel esfuerzo que quedaba  enganchao al artefacto.

            Las exigencias para desenvolverse en esta actividad eran muchas, pero para fructificarla debían de  confluir fuerza y maña, mucha maña. Tal lo refleja Perfecto: “El trabayar con el garabato facía fumo”. Aquellas iniciales dificultades aumentaban cuando uno de estos artefactos enrronchaba (enganchaba) entre les llastres y petones. Entonces, para liberarlo era necesario el surdir (bucear), detallándonos el dicente como lo hacía: “Cogía la piedra de fondear (potada), y me tiraba con ella para bajar al fondo más rápido, ganando tiempo”. Especificando en sus declaraciones que :“Cuando trabajé de buzo saqué muchos garabatos de gente de Antromero”. Y es que el peine de hierro, el garabatu, en aquella época costaba la friolera de 75 pesetas, ¡un auténtico capital!.


Garabato. Se diferenciaban en la longitud
del peine y del mango.

            A un nivel menos profesional y durante el verano, siempre se arrancó el ocle por los pedreos, aprovechando las bajamares grandes. Gente de todo tipo y condición se afanaban en ese proceso manual. Unos sacos o bolsas de red era toda la logística. Solo quedaba seleccionar los lugares y analizar la capacidad de riesgo, a la hora de moyarse o surdir (bucear). En muchas ocasiones siempre había invitados no previstos, como lo recuerda Maruja Anxelín: "Cuando menos lo esperabes, pegábase a ti algún pulpo". Añadiendo la reacción de algún inexperto foráneo en estas lides: "Estábamos una vez en el Picudel arrancando ocle y había un chaval de Madrid, grande como un trinquete. Pegosei un pulpo a les pates blanques que tenía y echó a correr entre les piedres. No se nos mató de milagro. Cuando nos quisimos dar cuenta ya estaba en el Bigaral".         

        Una vez obtenido el fruto de aquel trabajo y aprovechando la bonanza de la climatología veraniega, se aprovechaba a tender en los praos al lado del pedreo donde se había recolectado. Se recogía sin mayores problemas en el mismo día  y a vender.


Fuente: Mercedes López Villén. Ambiente festivo en la recogida de ocle.


            El verdadero enemigo en la cura y secado de esta recolección estaba en les baboses (Plocamium cartilagineum). Variedad de alga rosácea que localmente es muy abundante sobre el ocle. Dadas sus características acumula mucha agua, dificultando sobremanera este proceso del producto estrella. La opción estaba en arrancarla, pues crecían en muchas ocasiones juntas, formando una curiosa simbiosis.


Babosa. Plocamium cartilagineum. Rompedero de
cabeza para el secado del ocle. Actualmente se recolecta
para su uso en la elaboración de tintes y cosméticos.
Tiene propiedades antibacterianas.






El ocle varao o de arribazón.




"La mar nun espera."
Popular.



            La verdadera recogida de ocle se dio en las fechas de arribazón, esto es, entre los meses de septiembre y marzo. Cuando la planta está lo suficientemente madura y crecida. Siendo las vagamares y mares de fondo, quienes las arrancan  y las corrientes favorables desempeñan el empuje definitivo a  la costa, a  playas y pedreos.




Playa de San Pedro. Ocle varao o de arribazón.(1998)

            Pero las primeras mareas eran normalmente desdeñadas al contener muy poco material aprovechable. Será   la mar  quien hace una limpieza previa de otros tipos de algas poco interesantes desde el punto de vista comercial. Tal fue la Heterosiphonia plumosa, quien recibió varios apelativos en nuestro pueblo: oclín, plumín o pluma.


Heterosiphonia plumosa. Sin ningún valor comercial.

            “Ocle na playa, mar de quedada”, en este popular refrán se recoge la esencia de la presencia de ocle en los pedreos y en las playas. Siempre después de la marejada necesaria para arrancarlo, cuando aminora el temporal marino, será cuando arriba pa tierra. Es entonces cuando el capricho de la naturaleza hace su juego. Será finalmente la mar quien decida donde dejar el ocle varao.


Fuente: Marcelino Menéndez. Ocle varao en Rebolleres (Candás). 
La xente se afana en sacar de la mar el preciado botín. Se observa 
diferentes montones individuales. Estos se respetan mientras la mar no los rodee.

            Nos sentimos obligados a recuperar el recuerdo de tanto ocle en piles escalonadas. Formando unas terrazas  que podían perfectamente superar una altura de 12 metros entre la primera y la última.  Tal ocurría en  los pedreos de Gargantera ,el Redondel o la Fedionda. Recurrimos a las declaraciones de Benigna Anxelín, para refrendar esta exposición, en una fecha marcada por la llegada del ciclón Hortensia, el 4 de octubre de 1984:"Después del paso del Hortensia (1), aquello fue tremendo. Nunca vi tanto ocle por los pedreos. En Gargantera hubo hasta 5 bancos de ocle. El mayor tenía una altura de varies cases". Apostillando, por si hubiera alguna duda: "Nunca vi una cosa como aquello. Y creo que tampoco nadie de Antromero".



Portada de El Comercio. Detallando el paso del ciclón Hortensia.


             Es interesante el apuntar que  una persona de reconocida solvencia y conocimiento experto en este y otros muchos temas, como Emilio el Lechugo, estimaba que tan solo un porcentaje mínimo, en torno a un 10% del ocle llega  hasta la costa.  El resto  queda depositado en los fondos marinos, formando parte de la cadena trófica, de alimentación de determinadas especies marinas. Aquellos afortunados quienes  tuvieron la oportunidad de visionar durante esos meses del año las zonas subacuáticas saben de lo que estamos hablando.

            Factores determinantes para la llegada de ese ocle a los pedreos, estaba en la dirección del viento y las corrientes. Los vientos gallegos o del Sur, no favorecían para nada los intereses de nuestros recolectores. Algunos más avezados apuntan como una de las causas concluyentes para la inquietante ausencia de aquellas cantidades de gelidium, la ampliación del puerto del Musel. Tino Rionda (padre), así lo detallaba: "Aquí empezó a desaparecer todo el ocle varao, cuando empezaron a facer el Musel grande. Eso cambió todes les corrientes y jodieron el ocle." Esta rotunda aseveración es confirmada por gran parte de las personas vinculadas a esta actividad en nuestro pueblo.



A la derecha, Emilio Rodríguez , el Lechugo. Recogiendo 
muestras de ocle en el pedreo. 

            Marina  el Tuertu, nos  recordaba el aprovechamiento de las lanchas para sacar el ocle de los pedreos:“Tanta gente al ocle y tantos botes carretándolo del Redondel y de otros sitios”. Manteniendo un condicionamiento: "Pa eso la mar tenia que tar como un plato." 

                Porque salvo en la playa de San Pedro, en el resto de los lugares las dificultades para llevarlo a tierra firme se multiplicaban. Dependiendo del estado de las escarpadas y duras subidas acantiladas. Que en aquellas fechas invernales siempre estaban llenas de barro y pasos dificultosos. La solución más práctica en estos lugares era el sacarlo en lancha, en chalanes y botes, siempre y cuando la mar, siempre la mar, lo permitiese.

             Años más tarde aparecerían en algunos pedreos , tiralíneas, cabestrantes alimentados por motores o por el rotor de los tractores, que facilitaron a sus propietarios el duro trabajo de sacar aquel oro negro de nuestros acantilados.  Tal fueron el caso del Aramar, Gargantera, Bigaral, Cuerno,...

             En la capital del concejo los métodos no difieren de los empleados en Antromero, tal lo recuerda Ana Vegas: "Me acuerdo de ir de niña y estar jugando donde los antiguos Astilleros Vega (en El Gayo), ver como sacaban el ocle con les angarilles. Se metían hasta la cintura, hombres y mujeres, como mi abuela Feliciana "la del Arenero". Amontonaban y luego iban subiendo en aquellos cestos, paxes de ocle, por aquellas escaleras resbaladizas. Arriba esperando carros o furgonetas, como la amarillenta de mi abuelo Antonio, "El Arenero". Nuestra declarante aclara el espacio temporal donde se desarrollaban estos duros trabajos: " Era una época en la que ya habían cerrado las fábricas de conservas en Luanco y en la que el ocle era un complemento y, en algunos casos, un sustento para muchísimas familias de Gozón". Duros años y el enorgullecimiento de sus ancestros. " Nunca he escondido mis orígenes, estoy muy orgullosa de ellos".

              El posterior traslado del fruto de todo aquel trabayu a los praos desde la playa y pedreos se hizo con carros de vaques, carros de burro.  Años después producto de la llegada del progreso y de una economía domestica más saneada serán  los  tractores.  Distinguiéndose entre estos un modelo italiano pequeño, pero de gran rendimiento que invadió nuestro pueblo desde la década de los 70, el pasquali.


Familia Anxelín/Lechugos, recogiendo el ocle seco
para su almacenamiento. El omnipresente tractor Pasquali,
símbolo del despegue económico del pueblo.



Fuente: Mercedines Menéndez.  Mercedines al volante y su padre Fausto en 
la caja del tractor Pasquali, llevando el ocle al prao, para su secado.


            El inconveniente de esta llabor basada en capacidad de sacrificio y esfuerzo físico, estaba en la posterior y necesaria logística a la recogida del ocle.  Manolo Robes lo dictamina: “El problema estaba en sí teníes  praos para poder tenderlo y secarlo”. Aunque en la fase inicial la gente lo secaba en los bardiales y setos, perdiendo el ocle bastante peso por un excesivo secado y el sacrificio físico de las manos desgarradas por  trabajar entre  pinchos,  artos y escayos.


Fuente: Mariluz Serrano. De izquierda a derecha: Bernarda Mori,
Mino el Civil, José Oliver, Jesús de Capacha y Ángeles. 
Recogiendo el ocle seco, con los socorridos "carrinos".

            Si la recolección de estas algas de las riberas generaba un importante trabajo, este se prolongaba en la fase del secado. Para ello, había que esparcelo (extenderlo) y esperar a su cura . Una vez comprobada la misma, se le daba la vuelta con la ayuda de les praderes (rastrillos). Así una y otra vez y las veces necesarias para completar aquel proceso.


Ocle tendido sobre una acera. Cualquier lugar era válido.


Fuente: Marcelino Menéndez. Ocle secando en el 
muelle de Candás (1981).

                                        

           Esta etapa crítica del curado,  se agravaba sobremanera  teniendo en cuenta los meses en que se desarrollaba este trabayo. Época invernal, con pocas horas de sol, amenaza permanente de lluvia, xelades, días amortaxiaos (mortecinos), sin ningún tipo de viento. Aquel que  facilitaba el secado del preciado botín. Y el estar permanentemente nortiando el cielo para saber si las nubes y el agua iban a respetar aquel esfuerzo, o si por el contrario una vez tendido había que recogerlo apresuradamente por la pertinaz agua de las nubes amenazantes. Tal lo recuerdan nuestros mayores: “Los inviernos de antes eren inviernos y los veranos, veranos y no como ahora que ta el tiempu cambiau”.


Fuente: Emilio Rodriguez, el Lechugo . Años 80. Faenando
con el ocle tendido. Dándole la vuelta para su cura y secado.



Fuente: Mariluz. De derecha a izquierda y con "praderes", Mino el Civil,
Bernarda Mori, Ángeles y Jesús de Capacha.

            Porque una vez en tierra, el agua dulce, la lluvia era el peor enemigo, que lavaba y ayudaba a la fermentación de los montones del ocle en verde apostados en los praos, a la espera de su curación. Para desasosiego y desesperación de los recolectores, quienes veían mermados sus futuros ingresos.

            Años después con la presencia en casi todas las casas de la televisión, los partes y el hombre del tiempo fueron unos referentes para los ocleros. Especialmente para aquellos  incapaces de interpretar las señales de la naturaleza.  Por les riberes era frecuente la pregunta, ¿sabeís que dió pa hoy el home del tiempo?. ¡¡¡ Que tiempos!!!.

            Cada día que pasa sin tender, airear el ocle, es un agravante  para los intereses económicos, pues se traduce en una continua  perdida de peso. La peor de las combinaciones en este caso son el agua de la lluvia y el calor. Pues de repetirse durante varios días estas circunstancias podría ocasionar la perdida total del fruto de aquel duro trabajo, por la podredumbre y descomposición  (ocle cocío, comido por los cocos) de las algas.



Fuente Mercedines Menéndez. Su abuela Fausta, escogiendo
y apartando las impurezas del ocle, ya seco.

            Pese a que nuestro pueblo, siempre fue uno de los referentes de la recolección de estas algas en la comarca, en algunas ocasiones nuestros vecinos no dudaban en desplazarse hasta otras zonas. Tal fue en a finales de los años 50 , en que fueron hasta Gijón. Todo el ocle que amontonaron lo trajeron en camión. Hay testimonio gráfico de aquel momento, a través como no podía ser de otra manera de una fotografía, en la que se observa entre   los sonrientes y cansados rostros,   un esbozo de satisfacción propiciado por  aquella pequeña hazaña.


Fuente Benigna Anxelín.
Muyeres de Antromero, pañando ocle en la gijonesa playa
de San Lorenzo. Años 50 de la pasada centuria.




(1). El ciclón Hortensia generó unos vientos huracanados de 160km/hora y en la mar se registraron olas superiores a los 10 metros.








El almacén del Cañaveral.




"Han pasado los años
nos han cambiado."
Aurelio González Ovies.



            Desde los años 50 a los 70 del pasado siglo la Administración reguló a través de concesiones en sectores geográficos la explotación de las algas. En el área que abarcaba desde el Cabo de Peñas a Antromero le correspondió a Hispanoagar, pagando la correspondiente tasa al Ministerio de Trabajo. Esta empresa será la encargada de buscar intermediarios para comprar y almacenar el ocle.

            En Antromero y alrededores quien  tuvo la exclusiva de compra  del ocle, fue Marcelino Artime González, que  tenía  su almacén en el Cañaveral.  Era quién expedía las licencias necesarias para desarrollar tal actividad. Aquellos inicios no fueron fáciles, pues hubo que explicar y convencer  de los beneficios de aquel trabajo antiguo iba a reportar.

           Una vez comprado el ocle por Marcelino, había que empacarlo, empaquetándolo para manejar mejor el producto y minimizar volumen.  Para ello se utilizaba un artefacto, la empacadora/prensa, de tracción animal-humana, esto es, a través de la fuerza física del empaquetador se hacía girar un sistema de apriete . Este procedimiento perduró hasta la llegada de la maquinaria eléctrica.  Los fardos o pacas de ocle podían pesar de 60 a 100 kg. En ello iba la funcionalidad de la maquina y la pericia del operador. 

      Manolo Robés recuerda aquella actividad derivada del ocle: "Muchos paisanos del pueblo empacamos ocle. Se pagaba por unidades hechas". Aclarando que era un  buen complemento económico: "Cuando se necesitaba empacar, te avisaban. Cobrabas bien y el trabajo no era malo." 

            Y estaba también el pesalo, comprobando previamente que estaba bien secado. Así nos lo reseña Socorro Muñiz:  “ Hasta que no se llevó a pesar a la bascula industrial de Candás, siempre se pesó al principio con una bascula romana colgando los sacos de ella." Este rústico procedimiento se verá muy mejorado con la adquisición de una mejor bascula: "Se mejoró mucho cuando tuvimos la báscula de plataforma. Ya se podía pesar más cantidad y mucho más rápido. Para ello se colocaba la angarilla encima." 


Bascula de plataforma. Mejora sustancial para pesar.

      En los comienzos tuvo una especial significación la figura de la mujer de Marcelino, Benigna Reixidorio. Sería su empeño determinante a la hora de persuadir y formar a los vecinos para aquella tarea que marcó el devenir económico de Antromero.  Tal nos lo refleja Manolo Robes  en sus declaraciones : “Fue Benigna, quién convenció a les de Sampedrín. Fue la primer casa  del pueblo que empezó a coger el ocle.  Después siguieron en Casa Anxelín , Les Moranes y al poco tiempo casi todo el mundo”. Sin lugar a dudas les muyeres y su iniciativa, una vez más, serán determinantes para la  próspera evolución  de Antromero. 

          En esta implicación de los vecinos estuvo sin lugar a dudas la decisión, coraje y  ansiedad por ganar un vital puñao de perres de manera honrada.


Fuente: Socorro Muñiz.
Marcelino Artime y Benigna Reixidorio. Artífices del inicio 
de la recogida de ocle en Antromero.

            A la muerte de Marcelino, en 1975,  tomaran el relevo de aquella actividad su ahijada y sobrina, Socorro Muñiz y su esposo Angel el Choli. Tras dieciocho años abandonaran la intermediación.  Poniendo punto y final a este tipo de transacciones en el pueblo. En los alrededores hubo otros que desempeñaron estas labores y casi siempre para diferentes casas matrices, Hispanagar, Drovecol,.. como Luciano, Valiente, Victor el Lechugo, Amado...


Ángel el Choli y Socorro Muñiz. Continuadores
de la labor iniciada por sus tíos. (1975-1993).

Socorro Muñiz, recibe de manos de Luis Gálata, dueño de
Hispanagar, el reconocimiento por 25 años de fidelidad a su empresa.


                Evidentemente, el fruto de todo aquel esfuerzo y trabajo tenia un fin monetario. La inyección económica fue durante ese tiempo manifiesta en Antromero y alrededores. Y los precios por la compra del ocle se iban incrementando año a año, con absoluto descontrol a finales de la década de los 70 y 80 del pasado siglo. El motivo fue la pérdida del monopolio de Hispanoagar y la aparición de la competencia.

                Respecto a ello, Luis Servando recuerda: "En Luanco, Luciano el Pintor, lo compraba a finales de los años 40. Pagando una peseta el Kilo.". Precisando la selección: "Solo compraba el gelidium corneo, muy bien escogido y turriao de seco que quedaba. Metía la mano entre el ocle y como no rascara como el alambre no lo cogía. Con los años lo compraría Joaquín de la Escribana y su almacén estaba en los bajos de la casa de la Escribana."

                 Si nos ceñimos al guion de   los precios, recurrimos a la valiosa documentación de Lucia Fandos: "El kilo de ocle seco se pagó en Luanco a 3 pesetas en 1952, manteniéndose en 4 pesetas entre 1957 y 1965, año a partir del cual su valor iría aumentando paulatinamente  (1966 se pagó a 5 pesetas, en 1967 a 7 pesetas, en 1968 a 11 pesetas..., hasta alcanzar su valor máximo de 260 pesetas, en la década de los 70.". Nos consta que a principios de los ochenta hubo recolectores en Antromero que vendieron por encima de las 300 pesetas el kilo de ocle. Aprovechando la guerra de precios desatada entre las casas comerciales encargadas de su compra.





 

 

            Los aperos y su obligada evolución.



 " Deja que pasen estos días,

deja que pasen estos años...

...con la seguridad de que con ellos

habrá pasado

definitivamente todo."

Ángel González.

 

 

            El éxito  y cuajo de esta actividad entre el grueso de nuestros vecinos, amén del motivo económico, estuvo en la mínima inversión que había que realizar para trabajar: pales de dientes, trueles, sacos, paxos, goxos,...y ropa apropiada (quién dispusiera de ella). Esta era la escasa logística  para transformarse en oclero.  Cualquier prenda que abrigase servía, dotando de una estética vanguardista y extraña a los entonces cánones de moda.  Tal lo recordaba Maruja Anxelín, cada vez que se cambiaba de ropa de faena:  “Voy a disfrazame”.


Fuente: Alberto Álvarez Peña. Trueles para el ocle.



Fuente: Revista Asturies. Autor: Astur Paredes.
Tino Rionda, en la postura de uso 
de la terrafa del ocle.

             Después todo dependía de observar, vigilar, estar pendiente de les marees y de los vientos y corrientes favorables, para que el arribazón se depositase en la costa.



Fuente: Tito Les Moranes. Espectacular foto en el pedreo del Sombrao, 
con el fondo del Castillo. Cogiendo ocle con las palas de dientes.
De izquierda a derecha: Maruja y Consuelo Anxelín, persona no
identificada, Tito Les Moranes y su madre Carmina y José Rodríguez 
Morán. Años 70 del pasado siglo.

            Es en los años 80, cuando estos métodos dan un giro inesperado.  Aparecen como competencia los portugueses, inmigrantes de etnia gitana provenientes de nuestro país vecino  Portugal y que estaban instalados  en el poblado chabolista de Tremañes (Gijón).

            Esta gente va modificar claramente los protocolos operativos al evitar  que el ocle vare en la arena de la playa de San Pedro (esquivan  los pedreos por representar un mayor esfuerzo). Lo recuerda Lucía les Moranes: "Aquellos  portugueses ya no dejaben que el ocle varara . No queríen que se acercara a la rexa (orilla), como se fizo toda la vida”.

        Ellos son  quienes lo van a buscar temerariamente en muchas ocasiones.  Ayudados de terrafes rectangulares que son manejadas y guiadas por dos brazos,  para introducir cuanto más ocle, mejor.  Y una vez llena,  arrastrarla y amontonarlo  en la arena.


Tarrafa. Dibujo: Alberto Álvarez Peña.



             Nuestro vecino Paco Medero aprovechando los vatios de su monumental fuerza, manipulaba una de estas de dimensiones no aptas para el resto de los mortales: “parecía una portería de balonmano, si te despistabes colábate dentro con la tú terrafa.”


Paco Medero. "...si te despistabes 
colábate p'dentro."

             Lucia les Moranes, reflexionaba respecto de estos episodios tal como sigue: “Aquella gente (los portugueses) no teníen miedo a la mar, metíense hasta la cabeza a sacar el ocle, cuando la mar taba todavía gafa” .Confirmando en sus declaraciones el final de una forma de recolectar ocle: “Obligaron  a todo el mundo a facer lo mismo”.  Como contrapartida ante este nuevo estadio, aparecen las botas de agua altas con peto y los trajes de neopreno de los buzos.  Con ello el riesgo, el peligro de revolcones con les foles (olas) y el susto parejo a los mismos.



Fuente: Mariluz Serrano. Mino el Civil y Emilio Rodríguez 
el Lechugo, vaciando la terrafa en la playa de San Pedro.
Al fondo, gente trajinando con este arte y con traje de neopreno.

            Estos coreanos (1) , tal algunos de nuestros vecinos de esta manera despectiva los señalaban, cargaban en sus destartalados camiones el ocle. No siempre lo secaban, evitando el farragoso y añadido trabajo. En Antromero, evitaban los pedreos, por las dificultades y esfuerzo extra que representaba el sacarlo de los mismos. Siendo asiduos visitantes de nuestra playa, por la facilidad de su acceso. 

         Pese a que esta practica de no secar el arribazón no fue habitual en nuestro pueblo,  en alguna ocasión así ocurrió. Tal lo testimonia, Marina el Tuertu: “Una vez que cogimos ocle, carretámoslo desde la playa hasta el Cañaveral,  entre Paulo (Paulino, su marido) y Fausto. Ficímoslo  con el carro y el burro y aquella vez vendímoslo en verde (sin secar)". Justificando su motivo: "Nos compensó porque llovía si Dios traía agua. Taba el tiempo endemoniao. Lleváronlo  en camión.” 

           El ocle que se vendía en verde,  se pagaba muy por debajo del precio oficial de mercado. La valoración del mismo se cerraba en función de varios factores. Podía pagarse hasta siete veces menos que el secado. Los intermediarios enviaban este producto a tierras castellanas para su secado.



Marina el Tuertu.

            Los portugueses, modificaron el modus operandi de la recolección de ocle. Aquella competencia  transformó los usos y costumbres de nuestros ocleros  y con ello precipitó los riesgos de aquel duro trabayo.

           

(1). Término usado en Avilés  y comarca, para designar  a quienes formaron parte del aluvión de gente de procedencia dispar. Llegados al albor  de  ENSIDESA y coincidente con la guerra de Corea.



Los pedreos y el ocle.


 "Así es la vida de mi pueblo,

la historia de esta tierra..."

Antón García.


            El carácter estacional y  la vez que impredecible del arribazón se le unía la dificultad añadida de la posibilidad que arribara a un pedreo de difícil acceso. Para su recolección se utilizaron un sinfín de recursos. Dependiendo del estado de la mar, lanches, chalanes. Si el acceso a la ribera no era muy exigente, se transportaba en sacos, paxes, cestos. Tal lo recuerda Manolo Robés: "Para amontonar el ocle en los pedreos y habiendo gente, se usaba la angarilla. Era la mejor manera de moverlo entre aquellos suelos llenos de piedras y bolos. Después tocaba subilo por los caminos de los pedreos. Aquello a veces, le roncaba el mango."


Angarilla. Especie de camilla para trasportar cosas.
Necesaria la participación de dos personas.


                 Es el momento del  desarrollo de la imaginación aplicada a situaciones adversas. El pionero en estas lides, para aminorar y rentabilizar  esfuerzos fue Manolo Capacho. En la bajada del camino de acceso a el Aramar, ideó  un ingenio para subir el ocle desde el pedreo del Truan. Tal lo expone Aurelio Fernández Sirgo: "Se trataba de un tiralínea de tracción manual, aprovechando una estructura básica. Una rueda de bicicleta hacía el giro, mientras Manolo tiraba desde arriba".  Ese esfuerzo generaba una abrasión en las manos, que se minimizaba recurriendo a la inventiva: "Manolo pegaba a las manos trozos de goma de las cámaras de las ruedas de bicicletas. Así no se quemaba con el rozamiento."
                
               Esta exposición es una evidencia más de la sacrificada vida y trabajo de nuestros antepasados. Con ellos siempre tendremos una perenne deuda contraída.



Manolo Capacho.


            Manolo será quien  abrirá en nuestro pueblo la espicha para la instalación de ingenios en los acantilados. Aparecen los primeros guinches o cabestrantes .  Es en 1975 cuando Enrique Fernández, Pinón, su mujer Carmina Sirgo y el hijo de ambos, Aurelio Fernández quienes iniciarán  una nueva modalidad de extracción del ocle varao. Esta se desarrollará a través de la confección de un guinche mecanizado en el pedreo de la Fedionda. Tal nos lo refrenda, Aurelio Fernández: "Hicimos un guinche con una buena estructura metálica. En principio el tiro se hacía directamente con el tractor. Pero se desestimó, pues el mal tiempo y el paso de arriba y abajo iba a destrozar el piso, el suelo". La solución pasa por adaptar al ingenio una tracción diferente: "Compramos un motor de un seat 1500 para mover la jaula". 


Pioneros de los guinches. De izquierda a derecha,
Enrique Fernández, Pinón. Aurelio Fernández y 
Carmina Sirgo.


               Tivo el Monte los secundará, en el mismo acantilado, con un cabestrante más modesto, pero no por ello menos eficaz: "El motor era de una moto". Con ellos se expandirá estos nuevos métodos por el resto del pueblo. Así lo testimonia Aurelio: "En Gargantera, sería Juan el Salamanquino quien lo colocará a mediados de los años ochenta". En los años posteriores lo sustituiría Félix Hevia apoyado con  un compresor. Y a continuación Alfredo Pérez  Vila, los instalará en los pedreos del Bigaral y el Cuerno. En este último caso con el apoyo del rotor del tractor. En el concejo vecino, pero en un acantilado muy vinculado a nuestra historia como es Talusia, será Tino Rionda quien ponga en funcionamiento uno de estos ingenios.



Fuente: Rosa María Serrano. Primitivo Serrano,
 Tivo,  precursor de uno de aquellos ingenios 
para subir el ocle desde los pedreos: " El motor
era de una moto".



Guinche. Dibujo: Alberto Álvarez Peña.



Fuente: Ramón Fernández. El cabestrante de Tino,
 en Talusia.



Fuente: Javier Barreiro. Estructura del winchi, en la caleya de acceso al Bigaral.
Este útil fue usado en primera instancia por Juan y después por Félix , para subir
el ocle varao del pedreo de Gargantera.




            Fueron las exigencias de la propia administración quienes pondrán final a esta modalidad. El enganche cableado al punto fijo en las riberas, fue el  verdadero rompedero de cabeza de los titulares de estos mecanismos con los gestores regionales. 


 
Fuente: Lucía Fandos. Guinche de Enrique Fernández, Pinón.
Primer ingenio mecanizado en nuestras riberas.



Otra perspectiva del guinche de Enrique, donde se observa la caseta en la 
que se guardaba el motor para este mecanismo (seat 1500).


                




 Control administrativo.


"A perro flaco, 

todo se le vuelven pulgues."

Popular.



            Es también a mediados de los años 80, cuando el Gobierno Regional trata de regular una actividad hasta entonces sumergida, sin ningún tipo de  control por parte de la Administración. Para ello impone una serie de condicionantes legales a los sufridos recolectores a través de la Dirección Regional de Pesca. Tal fue el  sacar la licencia fiscal pertinente,  alta en Régimen de la Seguridad Social y el hacer la declaración fiscal por los ingresos correspondientes a la venta del ocle.

           Será la propia Consejería de Agricultura y Pesca quien vele por el cumplimiento de estas normas. Utilizando para ello a los vigilantes de aguas interiores (funcionarios de la Administración ) . Durante esos años se sumaron un sinfín de disgustos y broncas. Pues todos los inicios son, como bien sabéis duros, muy duros.

                En el año 1988, a través del Decreto 82, de 7 de julio, el Gobierno de Asturias va a regular la recogida de algas. Exigiendo para su actividad el cumplimiento de una serie de obligaciones. Siendo la más vistosa, la necesidad de poseer una licencia especifica. Habiendo dos tipos: la de arribazón y la de litoral (arrancao). 

                Respecto a la de varao o arribazón  se obliga a la posesión en aquellos textos legales  una autorización por un año, renovable. Facultando a su titular para la recogida de las algas desprendidas del sustrato, que lleguen a la costa o se acumulen en los fondos litorales.

 

 

La Fábrica .



 "No hace tanto tiempo

que las cosas pasaron. 

Y sigues pensando que aun 

están ahí, a tú lado."

 Carlos Fuentes.

 

             El objetivo era la consecución de un producto excepcional el agar-agar que  es un glúcido complejo, que se emplea como medida de cultivo de bacterias de laboratorios de medio mundo,  base en  cosmética, alimentación, actuando como  inigualable espesante y por supuesto en la fabricación de caramelos, dulces, mermeladas o los apetecidos  y deseados gusanitos de los tiernos infantes.

            En el año 1970, tras un periplo profesional de varios años en Madrid trabajando para la empresa Drovecol, se mudará a nuestro pueblo Emilio el Lechugo. Y como no podía ser de otro modo con su esposa Paulina Anxelín y sus ocho hijos. Su intención no es otra que mejorar y desarrollar el producto final de aquella factoría, instalándose en las proximidades del molín del Pielgo. Industria que genéricamente se conocerá como la Fábrica. Su inicio productivo comenzará  en 1972 y se prolongará hasta 1990, año de su cierre.

            La producción se basaba esencialmente, en un cocido del ocle en las calderas, desechándose los restos sólidos, aprovechando solo el líquido resultante de aquella operativa. Tras un complejo proceso de congelación, secado y molienda se obtendrá  el deseado y preciado producto, el agar-agar.

            Adjuntamos las declaraciones de Emilio Rodríguez Artime, eslabón en aquel negocio familiar, quien nos hace valoración  entre el ocle arrancao (de verano) y el varao ( de invierno): “La diferencia de  porcentajes por el rendimiento entre uno y otro era muy importante. En el arrancao, era del 33% , en cambio en el varao oscilaba entre el 15 y el 20%. Dependiendo de varios factores tales como la pureza, el tiempo de secado, etc.”  Debido a ello el precio de venta oscilaba notablemente entre uno y otro, en favor como indica el sentido común del arrancao. Aunque en contadas ocasiones y dependiendo de la demanda se invirtió este proceso. También nos precisa que la presencia de algas de otros países significó para el sector: “una mayor pureza de materia prima y un mejor precio”. Como podéis observar, nada es casual, y el beneficio de una parte representa perjuicio de la otra. Es la ley natural del equilibrio.


Fuente: Emilio Rodríguez el Lechugo (1972).
Año de inauguración de la fabrica. Maruja
Anxelín y Emilio Rodriguez Artime, junto 
a la caldera de aquella.

            Emilio Rodríguez el Lechugo, tras su larga experiencia en Madrid, desarrollará y enriquecerá una formula y producto final  muy apreciado. La prueba más palpable de esa actividad es la exportación que de su producción hizo  a  Holanda y finalmente Nueva York, a la empresa Acme. Quien recibirá el producto en envases de 25 Kg. Manufacturando el mismo en formatos de 1 kg.,  para reenviarlo posteriormente a  empresas españolas del sector. Mismo producto, diferente envase y precio disparado en el último traslado. Así son las cosas,  y como tal las exponemos.

          El agar-agar, se exportaba en barco vía Bilbao. Pues  fruto de nuestra  proverbial competitividad, resultaba más económico que hacerlo desde Asturias. Y el resto de las idas y venidas ya las conocéis.

        Nos vais a permitir que hagamos una breve pero obligada reseña de Emilio Rodríguez El Lechugo. Un hombre con una formación técnica y humanística excepcional. Tenía  un envidiable aspecto de gentleman inglés que hacía aun más solemne su presencia, con una personalidad arrebatadora en la   que sobresalía  su sapiencia y buen hacer. Tal y como lo pueden corroborar quienes, como nosotros, tuvimos  la suerte de conocerle. Era un adelantado a su tiempo, un hombre del siglo XXI, mal encajado en el siglo XX. Emilio nos abandonó  por sorpresa, a nuestro pesar en Junio de 1982. Lleno de ilusiones y proyectos. Así se manifiesta de cruel en algunas ocasiones la vida.


Emilio Rodríguez, el Lechugo.




Tiempos actuales, tiempos difíciles.

 

"...de ahora hasta jamás

es un momento."

Aurelio González Ovies. 

 

 

            La globalización de los mercados acarreó a finales de los años 80 en este sector una crisis sin precedentes. La irrupción en el mercado de otros ocles, procedentes de allende los mares, de los litorales de Chile y Marruecos,  romperán el mercado. Abaratando el precio y con ello la práctica desaparición de los recolectores, desanimados por la situación expresada. Este es el precio de la internacionalización de los mercados.


Ocle de Marruecos. Mismo aspecto, mejor precio.


            La perdida del control que durante tantos años tuvo Hispanagar, con la aparición de otras empresas transformadoras como Roko (de capital mexicano) , San Valle y Agar de Llanes, aceleró en algún modo la grave situación.  Provocada por estrategias comerciales y la competencia desleal que generó la llegada de  aquellas algas de origen foráneo. Añadiendo el agravante que en lo que respecta al ocle de invierno, al ocle varao, hace ya bastantes años que no arriba en la costa como antaño lo hacía. Motivado por un evidente cambio de corrientes de difícil y espinosa explicación.  Pero tal y como sospechan nuestros vecinos,  puede estar como siempre la mano del hombre detrás de ese cambio tan abrupto.

            El ocle fue al menos durante casi 40 años el elemento positivo más perturbador de las economías domésticas del pueblo . Aportó unos sustanciales ingresos que modificaron y enriquecieron en grado sumo a quienes con su esfuerzo y trabajo se sumaron a la llamada del oro negro. Atendemos a la gráfica exposición de nuestro vecino Pilo, quien  nos evidencia lo que representó aquella actividad:  "Gracias al ocle, compre el seat 127”.  Añadiendo y resumiendo en cuatro palabras la esencia de todo aquel trabayo: “El ocle enriqueció Antromero” .

            Hoy la situación ha cambiado ostensiblemente, convirtiéndose en una actividad semi-residual como lo recuerda Lucia Les Moranes :“Ya nada ye igual, por no haber ya no hay ni ocle”.

           




15 comentarios:

  1. Cómo nota os diría q contrastes bien les noticies no poner los primero q se os dicen

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    1. Agradecemos tú consejo. Y aclaramos nuestra labor en este proyecto. Normalmente todos los datos oficiales son contrastados antes de publicar el capítulo. Si vieras algún error al respecto te agradecemos lo especifiques. Es un trabajo de campo de casi treinta años y no somos ni queremos ser infalibles. No es nuestro objetivo.
      Respecto al apoyo de nuestros declarantes, son personas que han vivido y sufrido este trabajo. Son opiniones, no dogmas de fe. Ud. tendrá la suya y no tiene por que ajustarse a la verdad absoluta. Porque en confianza ...esa no existe.
      Si quiere aportar su opinión, estaríamos encantados de recabarla y posteriormente publicarla. No para corregir a nadie, tan solo para un nuevo punto de vista. El capítulo trata de ser objetivo, aunque sinceramente eso es un imposible. Muchas gracias por su comentario y deseando que nos aporte a través de la cuenta de Facebook: antromeroantromeroantromero, el motivo de su razonamiento. Un saludo

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  2. Gracias por el amplio trabajo desarrollado. No se si contrastado o no. Pero a mí me ha servido para poner el pasado del cole en este presente, casi sin él.

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    1. Gracias Marise. Los datos expuestos están contrastados evidentemente. Y esos están apoyados en declaraciones de nuestros vecinos. Que en realidad es el verdadero objetivo de este blog. Nadie ni nada está en posesión de la verdad absoluta.
      Solo los sátrapas e iluminados divinos.
      Y aún afortunadamente no conocemos a ninguno.
      Por eso invitamos a quienes tengan que aportar, que lo hagan.
      Pero siempre para añadir y sumar, nunca para corregir a nadie .
      Con esa intención nació y morirá este blog. Tratando de recuperar la historia de nuestro pueblo. Gracias.

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  4. José Antonio González Cuervo14 de abril de 2023, 18:28

    Encomiable labor de divulgación que estáis haciendo ,enhorabuena por tan buen trabajo GRACIAS

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    1. Gracias José Antonio por tus emotivas palabras. Desde aquí transmitimos nuestra admiración por tus escritos. Gracias

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  5. Pero que maravilla de blog ye esti??? Yo quiero contar estes coses en la radio, en concreto en Radio Kras, en el programa que hago, Oceánica Podcast.

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  6. Felicidades para los creadores de esta página. Los temas abordados me han parecido exelentes y me motivaron a investigar .Vivo en un pequeño pueblo costero en la costa sur ,en Bahía de Cochinos ,Cuba y las algas marinas cubren por temporada la franja de arena .Estaré investigando si los pobladores de antaño laa usaron con algún fin.
    Salvar la memoria histórica de los pueblos es preservar las generaciones futuras ..Un abrazo desde Cuba . Exitos en su empeño!! Bendiciones 🙏

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    1. Muchas Gracias Zoraida. Tus comentarios nos llenan de satisfacción y alegría. Y eternamente agradecidos por la colaboración prestada.

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  7. Maravilla de relato! Maravilla de trabajo recopilatorio! Imprescindible este ejercicio de memoria en estos tiempos desmemoriados. Me declaro ferviente seguidor y gozados de este blog. Gracias a su autor y a la buena madre que lo parió.

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  8. Interesante, documentado y extenso relato sobre el ocle y su recogida. Enhorabuena también por la recuperación de la figura de Emilio el Lechugo, al que yo, personalmente, veía como una especie de semidios: ¡era químico!

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  9. Muchas gracias Luis Ignacio, por tus palabras de ánimo.

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